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Gipuzkoa 1936

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Jueves, 30 de julio de 1936

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DESPUES DE LA RENDICION
LA TRISTE ODISEA DE LOS CASHEROS DEL ALTO DE EGUIA

Caseríos en ruina, pérdida total del mobiliario y destrozos en las huertas.-El trágico fin de Miguel Alquiza.-Las navajas de Igola. Pesetas y alhajas que se llevó un capitán de Ingenieros


Cada hora que pasa salen a la luz nuevas facetas de esta lucha durísima que hemos vivido durante unos días interminables y que por muy diversos que sean los acontecimientos que todavía nos reserve el Destino, no bastarán para borrarlos de la memoria.

Dispuestos a trasladar al público cuantos detalles puedan perfilar con mayor firmeza de líneas la trágica intentona fascista que en tan grave peligro pudo poner la vida de España, quisimos recoger un aspecto rural de la contienda subiendo ayer a los caseríos del alto de Eguía, en la parte trasera del cementerio, donde con tan gran intensidad se ha desarrollado estos últimos días la lucha por parte de los soldados rebeldes y las bravas milicias del Frente Popular.

A pesar de haber transcurrido más de treinta horas desde la rendición de los cuarteles, en varios caseríos todavía no han vuelto sus moradores. La mayoría tuvieron que ser abandonados el viernes de madrugada, desparramándose los “casheros” por Alza, Astigarraga, Hernani, etc.; en fin, allí donde encontraron personas amigas o parientes.


“TXURKOENE”
Es el primer caserío que visitamos. Situado en la confluencia de la carretera que viene del cementerio y el camino que parte de Aldapaberri hacia arriba, era un edificio de acusada arquitectura vasca de caserío. Su entramado de madera figuraba como modelo entre los de su clase. Ahora ya no servirá mucho. Tomado unas veces por los soldados y otras por las fuerzas leales, sirvió de fortín a ambos bandos y, naturalmente, recibió las consecuencias de su estratégica situación.

La fachada y paredes laterales están acribilladas a balazos. La parte Oeste tiene un enorme boquete abierto por un proyectil de cañón disparado desde Loyola. Y en su interior es un puro desastre. Los tabiques están derrumbados, habiendo caído los cascotes sobre el mobiliario, que aparece destrozado por completo. No podrá aprovecharse ni un solo objeto. Camas, armarios, aparejadores con toda la vajilla, todo el ajuar casero está perdido por completo.

Habitaban el caserío dos familias: la de Juan Echeverría y la de José Zapirain. Unicamente ha quedado con menores daños la parte baja, en la que está el ganado. Este sufrió solamente la pérdida de un caballo, muerto de un tiro.

Encontramos a Juan Echeverría tratando de desescombrar su vivienda. Nada hay que recuerde ni remótamente que aquello era habitación de personas. El pobre “cashero” y su familia han quedado tan sólo con la ropa puesta que llevaban al huir.

-Ya ve –nos dice-: todo perdido, todo. Y lo que más siento, la ropa de boda del matrimonio. ¡Hasta “un gabardiña” nueva, de 25 duros que compré el año pasado!

Idénticas lamentaciones se escuchan en la parte correspondiente a la familia Zapirain. Las dos familias, laboriosas, ajenas a cuanto signifique política y muy apreciadas en la barriada, se ven ahora en la triste situación de rehacer por completo su hogar por causas en las que no tuvieron la menor intervención y a la que les ha llevado unos señores que, según ellos, iban a levantar España...


“MOSCOTEGUI”
Ha sido este hermoso caserío el que ha llevado la parte más lamentable de la tragedia. Su sola visión pone ya congoja en el ánimo, tal es la situación de enormes destrozos que me aprecian al exterior. Pero la tristeza, honda, callada y constante está dentro.

Miguel Alquiza, joven de 27 años, hijo del caserío y queridísimo en aquella zona, no podrá contar a nadie su odisea. Al ocupar los soldados la casa, pidió permiso para ir a recoger hierba. Concedido, a poco de abandonar el caserío, recibió un tiro por la espalda, cayendo gravemente herido. Una agresión canallesca, sin justificación ni disculpa posible.

