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CUESTIONES INTERNACIONALESEL CASO DANTZIG
Las declaraciones hechas en Ginebra por el presidente del Senado de Dantzig, Greiser, constituyen el centro del interés político de Alemania. En los círculos políticos alemanes se considera la franca actitud de Greise como un acto afortunado, que, por fin, sin rodeos diplomáticos ha llamado la atención de los estadistas responsables de Europa sobre la insostenible situación de Dantzig.
La Sociedad ginebrina, con su propia torpeza, es la que ha hecho que el problema de Dantzig espere ahora su inaplazable solución. Naturalmente, en Berlín se aprueba íntegramente el contenido de las declaraciones de Greiser, y se hace notar que ha sido la política de Hitler y de Pilsudski la que logró restablecer la armonía de relaciones germano-polacas, resolviendo, por tanto, el problema de Dantzig en su aspecto internacional, en el sentido de una total pacificación. En cuanto a los otros problemas, el de la supuesta amenaza de la tranquilidad y del orden en Dantzig, Berlín considera que se trata de cuestiones internas que, según los principios democráticos, toca resolver por sí misma a la población. Ginebra no puede negar que la población de Dantzig está en su inmensa mayoría detrás de Greiser y Forster.
No creemos equivocarnos al suponer que el fuego de las palabras de Greiser responde al ardoroso deseo del pueblo alemán-no sólo en Dantzig, sino en todo el Reich-de no ver continuamente en peligro la paz del Este de Europa por la conducta de un comisario de la Sociedad de Naciones, y el de no tener que soportar continuamente un menosprecio de la voluntad popular de Dantzig.
La propuesta de Greiser de que se envíe a Dantzig un comisario de la Sociedad de Naciones más capaz, o que se desista en absoluto del control de la Sociedad de Naciones, que ha quedado sin objeto después de la armonía de relacions entre Alemania y Polonia, encuentra en Berlín plena aprobación. En la aceptación o en la negativa de esta propuesta ve Berlín una prueba decisiva para las potencias de la Liga. Ya que tanto hablan de la necesidad de reforma de la Sociedad de Naciones, ahora demostrarán si quieren hacerla viable o no, emprendiendo el camino de reformas conducentes a la pacificación.
En cuanto a las relaciones germano-polacas, Berlín afirma terminantemente que los últimos acontecimientos no han influido en ellas para nada. Al contrario, tanto en Berlín como en Dantzig, se comparte la opinión de que, como el presidente del Senado, Greiser, dijo en una interviú concedida al “Volkischer Beobachter” y al parecer sostuvo una conversación a solas con el ministro polaco Beck, la ciudad libre de Dantzig estaría en condiciones de contribuir en mayor proporción que hasta ahora el afianzamiento de la paz en el Este de Europa si cesase el régimen de la Sociedad de Naciones sobre ella. Las alusiones que se encuentran en el discurso de Greiser no permiten dudar que se trata aquí del ordenamiento de los derechos de la minoría polaca en Dantzig.
Dr. DUPON.
2006 Kultura, Gazteria eta Kirol Departamentua - Gipuzkoako Foru Aldundia
