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Miércoles, 2 de septiembre de 1936

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Redacción, Oficinas y Talleres
GARIBAY, 34

FRENTE POPULAR
DIARIO DE LA REPUBLICA

Teléfonos: 14.621 y 14.643
San Sebastián, 2 de Septiembre de 1936


LA REVOLUCION EN ASTURIAS
Un redactor del FRENTE POPULAR ha comprobado que la caída de Oviedo es inminente

La situación en que se encuentra la capital de Asturias es verdaderamente desoladora.- Si la niebla no hubiera impedido el curso de las operaciones, a estas horas Oviedo estaría en poder de la República.- Cada tres días beben en Oviedo un vaso de agua

VIVIENDO HORAS PASADAS
Nuevamente el pueblo asturiano ha sido sometido a una prueba de fuego y sangre en la que toda la templanza y el coraje de la masa trabajadora de esta región de España ha confirmado la bella gesta que en los luctuosos días de octubre escribió al alazarse en armas contra la raza opresora, enemiga de la libertad y la igualdad entre todos los hombres de la tierra. Si bien entonces la burguesía obtuvo la victoria sobre el proletariado, ese triunfo, que fué un enorme manchón que empañaba el logro de sus aspiraciones, fué, al mismo tiempo, el aviso justiciero de los que en el trabajo y en la igualdad buscan la extinción del yugo tirano que ensombrece la marcha normal del trabajo y el bienestar.

Asturias fué invadida por la ola sangrienta que brotó de los pechos de los trabajadores. La matanza espantosa cometida con nuestros compañeros asoló todos los rincones de España, llevando a otras naciones el grito lastimero de las madres y hermanos de los caídos en aras de un ideal noble y humano. Los trabajadores del mundo entero se sumaron a nuestro dolor y clamaron justicia. Alzaron su protesta: pero la odiosa burguesía, enemiga de todo aquello que personalice el trabajo, encontró natural que sus colegas regaran los campos de este líquido rojizo que nuevamente está asolando nuestro bello país.

Hoy no es solamente Asturias la que pasa por el doloroso trance de tener que luchar contra los capitalistas. Es toda la nación, y hoy, como en octubre, los asturianos ratifican la impresión valerosa que demostraron poseer peleando contra las fuerzas de aquel inepto y criminal Gobierno y contra los mercenarios de la Legión Extranjera y las fuerzas Regulares del Protectorado marroquí.

Todos los trabajadores de Asturias han vuelto a agarrar las armas destructoras con el mismo entusiasmo que lo hicieron entonces. Pues todo el mal sufrido en octubre no ha contenido el valor de los asturianos, que, por el contrario, como si aquello no hubiera existido para ellos, se enfrentan hoy con el enemigo, redoblando el coraje y el ancia de respirar en una atmósfera de paz y de progreso.


LA LUCHA EN GIJON
La impresión que hemos recogido en Gijón, a nuestro paso para Oviedo, de la lucha sostenida con los rebeldes acuartelados en Simancas, Zapadores y la cárcel, ha sido para nosotros la confirmación de lo que en aquellos días nos facilitaron las Agencias informativas. En esta ciudad no hay una casa que no presente una muestra de los efectos causados por los proyectiles. Grandes zanjas, techos hundidos, casas arrasadas por las bombas incendiarias... Todo, todo Gijón resalta la crueldad de la guerra con un patetismo excesivamente doloroso Es aquí, al presentársenos ante nuestra vista uno de los escenarios más trágicos de este drama que está desarrollando entre hermanos, cuando vuelve a surgir de nuestros labios el comentario que repite el salvajismo de los asesinos que prepararon este fantástico ataque al proletariado. Pero, ¿qué es lo que se propusieron cometer estos degenerados incapaces de realizar algo que sea provechoso para la humanidad? ¿Es que pretendían terminar con toda la clase trabajadora? Porque, si es así, nos explicamos su demencia. Pero lo que no se figuraron es que este ataque de locura encontrara la camisa de fuerza que calmara los nervios de quien tanto daño pretendía hacer.

