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San Sebastián, 1 de Septiembre de 1936
INTERESANTES MANIFESTACIONES
LO QUE CUENTA EL LEGIONARIO MANUEL CENTENO DE SU PERMANENCIA EN EL CAMPO REBELDE
La inmensa mayoría de los legionarios desean desertar o pasarse a los leales. La terrible vigilancia que se ejerce sobre ellos se lo impide y sólo tienen ocasión de conseguirlo cuando tienen cerca la frontera. Sin comida y con poca munición. Idéntico espíritu en los soldados y muchos oficiales. La eficiencia combativa de los moros. Puede decirse que las fuerzas de la Legión han sido destruídas en su mitad
Cruzaron el estrecho en trimotores alemanes
EN LA SALA DE MEDICINA
En el hospital militar se encuentra, desde hace tres días, un legionario que, después de haber pasado a Francia, entró en España y ha sido trasladado a San Sebastián y hospitalizado en la sala de Medicina de este centro benéfico.
En la tarde de ayer lo visitamos para que nos facilitara información relativa a su llegada a España y a cuanto viene sucediendo en el campo enemigo.
El legionario, que se llama Manuel Centeno, de treinta y un años de edad, y es natural de Delantadilla de Pisuerga (Palencia), nos dijo que llevaba seis años enrolado en el Tercio, y atendiendo a nuestra invitación, a la que antecedió un encarecido ruego de que no exagerara en nada de lo que nos fuera a decir, y pecara más bien de corto que de largo, nos hizo las siguientes manifestaciones:
-La rebelión militar comenzó en Africa antes de lo que generalmente se ha supuesto. A mediados del mes de junio las fuerzas del Tercio y otras militares y de Regulares indígenas pertenecientes a las Comandancias de Ceuta y de Melilla fueron concentradas en el llamado Llano Amarillo, en cuyas inmediaciones, ya cercana la zona del protectorado francés, hay una mina de plata en explotación. Nos extrañó esta concentración y suponíamos que sería motivada por alguna cuestión de guerra; pero se desvaneció este pensamiento cuando vimos que se nos dedicó a trabajar intensamente en la construcción de una pista.
Pocos días después el Tercio fué concentrado en Targuist, dentro de los cuarteles que allí existen, y rodeados éstos por los tabores de Regulares. Entonces comenzamos a comprender que algo raro sucedía, y no podíamos reaccionar contra ello, pues teníamos encima el peligro inmediato y seguro de los Regulares, que no tienen para el Tercio ni para las demás fuerzas ninguna simpatía.
Ya a fines de julio, la casi totalidad de estas fuerzas fuimos hacia la parte de Las Torres, que es una bahía natural, situada a unos setenta kilómetros de Villa Alhucemas, y entonces fué cuando supieron que iban a ser embarcados y trasladados a España, donde se decía, aunque no de una manera oficial, que había estallado un movimiento revolucionario.
Centeno ignora qué pudo pasar en el mando o qué circunstancias impidieron que el embarque se realizara; lo cierto es que pocos días después eran trasladados a Melilla, en cuyo puerto tenían que embarcar.
Ya entonces se produjo un hecho que llamó la atención de la tropa, y fué el fusilamiento del general Romerales, jefe de la Comandancia de Melilla. Las razones en que se fundamentaba esta ejecución eran las de que el general se había rebelado, negándose a que se efectuara el embarque. Por idénticas razones fué fusilado también el teniente coronel jefe del Tercio, cuyo nombre desconoce el informante, pues era un jefe de nuevo nombramiento y había llegado hacía unos días a Africa para posesionarse del cargo que desempeñaba.
Pasaron varios días más, y tampoco se efectuó el embarque en Melilla. En vista de ello hubo un nuevo movimiento de fuezas, y partieron todas ellas con dirección a Ceuta, nuevo puerto designado para el embarque que tanto se venía anunciando.
El resultado de este movimient de fuerzas fué exacto al anterior. No hubo embarque, sin saberse las razones, aunque por lo sabido después supone que fué por temor a la actuación de los barcos que vigilaban el Estrecho.
Ya para aquella fecha comenzaron a saber las fuerzas que no se las llevaba a España para combatir contra un movimiento revolucionario, sino en favor de una rebelión militar.
