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Gipuzkoa 1936

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Jueves, 30 de julio de 1936

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FRENTE POPULAR
AÑO I
DIARIO DE LA REPUBLICA
Redacción, Oficinas y Talleres: Garibay, 34
Teléfonos: 14.621 y 14.634.
San Sebastián, Jueves, 30 de julio de 1936

FISONOMIA DE LA CIUDAD

La ciudad va despertando de la pesadilla trágica en que la han sumergido unos militares traidores y unas derechas incomprensivas e injustas. Poco a poco las calles van perdiendo aquel carácter de trincheras de primera línea y se van aproximando a la normalidad. Pero la normalidad tardará mucho en recobrarse. El desastre fué superior a lo que pudieran imaginar los más pesimistas.

Y aun no ha terminado la lucha porque el enemigo, con una inconsciencia lindante con la locura quiere apurar el placer vesánico del derrumbamiento hasta la última gota. Se mantiene, ---aun en los estertores de su agonía--- agresiva y solapada, en aquellos puntos en los que por ser muy numerosa la guarnición cabe cotizar la amenza de los soldados y de los cañones, y en aquellos otros en que los tópicos feudales, mezclados con una idea absurda y caprichosa de la religión enciende a los hombres en el odio de razas cuando debiera unirlos en la fraternidad humana. Esta idea desequilibrada de la fe es la que llevó también a otros hombres del mismo linaje al desfile sangriento y macabro de las Cruzadas, y más recientemente empuja a los guerrilleros salvajes de la carlistada que tan crueles recuerdos dejaron en estas latitudes.

Pero el mundo moderno no puede continuar mediatizado por estas gentes egoístas e incomprensivas que quieren pasar por paladines de unas doctrinas que representan la piedad y la sencillez revestidos de odio y de magnificencia.

Los hombres de hoy han de batir a este enemigo viscoso y traidor hasta en sus últimos reductos; y pacificada nuestra ciudad por la extinción de los focos fascistas, emprender el combate contra los rebeldes que aun se resisten en las provincias hermanas.

Las milicias ciudadanas y los soldados leales sin haber podido descansar aun de las recientes jornadas sangrientas, han formado las columnas expedicionarias que han de sofocar los últimos focos facciosos.

Han desaparecido, por esto, de nuestras calles los hombres civiles armados quedando solo los necesarios retenes y puestos de vigilancia para guardar el orden.

Se han visto reaparecer al mismo tiempo algunas figuras que se tragó la catástrofe y que ahora devuelve a la circulacióncontritas y desencajadas.

Pero la ciudad tardará mucho en recobrar su fisonomía normal. El daño han sido tan grande, tan espantoso, que no puede repararse fácilmente.

Los que tenían todo y aun querían algo más que no pueden concederles los hombres libres y dignos, nos han arruinado. La ruina les arrastrará a ellos por igual y también a los que sin quererlo se ven mezclados en la aventura trágica.

San Sebastián ha de tardar en resurgir, como toda España, y los culpalbes de su ruina han de sufrir un castigo ejemplar, una dura penitencia que les obligue a ganarse el pan con el sudor de su frente como esos hombres a los que han asesinado a mansalva.


DESDE TOLOSA
Los milicianos tolosanos tuvieron mucho quehacer.-Bombardeo de montes.-Cómo fueron apresados veintiún requetés, que fueron conducidos a San Sebastián

Un día más de inquietud. Y qué día... La calm adel martes se tradujo en un constante ataque el miércoles por los requetés navarros, entre los que se mezclan, como decíamos ayer, guipuzcoanos conocedores de los montes, sus caminos y atajos.

Intenso y constante fué el ataque a las fuerzas leales que defienden los postulados del Frente Popular, y aunque se recibieron algunos refuerzos, no son los suficientes para ahuyentar de una vez a los rebeldes de los diferentes montes próximos a Tolosa.

Trabajo ímprobo tuvieron en la última jornada los milicianos; pero fué trabajo fructífero y, sobre todo, eficaz, ya que, superior en número y medios el enemigo, lo mantuvieron a raya, rechazándolo con bravura y entusiasmo.

A las dos de la tarde llegaron de San Sebastián dos piezas de artillería con sus servidores, que, ante el asedio y constante tiroteo de los facciosos, entraron en acción. Infinidad de granadas fueron enviadas a las laderas de los montes de Gaztelu, Leaburu e Izaskun, pudiendo apreciarse que cundió el pánico y que los facciosos retrocedieron.