Y hoy es cuando, ya vueltos a la realidad por la firmeza con que el proletariado se alzó contra sus maquiavélicos males, la reacción, aturdida, se defiende, en lugar de atacar. Nos jugábamos el todo a una carta: la paz, el bienestar, el progreso, la libertad. Todo, todo aquello que merece quien nació para trabajar. Y lo estamos ganando. Falta poco para que en todos los mástiles de la nación flamee una bandera: la que los trabajadores de España reconocen como suya.

A por ella, pues, sin descansar hasta conseguirlo.

Hechos fuertes en los tres cuarteles citados, los rebeldes hicieron mucho daño a la población civil. Pero los gijoneses impusieron su enteresa al dolor y no detuvieron sus avances hasta conseguir acallar a los traidores de España. Costó muchas vidas y trabajo; pero, al fin, la razón se impuso.

El valor de quienes pelearon contra los enemigos de España es algo admirable. Muchos casos nos han relataddo de cómo procedieron los asaltantes de los cuarteles.

El heroísmo de estos asturianos est al, que da la impresión de que la vida es para ellos despreciativa. No le dan valor a su existencia; experimetan placer lanzándose al cuerpo a cuerpo por conseguir sus propósitos. A este respecto un alférez de Carabineros nos ha contado que si no frena a sus muchachos, éstos caerían en mayor cantidad, víctimas de las balas enemigas. Cuando es necesario realizar un servicio porque los jefes se esfuerzan por contener temerario no hay necesidad de pedir voluntarios: con escogerlos es suficiente. Si fueran demandados, por voluntad, no quedaría un asturiano sin dar un paso al frente.

Cuando el cuartel de Simancas estaba a punto de caer, dos héroes, despreciando su vida, agarraron un camión blindado y, cargando en él una cuba con gran cantidad de gasolina, se situaron frente a las puertas de la posición enemiga dispuesto a, con una manguera, incendiar el cuartel. Llegaron al punto que se propusieron, pero la mala suerte hizo que el motor que había de despedir la gasolina no funcionara con normalidad. Un certero cañonazo, lanzado por los traidores sobre el camión, hizo que estallara el depósito de la gasolina y perecieran estos dos mártires.

Pero no intimidó el espectáculo a los compañeros que, desde las posiciones, presenciaron la horrible tragedia. Agarrando otro camión, en las mismas condiciones que el otro, repitieron la heroicidad y consiguieron lo que los dos hermanos muertos no pudieron realizar. Descargaron todo el contenido del bidón y, después, lanzaron unas botellas inflamables, ardiendo Simancas por los cuatro costados. La gasolina corrió por todas las dependencias, pero tampoco así se rindieron los que dentro se encontraban. Como no era conveniente iniciar el asalto, se esperó a ver la actitud que seguirían los sitiados.

Y horas más tarde se entró al asalto de Simancas, derrochando bravura y pundonor. Para evitar que, entrando en pequeños grupos, cayeran los obreros asesinados por los militares, se dio la orden de que lo hicieran todos en fuerte grupo; y así se hizo. Los sitiados, al ver surgir aquella enorme cantidad de lucahdores, emprendieron la retirada, cobijándose en los sótanos del cuartel, en los que se hicieron fuertes.

Para evitar inútiles derramamientos de sangre proletaria, los jefes del Ejército del pueblo acordaron volar los sótanos con dinamita; perecieron entre los escombros muchos facciosos.

Los que consiguieron salvarse de la explosión fueron fusilados, haciéndose de esta manera justicia con quien tan vilmente pretendió aniquilar a los obreros asturianos.

Otro caso de verdadero heroísmo fué el de la toma del cuartel de Zapadores, días antes del de Simancas. A la orden de entrar al asalto, los milicianos gijoneses corrieron locos de alegría en busca de los que durante tantos días les ostilizaron. El asalto fué por la noche, y el relato de cómo se llevó a cabo la toma del cuartel es algo imponente. Parecían demonios estos valientes muchachos –nos ha dicho un dirigente de una Organización obrera-. Los tiros de los que les veían avanzar no frenaron su vertiginosa carrera. Por el contrario, cuando un compañero caía bajo el peso de la metralla, los otros aumentaban su coraje y, clamando venganza para los caídos, aceleraban la carrera hasta conseguir franquear las puertas de la posición enemiga. Delante del grupo marchaban los dinamiteros, que, con gran certeza, lanzaron su carga sobre el reducto perseguido. Abrían marcha a los fusileros, que poco después entraron en fuego con formidable efectividad. Dispararon mil veces sus fusiles y cuando empezaron a accionar dentro del cuartel reucrrieron al arma blanca, invitando con su valeroso y noble proceder a defenderse a los tradiores, enemigos de este régimen de laboriosidad y dulzura que perseguimos y que no debemos abandonar hasta tenerlo conseguido.

