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domingo 24 noviembre 2024
Gipuzkoa 1936

VERANO Y REVOLUCIÓN
LA GUERRA CIVIL EN GIPUZKOA
Pedro Barruso

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TERCERA PARTE
LAS OPERACIONES MILITARES

1 LAS PRIMERAS OPERACIONES EN GIPUZKOA

La primera etapa de la Guerra Civil en Gipuzkoa, que corresponde al período cronológico que se extiende desde el 18 de julio hasta la rendición de los cuarteles de Loyola (o como máximo hasta finales del mes de julio), se caracteriza por una serie de operaciones militares encaminadas a asegurar diversas cabezas de puente en el territorio guipuzcoano. Éstas, como veremos a continuación, están protagonizadas por las columnas -formaciones más o menos heterogéneas compuestas por militares, requetés y falangistas- que se lanzarán sobre el territorio guipuzcoano por diversos frentes.
Estos, en el lapso de tiempo que ahora nos ocupa, serán tres principalmente; el corredor del Bidasoa con el valle de Oyarzun, el valle de Berástegui y el sector Ordizia-Beasain. Como se forman estas columnas, como operan y que papel juegan en el primer mes de conflicto en tierras guipuzcoanas son el objeto de nuestro estudio en el presente capítulo.

1.1 LA FORMACION DE LAS COLUMNAS

Tal como hemos señalado anteriormente, el general Mola, en el plan diseñado para la insurrección, había previsto una rápida solución de los acontecimientos en Gipuzkoa, aunque no excluía que se diesen combates con las milicias de izquierda, fundamen-talmente en la zona del Deba y en la capital.
Por esta razón, en los planes de Mola, estaba previsto el envío, hacia territorio guipuzcoano, de una serie de fuerzas que se encargarían de apoyar a los sublevados de la capital y, de esta forma, asegurar el control de la frontera francesa. Según Aznar , Mola había previsto el empleo de tres columnas, que partirían de Pamplona, y se dirigirían -la principal- por el valle del Bidasoa para asegurar la frontera y envolver San Sebastián mediante la conquista de Irún. Una segunda fuerza avanzaría por el Oria, con el fin de completar el cerco de la capital por el flanco izquierdo. Finalmente, la tercera de las fuerzas destacadas, penetraría por los montes divisorios de las cuencas de ambos ríos.
No cabe ninguna duda que la principal operación debía discurrir por el valle del Bidasoa, con unos objetivos muy concretos:
"Irún, objetivo de excepcional importancia por ser el control de la frontera francesa y cortarse desde allí la comunicación de la zona marxista del norte de España con sus apoyos extranjeros. San Sebastián capital de la provincia, cuya ocupación además de cuanto en sí suponía la plaza conquistada, era la confirmación del acceso a la costa cantábrica"
En el resto del territorio, teniendo en cuenta que
"se creía descontado el éxito de la sublevación militar en San Sebastián, aunque la guarnición hubiera de sostener luchas en las calles con algunos grupos marxistas, pensose en enviar hacia allí pequeñas columnas de apoyo, las cuales harían más fácil la probabilidad de triunfo y ahuyentarían de los valles guipuzcoanos a las partidas milicianas"
Para cumplir estos objetivos se organizan en Navarra tres columnas, que tomarán el nombre de sus respectivos comandantes; Beorlegui, Cayuela y Latorre.
La principal, y más importante de las tres, es la mandada por el coronel Beorlegui. Este militar fue designado por Mola jefe de Orden Público en Pamplona tras ser asesinado, por sus propios guardias civiles, el jefe del cuerpo en la capital navarra Rodríguez Medel.
Esta columna, inicialmente, se integra por lo que se conoció como "Primera Compañía de Guías de Navarra", formada -según Julio Aróstegui- por unos 140 hombres procedentes de Lumbier, Olite y los barrios de Pamplona al mando del capitán Luis Villanova. Esta tropa parte el día 20 de la capital navarra con la misión de someter el cuartel de carabineros de Vera, que tras recibir una carta del teniente Ortega, se había declarado leal al gobierno republicano. En este primer grupo figuraba, como asistente del mando, Antonio Carrere procedente del requeté donostiarra.
A esta fuerza se le unirá, el mismo día, una sección de carabineros, al mando del comandante del cuerpo Luis Ramajos, llegando por la noche a Sumbilla. El mando conjunto de ambos grupos lo ostenta el teniente coronel de carabineros José Cabello, que se había desplazado a Elizondo para lograr el apoyo de la compañía del cuerpo allí acantonada. Al día siguiente las tropas se encuentran en Sumbilla desde donde avanzan, sin encontrar oposición, hasta Vera de Bidasoa, donde se detienen. Al día siguiente, 21 de julio, Beorlegui llega a Vera y se pone al frente de las tropas que operan en la cuenca del Bidasoa.
Como apoyo a las anteriores, el día 22 de julio, se crea una nueva columna mixta de requetés y militares, a cuyo frente se coloca el coronel Ortíz de Zárate. La misión específica de esta tropa es ocupar los montes en las inmediaciones de Oyarzun y apoyar a los sublevados de San Sebastián. El nuevo contingente se integra por
"tres compañías de requetés al mando del Teniente Coronel Gíl de Arévalo, 2º Jefe, el Comandante Serra; las compañías a las órdenes de los Capitanes Ormaechea, Férriz y Morlán. Una compañía de América (Capitán Oslé), una sección de morteros (Teniente Reverte), una sección de ametralladoras y un grupo de dos baterías (comandante Echanove).
La columna sale de Pamplona a las 4 de la tarde en cuarenta camiones requisados.
En el momento de salir se incorpora una compañía más de requeté (Capitán Ureta)
Las fuerzas mandadas por Ortiz de Zárate se detendrán la noche del 22 en Santesteban, localidad desde la que darán comienzo a las operaciones de penetración en el territorio guipuzcoano.
Paralelamente al despliegue de las columnas anteriormente citadas, desde Estella, otra fuerza formada por dos compañías del Batallón de Montaña Arapiles -de guarnición en la citada localidad navarra-, una sección de ametralladoras, máquinas de acompañamiento y transmisiones. Junto a los anteriores, "una unidad de Falange y otra de Requeté", todos al mando del teniente coronel Cayuela, que sale el día 20 en dirección a Gipuzkoa, ocupando ese mismo día Alsasua. A los anteriores se unirán las tropas mandadas por los comandantes Albizu y Malcampo, que asegurarán la zona antes de avanzar por el puerto de Etxegarate hacia Beasain.
El comandante Albizu, destinado en el Batallón Arapiles, sale de Estella con cuatrocientos hombres. El día 24 se dirige hacia Cegama, que es ocupada, encaminándose hacia Segura. El tercer grupo, que se integra en las fuerzas de Cayuela es la columna mandada por el también comandante Malcampo. Estos, que parten desde Pamplona, siendo trasladados en un tren militar hasta Etxarri-Aranaz, tienen como objetivo Ataun.
La tercera de las columnas que se dirige hacia Gipuzkoa, parte igualmente de Pamplona. El día 19, Beorlegui encarga al capitán Ramón Vicondoa que se traslade a Betelu, en los límites entre Navarra y el País Vasco, para proteger la zona de posibles acciones de milicianos. Allí permanecerá hasta que el día 22 se decida el avance por la sierra de Aralar dando comienzo a las operaciones de guerra. Esta columna es la única en la que se integran, desde un primer momento, falangistas.
Por tanto, el día 22, fecha en que da comienzo el avance sobre Gipuzkoa encontramos cuatro núcleos de fuerzas sublevadas. El más importante, mandado por Beorlegui, se encuentra desplegado entre Vera de Bidasoa y el puente de Endarlaza. Ortíz de Zárate, con el contingente más potente, se encuentra en Santesteban. Cayuela domina las alturas que separan Navarra del territorio guipuzcoano en las inmediaciones de Alsasua. Finalmente, un pequeño grupo todavía se sitúa en la zona Lecumberri-Betelu y se extiende por la Sierra de Aralar. Será desde estas posiciones desde las que comenzará la invasión de Gipuzkoa.

1.2 LAS OPERACIONES EN EL SECTOR DEL BIDASOA

Mientras los sublevados emplean los primeros días en concentrar fuerzas y aproximarse a los límites de Gipuzkoa, los republicanos se hallan comprometidos en la dura batalla de San Sebastián y el cerco de los cuarteles. Como medida preventiva son volados los puentes de las carreteras que se dirigen hacia Navarra, entre ellos los de Goizueta y Endarlaza, destruido el día 21 mientras las fuerzas de Cabello entraban en Vera de Bidasoa por un grupo al mando del teniente Ortega. Simultáneamente pequeños grupos de milicianos se sitúan en las Peñas de Aya y en Pikoketa. Ese mismo día los sublevados ocupan diversas alturas desde las que dominan el valle y el cuartel de carabineros de Endarlaza.
La voladura del puente, y el hostigamiento que sufren las fuerzas atacantes, obliga a un cambio de planes. Ante la imposibilidad de avanzar por la cuenca del Bidasoa, Beorlegui decide dirigirse hacia la frontera a través del monte, pernoctando en él la noche del 22. Al día siguiente -23 de julio- las fuerzas de Beorlegui salen, antes del amanecer, en dirección a las Peñas de Aya. Ese mismo día, según relata el alférez Martínez Erro en su diario
"por confidencias que recibe Beorlegui, cambia de ruta y monte traviesa vamos a caer sobre Oyarzun, a cuyas cercanías llegamos sobre las tres de la tarde"
Las confidencias a las que alude Martínez Erro sólo se pueden referir a la situación en San Sebastián. Es posible que al conocer Beorlegui la situación de los sublevados, sitiados en los cuarteles, tratará de socorrerlos. De esta manera se puede justificar que se apartara de su objetivo inicial, el cierre de la frontera.
Ese mismo día -al mediodía- y tras un fuerte combate, el grupo de Villanova ocupa el caserío Goikoetxea, en el barrio de Alcíbar. Pero la situación de Beorlegui, según se refiere en diario de Martínez Erro -que Arrarás transcribe en parte en su obra - se complica.
La columna atacante encuentra una nutrida defensa en Oyarzun, formada por 250 guardias civiles, 70 carabineros y numerosos milicianos. Beorlegui queda cercado en una loma cercada a la localidad denominada Zabaldi y, dado lo exiguo de las fuerzas atacantes, que Aróstegui estima en 250 hombres, pero de los que Luis Merchán -requeté que participa en el ataque- tan sólo considera útiles a unos 150 , queda en una difícil situación.
El avance queda paralizado y a la espera de la llegada de refuerzos. Estos estarán formados por la Columna Ortíz de Zárate -que desde el día 22 realiza intentos de penetrar en Gipuzkoa-, trescientos hombres a las órdenes del teniente coronel Los Arcos y una tercera fuerza -que parte de Pamplona, donde realizaba tareas de vigilancia desde el día 20- al mando del capitán de caballería Pablo Díaz Duñabeitia integrada por 500 hombres.
Ortiz de Zárate abandona sus intentos de entrar en Gipuzkoa por la carretera de Goizueta y traslada sus efectivos a la zona del Bidasoa, donde -el día 24- se apodera del cuartel de carabineros de Endarlaza. Ese mismo día recibe la orden de acudir en auxilio de Beorlegui, por lo que se traslada a Lesaca con sus efectivos.
El día 26 las tropas de Ortiz de Zárate acceden a Gipuzkoa por la carretera que une Oyarzun y Lesaca por el alto de Aritxulegi, "previamente ocupado por dos compañías del Requeté que han subido la noche anterior". El avance se detiene en las inmediaciones del barrio de Alcíbar "a causa del fuerte tiroteo". Ese mismo día las fuerzas de Los Arcos, avanzando por Peñas de Aya, llegan hasta Ergoyen enlazando con los anteriores.
Tras mejorar sensiblemente la situación de Beorlegui, este decide pasar de nuevo a la ofensiva. El día 27 las tropas provenientes de Navarra, divididas en dos subcolumnas -al mando de Ortiz de Zárate y Los Arcos respectivamente- comienzan el avance hacia Oyarzun, evacuado por sus defensores. La ocupación de la localidad guipuzcoana es relatada como sigue en el Diario de Operaciones de Ortiz de Zárate:
"Habiendo pasado la noche las fuerzas del C. Beorlegui en las primeras casas de Oyarzun y las del Coronel Ortiz de Zárate en el barrio de Alcíbar a las ocho de la mañana se puso en marcha toda la columna al mando del Coronel Beorlegui y en correcta formación entró en Oyarzun con gran entusiasmo de las fuerzas que vito-reaban a España. Se colocó en el Ayuntamiento la bandera nacional. Después de un corto descanso a la tropa se avanzó en dirección a Rentería por la carre-tera directa la Columna del Teniente Coronel Los Arcos, por la de Hernani la del C. Ortiz de Zárate"
Ese mismo día es destituido -por "anti-español"- el alcalde de Oyarzun, el nacionalista Feliciano Beldarrain, siendo nombrado en su lugar Martín Zalacain.

1.2.1 El avance sobre Rentería

Una vez asegurada la posición en Oyarzun, el principal objetivo de los hombres de Beorlegui seguía siendo el auxilio de los militares sublevados y cercados en los cuarteles de Loyola.
Para ello, definitivamente abandonado el plan de cerrar la frontera francesa en Irún, se debe forzar el paso hacia Rentería con la intención de despejar el camino hacia la capital donostiarra. Ello implica que el mismo día 27 comience el ataque a Rentería.
Mientras esto ocurría la situación en el bando republicano iba cambiando de cariz. Como ya hemos visto anteriormente, desde el día 21 de julio las fuerzas leales a la República están al mando del comandante de Estado Mayor Augusto Pérez Garmendia. El día 27 los cuarteles -sitiados desde el día 23- son bombardeados. Esta acción, de efectos más sicológicos que efectivos, provoca que los militares pacten la rendición de las tropas con los diputados guipuzcoanos, lo que permite que los defensores de la República puedan liberar parte de sus tropas, que son enviadas al sector de Rentería y a la zona de Irún principalmente.
De esta forma se altera sensiblemente el curso de las operaciones. Las pequeñas partidas de milicianos -escasamente armadas e incapaces de oponer una resistencia eficaz- eran derrotadas con facilidad por las columnas de requetés, permitiendo una amplia penetración de éstos en territorio guipuzcoano.
Tras la rendición de los cuarteles Pérez Garmendia realiza una nueva distribución de las tropas a su mando. Estas son divididas en tres columnas. Una trata de dirigirse de nuevo hacia Vitoria pero tendrá que ser empleada, como veremos a continuación, en tratar de frenar el avance de Cayuela por el valle del Oria. La misma misión se encomienda a la segunda, que se dirige a los montes próximos a Tolosa para frenar el avance de Latorre. La tercera, y la más potente, será la encargada de defender el valle del Bidasoa.
En el sector de Irún, según un informe proveniente del espionaje de los insurrectos, el mismo día 28 de julio se concentra una importante fuerza. Esta, según dicho informe, estaría pertrechada por un mortero y dos cañones traídos de Plasencia, por dos ametralladoras e integrada por 300 carabineros al mando de Ortega a los que se unen de 3.000 a 4.000 milicianos, cifra aparentemente exagerada. La columna dispone de 300 automóviles y de 50 camiones, de los cuales "tres o cuatro están blindados bastante bien". Los defensores de Irún cuentan además con una locomotora, a la que dotan de blindaje y arman con dos ametralladoras, y que se dedica a recorrer la vía férrea hasta Endarlaza.
A lo anterior se debe sumar el control, por parte de los republicanos de los fuertes de Santiago-Mendi, Santa Bárbara, San Marcos y Txoritokieta. Estos, cuyas guarniciones se mantienen fieles, bombardearán constantemente a las tropas atacantes aunque con escasa efectividad.
Mientras tanto Beorlegui, posiblemente desconocedor del final de la lucha en San Sebastián, continúa adelante con su plan de ataque sobre Rentería. Para ello, y antes de entrar a considerar los detalles del mismo, es necesario analizar el despliegue de fuerzas en ambos bandos, en función de las estrategias adoptadas.
Los republicanos, dirigidos por Pérez Garmendia, han establecido su línea de defensa en las primeras casas de Rentería, a donde se habían retirado ante la llegada de los refuerzos provenientes de Navarra, y que les permitía tener una posición dominante sobre la carretera que unía esta villa con la de Oyarzun.
En lo que se refiere a los efectivos de los defensores es difícil realizar una estimación correcta. Podemos pensar que la defensa estaría encomendada a la guarnición de Oyarzun citada anteriormente, a la que se unirían los milicianos de Rentería y tropas provenientes de San Sebastián. Finalmente, como medida defensiva, en la torre de la parroquia de Rentería se coloca una ametralladora.
En el bando contrario las tropas que se encuentran en Oyarzun se han ido incrementando. A los 250 hombres iniciales al mando de Beorlegui debemos añadir la Columna Ortiz de Zárate -formada por unos 1.200 hombres-, la Columna Los Arcos, con 400 hombres, y la del capitán Díaz Duñabeitia formada por otros 200. Por tanto, Beorlegui dispone -para intentar el asalto a Rentería- de unos 1.800 soldados con dos baterías de montaña y una sección de ametralladoras y otra de morteros.
Con estos efectivos darán comienzo una serie de combates, como veremos a continuación, de cuyo resultado derivará la estabilización del frente sureste de Gipuzkoa hasta mediados de septiembre, fecha en la que se reanudan los combates en la zona.