En los montes han quedado fuerzas leales, en puntos y lomas estratégicas, para conserva las posiciones un día más... Mientras llegan nuevas fuerzas de refresco, en la población están tomadas todas las precauciones de defensa.

En los hospitalillos, Casa de Beneficiencia y clínica de Nuestra Señora de Izaskun se cura y atiende a los heridos, entre los que, salvo complicaciones, parece no los hay de gravedad.

El capitán de Miqueletes don Eduardo Urtizberea, que tiene el mando de todas las fuerzas ordenó que todos los milicianos dieran una batida en los montes de Villafranca y Beasain, puntos en extremo peligrosos, aunque en los montes próximos a Tolosa no había menos que hacer.

-Iremos donde sea necesario.
-Pues a Villafranca-contestó el capitán Urtizberea.

Y ocho milicianos sorprendieron en un monte de la margen izquierda, entre Beasain y Villafranca, 26 requetés con boinas rojas y borla blanca, fusil al hombro y perfectamente dotados de correaje y cartucheras.

¡Esta es la nuestra? ¡Adelante, muchachos! ¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva!

Los requetés, al ver a los tolosanos vestidos de militar, con fusil y abundante munición, los juzgaron “de los suyos”, de los suyos, como militares facciosos.

Se hicieron aparentemente amigos. Fusiles nuevos; veamos los cerrojos. Un rato de comentario obligado. La victoria es nuestra. ¡Sí, muchachos! Cuando la mayoría de los requetés había quitado los cerrojos, vino el “¡Viva la República!” “¡Arriba las manos!”

Cinco requetés, entre ellos un sacerdote, huyeron. El grupo de milicianos había consumado su hazaña y tomó en rehenes 21 requetés, que los condujeron a Villafranca, no sin antes desposeerles de sus boinas rojas, en las que llevaban una estampa del Sagrado Corazón, medallas, crucifijos, enseñas monárquicas y otros objetos que nuestros milicianos trajeron como recuerdo de su hazaña.

Por orden del Comisariado de Guerra, los requetés fueron llevados detenidos a San Sebastián.

Ya están los milicianos descansando. A las tres de la mañana bastará una simple llamada para que vuelvan al sitio de mayor peligro.

Una consigna: ¡No pasarán! ¡No pasarán!


UN ÉXITO MAS
Las milicias antifascistas apresan en Beasin a veintidós requetés
Fueron sorprendidos en una escuela pública de las inmediaciones de Lazcano.-Los prisioneros están detenidos en la cárcel de Ondarreta

En nuestro número de ayer y después de nuestra conversación con el camarada Larrañaga hacíamos una breve exposición de nuestras fuerzas en los frentes de Oyarzun y Beasáin. Y con respecto a este último, asegurábamos que, en brillantes actuaciones, las Milicias Antifascistas habían conseguido ocupar algunas posiciones estratégicas de verdadera importancia para contrarrestar el impulso del enemigo.

La actuación de la fuerza armada de la República y de las Milicias voluntarias en la jornada de ayer, en los dos frentes, reafirman todo cuanto decíamos.

Con verdadero espíritu emprendedor y con la combatividad característica de quienes defienden un ideal común –la destrucción del fascismo- nuestras fuerzas consigieron en el frente de Beasáin un triunfo rotundo. Fueron hechos prisioneros veintidós facciosos.

Ayer conversamos en la Diputación de Guipúzcoa, en las dependencias asignadas a la Comisaría de Guerra, con el jefe de los Milicianos Antifascistas que consigueiron la apresión de los enemigos de la República y el jefe militar que en aquella zona está encargado de las fuerzas leales del Ejército.

Escuchemos sus manifestaciones.


HACIA EL ENEMIGO
A primera hora de la madrugada de ayer, un grupo de milicianos, a cuyo frene se encontraba Enrique Mendoza García, intentaba realizar una breve exploración por los terrenos que ocupaba el enemigo para obtener una detallada información acerca de sus fuerzas y de sus posiciones de avanzada.

Este grupo, integrado por veinte valerosos y decididos defensores de la República, inició su marcha desde Villafranca en dirección a Lazcano, por la cadena de montes que se extienden en dirección a Navarra.

