Palabras ante el micrófono
Dos vibrantes discursos de los redactores jefes del “Diario Vasco” y “La Voz de España”
Nos referíamos ayer, en nuestra información local, a los discursos que con motivo de la fiesta del domingo se pronunciaron ante el micrófono de Radio Requeté. Hoy publicamos las dos bellas piezas oratorias que alrededor del mediodía escuchó la ciudad de San Sebastián y España entera.
Primero hizo uso de la palabra nuestro redactor jefe, que dirigiéndose al través del micrófono dijo:
¡Españoles! ¡Guipuzcoanos! ¡Almas todas que vibráis ante la nueva España! ¡Oid la voz reconquistada de la ciudad mártir de San Sebastián!
San Sebastián es hoy un jalón más de la carrera de nuestro triunfo, la victoria de un pueblo que se ha alzado contra el despotismo y el capricho de unos gobernantes, mal llamados nacionales.
Hemos venido desde la ubérrima Navarra, todos juntos a salvar a nuestros hermanos, que durante dos meses han sufrido la tiranía de la horda roja y bolchevique.
Las calles tranquilas hasta hoy, se han teñido de la sangre generosa de nuestros hermanos. Sangre vertida en las trincheras, en los capítulos de gesta que han trazado nuestras fuerzas hasta llegar al mar donostiarra, la sangre que manos sudorosas han vertido vilmente asesinando a nuestros hermanos, los que no tuvieron tiempo de unirse a nosotros para combatirles cara a cara, y que martirizados en un suplicio largo han terminado por irse para esperarnos en el cielo.
El coraje que pulsa nuestras fibras, el aire que hincha nuestros pulmones nos es hostil en el recuerdo de los amigos que hemos perdido. San Sebastián ha manchado su historia con la traición de los nacionalsitas, católicos de nombre, mercaderes ruines que por ir contra la madre España no han dudado de formar el conglomerado hediondo que aun sigue huyendo por las montañas guipuzcoanas ante el empuje de los bravos voluntarios de Dios y de la Patria.
Nuestro movimiento, asombro del mundo, admiración de propios y extraños, no ha sido generación espontánea. Era mucho un lustro de persecuciones e injurias. Era mucho sentirnos heridos en la carne de nuestras tradiciones. De una vez para siempre: ellos o nosotros. La duda no podía seguir. El dilema duro y agrio había que lanzarlo a la arena de la palestras. Ellos, los que abombo y platillo nos anunciaban la revolución cruenta con el exterminio, tuvieron miedo, y hemos tenido qu ser nosotros los que dejando ya la discusión y la polémica, en un albor de estío cuando el sufrir estaba al rojo, nos hemos lanzado a dilucidar la supervivencia en el campo de batalla. Donde se ven los hombres.
Y yo os digo, tan grande como es el valor de los nuestros, tan sublime como es el sacrificio heroico de los voluntarios del Ideal; tan bajo y tan rastrero, tan risible y vergonzante es el miiedo de los que tenemos hoy enfrente. Por que no dudábamos del triunfo, porque en el cielo, en el mar y en la tierra esperaba la victoria como don de Dios, hemos luchado. Hoy seguimos, y todos los que nos combaten y entre nuestras filas el final es conocido: Venceremos extirparemos el mal que atormentaba a Madre España. ¡Qué importa que se arrasen ciudades, qué importa que se lleven el oro, qué importa que asesinen y desvalijen, qué importa, en fin, que dejemos el sendero regado de héroes que se han llevado en la pupila inmóvil una España mejor que no compartirán entre nosotros! Qué importa todo ante esta nueva aurora, promesa de un mañana redentor. Nosotros, la juventud, hemos sufrido la prueba dura de la lucha. ¡Gracias Señor que nos has dado la prueba fuerte de la guerra! Ya nuestros espíritus se fijarán en Ti, y en el futuro nimbado de horizontes claros tu nombre será amor y reverencia.
¡Cruzados de un Santo Ideal! ¡Hermanos mejor aun que camaradas! ¡Falange española de la JONS, requetés de la Causa Tradicionalista, Soldados de España, adelante hasta el fin!