Josefa Odriozola, segunda esposa del colono de “Moscotegui”, José María Alquiza, nos refiere sus angustias al conocer la situación de su hijo. Era el viernes, al volver de visitarle en el Hospital, donde la habían amputado una pierna cuando ya la madre no pudo llegar a casa. Los soldados la interceptaron el paso. Suplicó, rogó, hizo ver la necesidad de unirse a sus familiares, pero todo inútil. Desorientada, al saber que su casa había sido abandonada por el esposo y los hijos, emprendió una triste peregrinación por los caseríos conocidos, creyendo encontrar en ellos a los huídos. Todo en vano. Al fin, vencida, quedó en “Etxeberri”, caserío de Alza, sin tener noticias de los suyos.

Días después, un hijo llegó hasta donde se encontraba Josefa Odriozola. La familia se había refugiado en Astigarraga. Inmediatamente de ver a su hijo, Josefa quiso venir con él a San Sebastián para visitar al herido. Y fué entonces cuando conoció la horrible verdad. Desde Astigarraga, alguien de la familia había venido por Ayete a la ciudad, enterándose en el Hospital de la noticia del fallecimiento de Miguel Alquiza el sábado pasado.

Josefa Odriozola llora sin consuelo. El patético cuadro adquiere caracteres más acusados en aquellas habitaciones desmanteladas, con los tabiques destruídos, los muebles terriblemente acribillados a balazos, sin cristales las ventanas y con enormes boquetes en las paredes.

-Todo esto –nos dice la pobre señora- tendrá arreglo algún día. Pero Migueltxo, ese ya no lo veremos más...

Consolamos como podemos a la apenada madre. Realmente, nuestras frases no están ni pueden esar a la altura terrible de las circunstancias. Con la madre hay varios hermanos, a quienes sólo se oye citar el apellido Rebollar. Al parecer, este alférez de Ingenieros tiene para ellos gran parte de culpa en su desgracia. Ellos, testigos de las andanzas de los soldados durante varios días, sabrán el fundamento de su acusación.

No sólo la parte de fábrica y mobiliario con las ropas es lo que ha sido destrozado. Con los muebles y ropas han desaparecido dienro y modestas alhajas de familia, algunas muy estimadas por sus poseedores. Así nos citaban amargamente la desaparición de una cadena de oro; “De la comunión de la hija era, ¿sabe?”

También sufre la gente de “Moscotegui” la pérdida de un caballo. En cuanto al ajuar, bastará con decir que únicamente hay aprovechable un armario y una cama.

Consignemos por último la maldad de quemar innecesariamente seis metas de hierba, tan sólo por la excusa de que restaban visibilidad a las ventanas del caserío en donde se habían hecho fuerte los rebeldes.

“LORENCIENE”
Forman este caserío dos edificios próximos y que se distinguen con los nombres de “Lorenciene-aundi” y “txiki”.

A pesar de estar a diez metros de “Moscotegi”, los destrozos han sido definitivamente menores. La feliz circunstancia de estar en la parte que da a los cuarteles, ha salvado a “Lorenciene”, pues los soldados se adueñaron de “Txurkoene” y “Moscotegui” por dominar desde estos caseríos la parte del cementerio por donde llegaban las fuerzas del Frente Popular.

La familia Echeveste, de “Lorenciene-aundi”, tenía un hijo, llamado Ramón, soldado de cuota en los cuarteles. Gracias a esto se ha salvado el ganado de muchos de estos caseríos, pues desde el primer momento en el que fueron abandonados estos edificios, este muchacho se ocupó en dar pienso a los ganados, evitando así su falta de alimento.

La familia Echeveste nos recibe con gran contento. Para ellos, lo importante es que su hijo está ya con la familia y no paran mientes en las pérdidas sufridas estos días. La huerta está muy castigada. Los árboles frutales presentan los desgarres de infinitos balazos. Faltan en casa multitud de ropas y varios colchones. Y más de cien gallinas desaparecieron del corral. Pero todo ello, que en otra ocasión hubiera sido muy digno de tener en cuenta, ahora parece insignificante. La alegría borra todo, y lo cierto es que, al regresar la familia al caserío después de varios días de infinita zozobra, el hijo está allí.

-¡Y “lisensiar” y todo disen que el han hecho! –apunta gozosa la “etxekoandre”...

* * *

“Lorenciene-txiki” tiene poco destrozo. En el tejado, algunas granadas han producido los consabidos boquetes que el colono se ocupa en reparar. Como todos los demás “casheros”, éstos también tuvieron que huir apresuradamente.

