Revolucionarios de pacotilla
Eso son algunos individuos, muchos más de los que fuera menester,: chillan como desaforados, se tragan a los burgueses crudos, hablan de Gobierno obrero y campesino, llaman traidores a los anarquistas porque no se tragan las ruedas del molino moscovita, gritan “¡Viva Stalin!” y... cuando llega el momento de la verdad quedan a la altura del betún. ¡Así es la vida por los mediocres mundillos comunistas de Pescaderías de San Sebastián!
Y no se trata de un cualquiera. Se trata nada menos que de Arizaga, directivo de los comunistas de Pescaderías.
La cosa pasó así: Dos días antes del Año Nuevo, Arizaga en persona, invitó a los Sindicatos a una reunión, con el objeto de proponerle que se pidiera hacer fiesta el dia 1.º de enero: es decir, abrir a las seis de la mañana y cerrar a las doce.
Fueron precisas asambleas, para las cuales el gobernador hubo de dar permiso especial.
Llegado el día de Año Nuevo, de acuerdo con lo convenido, ningún compañero se presentó al trabajo.
Ninguno, menos Arizaga, el mismo proponente. Visto en la Pescadería por varios compañeros en disposición para trabajar. Así es la vida.
Y así son muchos revolucionarios. Se deshacen en gritos desaforados y luego entran a trabajar en el primer movimiento como un Judas cualquiera.
¿Es que seguarmente le aterra la idea de no estar fichado como “buen chico” por la patronal?
Porque si es eso, puede vivir descuidado. Aquí ya nos conocemos todos. Pero si par aalguien la suya era una actividad dudosa, desde el Año Nuevo puede definirla bien: en el mejor de los casos, un pobre hombre.