De la urbe
Feria de Santo Tomás
Llegó el día tan deseado por la grey infantil y también por los viejos donostiarras amantes de las sanas tradiciones del país. Los primeros cuentan por días el tiempo que falta para la feria de Santo Tomás, para proveerse de instrumentos bullangueros, con qué animar el Belén al sonar al primera campanada de las doce, la Noche Buena, festejando el nacimiento del Niño Dios, que vino al mundo anunciando la paz a los hombres de buena voluntad, y los otros, los de rostro rugoso y pelo nevado para recordar sus años mozos y aquellos otros tiempos que ya no volverán.
La Plaza de la Constitución, se pobló de vendedores de juguetes, baratijas y manjares infantiles abundando los puestos con la grasienta chistorra, y la Banda Municipal amenizó la feria con un programa de música popular, animando a la gente que llenaba la Plaza.
El alcalde, fiel a la tradición, renovó la costumbre de invitar a los concejales, empleados y cuantos visitaron ayer la Casa Consistorial, con exquisita chistorra, vinos y chacolí en abundancia, siendo muy bien acogida esta feliz idea.
Los niños, al regresar a sus casas, con los juguetes feriados, se acordarán, de que hay otros niños pobres o enferemos, en Asilos y Hospitales, que también desean juguetes y golosinas y los papás, anticipándose seguramente a los deseos infantiles, procurarán que no les falte, como todos los años ha ocurrido, la muñeca mofletuda, el rompecabezas complicado, y el avión bicolor símbolo de nuestra victoria.
Del negociado de juguetes para los niños de Zorroaga de Manteo se encargarán el alcalde, siempre previsor y el amigo Mauri, que no olvida la sala de niños, que fundó la popular Euskal Billera.
ASORDEP.