-¿Y usted también corría? –interrogamos a una animosa “amona” de 78 años, llamada Josefa Larrañaga.
-¿Qué remedio? Cuarenta y tantos años en el caserío y nunca nos había pasado cosa parecida.


“UDARABERRI”
Esta finca aparece cerrada. Sin embargo, su garaje está destrozado y abierto. La parte de campo tendrá, naturalmente, los destrozos que son comunes a esta barraida.

“ETXETXO”
Aquí encontramos nada más que a los hombres y la “etxekoandre”. Las mujeres jóvenes faltan todavía. Todos se encuentran trajinando, dedicados a la limpieza. Nos cuentan las pérdidas sufridas. Los días que no han podido bajar a San Sebastián suponen un centenar de pesetas de venta en la plaza. Unos setenta litros de leche tenían que ordeñar diariamente para arrojarlos después.

Y luego, desde el viernes que han faltado del caserío, el ganado no ha sufrido perjuicios gracias al vecino Ramón Echeveste. Pero, en cambio, en la huerta están diez gallinas menos y en casa faltan ropas, tres pares de zapatos y uno de botas.


“IGOLA”
Miguel R. Zabalza es un simpático navarro de Leiza, que por el mucho tiempo pasado en América habla con modismos argentinos y ha perdido casi por completo el acento navarro. Se encuentra en el caserío en compañía del criado, sin que hayan regresado todavía su esposa y las dos hijas.

Según va recorriendo armarios y desvanes, echa de menos cosas que aumentan sus lamentaciones. Todo está en tremendo desorden y parece imposible que aquello pueda volver a ponerse en forma habitable.

Miguel E. Zabalza, tuvo que huir casi sin vestirse. Al volver se ha encontrado con las fachadas agujereadas por diferentes partes y todas las ventanas obstruídas con sacos. Catorce quesos recién colgados de un madero han pasado a mejor vida. Lo mismo que abundante cantidad de patatas, sidra y un vino navarro del que nos hace tantos elogios que no tenemos más remedio que comprobar su exquisitez. De este vino han vaciado quince botellas y unas cien de sidra. Peras, alubias, todo cuanto había en el caserío, sirvió de excelente despensa a los soldados.

Pero no son estas menudencias las que desesperan a Zabalza. También le faltan un reloj de oro con cadena, tres navajas de afeitar y un buen trozo de cuerda nueva. Y eso, sí, caramba. Eso ya le duele.

-¡Fíjese qué barba más dura tengo! Y tenía en más estima esas navajas... También ha desaparecido una marmita de unos doce litros con el número 1.028. Pero lo que siento es las navajas. Los quesos, la patata, la sidra, no me importa. o ya sé que los chicos tenían que comer. Pero el reloj y la cadena de oro, ¿para qué llevaron?
-Con el fin de que se entere de algo de lo ocurrido estos días en la provincia le ofrecemos un número de FRENTE POPULAR.
-¿Periódico? Para leer estoy yo. Trabajar es lo que hace falta.

Nos despedimos de este buen hombre, que nuevamente rinde elogio al vino navarro tan cuidadosamente seleccionado para su bodega. Y cuando llegamos a la puerta, como última recomendación nos recuerda.

-Por favor, digan ustedes que me devuelvan la marmita, que estará por algún caserío de aquí cerca.Y sobre todo, si alguien encuentra mis navajas, que es lo que más siento de todo lo desaparecido. ¡Mire qué barba tengo tan dura!


“TUNIS”
Los inquilinos del primer piso de los dos de este caserío no están en casa. Antonia Eceiza Larzábal, vecina del segundo piso, está llorando al tiempo que da de comer a las gallinas. No sabe lo que faltará a los del primer piso. Supone que habrán perdido unos nueve cerdos. Pero ella tiene también motivos para entristecerse.

A parte de la consabida verdura y gallinas, Antonia, que es recién casada, ha perdido dos libretas, una a su nombre y otra al de su marido, José Juan Peña Lerchundi. En una de las libretas había 250 pesetas en billetes. También robaron la cartera de Juan José Peña, conteniendo 800 pesetas. Y las menudas y queridas alhajas familiares, los anillos de boda, otro de sello, pendientes de oro, etcétera. Aparte de calcetines, alpargatas, cuanto sea útil y aprovechable. Un verdadero squeo.

