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Necesidad de una policía secreta

Para nadie es un secreto la existencia en San Sebastián de contingentes no despreciables de elementos enemigos del régimen, encargados de crear dificultades a nuestra labor, de sembrar la alarma y producir perturbaciones de toda especie; de sembrar también el pánico en la población civil, creyendo así favorecer los planes del enemigo combatiente.

Ese problema, porque lo es, entretiene mucha gente y desgasta energías que hacen falta para el frente, aparte que no puede ser debidamente atendido por cuanto de ello se encarga, de ocasión, al primer voluntario o miliciano que se halla a mano. Y no basta con reprimir los desmanes fascistas cuando los hechos se producen, cosa que cualquiera puede hacer, sino que es preciso prevenir, vigilar, impedir que los desmanes fascistas se produzcan, llegando para ello a tomar medidas de máximo rigor y energía, sin contemplaciones, con la dureza que mandan las circunstancias y el deber de defender nuestras instituciones y hasta nuestras vidas.

Para asegurar el buen éxito de lo que apuntamos, hay que abordarlo planteando un problema de organización, indispensable siempre, más ahora, cuando el enemigo no duerme, vigila y actúa traidoramente. Y que no se diga que no estamos en momentos de organizar cosas de esas, porque la organización de la vigilancia y la represión (ASI, LA REPRESION) de todo acto criminal del fascismo es tan importante o más que la defensa de nuestras trincheras, porque defender supone también la supresión del enemigo o del espía de retaguardia.

Las Milicias Antifascistas, la Guardia civil, la fuerza pública que posee fusiles tiene su puesto de combate en el frente y no debe sacárselas de sus funciones. Por eso urge crear un cuerpo de policía secreta que consagre sus actividades a esa labor importantísima de averiguar quién vive entre nosotros, o vigilar y paralizar al enemigo, con lo que se facilitiaría eficazmente la acción de los combatientes de las trincheras.

No creemos que costaría mucho efectuar una buena selección de gente apta para lo que pedimos, ni sería erróneo servirse de aquellos compañeros que tuvieron que pasar con frecuencia por las manos de la Policía. Ellos poseen, por eso mismo, una experiencia que ahora puede sernos útil.

Ahí queda expuesta la idea, por si puede ser útil, idea nacida en una de las treguas que la lucha nos deja para pensar en las habilidades y maniobras del enemigo.


FRANCISCO GARCIA LAVID
Capitán de la Compañía de Milicias “Carlos Marx”

2006 Departamento de Cultura, Juventud y Deporte - Diputación Foral de Gipuzkoa