1.2.2 El combate de Ugaldetxo y la captura de Pérez Garmendia

Las fuerzas provenientes de Navarra dan comienzo, a mediodía del día 27, el ataque sobre Rentería. Parte de la Columna Los Arcos -una compañía al mando del teniente García del Pino -formada por 93 requetés a los que se unen guardias civiles, de asalto, carabineros y falangistas - y dos compañías de la Columna Ortíz de Zárate -las mandadas por Villanova y Morlán- formadas por 110 requetés atacan Renteria.

CUADRO 9 : TROPAS NACIONALES SECTOR DE OYARZUN-RENTERIA

COLUMNA BEORLEGUI : 250 hombres
-Primera Compañía de Guías de Navarra (Cap. Villanova)*
-Sección de Carabineros (Cmte. Luis Ramajos)

COLUMNA ORTIZ DE ZARATE: 1200 hombres
Requetés
-Cía. Gil de Arévalo
-Cía. Férriz (4ª de Lácar)
-Cía. Morlán (Escopeteros de Lácar) 119 requetés*
Militares
-Cía. del Regimiento América (Cap. Oslé)
-Sección de Morteros (Teniente Reverte)
-Sección de Ametralladoras
-Baterías de Montaña (Cmte. Echanove)

COLUMNA LOS ARCOS
Requetés
-Cap. Valenzuela -
Teniente García del Pino 93 requetés*

COLUMNA DIAZ DUÑABEITIA
Requetés
-Cía del Cap. Jesús Vazquez 80 requetés
-Voluntarios de Falange Española

Las unidades marcadas con * atacan Rentería

Este primer ataque encontró una fortísima resistencia a la entrada de Rentería. Según el diario de operaciones de la columna
"La primera [compañía García del Pino] llegó hasta la misma entrada de Rentería donde sostuvo un combate castigando duramente al enemigo con el fuego de una pieza de artillería. También se tiroteó un tren blindado procedente de Irún arrancándose los raíles para evitar la retirada. La columna Ortiz de Zárate llegó también a las proximidades de Rentería por el S.E. Después de esta primera operación la primera C. se replegó sobre Oyarzun buscando mejor emplazamiento para la batería y bombardear Rentería y el F. San Marcos. La segunda C. se replegó al barrio de Ugaldetxo en cuyas casas quedó el T. Coronel Gíl de Arévalo con todo el R. de Lácar. Durante la tarde siguió el paqueo con intermitencia"
Fracasado este primer asalto sobre Rentería un suceso fortuito, pero que tendrá una gran importancia para el desarrollo de la campaña se va a producir, la captura del jefe militar republicano Pérez Garmendia.
El día 28 de julio comienza, en el sector de Rentería, con fuertes tiroteos en la zona comprendida entre las carreteras de Oyarzun y Hernani. El fuerte de San Marcos bombardeada continuamente a los atacantes, que se encuentran a las puertas de Rentería, en el barrio de las Agustinas. Ese día, tal como refleja el diario de operaciones de la columna Ortiz de Zárate
"a las siete de la mañana en un lujoso automóvil cruza la línea de Ugaldetxo, por la carretera que va a Rentería, el jefe de las fuerzas enemigas, Comandante de Estado Mayor D. Augusto Pérez Garmendia, acompañado de un dirigente comunista de Rentería, un francés, y otras personas, siendo recibidos a tiros por los requetés de Lácar. Volcando el coche y heridos o muertos sus ocupantes, el C. Pérez Garmendia se rindió al Comandante Serra (de Lácar)"
Por su parte, la información de la que se dispone del incidente, procedente del bando republicano, nos permite identificar "al dirigente comunista de Rentería" como Pedro Falomir, integrante de la Junta de Defensa de San Sebastián, perteneciente a la CNT . Según el documento republicano, Pérez Garmendia resultó gravemente herido. Pese a los intentos de Falomir de auxiliarle tiene que abandonarle en busca de refuerzos. Cuando vuelve, con el apoyo de dos camiones blindados los requetés les rechazan.
En lo que se refiere a la presencia de "un francés", es constatable desde un primer momento la presencia de asesores extranjeros en Gipuzkoa. Al menos se puede documentar la existencia en tierras guipuzcoanas de tres voluntarios franceses y un canadiense especializado en artillería . De la misma manera se detecta la presencia de un artillero ruso y de un miliciano belga, que mandará contínuos informes del desarrollo de las operaciones en el sector de Andoain-Lasarte . De la misma manera, desde principios de agosto -según certifica una nómina de la Junta de Defensa- se encuentra en San Sebastián un voluntario belga que responde al nombre de "capitán Jack Manachem". Todos estos voluntarios, es de suponer, son enviados por el Frente Popular francés, aunque por el momento no es posible aportar más datos sobre los mismos .
Retomando el hilo de los acontecimientos, el día 29, la compañía de Villanova -que permanecía en las Agustinas- procede a la evacuación de la zona ante el contraataque republicano. Villanova se retira a Oyarzun abandonando a seis requetés heridos, que tras ser hechos prisioneros son fusilados en Rentería.
El día anterior García del Pino había logrado ocupar Arkale, con lo que se logra una importante posición sobre la carretera de Irún. A partir de este momento el frente en los alrededores de Rentería se estabiliza. El combate ha sido duro y, según Aróstegui , los atacantes han tenido sesenta bajas, de los cuales doce son muertos y seis son prisioneros.
Tras estos acontecimientos las tropas que se sitúan frente a Rentería -siguiendo el diario de operaciones de la Columna Beorlegui - asciende a un total de 412 hombres, que se distribuyen de la siguiente manera:
-Requetés de Villanova 110 hombres
-Compañía "Madoz" 105 hombres -Compañía "Vazquez" 105 hombres
-Compañía García del Pino 97 hombres
el resto se concentra en Oyarzun y serán los encargados de protagonizar la segunda fase de la campaña en el sector de Irún-Oyarzun.
Los días 30 y 31 de julio la situación en la zona tiende a estabilizarse. Los bombardeos y los "paqueos" son la única muestra de actividad bélica en el sector. A pesar del duelo artillero, el día 31 de julio la batería de montaña realiza un total de 120 disparos contra Rentería, ya no se producirán variaciones substanciales en la línea del frente.
Mientras tanto las fuerzas de Beorlegui se siguen reforzando. El día 30, procedente de Lesaca, llegan 800 requetés al mando del comandante García Valiño, con lo que los efectivos estacionados en Oyarzun ascienden ya a 1.200 hombres.
La prensa de la época no ofrece, a partir de este momento, información de la situación en el frente de Rentería. En el único diario que aparece en San Sebastián -"Frente Popular"- silencia toda actividad en la zona y se concentra en los combates en el sector de Irún.
Tan solo una breve referencia en "Euzkadi" informa que
"en todo el frente norte, o sea desde Rentería a la frontera con Nabarra, un repliegue general de las fuerzas rebeldes, por cuya causa las fuerzas leales mejoraron aventajadamente sus posiciones bajo la dirección de los señores Ortega y Margarida, que mandan las columnas que operan en Irún y Ventas de Astigarraga, en combinación con el capitán de carabineros que lucha en Rentería"
En un informe sobre la campaña de Gipuzkoa realizada por los republicanos las referencias al frente de Rentería entre el 1 y el 31 de agosto -fecha en la que termina el informe- dan idea de la escasa actividad que se registra en el mismo, al desplazarse la actividad bélica a otros sectores.
La derrota de los sublevados en la capital hace innecesario el intento de forzar el paso en Rentería para llegar a San Sebastián con rapidez. Por ello los mandos de las tropas atacantes deciden retomar el plan inicial y concentrar sus esfuerzos en conseguir cortar las comunicaciones con Francia de los republicanos.
A pesar de la aparente inactividad Oyarzun será sometido a continuos bombardeos. Esto obliga a Beorlegui a ordenar que
"como consecuencia de los continuos bombardeos de que es objeto esta población, la vecindad se retire a los montes de este término municipal para evitar los riesgos del bombardeo"
Sólo a finales de agosto se reactivará la actividad bélica en la zona, como se verá más adelante.

1.3 EL AVANCE SOBRE BEASAIN

El siguiente punto de atención, en esta fase inicial de la Guerra Civil, es seguir el avance de las tropas de Cayuela hacia Beasain.
Como hemos señalado, en el sector de actividad suroeste, operan tres grupos: El de Albizu situado en Segura, el de Cayuela en Alsasua y el de Malcampo que se dirige hacia Ataun.
La fuerza principal -al mando de Cayuela- se pone en marcha el día 25 hacia Idiazabal, que es ocupado. Ese mismo día, tras realizar una marcha nocturna al puerto de Lizarrusti, Malcampo entra en Ataun contactando todas las tropas que operan en la zona. Al día siguiente Malcampo ocupa Lazcano sin encontrar resistencia.
El objetivo principal de Cayuela es la toma de Beasain. En la localidad industrial, al igual que ocurre en otras localidades la defensa está escasamente organizada y los combates en San Sebastián congregan a la mayoría de las fuerzas milicianas.
Esta situación deja a Beasain en una situación de práctica indefensión. Pese a ello, las autoridades republicanas, conscientes de la importancia de la villa -ya que es la llave del valle de Oria y su pérdida pondría en serio peligro a Tolosa- destacan un grupo de milicianos a la misma.
Al frente de ellos se encuentra el jefe de la Guardia Municipal de Eibar y el capitán de la Guardia Civil de la localidad -Alejo Beñarán-, que nada pueden hacer para evitar que Beasain sea ocupado.
Cayuela plantea un ataque combinado de las tres fuerzas. Malcampo avanzará por el flanco derecho de la villa, Albizu se situará en el centro del ataque y el propio Cayuela se ocupará del flanco izquierdo. El día 26 de julio se libra un duro combate en las inmediaciones de la villa con los milicianos llegados de Eibar, que dada la superioridad de los atacantes, retroceden hasta el casco urbano. El día 27 la resistencia, dirigida por el capitán de la Guardia Civil, es vencida entrando ese mismo día las tropas de Cayuela en Beasain. Pese a que se envía una columna de socorro esta ya nada puede hacer ante la concentración de fuerzas enemigas.
La ocupación de Beasain se puede considerar como uno de los episodios más negros de la Guerra Civil en Gipuzkoa. Según fuentes de la época son fusiladas unas sesenta personas, entre ellas algunas de filiación derechista - a la vez que los requetés se dedicaron al saqueo, al permitir los oficiales "a los soldados que se llevasen objetos y ropa que encuentran en las casa abandonadas". Aunque las víctimas mortales no llegaron a las cifras manejadas por "El Liberal", si es cierto que lo ocurrido en Beasain es una prueba de la represión incontrolada que ejercían las columnas de requtés a su llegada a las localidades ocupadas en el primer período de la guerra.
Desde el punto de vista militar la toma de Beasain suponía el garantizar la comunicación del sur de Gipuzkoa con Alava y Navarra, en manos de los sublevados. Por otra parte, el camino hacia Tolosa se presentaba despejado y se podía cerrar la tenaza que sobre la villa foral se cernía debido al avance por el valle de Berastegi.

1.4 LA OCUPACION DEL VALLE DE BERASTEGI

Tal como hemos señalado anteriormente, la tercera de las fuerzas que invade Gipuzkoa proveniente de Navarra, parte de las localidades situadas en los límites de este territorio y Navarra, penetrando por el valle de Berastegi.
Las primeras operaciones en esta zona se producen el día 22 de julio, cuando los voluntarios que al mando de Vicondoa se hallan estacionados en Betelu reciben la orden de avanzar hacia territorio guipuzcoano. Esta jornada se dedica a realizar una exploración de la Sierra de Aralar, quedando un pequeño contingente en el santuario de San Miguel Excelsius, mientras el resto se retiraba hacia Betelu.
El 23 comienza el avance hacia Gipuzkoa tras llegar, procedente de Pamplona un refuerzo de requetés y de falangistas. La columna se pone en marcha por la tarde y llega hasta la casa de miqueletes, en el límite entre ambos territorios, que es ocupada tras un tiroteo y ser abandonada por el retén de guardia en el mismo. Al día siguiente Vicondoa es reemplazado por el comandante Becerra, quien llega con la orden de avanzar hacia Lizarza y Tolosa. El 25 de julio es ocupada Lizarza tras un breve combate y se continúa el avance hacia Tolosa, apoyando a la Columna Tutor que lo hace por la carretera de Berástegui.
Esta, según Julio Aróstegui, se forma por "algo más de noventa requetés que salieron de Pamplona en la tarde del domingo 19 de julio" a la que se unirían los requetés que logran escapar de San Sebastián y Tolosa. Concentrada en Leiza su primer objetivo es el puesto de miqueletes del puerto de Urto. El ataque, simultáneo al protagonizado por los hombres de Becerra, estuvo precedido de arengas, de la imposición del crucifijo en las escuelas y de la quema de la bandera republicana. Tras cantar el "Oriamendi" y el "Gernikako Arbola" se dan gritos de "¡Viva Cristo Rey!" y "¡Navarra contra Rusia!".
El puesto es tomado tras un combate que ocasiona siete muertos a los defensores y una sola baja a los requetés, ocupando el día 24 Berastegi sin resistencia. En esta localidad guipuzcoana el grupo de Tutor recibe nuevos refuerzos, sumando ya sus efectivos más de doscientos ochenta requetés.
El 25 de julio ambas fuerzas se sitúan en las inmediaciones de Leaburu. Las mandadas por Becerra en las lomas de Otola y Azpaizu, al sur de la localidad guipuzcoana se componen de 135 hombres, entre requetés y falangistas a los que se unen una compañía del Batallón de Cazadores de Montaña Sicilia, nº 8. Tutor emplea el día en aproximarse a Leaburu desde Belaunza. Ese día ambas columnas quedan bajo las órdenes del teniente coronel Latorre.
El día 28 de julio ambos grupos entran en contacto, un objetivo perseguido por Latorre desde el día que se hizo cargo de las operaciones en la zona, reforzándose el día 29 con una sección de artillería. De esta manera, el día 30 de julio Latorre ordena el ataque a Leaburu, que dio comienzo con una bombardeo artillero. El desconcierto provocado por el ataque de la infantería, protegida por una barrera de fuego artillero permite la ocupación de la villa llegando a ocupar posiciones en el monte Txarama, ya en las inmediaciones de Tolosa.
Latorre permanecerá acantonado en Leaburu, donde será atacado por la aviación republicana, pero tiene ya una posición dominante sobre la villa foral. Tan solo espera el avance de las tropas de Cayuela, que avanza por el eje de la carretera Madrid-Irún para cerrar el cerco sobre Tolosa, como veremos a continuación. 
Contrariamente a lo que se podía pensar, los combates en la zona de Berastegi tienen una gran intensidad y se aplican todos los conceptos de una guerra "convencional". Prueba de ello son los movimientos de flanqueo diseñados por Latorre y el ataque de la infantería tras una preparación artillera. El dominio de la táctica, y sobre todo la mayor potencia de fuego, es la causa de que los sublevados, en escasos diez días de campaña se sitúen en una posición desde la que amenazan seriamente a Tolosa, con la posibilidad de enlazar con otras fuerzas poniendo en una difícil situación a los defensores de la República.