Nuestros compañeros avanzaban sigilosamente, ocultándose en todos los accidentes del terreno y adoptando el mayor número de precauciones.

Así pasaron por delante de cuatro casas exparcidas por las cumbres, y al lelgar a la quinta, que es una escuela de niños, oyeron numerosas voces, que les indicaron claramente la posición del enemigo. Los veinte hombres defensores de la República cercan al enemigo por todas partes. Se aproximan decididamente. Y entonces aprecian las boinas rojas, de las cuales penden borlas verdes, así como también una bandera monárquica.

Los milicianos dan la voz de “Arriba las manos”. El enemigo se desmoraliza y cumple cuanto se le ordena. Son veintidós hombres que, confusamente, se apelotonan por temor a caer bajo las balas de los milicianos.

Su armamento y sus pertrechos de guerra son perfectos. Como corresponden a una avanzadilla. Pero, en cambio, su baja moral, la falta de fe en la causa que pretenden defender les inutiliza completamente para el uso de ellas.


DECLARAN LOS INSURRECTOS
Los facciosos, escoltados y perfectamente vigilados por el compañero Enrique Mendoza García y el brigada Daniel Osúa García, son conducidos a Villafranca, donde prestan declaración.

En su casi totalidad son labradores de Navarra, y por sus trazas se adivina en ellos una falta notoria de entusiasmo por la lucha que han emprendido.

Y dicen que se dedicaban a registrar los caseríos, de los cuales recogían toda clase de armas, largas y cortas, para surtir de ellas a las fuerzas facciosas.

Manifestaron también que más debajo de la posición que ocupaban se encontraba un fuerte destacamento carlista, a cuyo frente se encontraba un oficial del Ejército.

En el Ayuntamiento de Villafranca se les hizo un minucioso y detallado registro. A uno de ellos se le encontró en un bolsillo el plano de una casa y a otro un cristo diminuto, junto a un escapulario, que, por las declaraciones prestads se considera como su contraseña.

También agregaron, y éste es un detalle importantísimo de la situación de las tropas facciosas, que con frecuencia se deserta de las filas carlistas; cuando se aproximan los grupos facciosos a los pueblos guipuzcoanos, hay muchos elementos integrantes de las patrullas facciosas que huyen de sus puestos y abandonan al enemigo.


LISTA DE DETENIDOS
Los veintidós detenidos son los siguientes:
Fernando Injurco Urmeneta, de 33 años de edad, natural de Echarri.
Miguel Lacunza Flores, de 26 años, natural de Lizarrabengoa.
José Arana Flores, de 31 años, natural de Arbizu.
Fermín Arzoz Iriarte, de 26 años, natural de Gueristáin.
M odesto Igor Erdoza, de 43 años, natural de Unanua.
Andrés Razquin Marín, de 23 años, natural de Torrano.
José Echeverría Navarro, de 28 años, natural de Torrano.
José Maiza Auzmendi, de 28 años, natural de Echarri.
Víctor Mozo Miranda, de 46 años, natural de Lizarraga.
José Araña Reparaz, de 24 años, natural de Arbizu.
Jobito Torrubia Pueyo, de 23 años, natural de Ochagabía.
Pedro Larraza Razquín, de 30 años, natural de Torrano.
Pedro Reparaz Torres, de 26 años, natural de Arbizu.
Bautista Gener Gacaico, de 29 años, natural de Lizarraga.
Manuel Reparaz Malza, de 23 años, natural de Arbizu.
Gabriel Ondarra Ondarra, de 40 años, natural de Bacaicoa.
Juan Murua Irastorza, de 28 años, natural de Lazcano.
Antonio Insausti Insausti, de 33 años, natural de Lazcano.
Calixto Berástegui Larrea, de 26 años, natural de Unanua.
José Manuel Garciandía Aguirre, de 26 años, natural de Echarri.
José Arbizu Meulendoneta, de 27 años, natural de Arbizu.


HACIA SAN SEBASTIAN
A las dos y media de la tarde se formó en Villafranca una caravana automovilística con dirección a San Sebastián, en la cual se transportaba a los detenidos. Iba formada por un automóvil que abría camino, un autobús donde eran conducidos los facciosos y un camión ocupado por soldados del Ejército leal a la República, que componían la escolta de los carlistas.