Las libretas y el dinero lo cogió un oficial de Ingenieros. La mujer no sabe el nombre, pero nos indica que lo conoce el casero de “Zamarra”, caserío inmediato. El oficial recogió el dinero diciendo que lo llevaba para que no lo robasen los del Frente Popular. ¡Y el caso es –nos dice llorando la “cashera”- que ahora nos han dejado sin un céntimo!


“ZAMARRA”
El casero de “Zamarra”, José Azpiazu, es el único que ha permanecido todos los días en su posesión. Le retuvo en casa la enfermedad de su mujer, en cama desde hace seis meses, lo que imposibilitó la huída. Tuvo que quedarse el matrimonio en el caserío, huyendo los demás familiares.

De aquí se llevaron los soldados una gallina, vajilla, tres cestos de patatas, uno de vainas y otras verduras.

Le interrogamos por el nombre del oficial que se apoderó del dinero de la casera de Tunis. No titubea un momento.

-Capitán Gutiérrez –dice- llevar al cuartel hizo par que no robasen paisanos.


“SIBILI”
En la parte del monte que da a Ategorrieta están “Sibili-aundi” y “txiki”. El primero apenas ha sufrido daños. Tan sólo algunos muebles dañados por los balazos.

No así “Sibili-txiki”, casa de vecindad en la que habitan tres familias, dos de ellas castellanas. Por eso nos soprende que, después de escuchar a tantos caseros expresarse dificultosamente en castellano, una mujer de edad nos diga:

-Aquí sí qu ehemos pasado. De poco más, “se fini”...
Y tenía razón la mujer. El caserío era hostilizado por dos lados. De una parte, los soldados de Moscotegui; y por abajo las fuerzas leales que ascendían por Ategorrieta. Todas las habitaciones de la casas han sido atravesadas por las balas. Los muebles, ropas y menaje muestran las huellas y desgarros producidos por los disparos. Durante tres días la vecindad permaneció encerrada en una cocina de la parte baja. Había 22 personas, de ellas catorce niños, el mayor de 14 años. A pesar de estar “Sibili-aundi” a escasísimos metros, no podían ni llegarse a este caserío por leche para los pequeños.

Ahora, ya sin peligro, la chavalería pulula por los alrededores del caserío entretenida en los juegos infantiles que suspendieron durante tantas horas bajo la amenaza de las balas de los dos bandos.

Viendo tanto impacto en las paredes interiroes, se comprende la verdad de la pintoresca exclamación de aquella mujer: “De poco más se fini”.

* * *

Esta es, expuesta lo más fielmente posible, la impresión óptica de nuestra visita a los caseríos de la parte alta de Eguía, hasta hace pocos días en paz y tranquilidad completa y hoy turbados por angustias que muchas serán pasajeras, pero otras quedarán imborrables, como la de la desgraciada familia de “Moscotegui”...


ORGANIZACIONES DEL FRENTE POPULAR
LA OFICINA DIPLOMATICA INSTALADA EN EL “NAUTICO”

Guipúzcoa es desde hace muchos años, tierra favorecida por el turismo extranjero y en nuestro solar hemos visto florecer y prosperar industrias que llevan el nombre de emprendedores súbditos de países europeos.

La especial situación geográfica de nuestra provincia, su categoría de estación veraniega, atraen a ella infinidad de turistas extranjeros, a muchos de los cuales ha sorprendido en San Sebastián y en los pueblos costeros este movimiento subversivo, exponente de los apetitos militares y de las locas fantasías de fascistas y carlinos.

Al alterarse por esta causa el ritmo normal de nuestras playas, quedaban aquellos súbditos extranjeros expuestos a cualquier contingencia desagradable, cosa no de extrañar, dado lo anormal de la situación. Sin embargo, el FRENTE POPULAR, el único que en todo momento ha tenido clara conciencia de la responsabilidad de España ante el mundo civilizado, ha puesto los medios a su alcance para salvaguardar, no sólo las vidas, sino también los intereses de quienes no eran nuestros connacionales y que, encontrándose accidentalmente en esta tierra, debían, por aquel carácter y esta circunstancia, ser doblemente protegidos.

