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Para el “aldeano” de Oyarzun
Los mendigoizales contestan al camaleónico Picabea

Picavea. ¿Quién no conoce a Picavea? A buen seguro que ningún nombre produce en toda Euskadi tanto regocijo como éste. El polifacético Picavea, el genial zahorí de negocios ruinosos, fracasado negociante hidráulico de Monforte de Lemos, saltimbanqui acreditado de la política, conocido hermafrodita de la política independiente, está que no cabe en sus “prakas” después de la conquista del acta.
Y el hombre, muy agradecido, en plan de Píndaro, canta ditirambos enardecidos a los “mendigoizales” que tuvieron a raya (así lo dice “Alcíbar”) a las hordas de pistoleros que vinieron de Bilbao.
Bueno. No vamos a reñir por tan poca coasa, señor camaleón. Pero créanos a fuer de sinceros que no los vismo por ninguna parte. Además, nada teníamos que ventilar con ellos los pistoleros de Bilbao, ni los de Donostia. Conocemos a los “mendigoizales”. Muchos de ellos son amigos nuestros, otro incluso son camaradas filtrados por nosotros. Son en su mayoría valientes, decididos. Todos entusiastas defensores de los derechos nacionales de Euskadi.
Los comunistas los tenemos en gran estima y esperamos que sin tardar mucho tiempo estarán en nuestras filas de comunistas vascos. Algunos se nos han acercado para decirnos que usted, señor Picavea, es un granuja, pero etilo aldeano; que nada tuvieron que hacer el domingo para sacarle diputado, porque usted no es nacionalista, ni tampoco los que le acompañaban en la candidatura; qu muchos votaron al camarada Larrañaga, de cuyo partido se sienten muy cerca y hasta entusiastas; que, en fin, admiraron (incluso hubo uno que se adscribió al grupo) de los pistoleros bilbotarras que con mucho garbo y salero trabajaron en la elección del Frente Popular. Y para terminar, estos bravos “mendigoizales” que nos han visitado, nos han entregado un número de “Jagi, Jagi”, en el que dicen de usted, señor Picavea, lo siguiente:
“Vuestros clamores deben dirigirse contra los que pretenden ligaros más y más a las cadenas que ellos mismos arrastran: contra los que cobijan en el nacionalismo, a quien, como ese Picavea, califica de lacra al separatismo, sin recordar que la principal lacra que interirometne carcomió y carcome la personalidad de nuestra aza es la que él personaliza: EL CACIQUISMO HIPÓCRITA. Lacra que oculta bajo el disfraz de “administrador”, de “mayordomo”, de “consejos de inspiración” o de “dueños (?) de un periódico”, es siempre la misma; lacra repugnante y que extirparemos aunque quiera cobijarse bajo el nombre de “nacionalismo”.
Ya ve usted, señor Picavea, que los jóvenes de hoy no agradecen los ditirambos. Los “mendigoizales” le dicen verdades como puñosñ y parece ser que incluso se aprestan a descargarlos sobre sus lacras (¡qué bien las conocen!) para enviarle al carajo.
Pero, en fin, señor Picavea. A lo que íbamos: el domingo pasado no vimos a los “mendigoizales” en ee plan de guerreos que su imaginación ha tejido. Los vimos sí, pero conversando con nosotros como vascos y camaradas y diciendo pestes del aldeano zorro y cacique hipócrita de Oyarzun y de sus compinches socialcristianos de candidatura.
Agur, camaleónico Picavea. Beste bat arte.

2006 Kultura, Gazteria eta Kirol Departamentua - Gipuzkoako Foru Aldundia