La noticia de esta detención corrió rápidamente por toda la provincia. Y en aquellas localidades por donde atravesaba la caravana se formaban numerosos grupos de ciudadanos para presenciar el paso de los detenidos. Principalmente en Tolosa, lugar duramente atacado por las fuerzas enemigas, la multitud fué tan compacta que imposibilitaba el tránsiot de los vehículos.

Y finalmente en San Sebastián, frente a la Diputación de Guipúzcoa, el pueblo donostiarra se agrupó en torno al camión que transportaba a los rebeldes, a los cuales, en un impulso natural y espontáneo, recriminaba por su actuación enemiga de los intereses del pueblo.

En este lugar quedaron perfectamente vigilados y desde allí serán trasladados a la cárcel de Ondarreta.



POR UN COMISARIO
Jornada de intensa lucha desarrollada en Rentería

El grupo “requeté” de Oyarzun ha tenido que retroceder en dos horas más de lo que ha avanzado en veinte. Gracias a la colaboración y hospitalidad hallada en Oyarzun las fuerzas facciosas de Navarra han podido permanecer unas horas con cierta holgura y sin que nadie les hostilizara por la poquísima importancia que en San Sebastián se les dió a los invasores de Guipúzcoa. Pero más tarde, creciéndose en su fácil victoria, ha podido desplazar sobre Rentería otros grupos aliados a la causa fascista. Hasta el extremo de que habían establecido en la industrial villa un cuartel de estacionamiento. La brutal incursión de los “requetés” y sus feroces institnos de canívales pronto se dejaron sentir por las víctimas inocentes que produjeron. Dos mujeres y un niño han sido alevosamente asesinados. Triste recuerdo para quienes han sentido de cerca las consecuencias de la barbarie desatada del fascismo en acción. Pero quizá sea la inminencia del extraordinario peligro lo que ha hecho reaccionar al pueblo renteriano. Solicitó asistencia a San Sebastián y Pasajes Reunidos unos quinientos hombres armados en total, se desataron contra sus enemigos, lanzándose en tromba valientemente, a pecho descubierto, rechazando al numeroso grupo, poniéndoles en trance de fuga, haciéndoles en la odisea varias bajas.

Como hemos dicho antes, en dos horas, los “erquetés” se situaron en las alturas de Oyarzun, dominando desde allí la población.

La tarde de ayer el paqueo sobre Oparzun fué numeroso. Una llucia de plomo acechó el pueblo todo el día. Los fuertes de Guadalupe y San Marcos, siempre fieles cumplidores de su deber, lanzaron muchas y eficaces granadas que hicieron temblar los cimientos de las casas oyartzuarras.

Mañana es posible que si Oyarzun sigue mostrándose tan favorecedora y tan hospitalaria con sus extraños invasores, sea bombardeado con más decisión.

Lamentable será tener que reducir a ruinas todo el pueblo, pero las circunstancias y la sospechosa actitud de la gran mayoría de su vecindario obliga a proceder de esta forma enérgica.

La población civil afecta al régimen, bien hará en abandonar el pueblo. Será la única forma de que se pueda saber quiénes están con la República y quiénes con la criminalidad y la dictadura.

Los unos serán motivo de todo respeto y consideración; los otros, no pueden ser otra cosa que unos cómplices y encubridores del fascismo. Que ellos carguen con las consecuencias.

De todas formas, mañana, si se le embiste al enemigo con la misma valentía y con el mismo coraje, se le rechazará definitivamente, obligándole a internarse por Belate, dirección Pamplona, para no encontrarle más en nuestra triunfal ruta.


FRACASO CARLISTA
LOS REQUETES QUE ATACARON IRUN SON RECHAZADOS BRIOSAMENTE POR LAS MILICIAS BIDASOTARRAS
Limpio de enemigos el frente irunés, las milicias acuden en ayuda de los leales de Oyarzun, donde también son rechazados los fascistas.

El miércoles de la pasada semana, día 23, se presentaron en Vera los primeros efectivos de los requetés navarros y tropas sublevadas. Ya la víspera, una pequeña columna compuesta de elementos civiles y carabineros de Irún había hecho una incursión hasta ese pueblo, pretendiendo seguir hasta Lesaca y abandonando su propósito ante la traición de la Guardia civil de Vera y del teniente de Carabineros del puesto de Echalar, quien después de acudir al llamamiento de la columna, regresó a buscar la fuerza y se pasó a los sediciosos con sus hombres, salvo algunos de ellos que lo abandonaron, insultándole por su traición y viniendo a dar parte de lo ocurrido.