El “Almirante Cervera”, el pirata sanguinario que, con gran certeza y humorismo –porque dentro de la tragedia en que corremos nuestros compañeros conservan un excelente humor- ha sido bautizado por los asturianos con el remoquete de “Chulo del Cantábrico”, lanzó sobre Gijón enorme cantidad de obuses.

Hizo daño -¡cómo no!-; pero la perversidad con que descargó metralla no tuvo la compensación criminal ansiada. Cuentan que un día tiró más de ciento treitna cañonazos. Destruyó muchos edificios, pero no se lamentaron tantas víctimas como ese alarmante número de cañonazos parece querer indicar.

Puede el “Cervera” contar como hazaña de guerra el que cuando el cuartel de Zapadores puso en sus ventanas la bandera de la rendición, su presencia en aguas de Gijón llevó un rayo de esperanza a los sitiados, que al oír los cañonazos del pirata retiraron las banderas blancas.

Dirigió el barco enemigo sus tiros sobre la Plaza de Toros, lugar situado frente al cuartel de Zapadores y en el que se encontraban hostilizando a los rebeldes muchos milicianos. Los paredonres de la plaza aguantaron malamente la ira del “Chulo del Cantábrico”, pero los que dentro se encontraban continuaron en sus puestos como si a su lado nada pasara.

La aviación ha procedido en Gijón con idéntica crueldad que en el puebliot vizcaíno de Ochandiano. En la calle Jovellanos está situado el cuartel de los guardias de Asalto, frente a cuyo edificio se estacionaban todas las tardes la mayor aprte de los vecinos de Gijón para enterarse del curso de las operaciones. Una de esas tardes apareció sobre la ciudad un aparato facioso, que, sin reparar en el crimen que iba a cometer, descargó dos bombas sobre esta calle, perecendo en espantada confusión 54 personas y retirándose heridas a 71.

La ira del pueblo subió de pronto al ver tan horrible espectáculo y lanzándose en manifestación sobre uno de los puntos en que se encontraban detenidos más de cien fascistas enemigos, pidió su fusilamiento inmediato, pues antes se había avisado al enemigo que en caso de atentar contra la población civil se pondría fin a la vida de los presos. Y aquella noche, el pueblo cumplió su sentencia poniéndose una vez más de manifiesto la cobardía de los jefes fascistas, que, sabedores del peligro que corrían sus hermanos, no titubearon en perderlos con tal de tener un leve respiro para su ya quebrantada “salud”.

Gijón en los primeros días de revolución vivió horas idénticas a la sque hemos tenido que soportar en San Sebastián. Fueron atacados por los fascistas en idéntica forma que nosotros. El “paqueo” les hizo mucho mal, pero después de varios días, consiguieron dominar a los parapetados en las casas. Sufrieron también los gijones idéntica traición a la que nos hizo a los donostiarras el tristemente célebre Carrasco. Pues cuando se envió a Madrid una columna numerosa de voluntarios los militares de Simancas se declararon en rebeldía.

Afortunadamente, los voluntarios se dieron cuenta rápidamente de la traición de los militares y volvieron a su pueblo, lanzándose a guerrear en la calle con el entusiasmo que hemos relatado.

Hemos inspeccionado la ciudad. Su aspecto no es precisamente el de una ciudad veraniega, pero el entusiasmo y el coraje con que se expresa esta gente con respecto a su plan a seguir, es soberbio.


CAMINO DE LUARCA
Luarca obra en poder de los rebeldes. Las fuerzas militares y fascistas que operan sobre Galicia se dirigieron camino de Oviedo a ayudar a los facciosos allí sitiados. Los milicianos gijoneses se situaron a lo largo de los montes que rodean Luarca y si bien, desconcertados en los primeros momentos por el ataque que les hizo el enemigo perdieron el pueblo asturiano,hoy han hecho de Luarca algo parecido con lo que ocurre con Oviedo.

