La granizada de ayer
Destrozos en el campo, cristalerías hechas añicos y conatos de inundaciones en algunos barrios
Como en el periodismo de hace treinta años, podíamos comenzar estas líneas diciendo que “los más ancianos de la comarca no recuerdan otra granizada semejante”. Y puede que se dijera que es verdad, no olvidando otra “lluvia de piedra” que descargó sobre la ciudad hace unos años, pocos, con los mismos daños que en esta ocasión, aunque dudamos que el tamaño de las peladillas que caían de lo alto fuesen como las de ayer, que parecían nueces vestidas de blanco como para un escaparate de Navidad.
Las nubes dejaron caer todo lo que tenían, y ¡ya estuvo bien! Unos momentos de granizada que dejaron la ciudad blanca, como alfombrada con bolas de naftalina.
Empezaron a caer los primeros granizos de un tamaño que asustaba, y les fueron acompañando los cristales de claraboyas, miradores, ventanas, balcones, marquesinas, faroles del alumbrado público... Toda una promesa de solución de crisis para los vidrieros que le estuvieran atravesando, y que, al menos para unos días, han de tener trabajo, remendando vidrieras con ayuda de la masilla.
Fué tal la cantidad caída –estos datos corresponden al Observatorio- que los empleados municipales de la escoba tuvieron que dedicarse, como en los días de grandes nevadas, a hacer montones de gravilla helada, que ponía en riesgo a todo el que intentara cruzar la calle, que fueron pocos, de no hacerlo al amparo de un vehículo bien cerrado.
No se conocen daños personales producidos por caídas o chichones al recibir la pedrea en la cabez, cosa a la que expone el “sinsombrerismo”.
De destrozos causados tampoco hay una relación concreta que podamos recoger, pues cada vecino habla de los cristales rotos en su domicilio.
En el paseo de la Concha, la granizada destrozó casi todos los globos de los mecheros de gas de las dos columnas de alumbrado que adornan el centro del paseo.
En Eguía, frente a la Fábrica de Tabacos, el paso se hizo imposible, pues el granizo además de poner en peligro la estabilidad de los peatones, al cegar los sumidero shizo que se anegara todo el paseo. Se avisó a los bomberos, dieron paso libre a los sumideros del alcantarillado, y el agua fué descendiendo hasta quedar libre de molestia las aceras y calzada.
Lo mismo ocurrió en el paseo inferior del ferrocarril, de la calle Iztueta a Atocha, teniendo que intervenir los bomberos.
En el paseo de Colón, un paciente caballero que tiraba de un carro, propiedad éste y la caballería de Quintiniano Vallejo, al recibir la pedrea se espantó, empezó a tirar del vehículo para huir del granizo, y como el carro estaba con todo el freno más una cadena sujeta a una de las ruedas para impedir que rodara, ladeándose fué a chocar contra el automóvil de la matrícula S.S.-8.508, de Manuel Aristi, causándole desperfectos de importancia. Por efecto del encontronazo, los tiros de la caballería se rompieron, y el caballo, libre, emprendió carrera, hasta que pudo ser sujeto.
En la Central de Telégrafos y Correos, la claraboya del vestíbulo sufrió también las consecuencias, llenándose el local de cristales, granizo y agua.
En los frontones, donde a la hora de la granizada se estaban celebrando los partidos, hubo que suspender el espectáculo, ya que la cancha y las localidades se llenaron de vidrios, al caer destrozados los cristales de las grandes claraboyas. Las canchas quedaron llenas de piedra y agua. Aquí es donde los vidrieros tienen más trabajo, ya que esto no se repara en un día.
No podrán celebrarse partidos durante varios días: todo lo que dure la sustitución de los cristales destrozados.
En Ategorrieta, el agua descendía por la calzada como por el cauce del río, anegándose incluso el paseo en varios sitios, lo que dificultó en gran manera el paseo del público, que hubo de recurrir a rodeos por la Nueva Avenida de Ategorrieta y otros puntos, para librarse de tan desagradable baño de pies.
Por esta línea de tranvías, el servicio estuvo interrumpido hasta que paso el duro chaparrón.
En el arbolado y sobre todo en el campo, los daños causados por el pedrisco han sido lamentables, pudiéndose afirmar que los perjuicios en sembrados y frutales serán considerables.
Por la noche, volvió a granizar, aunque con menos intensidad; pero la lluvia arreciód e firme durante unos minutos, con acompañamiento de truenos y relámpagos. Lo peor es que este program parece que va a continuar.