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Gipuzkoa 1936
Rasgo amable
Mauricio Witte, enviado especial a España por Fox Movietone, nos cuenta en un interesante artículo sus impresiones sobre la toma de Behobia e Irún

Mauricio Witte ha visitado nuestra Redacción acompañado de nuestros amigos y correligionarios de Pamplona. Mauricio Witte, ha recorrido todos los frentes de combate y ha dejado en el celuloide de sus películas toda la realidad de la lucha. Dinamismo y actividad, se ha sentado delante de una mesa, y durante unas horas ha sido un compañero más que ha compuesto las siguientes sustanciosas líneas:

Debido a la bondad y facilidades obtenidas de las autoridades militares así como de la Junta Carlista de Guerra, asistido incansablemente por los Delegados de la Oficina de Prensa y Propaganda Carlista que no han regateado con su gentileza ningún esfuerzo para que mi misión pudiese llevarse a buen fin, he podido asistir a las operaciones emocionantes que tuvieron como resultado la toma de Irún y San Sebastián por las fuerzas nacionales que han iniciado con ello la reconquista de la zona norte cantábrica, una de las más bellas de España.

Todavía estoy bajo la impresión verdaderamente emocionante del valor y arrojo de las fuerzas del general Mola, las cuales rivalizan entre sí en tales cualidades. Los rojos se habían preparado a su placer y es evidente que Irún estaba preparado para la defensa con posiciones poco menos que inexpugnables; solamente a base de fuerzas muy aguerridas y muy bien dirigidas se podía esperar a tomar aquéllas y vencer la resistencia que parecía opuesta. Verdaderamente ocurrió, y puede asegurarse por que lo he presenciado, el gran esfuerzo, tan rico en técnica como en valor heróico de las fuerzas. Tanto en Behobia como en Irún, las fuerzas nacionales arrollaron materialmente a los rojos que indiscutiblemente perdieron su moral al ver ante sí unos hombres dispuestos a todo menos a desistir de su objetivo.

La lucha en Behobia la pude presenciar desde las orillas del Bidasoa y en algunas ocasiones desde el mismo puente Internacional, resguardado en un parapeto cuando en él no estaban los rojos, los cuales ocupaban dos posiciones estratégicas. Desde la situación tan excelente asistí a la toma del primer punto de resistencia opuesto a los nacionales, los cuales después de una preparación de varias horas, los asaltaron frenéticamente y con tal empuje, que la mayor parte de los rojos, claramente aterrorizados lejos de retirarse a ocupar la segunda posición de su retaguradia, escaparon despavoridos hacia Francia por el Puente Internacional de Behobia. Esta operación terminaba al oscurecer y mi misión de repórter, desgraciadamente, terminaba con la luz. Esto me impidió presenciar y hacer mi reportaje de la segunda parte de la operación que realizaron los blancos durante la noche, puesto que al día siguiente a la mañana, habían vencido mediante un movimiento envolvente la resistencia de retaguardia que defendía Behobia. Pude apreciar sin embargo esta continuación ininterrumpida del combate, pues a las nueve de la noche yo seguía en mi mirador del Bidasoa del que no me atrevía a salir ante el peligro del tiroteo constante.

Inmediatamente después que los nacionales tomaron el Puente Internacional de Irún, pude asistir a un hermoso espectáculo de entusiasmo al reunirme con las fuerzas nacionales en el mismo puesto en el preciso momento en que un soldado izaba la bandera española sobre el Puente, mientras los Requetés cantaban solemnemente el himno y celebraban su victoria. No puedo ocultar que al filmar aquellas escenas estaba contagiado y era imposible sustraerme al bello entusiasmo delirante. Con la autorización de un Oficial de las fuerzas que me recibió gentilmente, pude obtener algunas imágenes de la Avenida de Francia en donde la obra de los rojos estaba ya manifestada por una serie de barricadas formadas por muebles y objetos de toda clase enteramente destruidos, por infinidad de coches incendiados y montones de escombros entre los cuales aparecían todavía algunos cadáveres de las fuerzas rojas, y como fondo de la Avenida aparecía la población de Irún convertida en verdadera hoguera que los nacionales comenzaron seguidamente a ver de detener para evitar su total destrucción que parecía inevitable.

Cuando poco después fué autorizado para filmar el interior de la población de Irún, me encontré con una obra destructiva más espantosa realizada por los rojos. El incendio se efectuó con la manifiesta finalidad de destruir la ciudad y seguramente ello habría tenido lugar si los blancos no se hubiesen apresurado por todos los medios, a aislar los focos de aquél enorme brasero. El film obtenido da una demostración irrefutable de la verdad. La mayor parte de la ciudad ha sido pasto del incendio. Las casas aparecen demolidas incluso en sus muros principales y los que quedaban todavía en pie no son más que pantallas siniestras por cuyas aberturas asoma su destrucción interior. Irún lleno de desolación encogía el alma al más indiferente.

Por MAURICIO WITTE


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