Cada intento de salida de los facciosos es contenido con facilidad por los obreros, que ametrallan acertadamente a los reaccionarios causndoles importantes bajas. Hacia las primeras trincheras nos hemos dirigido; y, desde la ermita de Santa Ana hemos visto a lo lejos moverse a los facciosos. El zumbido de las balas, el estruendo de los cañones resuenan insistentemente en nuestros oídos repetidos una y mil veces por el eco. Hemos visto también operar a dos aviones nuestros y les hemos visto lanzar varias bombas sobre la parte enemiga, que era sacudida terriblemente, levantando enormes nubes de polvo.

Santa Ana es tambiné una de las líneas de fuego que aguardan al enemigo. Sitio precioso, desde el que se divisa el soberbio panorama del campo asturiano, ha sido convertida la esplanada que rodea la ermita en campo de batalla. Es en Santa Ana donde anualmente, el 26 de julio acuden de toda la provincia de Asturias los labradores a festejar la tradición. Pero este año, Santa Ana no ha escuchado el sonido de la dulzaina, pues, por el contrario, era el zumbido del cañón quien disipaba hasta el recuerdo de la festividad del día.

En Santa Ana se encuentran varios valientes carabineros que, como sus compañeros, a lo largo de toda la provincia de Asturias están desarrollando una magnífica actuación. Y los carabineros, con los milicianos que les acompañan muestran ardientes deseos de que vuelvan a aparecer por las laderas del monte los enemigos del trabajador.

Cuando estábamos sobre esta posición nos han comunicado que Oviedo va a ser prontamente atacado y decididos, animosos de no perder tan soberbio acontecimiento, nos hemos dirigido a toda prisa camino de la capital asturiana.


OVIEDO A PUNTO DE SER ATACADO
Efectivamente, nos habían dicho que Oviedo iba a ser atacado y no nos engañaron. Días antes también se intentó tomar tan importante plaza, pero la niebla dificultó la operación. Ayer estaban decididos todos los milicianos a lanzarse al ataque, pero nuevamente la espesa niebla obligó a retrasar el avance.

Los eternos desconfiados pueden estar seguros de que todas las informaciones publicadas con respecto al crítico estado en que se encuentran los facciosos de Oviedo se ajustan a la realidad.

Diariamente puede leerse en cualquier periódico que Oviedo está a punto de ser nuestro, y, nosotros, al situarnos frente a sus puertas, en las primeras avanzadas, hemos comprendido cuanto de verdad hay en las informaciones publicadas.

Es por las cuatro esquinas por donde está copado Oviedo. Su rendición, o su toma, es inminente. Así como los teníamos a los rebeldes de Loyola, a una distancia aproximado los tenemos a los rebeldes de Oviedo.

Desde “La Corredería) , una de las primeras trincheras, hemos divisado, sin recurrir a los prismáticos, el manicomio –punto en el que se encuentran los primeros sitiados- y la catedral. Las banderas monárquicas se divisan perfectamente desde la posición leal. Y, por la noche, nuestros compañeros han llegado a parlamentar con los traidores, coreando sus cantos finales con el estruendo de las ametralladoras.

Es materialmente imposible que los sitiados logren escapar. Como en Gijón cuando la toma de los cuarteles o más animosos, pues saben que otros compañeros de España necesitan ayuda, los asturianos quieren lanzarse al asalto de la capital asturiana.

En cuanto a un posible y desesperado ataque del enemigo a las trincheras de los leales, también es materialmente imposible que tenga eficacia, ya que las trincheras construídas por los milicianos son una verdadera obra de arquitectura. No resaltamos en la forma que están construídas, pues no parece indiscreto publicarlo, ya que la cantidad de espías que circulan por nuestra población podrían obstaculizar la buena marcha de las operaciones que se están realizando en Asturias.

Los obreros han trabajado sin descanso en los treinta y seis días que llevan frente las puertas de Oviedo. Y su trabajo resalta lo dispuesto sque son estos muchachos tanto para empuñar el fusil como el pico y la pala.