2 EL AVANCE POR EL ORIA

Tras ser ocupado Beasain el principal objetivo de los militares es Ordizia. El primer ataque se realiza el día 29 de julio y la información de que disponemos es poco exacta. Según Julio Aróstegui este ataque fracasa , permaneciendo las tropas en las inmediaciones de la localidad. Según un documento proveniente del bando republicano, Ordizia es ocupada el día 29, pero a la jornada siguiente -ante la presión de las fuerzas de socorro "mandadas por el Teniente de Asalto Sr. Conde"- los milicianos logran apoderarse de nuevo de ella a costa de muchas bajas, entre las que se cuenta el propio jefe de la columna.
El día 30 el comandante Montaud -comandante militar de Gipuzkoa- inspecciona personalmente el frente del Oria y el 31 ordena al nuevo jefe del sector de Villafranca -capitán de miqueletes Eduardo Urtizberea- que reuniese a
"todos los miqueletes, y guardia civiles que juntamente con los milicianos disponibles organizase unas columnas que tendría por misión contener al enemigo delante de Villafranca. Dicho capitán cumplimentó la orden organizando las tres columnas de 100 hombres cada una armados los unos con fusil y los más con pistolas y escopetas de caza. Únicamente se contaba con una ametralladora y un mortero. Con este personal consiguió ocupar los caseríos de la ladera E., aguas arriba de Villafranca, así como los depósitos de agua"
Por parte de los atacantes los efectivos eran más del doble. Cayuela, según Julio Aróstegui, contaba con unos 800 hombres, que correspondían a las diversas columnas que operaban en la zona. A la superioridad numérica -nada desdeñable por otra parte- se unía la mayor potencia de fuego de los militares, que disponían de artillería, y la preparación de sus tropas, compuestas en gran parte por soldados regulares.
Pero será la mala organización de los milicianos la que frustrará los planes defensivos. Para cuando las tropas destacadas en Ordizia reciben la órden de replegarse hacia Isasondo, éstas ya se habían retirado hasta Tolosa dejando el camino libre al enemigo. Esto motiva que el primero de agosto Cayuela logre ocupar Ordizia sin resistencia. Reconocimientos aéreos realizados por los republicanos da constancia de colgaduras blancas en Villafranca; como huía la población civil hacia Tolosa y se observaba también, como entraban por la parte opuesta fuerzas rebeldes en la población. También se observaba como a Beasain llegaban víveres y fuerzas enemigas muy superiores a las nuestras, por cuanto la situación era muy desfavorable a nuestras fuerzas, y no se podría resistir durante mucho tiempo por falta de elementos (armamento y municiones)"
Ordizia es ocupada, tal como señala el diario de operaciones de la Columna Cayuela "entre el clamoroso entusiasmo de los vecinos de la villa". Al día siguiente se instala en la localidad la Junta Carlista de Guerra y el día 9 se reentroniza el Sagrado Corázón y se vuelve a colocar el crucifijo en las escuelas, como ya viene siendo habitual en las localidades ocupadas.
El día 4 de agosto Cayuela emprende nuevas acciones ofensivas. Divide sus efectivos -que se sitúan ya en torno a los 1.000 hombres- en dos columnas. Una, que progresa por la margen izquierda del Oria, mandada por el comandante Aldir realiza un reconocimiento de la zona de Isasondo. Por la derecha, el capitán Baeza se dirige hacia Zaldivia, Abalzisketa y Gainza, desde donde es atacada con fuego de cañón.
Los defensores de la República, con el fin de salvaguardar Tolosa -que se ha convertido en la llave del valle del Oria- establecen una línea defensiva que se sustenta en las localidades de Alegría-Orendain-Gainza y en el monde Aldaba que domina la carretera hacia Tolosa. Gainza, desde la que se amenaza Ordizia, se convierte en un importante objetivo. A su vez, desde el Aldaba, se cierra por el norte toda posibilidad de avanzar por el valle de Oria.
La superación de esta línea se convierte en el principal objetivo de las tropas atacantes. Esto obliga a Cayuela a dividir sus fuerzas el día 5 de agosto. Una parte de ellas, al mando del Comandante Aldir, tienen como misión ocupar el Aldaba, objetivo que logra ese mismo día. Otras, mandadas por el comandante Gual debe ocupar Gainza y Orendain.
El nutrido fuego artillero que recibe esta columna desde Gainza, y que le causa cinco bajas, paraliza su avance. Tan solo al día siguiente, tras recibir los refuerzos de una columna compuesta por 250 falangistas -a cuyo frente se sitúa el comandante González Unzalu- se logra tomar Gainza y Orendain sufriendo seis bajas los atacantes, tras haberse retirado los milicianos hacia Tolosa.
Al día siguiente se ocupa Alegría de Oria, con lo que se completa el desmantelamiento de la línea defensiva, quedando Tolosa en un comprometida situación, al ser dominadas por las fuerzas atacantes todas las alturas que rodean la villa.
Por otra parte -desde el día 7 de agosto- las fuerzas de Latorre, que permanecen en las inmediaciones de Tolosa, y las de Cayuela comienzan a operar de manera conjunta. El objetivo es el cerco de Tolosa y cortar las carreteras que desde la villa se dirigen a Azpeitia y San Sebastián.

2.1 LA OCUPACION DE TOLOSA

Tras estos acontecimientos la situación cambia considerablemente. El objetivo principal es ya claramente Tolosa. A partir de este momento las tropas de Cayuela y las de Latorre -que han progresado por el valle de Berastegi- actuarán de manera coordinada.
Para el día 10 de agosto el cerco de la antigua capital se completa y un grupo de requetés, al mando del capitán Imaz ocupa el monte Uzturre. La situación de la villa es bastante comprometida. Pese a que a partir del día 28 de julio, desde Tolosa, se solicitaba que se
"envíen con toda urgencia la mayor cantidad de hombres aguerridos con armamento de fusil y munición abundante con el fin de poder resistir los ataques del enemigo que viene reforzándose cada vez más con el objetivo de tomar Tolosa que es la llave de toda la provincia"
Esta nota, firmada por el presidente del Comité Permanente del Frente Popular de Tolosa -De Pedro- y el dirigente anarquista Galo Díez, ponen de manifiesto la difícil situación en la que se encuentra Tolosa y que sólo tras numerosos ruegos será atendida.
El día 3 de agosto la Comisaría de Guerra de la Junta de Defensa, presidida por el comunista Jesús Larrañaga, organiza una columna que se dirigirá hacia la villa foral. Se nombra jefes de la misma a Santiago Zamuz, Carlos Sinisterra, Emilio Gandoy y Luis Bermejo, que han de actuar de acuerdo con el capitán Gómez Buillán. Pero, pese al envío de estos refuerzos, los republicanos no conseguirán detener a los atacantes.
En las laderas del Uzturre y del Izaskun se estableció la última línea defensiva de Tolosa, que con la organizada cerca del cementerio de San Blas protege a la villa de los ataques provenientes del sudeste. Esta línea es reforzada el día 30 con dos piezas de artillería provenientes de los cuarteles de San Sebastián que entran inmediatamente en combate, disparando desde el caserío Muxika de San Blas.
La tarde del día 10 de agosto las primeras vanguardias de los atacantes se acercan a Tolosa, ocupando la estación y la Papelera Española, siendo bombardeados por la aviación republicana. Ese mismo día se acuerda que
"siendo critica la situación de nuestras fuerzas en esta población, la Junta de Defensa de Guipúzcoa, acordó la evacuación de dicha ciudad en la noche de ese día, a cuyo fin se dieron las órdenes oportunas para que el capitán Urtizberea que mandaba las fuerzas en ese sector que lo defendía, para que evacuase la población y replegase las fuerzas sobre Villabona estableciendo una línea provisional de resistencia, hasta tanto se terminase de atrincherar la linea prevista por el mando en Urnieta. Todo lo cual se llevó a efecto con bastante orden la referida noche de ese día"
Los defensores de la zona de San Blas e Izaskun tienen que retroceder hasta la villa, donde el puente de los Fueros y en las barricadas de la calle San Francisco se encontraba la última línea de defensa. Las tropas que avanzan, en vez de atacar la villa frontalmente, siguen el cauce del Oria con la intención de rodear a las tropas y ocupar las alturas circundantes.
La llegada de un convoy, al frente del cual se encontraba el mismo Jesús Larrañaga, logra evitar que se complete el cerco y evacuar a los últimos defensores de la villa, que es ocupada el mismo día 11 por las tropas de la columna de Cayuela, sometidas a un continuo ataque de la aviación. El periodista británico Sterr, testigo de la Guerra Civil en Euskadi, narra así la ocupación de Tolosa:
"El comandante carlista llegó a pie hasta la alcaldía y se encontró con las sobras de la comida de los oficiales del Frente Popular. Se hicieron unos cien prisioneros y dudo que se les tuviera mucho tiempo esperando"
Los días 12,13 y 14 son empleados en consolidar la ocupación de Tolosa. Tan solo el día 12 los requetés capturan dos camiones blindados y a seis milicianos que se acercan a la villa. Durante estas jornadas las tropas sufren un continuo bombardeo de la aviación aunque con escaso efecto sobre los ocupantes.

2.2 LA ESTABILIZACION DEL FRENTE DEL ORIA

Tras la conquista de Tolosa se produce una reorganización de las fuerzas que luchan en el sureste de Gipuzkoa. Las dos columnas principales que han convergido sobre Tolosa -la mandada por Cayuela, que avanzaba desde Beasain, y la dirigida por Latorre, procedente del valle de Berástegui- son puestas el día 14 de agosto a las órdenes del coronel Iruretagoyena, que ejercerá el mando de las operaciones en el valle del Oria.
Esta nueva fuerza está integrada por los grupos de Latorre, Cayuela y González Unzalu, encuadrando a cerca de 2.500 hombres que se reparten de la siguiente manera:

GRUPO LATORRE
10 compañías de fusiles 1.014 hombres
Partida de Tolosa 49 hombres
Ametralladoras 21 hombres
Artillería 66 hombres

GRUPO CAYUELA
7 compañías de fusiles 752 hombres
Ametralladoras 32 hombres
Artillería 9 hombres

GONZALEZ UNZALU
3 compañías de fusiles 349 hombres
Ametralladoras 19 hombres
Partida Barandalla 170 hombres
6 CAMIONES BLINDADOS 36 hombres

Las operaciones militares tienen dos objetivos principales. El más importante proseguir por el Oria hacia Andoain, con el fin de presionar sobre San Sebastián y enlazar con las fuerzas situadas en la zona de Oyarzun. En segundo lugar asegurar Tolosa, cortando la carretera que se dirige a Azpeitia, y desde donde se está organizando una línea defensiva a cargo de los nacionalistas.
Por su parte los republicanos se repliegan hacia Andoain, en cuyas inmediaciones están organizando la defensa basada en la línea Buruntza-Santa Bárbara-Oriamendi-Santiago Mendi, que enlaza con la de la zona de Astigarraga-Rentería creando un frente homogéneo que oponer a las tropas atacantes.
El día 16 dan comienzo las operaciones sobre Andoain. Latorre, que se había trasladado el día anterior a Berástegui con sus fuerzas, avanza por el valle del Leizarán. Los dos grupos de Latorre -al mando de Becerra y Tutor- se detienen en las inmediaciones de la ermita de San Esteban. A su vez, los camiones blindados avanzan por la carretera nacional llegando hasta la entrada de la villa, donde son detenidos por el intenso tiroteo.
Mientras tanto Cayuela se dedicaba a asegurar el flanco izquierdo alcanzando Zizurkil, Aduna y Soravilla. La tercera fuerza, la de Gonzalez Unzalu, se ha dirigido hacia Bidania. En esta localidad tiene un encuentro con milicianos provenientes de Azpeitia, por lo que -pese a recibir refuerzos- opta por retroceder hasta las inmediaciones de Tolosa, asegurando las posiciones.
Andoain es evacuado por sus defensores la noche del 16. A la mañana siguiente la columna de camiones blindados entra en la villa mientras que las tropas de Tutor se sitúan en las alturas que dominan la carretera de Urnieta.
Iruretagoyena ordena a González Unzalu que se atrinchere en posiciones cercanas a Tolosa, en concreto en Urkizu, dominando la carretera de Azpeitia, localidad desde la que los milicianos nacionalistas han comenzado a avanzar lentamente asegurando las principales cumbres.
Entre los días 18 y 20 Andoain sufre varios ataques aéreos mientras se prepara el ataque contra el Buruntza, principal punto defensivo de los republicanos. El 22 se intenta ocupar el monte Belcoain, que se suponía abandonado, y al que habían llegado refuerzos republicanos procedentes de Azpeitia.
Al día siguiente, 23 de agosto, dan comienzo las operaciones para tratar de ocupar el Buruntza. Esta labor es encomendada al Grupo de Becerra que logra avanzar hasta el caserío “Derrepente”, posición que debe abandonar ante la imposibilidad de desalojar al enemigo de sus trincheras. Ese mismo día es ocupado el Belcoain mientras Andoain era bombardeado continuamente. Los asaltos al Buruntza se suceden día tras día, hasta que se logra su ocupación el día 29 de agosto. Esta operación había costado a las fuerzas atacantes cerca de 80 muertos, la mayoría como consecuencia del ataque frontal del día 28.
A partir de este momento las actividades en este frente se detienen. Andoain será continuamente bombardeado por la artillería y la aviación republicana causando víctimas entre la población civil. Las tropas atacantes dedicarán estos días a reforzar sus posiciones y en espera de la llegada de refuerzos para empezar la siguiente fase de operaciones, encaminadas a desbordar la línea defensiva que se apoya en las alturas que rodean Hernani y cierran en acceso a San Sebastián por el sur.
Pero, mientras estas operaciones se desarrollaban, el principal teatro de operaciones en Gipuzkoa era la zona del Bidasoa, donde -desde los primeros días de agosto- se había desencadenado una potente ofensiva con el objetivo de conquista Irún.

3 LA BATALLA DEL BIDASOA

Una vez estudiado el avance por el Oria de las tropas de Cayuela, alcanzando las inmediaciones de Hernani, el paso siguiente debe ser analizar las operaciones que se desarrollan en la zona del Bidasoa. Estas, que se extienden desde el día 11 de agosto hasta la toma de Irún -el día 4 de septiembre- son, sin ningún género de dudas, las más duras y costosas en vidas humanas de la Guerra Civil en Gipuzkoa.
La fase de operaciones, que denominamos "Batalla del Bidasoa", se concreta en una ofensiva desencadenada por las fuerzas de Beorlegui hacia la frontera francesa. Para ello será necesario desbordar las dos líneas defensivas establecidas por las fuerzas republicanas. La primera de ella se establece en las alturas de Pikoketa-Erlaitz-Gorostiaga- Pagogaña y se apoyaba en Endarlaza. La segunda está compuesta por las alturas de Elaiza-Zubelzu y el cuartel de carabineros de Puntxa, a las orillas del Bidasoa. Como último reducto se encontraba el monte San Marcial, ya en las inmediaciones de Irún.
Este será el principal objetivo de las fuerzas que operan en Gipuzkoa. Esta ofensiva, cuyo comienzo será simultáneo a la ocupación de Tolosa y el avance sobre Andoain, presionará enormemente a los republicanos, obligándoles a dividir sus escasas fuerzas. Por su parte, el bando contrario, seguía recibiendo refuerzos y suministros.
Pero, antes de dar comienzo a la ofensiva, era necesario realizar una serie de operaciones previas por parte de las tropas acantonadas en el valle de Oyarzun. Estas se encaminarán, principalmente a asegurar sus líneas de suministro, amenazadas por la artillería republicana y a ocupar una serie de alturas y lugares que quedaban en la retaguardia de las tropas de Beorlegui, caso de Peñas de Aya y de la zona de Endarlaza.

