EPISODIOS DE LA REVOLUCION
AL CLAUSURARSE EL HOSPITAL DE SANGRE INSTALADO EN LA “EUSKAL-BILLERA”
Hemos tenido noticias de curiosos sucedidos.-Una mesa de billar convertida en botiquín de urgencia.-En doce días se ha prestado asistencia a más de doscientos heridos.
Uno de los hospitalillos -el primero cronológicamente- improvisado en nuestra ciudad por la fuerza de las circunstancias ha sido el instalado en la popular Sociedad “Euskal-Billera”.
Fué este hospitalillo consecuencia inmediata del que, con fecha 18 del pasado, se instaló en el primer piso de la misma casa, domicilio éste, como se sabe de la Federación Local de Sociedades Obreras.
Refugio obligado, el domicilio de la entidad citada, de milicianos armados, que entraban y salían del mismo incesantemente, pensóse en trasladar el hospitalillo al bajo del indicado inmueble, local social según queda consignado, de la “Euskal-Billera”.
Como en aquel momento esta se encontraba cerrada, y puesto que las circunstancias eran apremiantes, se procedió con toda rapidez a utilizar una claraboya que pone en comunicación al primer piso con el bajo. Descendíase a ést ecuando llegó el conserje de la “Euskal-Billera”, a quien, desde luego, se comunicaron los propósitos consignados. El conserje, a su vez, puso en conocimiento del presidente de la Sociedad lo que ocurría, el cual dió, para el objeto, las máximas facilidades, poniendo tanto el local como el ambigú y la cocina de éste, a disposición de la Federación Local de Sociedades Obreras y, consiguiente, a la de heridos, enfermos y personal sanitario.
Con idéntica celeridad se hizo lo restante. Una cama de operaciones, junto a los ventanles de la calle del Puerto; dos camas de asistnecia en la misma dirección; otras do más bajo las ampliaciones fotográficas de los socios de honor de la entidad; en la secretaría, otra; y tres más en el escenario; la mesa de billar, convertida en botiquín de urgencia repleta de útiles médicos; aquí y allá, en otra mesas improvisadas, más material de farmacia; un par de sillas plegables... Todo, muy limpio y en orden; en el más nimio detalle se advertía la competencia de los trabajos de instalación.
Es de justicia consignar que un acreditado industrial del ramo -de la calle de Fermín Calbetón- y socio ejemplar de la entidad, fué quien facilitó las camas y demás muebles y enseres complementarios para la humanitaria finallidad.
En la instalación del hospitalillo participó igualmente el vecindario, con sue sfuerzo y su aportación material.
En los preliminares de la tragedia presentáronse espontáneamente en la Federación Local de Sociedades Obreras tres viajantes de comercio, a fin de ofrecerse, en bello gesto de confraternidad, para cualquier misión que pudiéraseles encomendar. Uno de ellos, viajante en productos farmacéuticos, fué comisionado para la dirección del hospitalillo por el Partido Comunista.
Poco después hizo acto de presencia en el hospitalillo disponiendo las primeras medidas de orden técnico, un médico que vive en el barrio de Gros. Este doctor se encargó con elogiable espontaneidad, de organizar, luego, hospitalillos análogos en diferentes lugares de la ciudad: Amara, Atocha, el Antiguo...
El viajante de producots farmacéuticos que hemos mencionado procedió, apenas comenzó a funcionar el hospitalillo, a hacer un llamamiento telefónico a los médicos cuyos domicilios se encuentran más próximos a la “Euskal-Billera”.
Acababa de ingresar en el improvisado centro de beneficencia un miliciano gravísimamente herido de un balazo, sin orificio de salida, en la región intercostal derecha. El director del hospitalillo ordenó que dos milicianos fuesen a buscar a un doctor que vive en la misma calle del Puerto. Inmediatamente acudió a este requerimiento, comenzando a prestar servicio.
Tras este médico, y llamados por él, acudieron nueve más; organizándose con todos ellos una guardia, por parejas, que era revelada cada cuatro horas.
El mismo viajante de productos farmacéuticos, convertido en director del hospitalillo, hubo de seleccionar, para el servicio del mismo, ocho enfermeras, de las treinta y tantas que se ofrecieron espontáneamente para tal misión.
Otros tres enfermeros, alguno de ellos practicante profesional, cooperaron igualmente, en las atenciones del improvisado hospital de sangre.
Al servicio de éste ha figurado, atendiendo a la cocina y al ambigú, el conserje de la “Euskal-Billera”.
Organizóse también un servicio de guardia en las puertas, con el fin de impedir que entrara en los locales gente armada. Quien en un principio prestaba este servicio hubo de ser reemplazado por tener que formar en las Milicias populares. Y el sustituto de aquél alternó en dicho puesto con un fugitivo navarro, procedente de Alsasua.
Numerosísimas fueron las asistencias prestada a este hospitalillo de sangre. De las efectuadas los días 18, 19, 20 y 21 no se tomó nota por el director del mismo ya que los curados en él, si ofrecían gravedad, eran trasladados inmediatamente a un hospital o clínica.
El 22 fueron, asímismo, numerosas las asistencias, de las que a excepción de siete, no se anotó ninguna, a casua del excesivo trabajo que pesó dicho día sobre el personal del hospitalillo. De los siete anotados, tres fueron casos graves, y ningún muerto.
He aquí, para satisfacer la natural curiosidad del lector, las asistencias verificadas los restantes días:
Día 23 de jlio, 16; 24 4; 25, 24; 26, 13; 27, 19; 28, 31; 29, 13; 30, 25; 31, 31; 1 de agosto, 19; 2, 15, y 3, 14.
Por orden de la Comisaría de Sanidad -y siendo afán de ésta centralizar todos los servicios de su competencia- se ha levantado este hospitalillo con fecha 3 de agosto, a las doce de la noche.
El que fué director del mismo ha entregado a dicha Comisaría con arreglo a las instrucciones recibidas, un inventario de las existencias sanitarias y una relacion minuciosa de las actividades desplegadas por el hospitalillo durante los días de su funcionamiento y del personal afecto al mismo.
Siendo esto así, se advierte a los heridos leves acudan para su asistencia, en lo sucesivo, al Hospital del Hotel de Londres, al civil o al militar.