De los Ferrocarriles Vascongados
Andanzas y manejos del trío de la bencina en Amara
Maniobras y más maniobras, y no las propias de un ferrocarril, son las que se ejecutan en esta estación de Amra de la Compañía de los Vascongados.
Como jefe de ellas actúa don Pedro Sáez, vulgarmene conocido como el “traga niños” o “Mussolini”. Como a los empleados destinados en esta estacion se nos tiene por la superioridad en un concepto de “muy revolucionarios”, -y según ellos aquí es donde existe un verdadero “foco del comunismo”- para pacificar los espíritus, el famoso Pedrín fué destinado a esta estación de “cabo de vara”, desde la de Zumárraga, siendo despedido en aquella por sus subordinados con disparo de cohetes y chupinazos... y no de pesar, precisamente, sino de júbilo por perder de vista a su verdugo.
Al posesionase del cargo, se propuso no dejar títere con cabeza persiguiendo abierta, clara y descaradamente a todo aquel que no se aviniera a sus caprichos. Podría citar varios casos, pero hoy por hoy, como botones de muestra, bastan los casos Vidaurreta e Imaz, cuyos traslados y despidos fueron motivados más que nada por cartas, muy reservadas, dirigidas a la superioridad por este señor, y a las cuales tan aficionado es, y el caso Zalla, con descuetno de jornal por su presentación algo tardía al servicio (motivo de dicho retarso, retirada tardía de la víspera).
La manera de ser de este “tragantúa”, raya en lo inverosímil y se dan casos como el de meterse entre los taxímetros, para vigilar la entrada y salida de los empleados cuando él no se halla de servicio; presentarse al tren correo de madrugada en la estación haciendo de menos al subjefe de servicio. Incluso se ha presentado más de una y dos veces a media noche y no precisamente para hacer compañía a los vigilantes. A las pocas semanas de posesionarse del cargo este señor, el perro del vigilante de noche, señor Munduate, muy fiero y hermoso animal, moría de la noche a la mañana, aparentemente de muerte natural. Pero hay maliciosos que se figuran y rumores que circulan, que dicho perro no murió de muerte natural... Los comentarios a cargo del lector.
Para darse uno idea de la manera de proceder de este sujeto, basta con recordar que en la estación de Zumárraga llegó hasta cierto punto su persecución, que un día viendo un empleado, que dicho jefe en el interior del almacén se había parapetado tras unos bultos, le encerró bajo llave y llamó a una pareja de guardias, delante de los cuales, una vez abierta la puerta, tuvo que salir corrido, mohíno y cabizbajo este héroe de... tachuela.
El Factor Duende
NOTA.-En sucesivas semanas iremos publicadno otros escritos, ya preparados, que se refieren al travieso esquirol Inocendio Peñalba, al desgraciado Cojeras y a otros elementos de la compañía que nos explota. Habrá para todo y para todos. Sin alvidar al que se titula “Factor principal” o sea Firpo. Mano tonta.