3.1 LAS OPERACIONES PREVIAS (1 AL 10 DE AGOSTO DE 1936)

Al estabilizarse el frente de Rentería -a finales del mes de julio- las tropas de Beorlegui han quedado detenidas en las inmediaciones de Oyarzun. La posiciones más avanzadas se sitúan en la línea Ugaldetxo-Arkale, pero el flanco, por el que discurría la línea de abastecimiento quedaba a merced de los cañones emplazados por los republicanos en las alturas circundantes.
La primera labor que realiza Beorlegui es reorganizar su tropas, a las que divide en dos columnas de operaciones, una al mando de Ortiz de Zárate y la otra al mando de García Valiño. Estas quedan compuestas como sigue:

COLUMNA PARCIAL ORTIZ DE ZARATE
MILITARES
Regimiento América (3 compañías)
Cap. Oslé..........................91
Cap. Usoz..........................95
Cap. Laguna.......................80
Ametralladoras y morteros.....46
REQUETES
Capitán Villanova (Tercio de Navarra, 1ª Cía.).110
Capitán Macarro (Tercio de Lacar, 2ª Cía.).....100
Capitán Madoz (Tercio de Navarra, 2ª Cía.)....100
Capitán Vázquez (Tercio de Navarra, 3ª Cía.)..105
Capitán Ureta (Tercio de Lacar, 3ª Cía.)......... 85
Capitán Martínez Cisón...............................190
Capitan Llorente (Tercio de Navarra, 1ª Cía.)..190
FALANGE
Teniente Vázquez................75
TOTAL COLUMNA...1267

COLUMNA PARCIAL GARCIA VALIÑO
REQUETES
Capitán Unzalu.............................................190
Capitán Lacalle (Tercio de Montejurra, 4ª Cía.)...200
Capitán Férriz (Tercio de Lacar, 4ª Cía).............190
Capitán Ormaechea (Tercio de Lacar, 1º Cía).....180
Capitán García del Pino (Tercio de Navarra, 4ª)....97

FALANGE
Teniente Germán................................. 60
Sección de Asalto (Teniente Calvo)......... 61
2º Batallón, Regimiento de Montaña........127
TOTAL COLUMNA....1105

Como se puede deducir del cuadro anterior los efectivos de Beorlegui ascendían a un total de 2.372 hombres, de los cuales, la mayor parte -1737 hombres, el 73% de los integrantes de la misma- son requetés.
Mientras tanto Oyarzun sigue siendo bombardeado lo que obliga a Beorlegui a dictar un bando, citado anteriormente, en el que se obliga a la población civil al abandono de la localidad. Las tropas salen igualmente del casco urbano el día 2 de agosto, jornada en la que la villa guipuzcoana recibe un total de 200 disparos de la artillería republicana, procedentes en su gran mayoría del Fuerte de San Marcos.
Pero una nueva circunstancia complica la situación de la fuerza atacante. Los convoyes de aprovisionamiento, que realizan la ruta Lesaka-Oyarzun por el Alto de Aritxulegi, son constantemente atacados -con fuego de artillería y fusil- desde el fuerte de Erlaitz. Para complicar más la situación, una columna dirigida por el teniente Ortega ocupa, el 3 de agosto, Peñas de Aya, entorpeciendo de manera sustancial la llegada de víveres y refuerzos a las tropas situadas en las inmediaciones de Oyarzun.
Esta situación obliga a Beorlegui a realizar operaciones que le permitan asegurar sus líneas de abastecimiento, antes de pasar a la ofensiva contra Irún. Para ello se crea una fuerza, a las órdenes del teniente coronel Los Arcos, integrada por 320 hombres acompañados de dos piezas de artillería. El objetivo de la misma es asegurar el camino del convoy de abastecimiento. Para ello se inicia una doble operación: Los Arcos asalta Murumendi, al sureste del barrio de Iturrioz. García Valiño, por su parte se encargaba de limpiar la zona de Peñas de Aya.
Las operaciones continúan al día siguiente desalojando a los republicanos de caseríos cercanos a Arkale, desde los que se hostilizaba las posiciones de éste último lugar. A pesar de ello los bombardeos, bien de las posiciones republicanas, bien por la aviación, siguen causando víctimas y dificultando el abastecimiento. El día 8 de agosto el bombardeo alcanza al ayuntamiento de Oyarzun, destruyendo el tejado e hiriendo gravemente a dos detenidos que permanecían en el mismo. Ante esta situación Beorlegui decide trasladar el puesto de mando a Ergoyen. Los bombardeos han causado -entre los días 3 y 10 de agosto- a las fuerzas estacionadas en la zona 48 bajas, de las que nueve son muertos y 39 heridos.
El día 8 de agosto, Mola insiste a Beorlegui para que de comienzo a las operaciones sobre la línea Erlaitz-Pagogaña, "para preparar avance sobre Irún y Fuenterrabía". Mientras tanto siguen llegando refuerzos. El día 10, provenientes de Pamplona, se incorporan 240 voluntarios de Acción Popular al mando del teniente Villar. El día 6 se pone en marcha, desde Lesaca, la Columna Galbís, formada por 545 hombres. De esta forma las fuerzas que operan en el sector ascienden ya a más de 3.000 hombres. Sólo en este momento Beorlegui se decidirá a pasar a la ofensiva.

3.2. EL ATAQUE A LA LINEA ERLAITZ-PAGOGAÑA (11 AL 20 de AGOSTO)

El 11 de agosto comienza el ataque sobre Erlaitz. La Columna Los Arcos se pone en marcha por la noche aproximándose a Pikoketa, la primera de las posiciones republicanas de la línea defensiva. Simultáneamente, el denominado "Pelotón de Choque" de la columna Galbís, dirigido por el teniente Hermosilla, desaloja a los defensores de Peñas de Aya.
El ataque a Pikoketa se produce al amanecer del día 11. La posición, defendida por dieciséis milicianos, es asaltada resultando muertos en el combate nueve de ellos. El resto, hechos prisioneros, son fusilados inmediatamente y capturado su armamento y municiones. Los Arcos explota el éxito obtenido y llega hasta el monte Gorostiaga, ya en las inmediaciones de Erlaitz. Los días siguientes los emplearán las fuerzas de Beorlegui en asegurar las posiciones logradas. La vanguardia, muy batida por el fuego de los fuertes, sufre constantes relevos. Por el contrario los convoyes de abastecimiento realizan ya su ruta sin contratiempos.
El día 15 resulta decisivo en esta fase de la campaña. Esa jornada la Columna de Ortíz de Zárate realiza una marcha nocturna de aproximación a las Peñas de Aya, notablemente endurecida por las malas condiciones atmosféricas. El objetivo es el asalto al fuerte de Erlaitz.
El ataque comienza con las primeras luces del día por la zona de la carretera que une el Castillo del Inglés con Erlaitz. El ataque frontal fue durísimo y costoso, al estar los republicanos fortificados en la cumbre. En el transcurso de los combates resultará herido el coronel Ortiz de Zárate. A consecuencia de sus heridas morirá pocos días más tarde en un caserío del barrio de Ergoien. La jornada concluye con la ocupación de Erlaitz, acción que ha costado a los atacantes doce muertos y más de sesenta heridos. La posición de Pagogaña, defendida por cincuenta carabineros con un cañón de 15,5 milímetros es abandonada por sus defensores ante la posibilidad de quedar aislados tras la toma de Erlaitz.
Esa misma jornada, el ataque se desencadena en el punto más extremo de la línea defensiva, el puente de Endarlaza. El ataque correspondió a la compañía de falangistas del capitán Pelegrí, integrada en la Columna Galbís. Los defensores, atrincherados en los edificios del paso, estaban apoyados por el tren blindado. La posición, según Morales, es evacuada por la tarde huyendo las tropas republicanas en el tren blindado.
En este caso, al igual que en el de Pagogaña, la caída de Erlaitz desencadena el abandono de la posición, con lo que la primera línea defensiva establecida por los republicanos queda totalmente desmantelada. Es de suponer que los escasos efectivos republicanos, que un documento de la época estima en cerca de 250 hombres, ofrecen una breve resistencia a la dureza de los ataques del enemigo. Este -superior en número, mejor armado y municionado- consigue doblegar a los defensores a costa de duros ataques frontales que minan la moral de las tropas republicanas.
De esta manera, a mediados del mes de agosto, las tropas de Beorlegui han consolidado definitivamente sus posiciones en Gipuzkoa y se hallan en condiciones de lanzar su ofensiva final contra la frontera francesa, como se contemplaba en el plan inicial de Mola.

3.3 LA OFENSIVA FINAL SOBRE IRUN (19 DE AGOSTO A 4 DE SEPTIEMBRE)

Tras ser conquistada la primera línea defensiva interpuesta por los republicanos en ambos bandos se observan una serie de variaciones estratégicas. Por parte de los republicanos se abandonan las escaramuzas en los montes. Tal como indica el periodista británico Sterr, testigo de la guerra en Gipuzkoa
"los instructores franceses y belgas que atravesaban el Puente Internacional, enviados por el Partido Comunista francés, comenzaron a construir una línea defensiva dentro del radio de las baterías del Fuerte de Guadalupe. El puesto cuadrado de carabineros al pie de Puntza, a orillas del Bidasoa, se convirtió en fortín, Desde suelo francés veíamos progresar la línea de reductos hechos con sacos terreros sobre el Puntza, bajo los pinos de la loma de Zubelzu, a la entrada del valle por el que asciende el abrupto camino que va de Endarlaza a San Marcial"
De esta forma una nueva línea fortificada es establecida por los republicanos. En esta ocasión se extiende desde el castillo de Elaiza, por Zubelzu, San Marcial, cerrándose en Puntza.
Beorlegui, por su parte sigue con su costumbre de asegurar las posiciones ocupadas, labor a la que se dedica los días 16 a 18 de agosto, sin que cese el bombardeo tanto de la artillería como de la aviación republicana, procedente del aeródromo instalado en el hipódromo de Lasarte. Mientras tanto siguen llegando refuerzos, fundamentalmente piezas de artillería, a la vez que los buques "Almirante Cervera" y "España" bombardean las posiciones del enemigo.
Ambos bandos comienzan a utilizar de manera intensa la artillería y la aviación. Los bombardeos de saturación, bien de artillería o de aviación, son empleados por vez primera en la campaña en los asaltos a San Marcial. Por otra parte, los blindados, integrados en la columna de Galbís operan también en Gipuzkoa.
Con estas variaciones da comienzo la última fase de la ofensiva el día 19 de agosto. Beorlegui diseña una estrategia consistente en ejercer presión por el flanco izquierdo de la línea defensiva, apoderándose de Elaiza y Zubelzu antes de lanzar el ataque definitivo contra San Marcial. Este objetivo es encargado a la Columna de García Valiño.
Esta realiza una marcha nocturna de aproximación, pero la niebla impide que se alcance el objetivo antes de amanecer. A lo largo de todo el día se entabla un duro combate por la posesión de Elaiza y Zubelzu, que cambian de manos varias veces. Los Arcos, con las fuerzas de su columna, apoyan a García Valiño que sin embargo no logra el objetivo teniendo que retirarse, no sin hacer veinte prisioneros, "uno de los cuales llevaba estrellas de capitán y fueron fusilados".
El fracaso en el intento de atacar Zubelzu genera un compás de espera en las operaciones. El día 24 llega a la zona una bandera de la Legión, que se incorpora a las fuerzas de Beorle-gui, al mando del comandante Carbonell. Al día siguiente los legionarios se trasladan a Erlaitz. De esta forma, antes de dar comienzo a la fase decisiva de la campaña, los efectivos son cifrados por Sterr en unos 3.000 hombres en cada bando, "pero con potencial de artillería, fuego de fusil y armas automáticas enormente superiores por parte de los facciosos". Los informes de la inteligencia militar dan constante referencia del reforzamiento de los republicanos. De esta manera se afirma que el día 19 de agosto
"pasaron de Hendaya a Irún dos vagones de municiones; queda en muelle Bayona otros diez facturados para Irún, precintados y figurando en etiqueta que es azúcar"
De la misma manera los informes señalan que se trasladan desde San Sebastián 2.000 milicianos a Irún para hacer frente al avance de las tropas de Beorlegui.
El 26 de agosto Beorlegui pasa de nuevo a la ofensiva. Establece un dispositivo en el que la Bandera de la Legión ocupa el flanco izquierdo, la Columna los Arcos ocupa el centro y la Columna Galvís el flanco derecho, avanzando por la carretera del Bisadoa. Los Arcos logra alcanzar las alturas de Descarga e intenta un primer asalto a San Marcial que es rechazado. Galvís, por su parte avanza hasta Puntza, donde se detiene ante la resistencia que encuentra, los legionarios deben retirase hacia Erlaitz. Al día siguiente se realiza un nuevo intento que fracasa. Los combates, según el diario de operaciones, han costado 25 muertos y 75 heridos.
Durante los días siguientes se repetirán los ataques infructuosos contra la la línea defensiva lo que llevará a Beorlegui a adoptar un cambio de táctica. A partir del día 30 de agosto comenzará una acumulación de piezas de artillería de grueso calibre, que en combinación con la aviación, da lugar a continuos bombardeos y amenazazas de ataques a la población civil. Estas tuvieron un gran efecto sobre la población civil de Irún. El domingo día 30, según relata Steer en su libro, dio comienzo el éxodo de los civiles. Ese mismo día, el escritor británico calcula que huyeron cerca de 2.000 personas.
El primer día se septiembre continúa el bombardeo. La columna Los Arcos, responsable de la operación, lanza dos asaltos sobre Zubelzu "sin conseguir sus objetivos". A mediodía los partes de los jefes de las columnas denuncian grandes dificultades". El ataque ha costado cerca de un centenar de bajas.
Por la tarde se reinicia el bombardeo pero al final de la jornada tan solo se logra ocupar "algunas casas en las faldas de los objetivos" así como "el monte Munanier y el coll de Bianditz para proteger el flanco izquierdo de la Columna Beorlegui". Las bajas son cada vez más elevadas y el diario de operaciones da la cifra de veinte muertos en la jornada. Mientras, la línea defensiva de los republicanos logra mantenerse.
El día 2 de septiembre se repite un violento bombardeo de las posiciones defensivas. La bandera de la Legión, con un alto número de bajas, logra apoderarse por la mañana de las sucesivas líneas de trincheras en San Marcial. Puntza es ocupada, llegándose -en esta última posición a combatir cuerpo a cuerpo. Finalmente los milicianos abandonan sus posiciones y se repliegan hacia la ermita de San Marcial, sobre la que se concentró el fuego de la artillería que sería finalmente ocupada por la noche.
El último combate de intensidad tiene lugar el día 3 de septiembre, en un último intento de los republicanos de mantener abierta la ruta hacia Francia por Behobia. Según relata el diario de operaciones
"La mañana se empleó en cambiar de posición y preparar el tiro de las baterías. La Columna Utrilla [antiguas fuerzas de Galvís] se concentran entre tanto detrás de de la casa de carabineros de Puncha, a fin de desembocar rápidamente hacia la llanura de Behobia. La marcha empieza a las dos de la tarde, con fuego de acompañamiento de las baterías de 105 y contrabatería de la de 155. Las fuerzas desembocan poco a poco hacia los maizales que cubren Behobia, siguiendo la carretera y la orilla del río. El avance frontal es difícil. El fuego dura hasta muy entrada la noche, a pesar de la acción de flanco que se ejercita desde San Marcial. Durante toda la noche continúa el paqueo"
La jornada, que no ha terminado con los resultados esperados, ha provocado diez muertos entre los atacantes. Las últimas posiciones de los republicanos, en las mismas inmediaciones del Puente Internacional, impiden que Behobia sea ocupada ese mismo día. Por la noche se reanuda el bombardeo, que incendia la fábrica de cerillas que se encuentra al borde la carretera y destruye diversos almacenes en la estación de Irún. El día 4, a las seis de la mañana, es ocupada Behobia y cerrado el Puente Internacional. De esta manera quedaba definitivamente despejado el camino hacia Irún.

