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FRENTE DE GUERRA
En Azpeitia, Azcoitia y Zumárraga la marcha triunfal de nuestro Ejército y falangistas, entra al grito de ¡Arriba España!
Nuestros colores son recibidos de rodillas, en silencio y con la cabeza inclinada
El avance continua al compás de nuestro Himno glorioso
La Loyola de Ignacio se reincorpora a la España inmortal

ESTAMOS EN AZPEITIA
Yo quisiera en estos momentos poder escribir o describiros la emoción con que se nos ha recibido.
Azpeitia ha dejado en mí una huella que vivirá toda la vida, camaradas. Yo igual que vosotros he llorado al contemplar la solemnidad de nuestra entrada. Los rostros de los habitantes me decían el sufrimiento vivido de los que, sin más defensa que su esperanza, han tenido que compartir la aventura roja.
Nuestra bandera es ya la dueña de toda la gloria de la presente gesta.
Hemos tomado Hernio en veinticuatro horas, y los pueblos que en rededor de su falda existen. Régil, que durante dos meses ha sido el punto más utilizado para la ascensión de piezas bélicas, cuando comprobó que los que entraban eran camisas azules y cascos de acero, les rindió homenaje a su modo y en su forma; primero abrazándoles, después ofreciendo la escasa cantidad de residuos olvidados –por los traidores- que a cambio del lucro soviético se enfrentaron contra las armas de España al pedir justicia y no con la guerra que nos han planteado, sino con el derecho que nos pertenece y a nuestra Patria corresponde. Cuando entramos, llegaban de los caseríos en donde habían estado refugiados con sus hijos. Llorando entraban en sus hogares saqueados mientras a coro –ese coro gigante- la camisa nueva de nuestro himno, se ceñía sobre todos los corazones vibrantes.
Los arribas a España subieron tan alto que, estoy seguro, los escucharon los que sobre los luceros hacen guardia y presentan armas a los que suben con ellos para toda la eternidad. Así, camaradas. ¡ARRIBA ESPAÑA! Nuestra España alegre y gloriosa, la que ha de ser espejo en donde el mundo entero se ha de mirar para aprender nuestra belleza y seguir por el camino de nuestra gloria.

¡DE RODILLAS Y EN SILENCIO!
Las diez y media de la mañana y el sol quema, pero quema con dulzura. Creo que nos acaricia. La caravana de nuestros blindados trota por la destrozada carretera –son tantos los hoys y las piedras que más que correr saltan-. Una aglomeración de personas se ve a la entrada del pueblo. Nuestro blindado corre sobre herraje, nuestra gloriosa bandera se agita y se abre paso. Tras el camión el coche que me conduce. Espero gritos de entusiamo, aplausos, pero ¡oh, grandeza! Todos, en silencio, se arrodillan y al pasar nuestros colores, inclinan la cabeza. Es la imagen de la Falange y los soldados los ángeles de su escolta. El silencio levanta el corazón. El silencio ha sido el aplauso más grande que hemos recibido en nuestra vida. Sigue el silencio ya interrumpido por el ruido que al caer, producen las flores que, desde los balcones, caen sobre nuestros soldados.
El perfume de ellas se mezcla con el cara al sol que todo el mundo escucha, aplaude y contesta nuestros gritos.
Así nos han recibido en Azpeitia, camaradas. Así seguimos nuestra cruzada, en marcha triunfal por los campos de España. Ya véis como los versos de Falange, han cumplido su destino. “Volverán banderas victoriosas”, van con nosotros, las llevan nuestros corazones. Van donde nosotros vayamos y nosotros vamos a todas partes.
Después de la ocupación de Azpeitia todo ha sido júbilo y fiesta. Los azpeitianos, pletóricos de entusiasmo, organizaban músicas, cantaban y disparaban cohetes. La tropa seguía firme en el lugar odenado para continuar el avance.
¿A dónde?...

A las doce de la mañana se tenía ocupado Loyola, Monasterio y Cestona.
Nos trasladamos a San Sebastián para ordenar, clasificar en la redacción el trabajo de todo el día.
20, septiembre, 1936. – Apeitia Española.

A. Alcázar de Velasco.

2006 Kultura, Gazteria eta Kirol Departamentua - Gipuzkoako Foru Aldundia