Los sitiados se encuentran en situación desastrosa. Carecen de agua y la poca que les queda es racionada de tal manera, que solamente cada tres días se abastece a cada persona de un vaso del imprescindible elemento. El pan también escasea y, como el agua, se dan a cada persona doscientos cincuenta gramos cada tres días. El hambre y la miseria se ha hecho dueños de Oviedo. Pero los rebeldes, antes de rendirse, prefieren someterse a tan atroz suplicio a los desgraciados que nada tienen que ver de su maldad.

Pero pronto les llegará la hora de inclinar la cabeza. Posiblemente antes de esta semana llegaremos a enterarnos de que Oviedo es una plaza más del legítimo Gobierno de la nación española.

Al regreso hemos podido comprobar a nuestro paso por los pueblos, el formidable espíritu republiano que existe en todo Asturias. Elllos saben que nadie mejor que con la República podrán vivir, y luchan por ello porque saben que su esfuerzo tendrá la debida compensación.

Los hombres que luchan en los frentes asturianos nos pidieron que notificáramos a los que en nuestra provincia pelean que no dejen decaer el ánimo: que pronto se harán dueños de Oviedo y correrán a juntarse con nosotros para echar de nuestras tierras a los carlistas y mercenarios asesinos. Y ha sido tan cordial, tan pujante, la forma que se han expresado que no dudamos que antes de muchos días estarán a nuestro lado.

Por el bien de todos, deseamos que sea pronto cuando acudan a Guipúzcoa los compañeros asturianos: porque entonces al unirse a nosotros, podremos ver más despejado el horizonte que señala nuestros ideales.


Compañeros:
Ni un solo combatiente debe desmayar. En los frentes está la victoria


ACTITUD PELIGROSA
LA NEUTRALIDAD BELIGERANTE DE FRANCIA

La circunspección con que, en orden al libre intercambio comercial con España, procede el Gobierno francés, constituye en estos momentos un acto de ceguera pol´tiica que coloca a la nación hermana al borde del suicidio. El Gobierno de Francia que, por temor a incurrir en pretexto de un conflicto internacional, soslaya con pudor demasiado bobalicón todo contacto comercial con el Gobierno legítimo de la República, está cayendo en el peligro opuesto, en un peligro criminoso, como es el de la preparación de la guerra contra sí misma.

Los Gobiernos de raíces burguesas se muestran siempre excesivamente conservadores cuando se trata de afrontar con gallardía problemas internacionales. Pesan sobre ellos las consecuencias de las taras diplomáticas en uso, que tetanizan las adecuadas soluciones a estos problemas. En estos momentos, la neutralidad frnacesa se convierte en beligerancia. Su inhibición de la lucha que España sostiene frente a las castas militares que intentan establecer el fascismo, es arma poderosa al servicio de los insurgentes.

El proletariado francés, más consciente que su propio Gobierno, organiza todos los días manifestaciones y mitines que arrastran a las masas en forma multitudinaria. Las conclusiones de estos actos se reducen a dos: levantamiento del bloqueo francés sobre España y apoyo decidido, inmediato y eficaz del Gobierno de Francia a la República española. El fino instinto del proletariado galo le advierte al pueblo laborioso de la nación hermana el peligro de su neutralidad frente a la sublevación fascista. Este divorcio entre el pueblo francés y su Gobierno encierra, sin acaso posible el fulminante que encenderá la futura guerra de Alemania con Francia.

¿No ve Francia el peligro que se cierne sobre su frontera? La guerra civil en España no es un accidente ni un episodio ajeno al porvenir de la nación francesa Como tampoco es episodio ni accidente extraño a la tranquilidad del Imperio inglés Para advertir la significación internacional de la sublevación militar española basta considear que los focos más poderosos en que está apoyada residen específicamente en Marruecos, frente a Gibraltar, clave guerrera del Mediterráneo por una parte, y de otra en la frontera francesa.

La enorme presión que los facciosos ejercen sobre San Sebastián obedece a razones muy poderosas. La presencia de los barcos piratas en este puerto, su bombardeo insistente, el asedio a la plaza por la Aviación traidora, la acumulación de fuerzas en los alrededores de la ciudad donostiarra, son detalles harto significativos que revelan la extraordinaria importancia táctica de estos sectores, desde los cuales serían amenazadas Inglaterra y Francia.