3.4 LA OCUPACION DE IRUN Y FUENTERRABIA

Con la ocupación de San Marcial y de Behobia los defensores de la República quedan en una difícil situación. Las alturas que dominan la ciudad están en manos del enemigo lo que obliga a decretar la evacuación de la localidad fronteriza.
En la Causa General Emilio Navas, secretario del ayuntamiento de Irún, declara que
"a raíz de la toma del monte San Marcial por las tropas nacionales, el Frente Popular se consideró privado de la última posibilidad de defensa de la Ciudad contra las mismas, lo que originó un estado de confusión que se tradujo en la evacuación de las milicias y de la población hacia San Sebastián en parte hacia Francia"
El día 3 de septiembre el Comité del Frente Popular da la orden de evacuar Irún para dirigirse a San Sebastián. Al día siguiente la ciudad es incendiada destruyéndose gran parte de ella.
El día 5, de madrugada, las tropas de Beorlegui avanzan hacia Irún por la avenida de Francia. Tal como relata el diario de operaciones
"las primeras casas se encuentran desalojadas, pero en la carretera de Francia, hacia el Puente Internacional, hacen resistencia los últimos defensores de Irún, antes de internarse en Francia"
En estas últimas escaramuzas resulta herido en una pierna el coronel Beorlegui. El resto del día se dedica a la ocupar la población que seguía en llamas. El mismo día se ocupa Zubelzu.
Mientras tanto la situación en Fuenterrabía era igualmente delicada. El comité del Frente Popular abandona la localidad el día 4 de septiembre. El día 5 se fugan 156 presos de Guadalupe que se dirigen hacia Fuenterrabía, logrando el control de la localidad. El día anterior habían sido asesinados varios prisioneros, entre ellos Honorio Maura, que habían sido trasladados desde San Sebastián el día 30.
Los blindados de Beorlegui ocupan sin resistencia Fuenterrabía el día 6 por la mañana. Por la tarde se dirigen hacia el fuerte, donde oponen resistencia unos 200 milicianos, que huirán por la carretera de Jaizkibel hacia Lezo y Rentería. En el interior del fuerte son apresados cinco milicianos heridos que son fusilados inmediatamente.
El día 7 se dedica a explotar el éxito que ha supuesto el control de la zona del Bidasoa. La columna de Los Arcos avanza hacia Ventas de Irún y el alto de Gantxurizketa, en la carretera de Madrid a Irún, sin encontrar resistencia. Este permite el enlace con las tropas que permanecen en Arkale, en las inmediaciones de Oyarzun formando, de esta manera, un frente único que se extiende por el extremo este de Gipuzkoa desde el que se preparará el definitivo asalto a la capital guipuzcoana.
De esta manera, a finales de la primera semana de septiembre la situación de las fuerzas atacantes ha mejorado sensiblemente. El frente está delimitado por la carretera nacional, por la zona de Segura, hasta las inmediaciones de Hernani. El valle de Oyarzun ya se ha convertido en zona de retaguardia, en la que las tropas pueden reorganizarse con tranquilidad y se ha logrado establecer el contacto con los efectivos que avanzaban sobre Irún. La que hemos denominado "Batalla del Bidasoa", u "ofensiva del Bidasoa" es la operación clave de la Guerra Civil en territorio guipuzcoano. Las tropas republicanas concentran el máximo de efectivos en la zona fronteriza por dos motivos. El primero la esperanza de la llegada de ayuda internacional, lo que hace que los mayores esfuerzos se den en mantener esta vía abierta. En segundo lugar la certeza de que, una vez ocupado Irún, el camino hacia San Sebastián quedaba despejado. Esto suponía que todo el frente sureste, desde Hernani a Oyarzun, quedaba seriamente amenazado, lo que pondría en manos de los sublevados gran parte de Gipuzkoa.

4 EL HUNDIMIENTO DEL FRENTE GUIPUZCOANO

Tras la conquista de Irún el objetivo de las tropas sublevadas que operan en Gipuzkoa es ya San Sebastián. Para ello realizarán una doble acción presionante sobre la capital guipuzcoana. Una proveniente del sur, por la carretera de Hernani, en cuyas inmediaciones de encuentra las tropas de Iruretagoyena desde finales de agosto. Otra, desde el este, avanzando por la carretera de Irún a cargo de las tropas que han derrotado a los republicanos en el Bidasoa.
Esto dará lugar a una serie de operaciones, que serán cada vez más coordinadas, entre ambas fuerzas que culminarán con la ocupación de San Sebastián a mediados de septiembre.
Los republicanos, por su parte, tras la caída de Irún ponen todo su empeño en retrasar en la medida de lo posible el avance del enemigo. Para ello se proyecta una línea defensiva que se apoya en las alturas de Jaizkibel y Gaintxurizketa que enlazaría con los fuertes del campo atrincherado de Oyarzun (San Marcos, Txoritokieta, Santiago Mendi, Oriamendi) y se cerraría por las alturas situadas al sur de Hernani. De esta manera se trataría de ofrecer un frente homogéneo con la línea defensiva establecida por los nacionalistas y a la que haremos referencia más adelante.
Estos planteamientos originarán, como ya se ha dicho, dos líneas de acción principales. Una proveniente del sur, encargada de forzar el paso por Hernani hacia la capital. La segunda explotando el avance por la carretera nacional que prácticamente ha quedado despejada hasta San Sebastián.

4.1 LAS OPERACIONES EN EL AREA DE HERNANI

Tras la ocupación del Buruntza, como se ha visto anterior-mente, las operaciones en esta zona han sufrido un parón. Este se prolonga hasta el día 5 de septiembre. Esa jornada, las tropas de Cayuela asaltan el monte Estenaga, situado sobre la carretera de Lasarte, logrando avanzar hasta las inmediaciones de Oria. Pese a lo escueto del diario de operaciones, la operación debió ser costosa y complicada al reseñar un total de cincuenta bajas (12 muertos y 38 heridos).
Ese día llega al frente la Legión Gallega, formada por cinco compañías de falangistas y una de ametralladoras integrada por 700 hombres. El 6 de septiembre "en medio de un fuerte temporal de agua y bajo el fuego de la artillería enemiga que se opone a nuestro avance se llega al pueblo de Urnieta", debiendo abandonarlo ante la intensidad del bombardeo de los republicanos.
De manera simultánea se desencadena la operación sobre Hernani. El grupo de Latorre avanza sobre el monte Santa Bárbara. Tutor avanza sobre Hernani y un tercer grupo sobre el denomidado "monte Cónico" en las inmediaciones del Buruntza. Este primer intento sobre la línea Buruntza-Santa Bárbara-Oriamendi-Santiago Mendi fracasa ante las alambradas causando un total de 41 bajas a los atacantes.
Al día siguiente los republicanos realizan un ataque contra el monte Estenaga en manos de las tropas de Mola. En esta acción, posiblemente protagonizada por una columna salida de Bilbao para reforzar el sector de Usúrbil-Lasarte, da lugar a un duro combate. En él muere el teniente de asalto que la mandaba. Los defensores, al mando del comandante Molina, sufren 28 bajas entre muertos y heridos. Durante los días siguientes las operacio-nes sufren un nuevo parón, encaminado a que las tropas que operaban en la zona de Irún y de Oyarzun puedan trasladarse. El objetivo es organizar una fuerza que desencadene el ataque a la línea de fuertes que protegía San Sebastián por el sur, logrando de esta manera completar el cerco de la capital guipuzcoana.

4.2 EL HUNDIMIENTO DEL FRENTE

A partir del día 9 de septiembre las tropas de Los Arcos comienzan a trasladarse hacia la zona de Landarbaso con la intención de asaltar los fuertes de Santiago Mendi y Txoritokie-ta. La marcha de aproximación dura todo el día 11 y será al día siguiente cuando se encuentren en posición para comenzar el ataque.
Los días 11 y 12 se ocuparán en duros combates para dominar las alturas circundantes de Hernani y los fuertes. En ellos se encuentran voluntarios asturianos provenientes de Sama, que ya habían intervenido en la defensa de Irún . Las fuerzas de Iruretagoyena logran apoderarse del monte Cónico y la Legión Gallega de Santa Bárbara. Sin embargo el asalto a la llamada "Loma Roja" fracasa. El día 12 el asalto de Los Arcos a Santiago Mendi no logra su objetivo originando 20 muertos. El 13 de septiembre continúan los ataques contra el fuerte. Según el diario de operaciones de la Legión Gallega
"en cuanto comienza nuestro ataque el enemigo hace una durísima resistencia apoyada por sus piezas de 15,5 que disparan a cero sobre nosotros, y los aviones rojos que no cesan de bombardearnos. Nuestra bandera libra durante cinco horas un combate verdaderamente heroico, llegando hasta las alambradas del fuerte, quebrantando al enemigo visiblemente. Dada la resistencia de las baterías enemigas y ante la imposibilidad de neutralizar su fuego con los nuestros por estar las fuerzas a las puertas del fuerte, ordenó un repliegue táctico, para dar lugar a que nuestra artillería pudiese batir a la enemiga que impedía el ataque final".
La ocupación de Rentería y Hernani provoca el abandono del fuerte -que es ocupado al mediodía- sus defensores, dejando las posiciones en manos del enemigo.
En San Sebastián, mientras tanto, el día anterior -12 de septiembre- según Martínez Bande, se había celebrado una reunión en la que se acuerda la evacuación de la capital donostiarra. La discusiones sobre la necesidad de defender San Sebastián, abandonarlo y las cuestiones de la protección de la misma son cuestiones ampliamente debatidas en la sesión de la Junta de Defensa.
Sanjuan narra en su obra que dicha reunión tuvo lugar a las doce del mediodía en el Palacio de la Diputación. Presidida la sesión por Ortega, Sanjuan informa de la situación militar. Para éste las tropas de Mola podían cortar la carretera de Bilbao, impidiendo de esta forma la retirada. Tras la intervención de Larrañaga -que se refirió a la situación de las milicias- republicanos y socialistas se inclinaron por la evacuación. Tan solo los anarquistas y los nacionalistas se opusieron al abandono de la ciudad. Los primeros pretendía defender la ciudad "como fuese", mientras que los segundos -tras su "no" a la evacuación dejaban traslucir un intento de evitar la destrucción de la capital guipuzcoana. Acordada finalmente la salida hacia Bilbao, a las cinco de la tarde dio comienzo la evacuación de la población, que dejaría sensiblemente mermada de habitantes a la capital donostiarra.
Sin pretender detenernos más en el tema de la evacuación, ya que tan sólo podríamos repetir opiniones repetidamente citadas, desde un punto de vista militar la defensa de la ciudad era prácticamente imposible. Las tropas de Mola se encontraban en las puertas de Rentería por el este. Por el sur en cualquier momento podía ser cortada la comunicación con Bilbao -algo que Mola evitó- cercando la ciudad. Ello solo conduciría a un combate callejero que se saldaría con la destrucción de la ciudad, dada la potencia de fuego de los atacantes. El aparente error de Mola al no copar al enemigo, cortando su vía de escape hacia Bilbao, debe observarse desde la intención de evitar la destrucción de San Sebastián, al no impedir la huida del enemigo.
El día 13 de septiembre se produce la ocupación definitiva de la comarca de San Sebastián. Por la mañana las tropas de Beorlegui, conocedoras del abandono de Rentería, ocupan esta localidad mediante una unidad al mando del comandante Becerra, que se apodera también de Pasajes y del fuerte de San Marcos.
La entrada en San Sebastián se produce al mediodía del día 13 de septiembre, y tal hecho, como señala Julio Aróstegui "da lugar a ciertas fantasías". Según las órdenes de Beorlegui las compañías del Tercio de Lácar tienen como misión ocupar las alturas circundantes de San Sebastián. Una de ellas, la 4ª, al mando del capitán Ureta -sin instrucciones específicas- se adelanta a las demás y entra en la capital donostiarra por la calle Miracruz dirigiéndose a la Diputación, donde coloca la bandera bicolor. Mientras, los últimos defensores republicanos se retiraban por la carretera en dirección a Orio.
Este hecho dio lugar al mito de los cuarenta de Artajona, que según las investigaciones de Angel Lasala, "no eran más que veinticinco y en la Compañía de Ureta había requetés de otras provincias". Esta acción, afirma Aróstegui, le acarreó una sanción a Ureta al tratar de dar satisfacción a los deseos de sus hombres. Ese mismo día, a las cuatro de la tarde, entraron en San Sebastián las tropas de la Columna Los Arcos, mientras que las tropas de Cayuela e Iruretagoyena lo hacían por la carretera de Hernani completando la ocupación de la ciudad.
La captura de San Sebastián, primera capital de provincia que cae en manos de los sublevados, y que esta lo hiciera intacta supone un enorme revulsivo para las tropas atacantes. Por el contrario supone un enorme golpe moral para los republicanos.
Este efecto se puede apreciar en el acta de la reunión de la Junta de Defensa de Guipúzcoa, celebrada al día siguiente en Zumaya. En ella se justifica la evacuación ante la falta de municiones y la escasa moral de los defensores.
Tras la ocupación de San Sebastián la campaña de Gipuzkoa entra en su fase final. Aunque todavía se darán duros combates, el efecto de la ocupación de San Sebastián, y la considerable potencia de las fuerzas sublevadas, hará que -como se verá a continuación- para finales del mes de septiembre la práctica totalidad del territorio guipuzcoano quedará en manos de las tropas de Mola.

