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PERFILES DE LUCHA
HOY, A LUCHAR; MANANA, A TENER MEMORIA

Hemos querido callar hasta ahora. Hemos querido callar, para no sumar un nuevo motivo de alarma a la ola de pánico colectivo que invadió ciertos núcleos ciudadanos. Pero sería estúpido, desleal y contraproducente ocultarlo por más tiempo. Por lo menos, la ocultación habría de ir en contra de nuestra norma de conducta y de nuestro firme propósito de decir, siempre, la verdad.

Durante dos días, la ciudad ha sido sujeto de la acción alarmista y escenario del más lamentable espectáculo que hubiéramos esperado preenciar. Cuando se ha soportado con entereza y hasta con heroísmo un bombardeo doble, por mar y por tierra; cuando se ha asistidio a la toma de San Sebastián por las fuerzas leales; cuando nos ha sido dado presenciar la gesta gloriosa de la conquista del Casino, cuando se ha sentido de cerca, en la misma carne y en la misma entraña de la ciudad, todo el horro de una guerra cruel sin precedentes, parece hasta inverosímil que uno haya tenido que sentir rubor de la cobardía de los demás. Sbore todo, de la cobardía de quienes más presumieron de valientes.

Callamos hace unas horas para saber hasta qué extremos podía llegar el fenómeno. Hablamos hoy, porque amenguado el oleaje, parece oportuno dedicar unos momentos a la recapitulación. No investigaremos las causas del fenómeno. Bien sabemos que éstos se producen como por floración espontánea. Es la bola de nieve, que reuda por la cuenca de las ventiscas y se agiganta a medida que se acerca a la base de la montaña.

Pero lo que sí hay que hacer, imprescriptiblmente, es anotar las conductas en el block de los recuerdos, para cuando llegue el momento de hacer la selección de valores. Hay gentes que pueden ser cobardes, sin que nadie tenga derecho a inmiscuirse en su cobardía. El valor o el miedo es un caudal personalísmo, que cada cual se lo administra. Pero hay otras gentes que están obligadas a influir con su serenidad y con su entereza, aun a costa de sacrificar el propio temperamento, en la moral colectiva de un pueblo.

Por fortuna, esa oleada de pavor injustificado alcanza a bastantes menos de los que, a juzgar por los primeros síntomas, se podía pensar. Son, sin embargo, las deserciones, lo bastante numerosas como para que no puedan caer en el olvido.

El block de notas para el mañana tiene ya cubiertas algunas páginas. En otras ocasiones, perdimos la memoria cuando llegaba la hora del triunfo. Ahora, no. En este momento, duro y amargo, indudablemente, pero que deja entrever un camino de optimismos, hemos de dedicar la atención y el esfuerzo a empresas de mayor cuantía. Pero al día siguiente del triunfo, recobraremos íntegramente la memoria de lo que ha pasado ahora.

Hoy, a luchar; mañana, a tener memoria.

2006 Departamento de Cultura, Juventud y Deporte - Diputación Foral de Gipuzkoa