Ante las noticias recibidas sobre la importancia de la fuerza rebelde que venía sobre la ciudad y, sobre todo, de los medios de que disponía, se hizo volar el puente de Endarlaza y se estableció la línea de defensa en ese punto, que fué atacado furiosamente por los sediciosos con fuego de ametralladora, cañón y aviones, sin que los nuestros tuvieran para la defensa más que los mosquetones de los carabineros y las escopetas de caza o pistolas de las milicias y paisanos. Allí se produjeron las primeras bajas, pero no logró el enemigo quebrantar la decisión y el espíritu de los defensores de Irún aun apelando a medios tan reprobables como el de violar la neutralidad de Francia, pasando a su territorio para disparar por detrás a los nuestros.

En vista de su fracaso por ese lado, quisieron intentar una maniobra envolvente subiendo por los montes hacia las crestas de Pagogaña y Erlaitz, para, de allí, entrar en la ciudad; pero allí también velaban los celosos defensores de Irún. Estos sostuvieron el ataque con la valentía propia de quien defiende un ideal arraigado, el honor de la ciudad y la vida de sus familias, rivalizando en actos de verdadero heroísmo los carabineros y paisanos. Sin embargo, a favor de la niebla lograron los enemigos acercarse a nuestras posiciones, haciendo llover sobre ellas una verdadera lluvia de fuego y metralla que nos produjeron sensibles bajas. Como hubiera sido verdadera locura pretender conservar las posiciones en esas circunstancias, se replegaron nuestros hombre a otra línea de defensa, y durante la noche se recibieron elementos de guerra consistentes en cañones y ametralladoras, que fueron inmediatamente emplazadas, formándose al amanecer una columna dispuesta a ofrecer batalla al enemigo donde fuera, con la moral elevada de quien ve acrecentados sus medios de combate. Esta columna, formada por los solos elementos de carabineros y pueblo de Irún, se puso en marcha hacia las cumbres, protegida por la artillería, y llegó a ellas sin novedad ni bajas, pues el enemigo había abandonado de noche el campo de batalla y no fué posible dar con él a pesar de las muchas descubiertas y avances que se hicieron.

Salvada la ciudad por este lado, como queda contado a grandes rasgos, nuestras tropas se han dedicado estos últimos días a ayudar a los camaradas de Rentería y de Oyarzun en su lucha contra el salvaje invasor. En estas luchas han caído bravamente otros ciudadanos, y entre ellos Agustín Goyenechea ayer en Rentería. Si hacemos mención de este compañero especialmente, es con el único fin de desmentir rotundamente los bulos infames que han circulado sobre su muerte y su conducta. Agustín, a pesar de su invalidez, tomó el fusil y se batió en varios sitios, cayendo como un valiente frente al enemigo en la subida al cementerio de Rentería. Hemos de desmentir rotundamente la falseddad ruín, inicua que se ha hecho circular, no sabemos con qué fines, de que fué fusilado por haber cometido un atraco. Tan falso es lo uno como lo otro: ni atracador ni fusilado sino un héroe más que ha producido Irún siguiendo la gloriosa tradición de la heroica villa. Descansa en paz, camarada Goyenechea.

Queremos terminar estas líneas señalando con una prueba más el salvajimos de los que se dicen defensores del orden y de la religión. Ayer cayeron unos cuantos heridos en la carretera de Oyarzun y salió un coche-ambulancia con cuatro camilleros para recogerlos. El coche, amparado únicamente por las insignas bien visibles de la humanitaria institución avanzó delante de nuestras líneas y en cuanto pasó del recodo de la carretera cayó sobre dicha ambulancia una lluvia de balas disparadas con fusiles y ametralladoras, logrando felizmente salir indemnes los camilleros, que hubieron de tirarse al suelo y volver arrastrándose a nuestros puestos, abandonando la ambulancia, sobre la que se cebó la ira salvaje de esos forajidos, que siguieron tirando durante tres horas sobre la ambulancia vacía, sin respeto alguno de las normas de guerra y de humanidad y ni siquiera a la enseña por la que dicen luchar. Estos fanáticos, dignos émulos del salvaje cura de Santa Cruz, habrán de sufrir el castigo que se merecen. Lo prometemos solemnemente todos los iruneses.




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