Ciudad mártir y perseguida de San Sebastián. Si has pecado, ya has sufrido por tus culpas. Limpia de nacionalismos bastardos, llena de españolismos en tus calles adornadas con los benditos colores, hoy asistes al desfile de las fuerzas que te han liberado. Aquí están algunos, lejos ya de tus montes proa a Bilbao, el resto de los que también se unieron en el afán de verte nuestra. Con el calor de tus ovaciones forma un cielo que se extiende hasta ellos, y que allá en las trincheras sientan el alborozo de la ciudad que despierta de un letargo.
Desde Endarlza, desde Irún, tras la montaña de San Marcial. Por la margen verde del Bidasoa. Subiendo hasta Tolosa y desde Tolosa. Desde Oyarzun.
Desde el Buruntxa y Santa Bárbara, Santiagomendi y Guadalupe.
Desde Guipúzcoa toda, esperan los que se quedaron por allí sin poder desfilar en este día triunfal, Boinas rojas, haz y yugos, cascos, son las flores que ha trado nuestro avance. Muchas quedaron tronchadas sobre el talle por el aviso caliente de la ametralladora. Por los que cayeron: la plegaria agradecida de tus labios. El recuerdo suave de tus hijas.
Para los demás, para los que seguimos, hasta que Dios nos llame. Para nosotros: un aliento, que queremos seguir la ruta triunfal de nuestro Imperio hasta verle señor del Universo.
Los falangistas, el ejército, y nosotros los requetés, en el momento solemne que nunca olvidaremos, te conjuramos, ciudad redimida a que reces a Madre España con el grito viril de ¡Viva España!
PALABRAS DEL REDACTOR-JEFE DE “EL DIARIO VASCO”
Acto seguido nuestro ilustre amigo y colega, el redactor-jefe de “El Diario Vasco” y con la maestría que le caracteriza habló en los siguientes términos:
“’¡Guipuzcoanos! ¡Españoles!:
Como en el fastuoso y brillante “cortejo de los paladines”, bajo arcos triunfales de aplausos y vítores, desfilan por las calles de Donostia nuestros soldados, los soldados de España; caballeros del honor, cruzados de la lealtad, campeones de la valentía.
Recios y duros para la lucha, tenso su espíritu en la pelea y fijo su deseo en el más puro, en el más noble de los afanes.
Tallados en la roca viva del patriotismo heroico, arrancados de la entraña misma de la Madre España, pasan cantando sus himnos de guerra y de triunfo. Al aire las banderas de la victoria: Sangre y oro en la mañana brumosa de Guipúzcoa. Firmes y seguros por la senda que conduce a los grandes destinos, a los destinos cimeros, a las empresas imperiales.
Toda la tradición gloriosa, toda la historia insigne de la Milicia española –soldados de Italia, tercios de Flandes, héroes de Hernán y de Pizarro-pasa con ellos fundida y confundida en este bello horizonte de camisas azules que es como un mar propicio a los grandes caminos cesáreos...
Vibra aún en el aire el eco de las campanas que pregonan su triunfo. Y allí en lo alto de los montes el bronce contesta al bronce poniendo contornos de muerte y nimbos de heroísmo en el quieto paisaje guipuzcoano...
De la pelea a la victoria y de la victoria al combate-en la paz y en al guerra-siempre y sin descanso... Continuad marchando, ¡soldados de España! CARA AL SOL; al sol de nuestras grandes gestas guerreras, al sol que alumbró nuestros fastos avatares.
IMPASIBLE EL DESMAN, mas brillando eternamente en los ojos jóvenes la llama inextinguible de la confianza. Seguros de vuestro paso y conscientes de vuestro destino impar. Rectos, como las flechas del haz simbólico. Apretasos, hermanados siempre, igual que ellas.
Alegres ante el peligro y serenos frente a la muerte; porque la muerte por la Patria será semilla del triunfo y médula de la España nueva...
Desfilad así milicianos spañoles, auténticos y verdaderos soldados de la auténtica y verdadera España, porque bajo todos los cielos de la Patria resuena ya el clarín de la victoria que anuncia el pago de la Falange invencible.
Y a las ciudades quietas VOLVERÁN BANDERAS VICTORIOSAS, y en los campos resecos por la pólvora VOLVERÁ A REIR LA PRIMAVERA, por que en nuestras vidas jóvenes, en vuestras vidas generosas, está la clave del triunfo, están la raíz y la savia, la razón y el impulso de esta España que construímos nervio a nervio, vértebra a vértebra, de esta España que será UNA, que será GRANDE, que será LIBRE, porque será VUESTRA.
¡ARRIBA ESPAÑA!
¡VIVA ESPAÑA!