EPISODIOS DE LA LUCHA
Cómo fueron bombardeados los
cuarteles de Loyola
Cuando ya estaban sublevados los artilleros en Loyola y se comenzó a combatirlos, se hablaba generalmente de la conveniencia de bombardear los edificios en que se hacían fuertes los sublevados. En aquellos momentos la pretensión era irrealizable por carecer para ello de los elementos necesarios.
El martes llegó a San Sebastián el concejal del Ayuntamiento de Vitoria don Sebastián San Vicente, que había podido escapar de la capital alavesa al producirse allí el pronunciamiento y llegar hasta Biblao, desde cuya población se trasladó a Donostia. Com odicho señor es aviador civil y además se contaba con el concurso del sargento de complemento y también aviador señor Del Río, se procedió rápidamente a la incautación de una avioneta de sesenta caballos, de propiedad particular, y con ella se comenzaron a practicar reconocimientos sobre los cuarteles de Loyola.
En la mañana y tarde del viernes los aviadores, a los que se había unido el señor Bellido, hicieron sobre Loyola varios vuelos. Eran los primeros que tuvieron carácter de reconocimiento para poder determinar y emplazar la situación en que se encontraban los rebeldes.
Ya para entonces la situación de los mismos era apurada, porque en el patio del cuartel y esperando sin duda la llegada de aviones facciosos, habían pintado conc al unos letreros que decían:
“Situación crítica. Digannos situación Beorlegui. Urgen refuerzos.”
En sucesivos vuelos la avioneta, con los mimos tripulanets arrojó sobre el cuartel proclamas intimando el rendimiento de los rebeldes y una copia de la nota entregada por los padres de los soldados que se encontraban en los cuarteles. Asimismo fueron lanzados algunos obuses y botellas conteniendo líquido inflamable.
Los rebeldes cuya moral decaía, consiguieron que llegara la noche manteniéndose irreductibles en su situación.
En la mañana del sábado, la avioneta reanudó sus actividades, pero indudablemente la falta de condiciones del aparato no podía proporcionar los efectos apetecibles. También por la mañana llegó, procedente de Madrid en vuelo, un trimotor que lanzó sobre los cuarteles de Loyola varias bombas.
En la noche de ayer, milicias del Frente Popular se dirigieron a Fuenterrabía para recoger en el fuerte de Guadalupe un obús con el que se pudiera bombardear eficazmente el foco principal de la sedición.
Con grandes trabajos se bajó del fuerte de Guadalupe un obús de 37 centímetros, con un peso aproximado de doce toneladas y fué traído a San Sebastián, donde entraba a las dos y media de la pasada madrugada.
En las primeras horas de la mañana ya estaba emplazada la pieza en los altos de Amara, unos cien metros más arriba de la estación del mismo nombre, protegiéndola con una barricada de sacos terreros para la defensa de los servidores de la pieza.
Al cargo de ésta se encontraba el sargento de Artillería Angel Blanco, del fuerte de Guadalupe, el factor de los Ferrocarriles Vascongados, César Nieva, Román Macho y el concejal de Vitoria, señor San Vicente.
Inmediatamente que la pieza estuvo montada, se realizaron con toda presteza las operaciones preliminares de rigor y fué disparado un obús que cayó delante de los cuarteles de Loyola. Verificadas las operaciones de rectificación y precisión de tiro, se hizo un segundo disparo que rebasó ligeramente los edificios del cuartel, suponiéndose que cuaso importantes daños en las defensas que en la parte posterior del mismo tenían los sublevados.
El tercero y cuarto disparos cayeron dentro de los cuarteles, siendo el último el demás exacta precisión, pues cayó en el centro de los cuarteles.
Los cuatro tiros fueron hechos con granadas rompedoras de gran potencia.
El hecho demostrativo de que los disparos habían alcanzado los objetivos propuestos, se señala porque a raíz del tercer disparo la pieza, mejor dicho sus servidores, fueron hostilizados con tiro de fusil, quedando detenidas algunas balas en los sacos terreros colocados delante de la batería y pasando otros por encima de ésta y yendo a estrellarse contra los vagones depositados en la vía muerta de los Ferrocarriles Vascongados.