4.3 LA REORGANIZACION DE LAS COLUMNAS

Tras ser ocupado San Sebastián importantes cambios se producen en las filas de las tropas de Mola. Entre los días 14 a 16 la principal columna que operaba en Gipuzkoa, la de Beorlegui, pasa al mando de Los Arcos, mientras que éste abandona el frente guipuzcoano para dirigirse a Huesca.
La antigua columna Beorlegui, pasa ahora a denominarse Columna Los Arcos y se forma de la siguiente manera:

Grupo TEJERO
Regimiento América
1ª Cía del Primer Batallón.......Tnte.del Amo
2ª " " " ..............................Cap. Herrera Dávila
4ª " " " ..............................Tnte. Ibañez
1ª " Segundo Batallón...........Cap. Ledesma
2ª " " " ..............................Cap. Manzano
4ª " " " ..............................Cap. Moreno

Grupo PEREZ SALAS
Tercio Montejurra (requetés)
1ª Cía.........................Cap. Tellechea
2ª " ...........................Cap. González Heredia
3ª " ...........................Cap. Linaje
4ª " ...........................Cap. Regueral Batallón de Montaña nº 3
5ª "............................Tnte. Mont
7º "............................Tnte. Paniagua

Grupo MONTOYA
Tercio de Lácar (requetés)
1ª Cía..........................Cap. Hormaechea
2ª " ............................Cap. Ingunza
3ª " ............................Cap. Ureta
4ª " ............................Cap. Férriz
Batallón de Montaña, nº 8, 8ª Cía......Cap. Gz. Guzmán
5ª de Falange Española....................Cap. Ponce de León

Grupo BECERRA
Tercio de Navarra (requetés)
1ª Cía............................Cap. Villanova
2ª " ............................Cap. La Chapelle
3ª " ............................Cap. Guillén
4ª " ............................Cap. García del Pino
Regimiento América
3ª Cía del Segundo Batallón.......Cap. Goicorrotea
6º Cía del Primer Batallón........Cap. Dávila

Grupo OCHOA
1ª Compañía de Ingenieros..............Cap. Pérez Nievas
2ª " ..............Cap. Padilla
3ª " ..............Cap. Gil Alvarellos
Tercio Lesaca
1ª Cía.............................Cap. Osorio
2ª Cía.............................Cap. Ponce de León
3ª Cía. Falange Española....Cap. Fndez. Cubas

Grupo SANCHEZ MOLINA
Regimiento América
5ª Cía Primer Batallón.................Cap. Vara de Rey
1ª Cía de Voluntarios..................Cap. Ruiz del Nido
1ª Cía Regimiento San Fermín.......Cap. Zaragoza
5ª Cía de Falange Española.........Cap. P.R. Arcante

Grupo CAPITAN TRONCOSO
1ª Cía de Falange Española.............Cap. Genaro Aguilar
2º Cía de Falange Española.............Cap. Olalla

Grupo RAMOS
Batallón de Montaña nº 8
9ª Cía.......Cap. Escarda
4ª Cía de Falange Española.............Cap. Miranda
7ª Cía de Falange Española.............Tnte. Albo
3º Cía de Falange Española.............Cap. Marín

Grupo de Artillería de Montaña
Media bateria de 155 mm................Cap. Vigón
Bateria de 105 mm.

Regimiento de Artillería de Montaña nº 2....Pérez de Guzmán

Ametralladoras
Regimiento América
1ª Cía.............Tnte. Manrique
2ª Cía.............Cap. Lafuente
Morteros...........Tnte. Ruberte

A partir de este momento será el "grupo" la principal unidad operativa en esta última fase de la Guerra Civil en el territorio guipuzcoano. Los efectivos son difíciles de evaluar, pero se puede dar por válida la cifra manejada por Lojendio de unos 6.000 combatientes en el momento de la toma de San Sebastián por las fuerzas de Mola.
Junto a la anterior, la principal fuerza de la que dispone Mola, se encuentran otras dos: la dirigida por Iruretagoyena y la de Alonso Vega, que penetrará en Gipuzkoa por el sur dirigiéndose a la zona de Mondragón y que se formará el día 20 en Vitoria.
Para la última fase de operaciones se prevén tres direcciones de avance. La principal agrupación, la de Los Arcos, invadirá la zona central del territorio guipuzcoano finalizando su movimiento entre Mondragón y Elgoibar. El eje de su avance será la carretera de Tolosa a Azpeitia.
Las fuerzas de Iruretagoyena avanzarán por la costa mientras que Alonso Vega penetrará por el puerto de Arlabán. Por tanto el principal peso de las operaciones corresponderá al sector central que, como primer objetivo, debe desbordar la línea defensiva organizada por los nacionalistas.
Estos, que habían intervenido escasamente en los combates librados hasta el momento, habían establecido una línea defensiva al este del Urola. En un tímido avance desde Azpeitia por Régil, los nacionalistas de apoderan de Bidania y Albiztur y que se apoya por el oeste en Mandubia. A primeros de septiembre se puede identificar una línea que se extiende desde el punto citado hasta la costa por Murumendi-Bidania-Albiztur-Mendikute-Iturrioz-Ventas de Zárate-Andatza.
Esta línea situada en las inmediaciones de Tolosa permanece prácticamente inactiva durante toda la campaña, solo en septiembre comenzará a producirse cierta actividad en ella.
Esta situación provoca una amarga queja del comandante militar de Gipuzkoa, comandante San Juan. Este, ante la posibilidad de que Tolosa fuera ocupado por las tropas de Latorre sugiere a los nacionalistas
"que con todas sus fuerzas reunidas formaran una columna que sería lanzada contra la retaguardia del enemigo en el sector de Tolosa. Podrían alcanzar Albistur, y desde allí amenazar la retaguardia enemiga en eel sector comprendido entre Tolosa y el cruce de carreteras entre Albistur y Régil"
Para el comandante militar los nacionalistas "se limitaron a mantener unas patrullas por el monte Hernio, venta de Zárate y el monte Belcoain, y de aquí no salieron".
Las acciones que se registran en la zona son escasas. Una la protagonizan voluntarios de Unión Vasconga-da -a cuyo frente se sitúa el presidente del partido en el territorio Juan Pablo Lojendio- que tratan de apoderarse del collado de Andazárrate, siendo rechazados. Otra es protagonizada por los milicianos nacionalistas que desde Mendikute avanzan hacia Urkizu, en las inmediaciones de Tolosa.
Tras la ocupación de la capital se ocupa Mendizorrotz, con la intención de cerrar la línea defensiva y ante la parada de las tropas atacantes para reordenar sus tropas . De esta forma, el 15 de septiembre de 1936, en el momento de iniciarse la última ofensiva de la campaña, según se desprende de un informe republicano,
"se constituye un frente desde Beasain a Brincola, en el centro del que están enclavados por nuestra parte Ormaíztegui, Gaviria y Legazpia y al otro lado los pueblos enemigos de Cerain, Mutiloa, Segura, cegama e Idiazabal, unidos a Beasain por dos carreteras que concluyen antes de la llegada a este punto: Este frente tiene varias posiciones a manera de anfiteatros que obran todos en nuestro poder, los que más que defendidos están vigilados, pues no disponemos de armas para defenderlos, estando expuestos a cualquier golpe de audacia del enemigo.
Dentro de esta primera línea de posiciones, hay otra segunda línea en posiciones tan formidables como Beloqui e Irimo, que defienden Zumárraga. En éstos se han construido blocaos que hoy no están guarnecidos"
Con estos puntos de partida darán comienzo las operaciones que llevarána que la mayor parte de Gipuzkoa quede en manos de las tropas que ahora manda el coronel Solchaga, nombrado por Mola gobernador de Navarra y Guipúzcoa.

4.4. LAS OPERACIONES DE LA COLUMNA LOS ARCOS

El 17 de septiembre dan comienzo las operaciones definitivas en la zona central del territorio guipuzcoano. Ese día el Grupo Tejero se traslada de San Sebastián a Beasain y ocupa sin resistencia Ormaíztegi -donde el viaducto del ferrocarril había sido destruido- y Gabiria. El día 18 Los Arcos traslada el puesto de mando de la columna a Ordizia.
El día 19 se despliega una gran actividad en todo el frente. Los diversos grupos de la columna lanzan un ataque simultáneo contra la línea defensiva establecida por los nacionalistas, con la intención de forzar el paso hacia Azpeitia.
El Grupo Díez de Rivera se lanza sobre el puerto de Bidania con el objetivo de ocupar Régil. Tras diversos combates al atacar el puerto logra su objetivo. En la inmediaciones del Hernio entra en contacto con la "partida Barandalla" que realizaba operaciones de guerrilla por la zona.
El grupo comandado por Pérez Salas encuentra mayores dificultades. Su misión era avanzar por el puerto de Mandubia para dominar la carretera que desde las inmediaciones de Ormáiztegui se dirige a Azpeitia. Tras ocupar sin problemas Itxaso y Astigarreta, encuentra resistencia en el alto de Mandubia. Este punto, como ya habíamos señalado, era uno de los extremos de la línea defensiva establecida por los nacionalistas, y en donde habían instalado una pieza de artillería. El apoyo de su propia artilería le permite forzar el paso y llegar hasta los alrededores de Beizama.
El Grupo Tejero, que había entrado en Ormaíztegui el día anterior, prosigue su avance hacia Legazpia y alcanza sin problemas el monte Beloki, situado en las inmediaciones de Zumárraga. Tejero establece su puesto de mando en Ezkio. La principal resistencia se establece en la llamada "loma de la cruz de Beloqui" donde se deben ocupar varias trincheras al asalto.
El último grupo de operaciones es el mandado por el capitán Saleta. Este, partiendo del extremo sur del frente encomendado a Los Arcos, se apodera de las alturas de Brínkola y de Telleriarte estableciendo contacto con las tropas de Tejero que se encontraban en Legazpia.
Al final de la jornada, y tal como señala el diario de operaciones, "queda establecido el frente de la Columna por la línea Hernio, Régil, Goyaz, proximidades de Beizama, San Gregorio, Mandúriz (sic), Izquiza, Cruz de Beloqui, Eizaga, Legazpia, Telleriarte, Bríncola, Cegama".
La importancia de las operaciones desarrolladas el día 19 resulta de capital importancia. Sin excesivos combates se ha logrado superar el sector sur del frente establecido por los nacionalistas. Toda la zona comprendida entre el Ernio y Mandubia ha sido desbordada y superada. Por otra parte, la línea ha sido desbordada por su extremo sur avanzando por la cuenca alta del Urola. Esto tiene dos consecuencias de la máxima importancia para el desarrollo de la Guerra Civil en territorio guipuzcoano.
En primer lugar queda libre el camino hacia Azpeitia y Azcoitia, lo que supone una amenaza directa al valle del Deba, que se perfila como el último intento de establecer una línea de resistencia. La segunda consecuencia es que Zumárraga está a punto de quedar aislada de la zona en manos de los republicanos. La operación en tenaza, avanzando por el sur desde Legazpia y por el este por Gabiria, pone al alcance de Los Arcos el control de la zona comprendida entre los valles del Deba y del Urola, lo que combinado con la actuación de Alonso Vega -que se estudiará más adelante- supone que las tres cuartas partes de Gipuzkoa queden en manos de las tropas mandadas por Solchaga y que operan en el norte.
Al día siguiente los diversos grupos explotan los resultados de la jornada anterior. Tejero ocupa Zumárraga y Urretxu, sin detenerse avanza hacia el puerto de Descarga. Pérez Salas alcanza Urrestrilla, en las inmediaciones de Azpeitia. Esta villa es ocupada, al igual que Azkoitia el mismo día. Saleta, tras un tiroteo, se apodera de Oñate. De esta forma las tropas de Los Arcos se encuentran ya situadas sobre el valle del Deba, que será su último objetivo. Ese día el frente se extiende por Azkoitia-Descarga-Oñate-Cegama.
El día 21 Tejero avanza hasta Anzuola donde se detiene. El resto de los grupos prosiguen avanzando sin encontrar resistencia. Tan solo el grupo de Pérez Salas encuentra una breve resistencia al intentar ocupar el alto de Azkarate, en la carretera de Elgoibar a Azkoitia. Los atacantes reciben la noticia de que Elgoibar ha sido abandonado, tras retirarse su defensores a Eibar, por lo que opta por ocupar esta localidad del Deba. El frente cubierto por las fuerzas de Los Arcos al final del día 20 se extiende desde Elgoibar hasta Oñate pasando por Anzuola.
El 21 de septiembre los distintos grupos prosiguen su avance sin problemas. Tejero ocupa Bergara sin resistencia. Pese a que en el diario de operaciones de la columna se cita que esto se produce en medio de "un entusiasta recibimiento", el periódico falangista "Unidad", que se publica en San Sebastián, informa de la siguiente manera de la ocupación de la villa:
"Pocos moradores en esta Vergara que preside la altura de la torre de la iglesia. O han huido la mayoría, porque la mayoría eran enemigos, o están escondidos en el último rincón de sus casas. En alguna callejuela del pueblo existe la más espantosa soledad. En muchos sitios un angustioso silencio de miedo hace retumbar los pasos de nuestros hombres de guerra que avanzan en reconocimientos domiciliarios. La Casa Consistorial está convertida en cuartel general. El capitán Tejero es el jefe de la plaza"
Lo más destacado de esta jornada es la ocupación de Placencia de las Armas por parte de las tropas de Pérez Salas. Estas parten de Azkoitia y se dirigen por las laderas del Irukurutzeta y del Antxolin hacia la villa armera, marcha en la que emplean todo el día, apoderándose al anochecer de la localidad.
A partir de este momento el avance de las tropas de Los Arcos se detiene. Sus operaciones se limitan a asegurar sus posiciones y fortificar la línea del frente. De esta forma el día 23 el esfuerzo principal se concreta en desalojar a los milicianos, que desde las Peñas de Mureta, amenazaban con cortar la comunicación con Azkoitia, objetivo que solo se logrará al día siguiente.
Saleta, a su vez, sufre un ataque en sus posiciones de San Prudencio, al sur de Vergara sobre la carretera que conduce a Mondragón. Las tropas de Diez de Rivera -situadas en Elgoibar- son continuamente hostigadas desde las alturas que rodean Eibar, principalmente desde Arrate y el monte Urko, sufriendo el grupo cuatro muertos y veinticuatro heridos.
La resistencia de los republicanos se va haciendo cada vez más dura. Tejero avanza hacia Angiozar, donde se detiene, al no progresar la columna de Alonso Vega como se suponía. Este grupo rehuye la resistencia republicana y se limita a establecer posiciones, tras sufrir dieciocho bajas en la jornada.
A partir del día 26 los movimientos de los grupos de la columna son escasos. Díez de Rivera -situado en Elgoibar- mejora sus posiciones pero no logra "avanzar más ante la tenaz resistencia que hace el enemigo que ocupa posiciones dominantes en su frente y flancos". La progresión cada vez es más costosa en vidas humanas de manera que se establecen las posiciones definitivas que ocuparán hasta la primavera de 1937, cuando se desencadena la ofensiva sobre Vizcaya.
Los efectivos de Los Arcos establecen un frente que se extiende por San Prudencio (Grupo Saleta), Anguiozar (Tejero), Placencia (Pérez Salas). Díez de Rivera mejora sus posiciones en torno a Eibar y logra ocupar el día 28 el monte Kalamua y Arrate. Esta última posición, el 29 de septiembre, sufrirá un sangriento asalto por parte de los republicanos.
Entre Arrate y el monte Kalamua se forma una línea que sufre constantes ataques entre los días 2 y 8 de octubre. Esto motiva que se precisen refuerzos provenientes de la zona de la costa, que se establecen el día 5 en el monte Urkarregi, al norte del Kalamua. De esta forma se estabilizaba el frente tras el contacto entre las fuerzas de Cayuela y el Grupo Díez de Rivera. Las posiciones de Díez de Rivera se establecen definitivamente en la línea Urkarregi-Kalamua-San Pedro-Arrate.
A partir de este momento las operaciones en la zona se detuvieron. La actividad en otros frentes y el rumbo de los acontecimientos hicieron que el frente del norte pasara a un segundo plano hasta la primavera de 1937, fecha en la que se reanudaría la ofensiva que tendría como objetivo final la toma de Bilbao.