Con idéntica presteza que en los demás organismos, la Cultural Deportiva Obrera se incautó del edificio del Club Náutico de nuestra ciudad, montando una oficina diplomática o de embarque, en la que jóvenes deportistas proletarios realizan una labor que está mereciendo unánimes elogios por la exquisita corrección y la admirable actividad desplegada al servicio de los extranjeros, a quienes han sorprendido los sucesos de estos días en Guipúzcoa.

Cuando la juventud guipuzcoana presta su generosa y decidida colaboración a la causa republicana, no podía faltar el esfuerzo de la masa deportiva, situada en la vanguardia de las milicias del pueblo y en diferentes dependencias burocráticas del Frente Popular. Y allí, en el Club Náutico la Cultural Deportiva Obrera ha instalado la oficina de embarque, donde se atiende convenientemente a los extranjeros que desea trasladarse a su país. Con sumo cuidado, aunque con escrupulosidad, procurando causar un mínimo de molestias a los extranjeros, se lleva a cabo el despacho de los grupos que embarcan en los distintos barcos que llegaron con tal fin a nuestra bahía, y hemos podido observar en diversas ocasiones la excelente impresión y el agradecimeinto de los súbditos extranjeros por las facilidades que se les presta al abandonar Donostia, la mayoría de ellos con gran sentimiento, por estar muy vinculados a la vida guipuzcoana.

El Club Náutico viene a constituir en estos momentos una especie de misión extranjera, en la que se congregan los extranjeros próximos a embarcar, al estilo de las que se establecieron en otros países en análogas circunstancias.

En ella, los extranjeros, sintiéndose más resguardados, esperan la salida del barco, contemplando la belleza, ahora serena, de nuestra bahía, que contrasta con la agitación de algunas poblaciones españolas.

Desde que se alteró la vida normal de Guipúzcoa hasta el momento, han visitado San Sebastián dos buques alemanes, tres ingleses, un norteamericano y el francés, que viene diariamente, para regresar a la vecina República a las pocas horas.

Hasta hoy, los elementos de la Cultural Deportiva Obrera han facilitado el embarque de unos mil quinientos extranjeros. Durante los primeros días de rumores y bulos alarmistas propalados por los interesados en crear en España un lamentable estado de cosas, el trabajo en la ofician de embarque fué intensísimo. Los elementos de la Cultural Deportiva Obrera tuvieron que atender la demanda de numerosos extranjeros que, apresuradamente y alarmado, querían abandonar San Sebastián. Pero al recobrar paulatinamente la ciudad su aspecto normal, el número de extranjeros que embarcan ha ido disminuyendo, y ya son contados los que llegan al Club Náutico con tal motivo. Ayer pudimos comprobarlo a la hora de salida del barco francés.

Entre los embarcados hubo algunos súbditos españoles con residencia habitual en el extranjero, que pasaban la temporada veraniega en Guipúzcoa al lado de sus familiares y han querido reintegrarse a sus ocupaciones en los respectivos países donde residen.

Desde luego, quedan bastantes extranjeros en Donostia. Muchos de ellos rsiden entre nosotros desde hace muchos años y que conocen perfectamente las características del pueblo guipuzcoano, en el cual se sienten bien resguardados y donde se les considera poco menos que como paisanos nuestros.

Todos los súbditos extranjeros que han pasado por la Oficina que el Frente Popular tiene establecida en el Club Náutico, así como los repreentantes diplomáticos de los distintos países que por razón de su alto cargo han tenido que ponerse en contacto con aquella organización, hacen los mayores elogios de la corrección de los camaradas que la integran y han testimoniado su agradecimiento por las atenciones guardadas en todo momento para con los ciudadanos extranjeros.

FRENTE POPULAR se complace, una vez más, en hacer públicos esos elogios y felicitaciones por el valor que tienen en boca de altas personalidades y distinguidos representantes del Cuerpo diplomático y consular.


FUGITIVOS DE PAMPLONA
AL HABLA CON LOS GUARDIAS DE ASALTO AMATRIA Y AZCARATE
“A las derechas, armarlas, a las izquierdas, acogotarlas”. El socialista Osácar, víctima de la reacción.-El asalto a Izquierda Republicana.-Esperando el momento de la lucha

AMANECER DEL DOMINGO, 19
Madrugada del sábado al domingo, 19.