Una derrota del Gobierno español se convertiría en amenaza peligrosa para Francia. La internacional fascista carece en Europa de una posición clave para desencadenar la guerra. Esta posición, sin la que no es posible pensar en una victoria de España. Triunfante la insurrección facciosa, Francia quedarái prisionera en su propia frontera, salvo su línea marítima de Behobia a Calais.

¿No ha meditado el Gobierno francés en la inminencia de ese peligro y en sus futuras derivaciones? ¿Qué otras condiciones precisarían Alemania e Italia para movilizar sus tropas hacia Estrasburgo y los Alpes, respectivamente?

La circunspecta neutralidad francesa es, consecuentemente, beligerancia peligrosa para sí misma; y el bloqueo comercial a España, apoyado en denuncias de un Convenio de paz, atentado manifiesto a su propia tranquilidad histórica.

El fascismo en España significaría la guerra en Europa. Y, más concretamente, la guerra entre Alemania y Francia, que encendería la catástrofe universal a que aspiran Mussolini e Hitler para proporcionarse la salida de la ruina ocasionada por el fascismo en sus respectivas naciones.

¿En qué pactos internacionales ha sido condicionada la neutralidad francesa en relación con la sublevación militar que ha puesto en pie de guerra a la República española? Si la intervención de Europa en el conflicto italo-abisinio tomó la forma primaria del bloqueo a Italia ¿cómo no ha de ser posible la prestación de auxilios a una nación que lucha por aplastar un movimiento subversivo interior?

El proletariado francés y con él todo el proletariado del mundo, condena la actitud inhibitoria de Francia. Los trabajadores franceses, siguiendo el ejemplo de sus camaradas rusos, se han declarado prácticamente beligerantes. Nutren copiosamente las suscripciones para facilitar al Gobierno republicano de España municiones y elementos de combate. Los trabajadores de la Casa Bloch construyen dos aviones para el Gobierno legítimo de España. La solidaridad internacional acentúa considerablemente el apoyo al Ejército leal. Si esta intervención, amparada y protegida en Rusia y tolerada por el Gobierno Blum no se basta para justificar el conflicto internacional que esquiva Francia, el levantamiento de su bloqueo comercial a España no sería una razón más poderosa. Cuando se quiere hacer la guerra, el pretexto no es condición indispensable. Stalin ha dicho que las guerras no se declaran: se hacen.

Francia arriesga más con su neutralidad que con su intervención. Sus destinos se decidirán en España.

E. I:


LA CONSIGNA DE RETAGUARDIA
Todos los fusiles al frente

Madrid.-Con estos títulos dice “Mundo Obrero”:

“La justa campaña emprendida por todas las organizaciones del Frente Popular y por el Gobierno sobre el empleo de las armas inactivas en la retaguardia ha tenido resonancia inmediata. Diariamente llegan a nuestra casa noticias de puelblos y ciudades que se apresuran a enviar al frente todos los fusiles de que disponen. No está totalmente cumplida la consigna, sin embargo. Aún hay zonas donde se conservan gran número de armas ociosas.

Se impone, pues, la inmediata rectificación de este retraso en el cumplimiento del propósito en que todos –republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas- hemos coincidido. Es cierto que en algunos frentes no sobran fusiles y que muchos combatientes dispuestos a salir no pueden hacerlo por carecer de ellos. Repetimos la consigna que se hizco pública: hay que sustituir los fusiles de la retaguardia por pistolas vigilantes.

Por fortuna, no carecemos de material de guerra. Tenemos el suficiente para batir sin tregua a nuestros enemigos; pero cuanto mayor sea el número de armas de que dispongamos en el ataque, más breve será el plazo de la victoria, más cercana estará la derrota definitiva de los traidores a España.

En la retaguardia, organización, disciplina, vigilancia, serenidad; al frente todos los fusiles”.

EN GINEBRA


“Estimular en el adversario el odio, equivale a dictar condenas de bárbara muerte contra familias enteras de trabajadros”.

(De “El Socialista”, de Madrid).

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