4.5 EL AVANCE POR LA COSTA

El segundo eje de progresión diseñado por Solchaga discurre paralelo a la costa guipuzcoana y su objetivo es desbordar la línea nacionalista por el norte. Las operaciones correrán a cargo de la Columna Iruretagoyena, formada por las antiguas de Cayuela y Latorre. A la primera de ellas le corresponde el ataque a la línea defensiva establecida por los nacionalistas y pasar del valle del Oria al del Urola. A Latorre se le encomienda el avance por la carretera de la costa, ocupando las diversas localidades.
El día 15 comienza la ofensiva. Latorre ocupa Mendizorrotz, que se había convertido en el extremo norte de la línea de frente y Cayuela ataca el monte Andatza, acción que le cuesta tres muertos y 32 heridos. El Andatza es finalmente ocupado al día siguiente.
El día 18, tras una serie de reconocimientos sobre la Venta de Zárate, Cayuela concentra sus tropas en Zizurkil y Asteasu. El objetivo es atacar las posiciones de Santa Marina, y el monte Irumuño por la carretera, de manera que pudieran avanzar los carros de la columna, y flanquear la venta de Zárate, principal posición de la línea defensiva. Ese día la partida Barandalla ocupa Pagoeta partiendo desde Asteasu, y tal como señala el diario de operaciones, queda adscrita al grupo de Cayuela con la misión de atacar el monte Irumuño.
El día 19, coincidiendo con el ataque de la Columna Los Arcos al sector occidental del frente, se ocupa Santa Marina en un asalto que cuesta 19 bajas, y se establecen posiciones en las laderas del Irumuño. El 20 es desbordada la línea al ser abandonadas las posiciones defensivas. La razón puede estar en el hundimiento del sector central del frente, y ante la posibilidad de quedar cercados los milicianos optan por retirarse. En la explotación de la operación Latorre ocupa Aya y Barandalla el monte Pagoeta, estableciendo el contacto entre ambos grupos.
Mientras esto ocurría Latorre, descendiendo desde Mendizorrotz se apoderaba de Usúrbil el día 19 y el día 20 Orio, que había sido evacuado y del que se habían apoderado un grupo de falangistas guipuzcoanos al mando de Epifanía Echeverría. De esta manera la ruta costera queda despejada hasta Zumaia.
En Zarauz el día 16 de septiembre tan solo había destacada una fuerza de carabineros, formada por
"dos brigadas, cuatro sargentos, cuatro cabos y 107 carabineros armados con tres fusiles, treinta y cinco mosquetones, dos rifles, dos pistolas ametralladoras, con mil seiscientos cartuchos de fusil o mosquetón y setenta cartuchos de pistola ametralladora"
Tan exiguas fuerzas optan por abandonar Zarauz y retirarse hasta Deva, tras incendiar los milicianos de la CNT el ayuntamiento que queda totalmente destruido.
Al día siguiente es ocupado Zarauz y Zumaya. En el interior Cayuela se apodera de Cestona y Arrona. Al día siguiente, tras una marcha de diez horas, y un combate con los milicianos, Latorre entra en Deva, con un coste de 12 bajas.
En este punto Cayuela de desvía hacia el interior con la intención de prestar apoyo a las tropas que se encuentran en Elgoibar. El día 28 interviene en las acciones sobre Arrate ocupando el monte Urkarregi y situándose sobre la carretera de Markina a Elgoibar, lugar en el que se detiene.
La iniciativa de esta columna se traslada a la costa. La resistencia republicana frente Motrico obliga a realizar diversas operaciones. El ataque de Latorre el día 24 se salda con un fracaso y 31 bajas . Esto obliga a que Gonzalez Unzalu, al frente de las tropas de reserva de la columna, se sitúe en el monte Arno para presionar Motrico desde el sur.
Una vez más, los milicianos ante la posibilidad de quedar cercados, se retiran mientras la escuadra republicana -por medio del "Jaime I", "Cervantes" y "Libertad"- bombardea Deva y las posiciones de Gonzalez Unzalu. Finalmente la costa guipuzcoana -es ocupada deteniéndose las operaciones hasta el día 4 de octubre. Ese día se ocupa la ermita de Santa Cruz, en el límite entre Gipuzkoa y Vizcaya estabilizándose definitivamente el sector norte del frente.

4.6 LAS OPERACIONES EN EL ALTO DEBA

El tercero de los ejes de progresión de las tropas de Mola está protagonizado por la denominada Columna Alonso Vega. Esta, mandada por el teniente coronel del mismo nombre, se crea el día 20 de agosto de 1936 en Vitoria. Integran la misma cinco compañías de infantería, una sección denominada de "Máquinas, obreros y explosivos" a la que acompañan una sección de trasmisiones y otra de ametralladoras. Todas estas unidades pertenecen al Regimiento Flandes nº5 acuartelado en Vitoria.
Como ocurre en el resto de las columnas que operan en Gipuzkoa, a ésta también se unen fuerzas no pertenecientes al ejército. En el caso que nos ocupa se incorporan una compañía de la Guardia de Asalto y una centuria de Falange Española.
A diferencia de los casos anteriores, la Columna Alonso Vega cuenta -desde un primer momento- con un importante apoyo artillero. A los dos carros blindados -"armado uno de ellos con ametralladoras" - se le unen dos baterías de montaña del 105 y un camión blindado con una pieza anticarro.
La columna se divide, a semejanza de las anteriores, en grupos operativos. Estos son los siguientes:
Grupo SALETA
Regimiento Flandes: 1ª y 2ª Compañías
Sección de Ametralladoras
Grupo de Trasmisiones
Centuria de Falange Española

Grupo GALBANCHO
Regimiento Flandes: 3ª, 4ª y 6ª Compañías
Sección de Ametralladoras
Sección de Máquinas
Compañía de la Guardia de Asalto
Grupo de Transmisiones

Grupo CAMPOMAR
Artillería anticarro
Blindados
Sección de Obreros y explosivos

El mismo día 20, tal como señala el diario de operaciones, las columna motorizada
"salió con todo sigilo de Vitoria a las 22 horas 30 minutos avanzando con los faros apagados y pernoctando la 1ª y 3ª agrupación [Grupos Saleta y Campomar] en Ulíbarri-Gamboa, base de partida para el ataque que las mismas debían efectuar al día siguiente, quedando las 2ª [Grupo Galbancho] con la Plana Mayor de la Columna en Marieta desde donde partirían para el ataque a las alturas al este del Puerto de Arlabán"
En los planes de Alonso Vega cada grupo tenía asignada una misión específica. De esta manera, al mandado por Saleta le correspondía apoderarse de la altura de Ichurquiza[sic], que domina Arlabán por el oeste. El segundo grupo de la columna tenía como objetivo el propio puerto mientras que los hombres de Campomar debían avanzar por la carretera y apoderase de Salinas de Léniz.
Los republicanos, por su parte, no han permanecido inactivos en la zona del Alto Deba. Tras los sucesos de las primeras jornadas -a lo que se ha hecho referencia en capítulos anteriores- el frente sur ha permanecido inactivo, lo que ha permitido a las milicias de Mondragón fortificar una serie de puntos. Según la documentación las posiciones defensivas de la zona son las siguientes: Lizargarate (50 milicianos), Irazabal (60), Izuskiza (62), San Bernabé (93), Arlabán (62), Cruceta (42), Jarindo (104) y Maroto (90). A estos se une un grupo de veinte zapadores con lo que las tropas republicanas en la zona ascienden a un total de 500 hombres. Como armamento cuentan con 300 fusiles y mosquetones, cuatro morteros y otras armas de diferente calibre. A semejanza de otras ocasiones el principal problema son las municiones. Pese a contar con 30.000 cartuchos para los fusiles, estos tan sólo supone 60 disparos por miliciano, con lo que difícilmente podrían hacer frente a la poderosa columna que se les hecha encima.
Pese a la aparente tranquilidad del frente las milicias de la zona realizan algunas incursiones hacia territorio enemigo. Entre ellas se puede citar la ocupación, por parte de milicianos provenientes de Oñate, de la localidad alavesa de Araya. Tras poner en libertad a 35 presos que se encontraban en la misma, tienen un tiroteo con el secretario de Acción Popular de la misma que resulta muerto.
En la madrugada del día 21 da comienzo la ofensiva sobre el Alto Deva. El Grupo Galbancho realiza un marcha nocturna de aproximación alcanzando el alto de Santa Marina. La 3ª y 6ª compañía asaltan las alturas de Txurrutegi y San Bernabé respectivamente. Pese a que estas posiciones estaban formadas por "sacos terreros y alambradas y a retaguardia del primero un blokao[sic] invisible para nuestra artillería", la falta de municiones hace que los milicianos las abandonen.
Las tropas atacantes se apoderan del macizo de Aizorrotz, asegurando la posesión de Arlabán. A finales de la jornada Galbancho es dueño del puerto y había entrado en Salinas. Al final del día se habían alcanzado todos los objetivos marcados. La resistencia de los milicianos es intensa, al encontrarse fuertemente atrincherados, pero la carencia de municiones hace que abandonen sus posiciones cuando éstas se les agotan, dejando las mismas en manos del enemigo. Pese a que el avance de Alonso Vega es constantemente hostilizado por la aviación republicana, ésta no logra deterner a las tropas que progresan por el valle del Deba.
El siguiente objetivo de la columna es Eskoriaza. Tras llegar refuerzos de Vitoria que aseguran las posiciones ocupadas el día anterior. El grupo Galbancho, que al igual que el día anterior lleva el peso de las operaciones, ataca la ermita de Aitzorrotz avanzando -tras combatir- hacia la ermita de Santa Lucía, donde se detiene. Al día siguiente, avanzando por la derecha de la carretera que une Arlabán con Mondragón, rebasa Eskoriaza que es ocupada por el grupo de Campomar con los blindados.
El grueso de las fuerzas de Alonso Vega se establece en la villa ocupada, a la vez que continúa recibiendo refuerzos. El día 23 se unen a la columna dos compañías de Infantería y una de ametralladoras mandadas por el comandante Zuloaga. A pesar que el avance encuentra
"organizada resistencia, haciendo constante fuego intenso de fusilería y de Artillería de 15,5 y 10,5 y bombardeándonos con su aviación"
y que las bajas de la jornada ascienden a quince, de los cuales cinco son muertos, la potencia de fuego de los atacantes y la escasez de municiones de los defensores hacen que el avance de los primeros no se detenga.
El día 24 aumenta la intensidad de los combates. Galbancho, tras un duro combate se apodera de las alturas de Mendiagin, Otelacerain y Coregain, rebasando por el este Aretxabaleta. Saleta, por su parte, avanza sobre Apotzaga, donde debe soportar un duro contraataque republicano. En la carretera, en dirección a Mondragón, se inutilizan cargas explosivas dispuestas para volar la misma. A la salida de Aretxabaleta se entabla un combate entre la artillería de Alonso Vega y tres blindados republicanos, combate que origina 10 muertos entre las filas milicianas.
La jornada se salda con 53 bajas entre las tropas de Alonso Vega, de los cuales ocho son muertos, y -según el diario de operaciones- es derribado un avión republicano.
Al día siguiente las operaciones se centran en apoderarse de posiciones que dominan Mondragón. De esta manera , tras una jornada "que fue dura", las posiciones de los atacantes se establecen en Urkemendigain, Bedoña, Korugain y Koregain. El frente formado por la línea Eskoriaza-Aretxbaleta sufre constan-tes ataques, en uno de los cuales resulta gravemente herido el comandante Galbancho.
La última posición en manos de los republicanos, y que cierra la defensa de Mondragón es el monte Cruzetxiki, que es batido por la artillería y las ametralladoras de la columna desde Coregain y Bedoña. El monte es tomado al asalto por dos compa-ñías, la 4ª y la 6ª. A continuación las tropas situadas en las inmediaciones se lanzan sobre Mondragón, que es ocupado a primera hora de la tarde del día 26 se septiembre. Tras ocupar la villa se establecen las posiciones avanzadas de la columna en Koregain -para asegurar las comunicaciones con Aretxabaleta- Kruzetxiki -controlando las carreteras hacia Aramaiona y Elorrio- y en Mondragón, ocupando las alturas de Santa Bárbara y "otras que en dirección a Campazar garanticen una zona de seguridad".
Con la ocupación del Alto Deba prácticamente ha finalizado la Guerra Civil en Gipuzkoa. El frente se estabiliza y tan solo, en los primeros días del mes de octubre, se realizará la ofensiva sobre el puerto de Campazar. Las posiciones republicanas en los montes Udala e ntxorta paraliza el avance quedando estabilizado el frente hasta la primavera de 1937.
Hasta que de comienzo la ofensiva sobre Vizcaya la actividad será constante, pero reducida, en el frente guipuzcoano. Tan solo ligeras rectificaciones, que no producirán modificaciones en a línea de contacto se producirán en Gipuzkoa. Las unidades republicanas quedan distribuidas a lo largo de los límites entre Vizcaya y el territorio en poder de las tropas nacionales. La fallida ofensiva sobre Vitoria, que se concreta en la batalla de Villarreal -a finales de noviembre de 1936- , supondrá la última actividad bélica en el frente norte, que quedará estabilizado hasta que de comienzo la ofensiva definitiva sobre Vizcaya, el 31 de marzo de 1937.