Angel Amatria, bravo guardia de Asalto con cara de niño rubio, no las tenía todas consigo. En cumplimiento de una misión que se le había encomendado –juntamente con el cabo del Cuerpo Alejandro Daoz y cinco números más- se encontraba en la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona. La capital navara, con cautela jesuítica, iba desperazando paulatinamente sus garras cavernarias... La reacción había dado ya la consigna:

-¡Al ataque! ¡Contra la República; y por el rey, la tradición y el fascismo!

El coronel Beorlegui, a quien, en mala hora, respetaron la vida, en Jaca, los hombres de Fermín Galán, conversaba por teléfono. Amatria, con la mosca dándole en la oreja terribles picotazos, pudo oír perfectamente lo que sigue:

-¡Nada, nada! A las derechas armarlas; y a las izquierdas, acogotarlas.

(Muy de “ellos”, lector, la expresión; y, para “inter nos”, muy cristiana la intención).


DOS CORAZONES REPUBLICANOS
Amatria, que comunicó sus inquietudes a varios íntimos, se alzó, desde aquel momento, en rebeldía, contra la rebeldía de los facciosos. Abandonando a los de su Cuerpo, se dirigió a su domicilio, despojándose del uniforme y del armamento. Su familia –padre y siete hermanos-, solidarizada con él, dióle toda suerte de alientos. Se dirigió, seguidamente, al Cuartel, entrevistándose con el capitán Atauri.

Hubo entre ellos un diálogo como éste:

-¿De paisano?
-¡De paisano!
-¿Y ellos?...
-Mi dignidad no me permtie seguir vistiendo el uniforme. Navarra ha proclamado el fascismo y mis sentimientos republicanos y democráticos no son compatibles con él.
-Renuncie el cargo.
-Renunciado.
-Entregue el armamento.
-Lo tengo en csa. Vayan por él.

Hasta aquí era el capitán Atauri quien dialogaba. Luego, el capitán dejó franco el paso al ciudadano sincero; y sintiendo su corazón liberal batir al unísono del de aquel subordinado que, de modo tan claro, expresaba su incompatibilidad con los facciosos que comenzaban a alzarse, tendió la mano a Amatria y le dijo:

-Haces bien, muchacho. Huye de aquí, cuanto más lejos, mejor. Y que la suerte te acompañe.

* * *

El capitán de Asalto don J. Atauri fundó el grupo radical-socialista de Estella. A los dos días de iniciarse la subversión, fué detenido, y preso se encuentra en estos momentos.


LAS INIQUIDADES COMETIDAS CON EL SOCIALISTA OSACAR
Antes de abandonar Pamplona, algunos hechos de que fué testigo tuvieron la virtud de soliviantar hasta la indignación el ánimo de nuestro hombre. Referiremos estos hechos antes de continuar la narración de la odisea de Amatria.

El domingo, a las siete de la mañana, presentóse en el domicio que en Pamplona –calle del 2 de Mayo- tiene el dirigente socialista, compañero Osácar, una numerosa partida, uniformada, de carlistas y fascistas; preguntaron por él, e invadiendo sus habitaciones, lo sacaron a viva fuerza tal como se encontraba en aquellos momentos: camiseta y calzoncillos, por única ropa.

Osácar, hombre de unos sesenta años, resisitió con serenidad los malos tratos de palabra y obra de que le hicieron víctima aquellos verdugos, cuya cobardía no supo tener en cuenta la avanzada edad del dirigente socialista.

Seguidamente, lo metieron en un coche y desaparecieron con él.

Y, hasta el momento presente, nada se sabe del consecuente camarada Osácar.


ASALTO A IZQUIERDA REPUBLICANA
Las hordas del ex-general Mola irumpieron aquella misma mañana en el domicilio de Izquierda Republicana –Plaza del Castillo o de la República-, instalando en él su cuartel general.

Previamente se apoderaron de una matrona simbólica que en dicho local había, así como de un retrato de don Manuel Azaña y otros objetos, lanzándolos a la calle y destruyéndolos sañudamente.


DE PAMPLONA A SAN SEBASTIAN
A las seis y media de la tarde del domingo, 19, huyeron de Pamplona, en busca de otros horizontes menos cerriles Angel Amatria y su compañero de Cuerpo, Jesús Azcárate.

¡Qué odisea la de estos dos hombres! Larga y penosa, como el simbólico calvario de Cristo.

Sorteando infinitos peligros, pudieron hallarse en Ortiz, villa situada a 15 kilómetros de Pamplona. En Belate hicieron noche esperando inútilmente, el auto de un simpatizante. Al cabo, lograron puesto en otro vehículo, haciéndose pasar por contratistas de obras.

En Almandoz les paró la Guardia civil, cuyos representantes, muertos de miedo, hablaban ya de la inmediata llegada de una columna republicana de unos 1.500 hombres.

Nuevo alto en Irurita. Ahora son los Carabineros quienes les detienen. No saben mentir. Solicitan una entrevista privada con el teniente. Este les dice:

-Lo que hacéis es una locura. El movimiento no es fascista, sino republicano y muy republicano.

El sargento es el único que está en lo cierto:

-No, mi teniente, no; el movimiento es fascista, y bien fascista.

Final. Los caballerosos carabineros dejan partir, tras una sentida despedida.

Ya están en Hendaya. El comisario francés les asegura que en Guipúzcoa ha triunfado, también, el movimiento subversivo. Y les dan cuenta del paso por aquel lugar del gobernador civil de Navarra señor Menor.


HERMANOS DE LUCHA
Luego de haber resuelto satisfactoriamente otro inconveniente que se opuso a su paso en Irún, Amatria y Azcárate pudieron ponerse en contacto con el Comité irunés del Frente Popular.

Amatria y Azcárate cenaron en el Easonense participando, sin consecuencias para ellos, en el ataque al Gran Casino, en la toma del Cristina y en las operaciones de las cercanías del Cementerio.

En esta última operación, Amatria sufrió un percance, no de importancia, por fortuna; sobre sus piernas cayeron unos sacos terreros, originándole doloroso magullamientos que le tienen, de momento, alejados de la lucha activa. Por esas calles, singularmente en la parte vieja, le habrán visto los lectores: con su cara de niño grande y sus andares torpes que se ayudan de un bastón. Al hombro, un correaje negro, reluciente: con una hermosa pistola. Ayer nos decía:

-No me separaré de ella mientras viva...

Ambos, Azcárate y Amatria, desean vivamente el momento de marchar sobre Pamplona y tomar cumplida justicia de los malos ratos que les han hecho pasar los facciosos.

Y abrazar, el primero , a su esposa y sus dos hijitos; y el segundo a sus padres y hermanos.


FRENTE POPULAR
Se reparte gratuitamente en los Centros políticos, a los afiliados respectivos.


NAPARRAK GU MENDERATU NAIEAN
Itxi dezaizkiegun bideak

Erriaren kontua bizitzea baizik egiten ez duten, gudari nagusiak erriaren kaltez eta erria beren naietara jarri naiean dabiltza. Ba-dituzte laguntzalleak. Jaungoiko bakartzat dirua dutenak dira laguntzalle oiek. Eta Naparroa iek menderatua daukatelarik, napar asko era laguntzalle dituzte.

Napar oiek ordea ez dira Naparroa menderatzeaz bakarrik asetzen Gipuzkoa ere menderatu nai luteke ta an-emen agerraldiak egin dituzte. Ez datoz, ez, apal antza gu adixkidetasunez beren esanetara jartzea. Asmoz zamaturik guri guda egitera, gu gerran jartzera, atoz. Merez! Bezelako arrera egin bear diegu beraz. Gipuzkoa aspaldi azkatu zan jauntxoen eskuetatik eta azke izan nai du aurrera ere. Eta naparren nagusitasuank jauntxokeria lekarkiguke. Bideak itxi bear dizkiegu, ba, naparra. ¿Nola? Ona itz gutxitan.

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Gure egitekoa beraz: lenengo, beñere baño euskaldunago iraun; bigarren, agintarien esanak zintzo bete; irugarren, gure betiko asmoak alde bat une batez ere utzi gabe, gaurkoz dakogiguna egin.

Eta emen zerbait danetan beti gertatzen dan bezela baserritarrak ditugu orain ere kaltedun. Ataun, Lazkano, Oiartzun eta beste erri batzuetakoak zerbait esan dezakete. Karlistei “zor” izango dizkie “mesede” oiek, napar karlistei, beren etxeak antolaturik ba-leuzkate bezela gipuzkoar etxe paketsuak negarrez betetzera datozen napar karlistei.

Gertu gipuzkoar maitea napar oiek uxitzeko.


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