5 EL FINAL DE LA GUERRA EN GIPUZKOA

Tras las operaciones en el área de Mondragón y la ofensiva de Villarreal, a finales de noviembre de 1936, se puede decir que la Guerra Civil, al menos en su parte estrictamente militar, ha terminado en Gipuzkoa. Según un informe del Cuartel General del Generalísimo el frente al este del territorio guipuzcoano aparece organizado de la siguiente manera:
"Puede dividirse este frente en cuatro secciones: Sección de Lequeitio la posición de las tropas en esta sección no es desfavorable aunque la fortificación no es muy eficaz y la obra no es completa
Sección de Marquina: La posición táctica de las tropas en esta sección es francamente desfavorable, tanto por lo que a la fortificación afecta como por la misma situación topográfica, de absoluta combinación desde las crestas de Kalamua y de Acarregui. Debo indicar al mando que dispuesta por el Estado Mayor rojo se inició ya en octubre una segunda línea en este frente de Marquina que fue trazada desde Ituiño-Mendi hasta el Urko pero a pesar del tiempo trnascurrido esta obra puede evitarla y ha sido en éstos últimos días cuando se ha querido imprimir un ritmo acelerado a esta obra y efectivamente allí se han concentrado elementos que están actualmente, suponemos, que en plena actividad. Se proyectan algunos nidos de anme-tralladoras y alambradas repetidas que cierran el boquete natural formado entre el monte Zapala y el Iturreta.
Sección de Eibar: La situación de Eibar se considera por el mando rojo insostenible y está prevista su evacuación hasta las estribaciones del monte Urko. Las fortificaciones de esta sección son tambien deficientes
Sección de Elorrio: Comprende las líneas marcadas por Elgueta-Campázar que el Mando rojo considera, como es natural, de grandísima importancia porque perdida esta línea ha opinado en repetidas ocasiones el Jefe de Estado Mayor de dicho mando que habría de replegarse al Cinturón de Bilbao, aunque escalonando algunas resistencias intermedias de poca eficacia. Las fortificaciones en este sector no resisten a un ataque aéreo"
Tras dos meses de guerra la situación en los dos bandos enfrentados ha cambiado sensiblemente. En Burgos, el día 1 de octubre de 1936, Franco era nombrado jefe del gobierno del Estado Español, creándose al día siguiente la Junta Técnica del Estado, presidida por el general Fidel Dávila, y verdadero embrión del nuevo estado.
La adopción, el 29 de agosto, de la bandera bicolor como símbolo distintivo de las tropas sublevadas, y la declaración del estado de guerra en todo el territorio nacional, el 28 de julio, con lo que se ponía en manos de los militares todas las cuestio-nes referentes al mantenimiento del orden y la administración de justicia, ponía de manifiesto que no se estaba ante una mera sublevación sino ante un intento -en toda regla- de aniquilar el estado republicano.
En la zona republicana igualmente se dan grandes transformaciones. El cuatro de septiembre de 1936 se formaba el gobierno de concentración presidido por Largo Caballero, y en el que por primera vez se incluía un nacionalista vasco -Manuel de Irujo- como ministro sin cartera. El 1 de octubre, las Cortes de la República aprobaban por unanimidad el Estatuto de Autonomía del País Vasco. El siete de octubre, en Gernika, tomaba posesión el primer Gobierno Vasco integrado por nacionalistas, socialistas, republicanos y comunistas bajo la presidencia del peneuvista José Antonio Aguirre.
A partir de este momento, como ya se ha indicado en las páginas anteriores, son dos concepciones del estado las que se enfrentan, poniendo fin a la fase revolucionaria que ha caracterizado a la guerra en el territorio guipuzcoano, con el juntismo como principal elemento definitorio.
Pero ahora bien, tras dos meses de guerra, ¿cuáles son las conclusiones que se pueden sacar de lo ocurrido en Gipuzkoa? La primera consecuencia, de carácter global y general que se puede extraer, es el rotundo fracaso de los republicanos para lograr enfrentarse con garantías a las fuerzas atacantes. Varias son las causas del fracaso, veámoslas.
En primer lugar la desunión de las fuerzas políticas ante la sublevación. Mientras los partidos coaligados en el Frente Popular sí se muestran unidos contra la sublevación, la actitud vacilante del PNV -partido mayoritario en el territorio guipuzcoano- crea desconfianza entre la izquierda. Tan solo la actitud decidida de Manuel de Irujo, reprobada por su propio partido, permitirá una unidad de acción que se situará en la base del fracaso del Alzamiento en San Sebastián.
Pese al este éxito inicial, al que luego nos referiremos más adelante, la inhibición de los nacionalistas en la lucha supone un serio revés para los defensores de la República. Las críticas a la actitud del PNV se pueden localizar en la obra del que fue comandante militar de Gipuzkoa, comandante Sanjuan. Para este, si los nacionalistas hubieran desarrollado una acción ofensiva desde la línea que establecen en el centro del territorio, el avance de los sublevados por la cuenca del Oria se podría haber visto seriamente comprometido.
Otro de los elementos del fracaso de los republicanos se sitúa en la falta de un mando militar eficaz y respetado. La sucesiva desaparición de los comandantes militares lleva a que se designe desde Madrid un oficial para ejercer el mando. Este, el comandante de caballería Antonio Sanjuan, no tenía un excesivo apego a la República ni por los defensores de la legalidad, a los que no duda en calificar de "rojillos". La designación de este militar, tal como señala en su obra, se debió a que
"Llegado el año 1936 y con él la Guerra Civil. Yo estaba entonces en Madrid. A Indalecio Prieto le hablaron de mis conocimientos fronterizos y esto trajo una consecuencia: me destinaron como jefe a la defensa de Irún y la provincia de Guipúzcoa"
El escaso entusiasmo de los jefes militares, y la desconfianza de los milicianos hacia ellos, da lugar a situaciones como la del teniente Margarida, encargado de la defensa de Irún junto con el comunista Manuel Cristobal y el teniente Ortega. Este oficial había participado en la dura represión de la Revolución de 1934 junto con el general López Ochoa. Al llegar los refuerzos asturianos es reconocido por los mismos. Ante la situación que se podía crear decide escapar a Francia, privando a los milicianos de un jefe experimentado.
La falta de un mando militar eficaz, unificado, y disciplinado es una de las causas del fracaso de los republicanos en Gipuzkoa.
El proceso revolucionario que se desata en el territorio guipuzcoano tampoco contribuye a que la situación sea favorable para la defensa del poder establecido. El desbordamiento de las autoridades -Gobierno Civil, Comandancia Militar, Diputación y ayuntamientos- por la actitud decidida de la izquierda degenera en una inmensa confusión. Gipuzkoa se atomiza en un sinfin de juntas de defensa, comités de defensa, comités revolucionarios... que actúan, al menos durante los primeros momentos, de forma totalmente autónoma y anárquica. Los escasos milicianos, mal armados y peor adiestrados, nada pueden hacer para detener el avance de las tropas de Cayuela por el sur, de manera que a finales de julio se asegura una amplia zona bajo control de los sublevados.
La actuación de la denominada Junta de Defensa de Guipúzcoa se salda con un fracaso. La excesiva burocratización de la misma, la descoordinación, y las rencillas partidistas hacen, en gran parte, ineficaz el intento organizativo que se lleva a cabo. El modelo propuesto desde la Junta de Defensa, que sin lugar a dudas puede ser calificado de revolucionario, choca con el talante de los guipuzcoanos. Considerando tan solo las comisarías "civiles" (Finanzas y Trabajo) que plantean una acción más decidida, sus planes fracasan estrepitosamente. El talante conservador de los guipuzcoanos durante la II República y la inseguridad que provoca la presencia de las tropas sublevadas a escasos kilómetros de San Sebastián desde finales de julio provocan una escasa receptividad a los planteamientos emanados desde las comisarías.
En lo que se refiere a la Comisaría de Orden Público, su actuación igualmente puede considerarse un fracaso. Controlada por el PNV con la intención de evitar las matanzas de presos y el respeto a los edificios religiosos, no logran evitar el asalto a la cárcel de Ondarreta ni el fusilamiento de los presos de Tolosa. Si bien es cierto que tras éstos sucesos no volvieron a producirse hechos semejantes, nada puede hacer para evitar que se ejecute a los militares condenados en los consejos de guerra ni evitar las últimas muertes en los primeros días de septiembre en San Sebastián y el fuerte de Guadalupe.
Otra de las causas del fracaso republicano es la parcelación del territorio en áreas de influencia de las respectivas juntas. La denominada de "Guipúzcoa", con poder efectivo sobre una zona que se extiende desde la frontera francesa hasta el Oria, tiene múltiples problemas con la de Azpeitia, de mayoría nacionalista, y que ejerce su autoridad sobre la zona central del territorio. Ambas, directamente afectadas por la lucha, tienen actuaciones diferentes. Mientras la de Guipúzcoa realiza una dura defensa ante los ataques provenientes de los diferentes frente, la de Azpeita se limita a establecer una línea defensiva, escasamente fortificada, que se limita a mantener sin realizar ninguna acción ofensiva.
Otro de los problemas, quizás uno de los principales, es la falta de armamento y municiones. El plan de Mola, que contemplaba cortar rápidamente la frontera francesa, pretendía evitar la llegada de posibles socorros a los republicanos desde Francia. Pese a que el plan inicial fracasa la ayuda que se recibe es escasa y poco efectiva. Tan solo algunos vagones de municiones y de armas que apenas cubren las necesidades de los milicianos.
Este cúmulo de circunstancias, unidas a otras que se han reflejado en las páginas anteriores, hacen que el esfuerzo inicial de las organizaciones de izquierda -principalmente de la CNT y del PC de Euzkadi- no sean suficientes para derrotar a los sublevados. Sí logran aplastar el Alzamiento -en gran parte debido a los errores de los conspiradores- pero no consiguen detener a las columnas que invaden Gipuzkoa por tres frentes. Desde la perspectiva republicana el único logro es retrasar a las tropas de Mola y que tengan que intervenir en el territorio guipuzcoano más efectivos de los previstos inicialmente, con lo que se pueden alterar otras operaciones.
Pasando a considerar el proceso del Alzamiento, este se puede calificar de fracaso mayúsculo. La falta de un jefe definido, que debería ponerse al mando de las tropas, es la razón fundamental de la derrota de los rebeldes guipuzcoanos.
La marginación de Carrasco, quien es mantenido al margen de la conspiración y por lo tanto debe quedar eximido de toda responsabilidad, la falta de confianza de Mola en Vallespín y la vacilación del jefe designado por el "Director", el general Muslera, ante el cariz que toman los acontecimientos son la clave del fracaso.
Carrasco ha sido, desde un primer momento, apartado de todo plan conspiratorio. La poca confianza que en él deposita Mola le lleva a buscar alternativas. Es indudable que Carrasco conocía que algo se estaba preparando, pero cree a Mola cuando este le asegura que no había ningún plan de sublevación en marcha. Cuando ésta estalla, la única explicación que se puede buscar a la actitud del comandante militar, es que se de una rápida solución que le permita no tener que posicionarse. Cuando se produce la evacuación del Gobierno Civil su actitud más lógica es retirarse a los cuarteles, donde se encontraba protegido. Allí es donde se produce el verdadero alzamiento, quedando relegado del mando por Vallespín. Tan solo cuando la situación ya es insostenible Carrasco vuelva a tomar las riendas de la situación y promueve el proceso de rendición.
La conclusión que se puede extraer es que Carrasco, al igual que muchos militares, estaba descontento con el cariz que tomaba el régimen republicano pero en ningún momento había pensado sublevarse contra él. Su posicionamiento es de tibia lealtad al Gobierno, pero que es entendido por la izquierda como un apoyo a los sublevados. Sin lugar a dudas Carrasco debe ser eximido de toda responsabilidad en el fracaso del Alzamiento en San Sebastián.
Diferente es la valoración que se puede hacer del teniente coronel Vallespín. Este mando militar pudo haber dominado con facilidad la capital donostiarra pero su actuación poco clara, el escaso apoyo que encuentra en la guarnición, y el reducido número de efectivos con los que cuenta, provocan que la situación se le complique. Para cuando quiere hacerse cargo de ella se encuentre ya sitiado en los cuarteles.
El tercer elemento en discordia es el general Muslera, designado por Mola para hacerse con el mando de San Sebastián. Al parecer el fallo del plan estuvo en las múltiples vacilaciones de los conspiradores, quienes no logran apoderarse de la capital, lo que imposibilita a Muslera para ponerse al frente de la situación. Todo indica que el fracaso del Alzamiento se sitúa en el escaso entusiasmo de la guarnición donostiarra. Los comprometidos son todos oficiales de baja graduación (capitanes, tenientes) a los que les falta un jefe cualificado que les permita hacerse con el control, como ocurrirá con Vallespín tras abandonar San Sebastián el día 21 de julio. Esta, a mi entender, es la verdadera razón del fracaso de la sublevación en la capital.
En lo que se refiere a la trama civil, ésta es infinitamente más débil que en Navarra. El requeté guipuzcoano y los falangis-tas no tienen el peso que en otras áreas, con lo que no se puede dar un apoyo decisivo a los militares. La fallida concentración de los milicianos de la derecha en San Sebastián se disuelve al ver que no se producía la sublevación de los militares y ante la decidida actuación de la izquierda.
Su escasa presencia en las diversas localidades de Gipuzkoa hace que la sublevación sea inexistente en ella, salvo pequeños amagos (Azkoitia, Oñate...) rápidamente dominados. Esto hace que, garantizado el control del territorio, todos los esfuerzos de los republicanos se concentren en la capital dando lugar a la batalla por el control de la misma.
Una vez derrotada la sublevación la situación es ya de una guerra en toda regla. Los sublevados penetran en Gipuzkoa por tres zonas: Zona de Aritxulegi, Puerto de Urto y Betelu y por los puertos de Etxegarate y Lizarrusti.
La primera vía de penetración, a cargo de Beorlegui, parte con la misión inicial de cortar la frontera, pero ante la situación de los rebeldes en San Sebastián, opta por dirigirse por el monte a la capital donostiarra. Esta operación, que le supone quedar sitiado en Oyarzun, altera sensiblemente el rumbo de la guerra. Serán necesarias numerosas tropas y una dura campaña de un mes para poder cerrar la frontera francesa. Esta ofensiva, la más importante que se desarrolla en Gipuzkoa, supone una concentración de hombres y de fuego no prevista por Mola que le obliga a retirar tropas de otros frentes.
Finalmente el desbordamiento de las líneas defensivas, establecidas por los republicanos en la zona del Bidasoa, supone el derrumbamiento del frente guipuzcoano y que los sublevados se apoderen de la mayor parte del territorio.
Las otras dos líneas de penetración tienen menos problemas. Tanto la Columna de Cayuela que avanza por el Oria, como la Columna de los Arcos se sitúan a finales de julio en Beasain y en las inmediaciones de Tolosa respectivamente. Para mediados de agosto los sublevados se encuentran a las puertas de Andoain y en condiciones de lanzar la ofensiva definitiva -y simultánea- en el frente del Bidasoa y del Oria.
La explicación de la derrota de los republicanos se debe buscar en la mayor experiencia en el combate de los sublevados. Si a ello se une el masivo empleo de la artillería y el mejor armamento de los atacantes, es fácil explicar la derrota.
Tras la caída de San Sebastián se puede decir que la campaña termina. En tan solo quince días las tropas de Mola se sitúan en los límites con Vizcaya, donde si se encontrarán con una dura resistencia, favorecida por la orografía del terreno que detiene la ofensiva. Al desviarse las principales operaciones de la guerra a la zona de Madrid el frente vasco quedará prácticamente inactivo.
A pesar de la aparentemente fácil victoria de los sublevados, se puede decir que nada está más lejos de la realidad. Beorlegui estuvo cerca de quedar colapsado en Oyarzun. En la ofensiva sobre Irún solo se logra avanzar a fuerza de sangrientos combates y únicamente el continuo envío de refuerzos -incluidas tropas de la Legión- conseguirá romper el frente del Bidasoa.
Cierto es que el avance en los otros sectores es mas sencillo hasta llegar a las inmediaciones de Hernani. Llegados a este punto, la coordinación entre ambas fuerzas conseguirá derrotar a los milicianos.
Tan sólo tras situarse las vanguardias atacantes en las inmediaciones de Vizcaya se percibirá un cambio de situación. Los nacionalistas, que hasta ese momento se habían prácticamente inhibido de la lucha, entran en combate. La organización de los batallones y el reforzamiento de las líneas defensivas logran estabilizar el frente.
Un aspecto que debe ser considerado es el de los efectivos militares empleados en la campaña. Los efectivos exactos son difíciles de establecer. En un primer momento las tropas que invaden Gipuzkoa no serían más de 2.000 hombres, que rápidamente, como se ha ido poniendo de manifiesto, ascenderían hasta los 6.000 en el momento de la toma de San Sebastián. En el momento de detenerse la ofensiva, la 6ª División Orgánica contaría con más de 30.000 hombres.
Los efectivos republicanos son más difíciles de calibrar. En un primer momento es posible que los milicianos que operaran en Gipuzkoa fueran unos 2.000, que se irán incrementando paulatinamente. En octubre, los batallones desplegados en el frente guipuzcoano ascenderían a un total de 12.00 hombres repartidos en un total de 28 batallones.
El último aspecto a reseñar es el del coste de la guerra. Las bajas de la campaña se sitúan en torno a los 3.000 muertos, repartidos aproximadamente a partes iguales entre ambos bandos. Un informe del bando republicano cifra en 300 los muertos en julio, 500 en agosto y 400 en septiembre. Por parte del bando nacional no hay partes globales de bajas y es necesario guiarse por la información, no siempre exacta, de los diarios de operaciones.
Otro de los costes de la campaña son las destrucciones de poblaciones -el caso más destacado y conocido el de Irún- y el éxodo. Como se ha puesto de manifiesto casi la mitad de la población de la capital evacua esta ante la llegada de las tropas, situación que se repite casi en todas las localidades que son ocupadas.
Finalmente la represión. Este apartado, controvertido y difícil de estudiar no pretende ser soslayado en este trabajo, pero considero que es necesario un estudio -en profundidad y detallado- solo de este tema, para dar una visón ajustada a la realidad. Al centrase esta trabajo en el período bélico tan solo se contabilizan los muertos durante la campaña, y no los fusilados posteriormente, estos se cifran en torno a las 1.000 personas muertas por ambos bando. De todo modos, esta cifra es meramente aproximativa y al no ser el objeto del presente trabajo no entramos en ella.
A modo de conclusión general se puede decir que la Guerra Civil en Gipuzkoa fue un proceso revolucionario que fracasa. Desde la izquierda se trató de dar un cambio profundo a las bases económicas y sociales del territorio guipuzcoano que chocó con la indiferencia de la población y la rapidez del conflicto. Este, fue en Gipuzkoa, duro y sangriento. Lo que se planteaba inicialmente como un apoyo a los sublevados se convierte en una campaña en toda regla que necesita de un importante aporte de hombres y armamento. El resultado de todo ello fue la derrota de los republicanos y el abatimiento de una dura represión sobre la población. A pesar de la brevedad del conflicto este alcanzó unas cotas de dureza que nadie podía haber imaginado.
La derrota de la izquierda convierte a Gipuzkoa en general, y a San Sebastián en particular, en la retaguardia del bando nacional. Aunque la guerra en sentido estricto ha terminado en el espacio guipuzcoano, otra fase, la de la vida en la retaguardia da comienzo. Pero esa fase merece, por si sola, un estudio en profundidad.

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