Podrá parecer raro que las tropas del Tercio y aun las peninsulares, que no eran muchos, aceptaran los hechos sin mayores consecuencias. Pero, aparte el rígido espíritu de la disciplina miltiar, había dos antecedentes que tenían que influir de modo notable en todos. Primero, el que las fuerzas del Tercio estaban siempre rodeadas de Regulares y sin libertad de movimientos. Segundo, el procedimiento seguido con el general Romerales y el teniente coronel del Tercio, indicador de lo que se haría con el primero que desobedeciera o intentara rebelarse.
Desde Ceuta pasaron las fuerzas a Tetuán, que ha sido el punto de partida de todas las que procedentes de Marruecos han llegado a España.
En los aeródromos de aquella población africana había concentrados numerosos trimotores de pasajeros, todos ellos aparatos alemanes. También había muchos otros aparatos de bombardeo italianos.
Utilizando los trimotores de pasajeros, en cada uno de los cuales eran embarcados 25 hombres, cruzamos los legionarios el Estrecho.
Los de la segunda Bandera, que es a la que yo pertenecía, salimos de Tetuán el día 11 de agosto y llegamos en vuelo directo, unos hasta Jerez de la Frontera y otros a Sevilla.
Por este procedimiento han salvado el Estrecho fuerzas del Tercio, dotados de fusiles, ametralladoras y fusiles-ametralladoras. De la misma forma pasaron Regulares indígenas con armamento similar al de la Legión.
Por lo que a mi Bandera respedcta, no hemos actuado conjuntamente con los Regulares, y parece ser que así se ha hecho en otros sitios.
Desde Jerez y Sevilla las fuerzas de la segunda Bandera marchamos a Los Santos de Maimona, de donde pasamos a Mérida, y en camiones, con un fuerte convoy, seguimos hasta Cáceres, donde la impedimenta fué embarcada en un tren que nos llevó a Salamanca. Desde este punto a Medina, y luego a Valladolid, en cuyo punto fué descargado el convoy.
Dos o tres días después las fuerzas de la segunda Bandera salieron para el frente de Somosierra, donde de madrugada fueron lanzadas al combate. Tuvimos en el primer momento nueve bajas; pero era tan terrible el fuego que hacían las milicias, que tuvimos que retroceder, y no hubo manera posible de reanudar el ataque iniciado.
Al día siguiente pasamos desde Somosierra a Burgos, donde fuimos revistados por el ex general y jefe rebelde Cabanellas, siguiendo después viaje a Pamplona, en que descansamos un día. Tras este breve descanso partimos hacia el Norte, concentrándonos en un pueblo que me parece se llama Lesaca, y a través de monte nos llevaron al frente de Irún.
Este mismo día entramos en combate y su iniciación nos fué favorables, porque tomamos la primera avanzadilla teniendo tan solo una baja. Este fué el único momento favorable en la lucha, porque al realizar un ataque para tomar la segunda avanzadilla, no solamente fuímos rechazados violentamnete, sino que dejamos cincuenta hombres sobre el terreno. Reagrupadas las fuerza se fué a un segundo asalto, con resultados idénticos, pues se perdieron otros cincuenta o más hombres, la mayor parte de ellos de la 14 Compañía.
Este fué el momento que en unión de otros tres compañeros supimos aprovechar. Al retroceder bajo el fuego violentísimo de las fuerzas irunesas, caminamos unos dos kilómetros al abrigo del fuego que hacía un cañón faccioso, y corriéndonos por la ladera del monte llegamos hasta el río, nos tiramos al agua y pudimos ganar tierra francesa.
Por detalles que pude adquirir mientras estuve en territorio extranjero, calculo que han desertado hasta aquel momento alrededor de cuarenta legionarios, y en lo relativo al número de bajas que ha sufrido la segunda Bandera, basta juzgar con que en los solo dos asaltos en que tomé parte quedaron más de cien hombres sobre el terreno; y, por lo que he sabido después, ha habido otros nuevos asaltos con resultado tan desfavorable para los facciosos como aquellos.
ESTADO DEL ESPIRITU DE LOS LEGIONARIOS
Preguntamos a Manuel Centeno cuál era el espíritu entre los legionarios, y si no habían encontrado antes ocasión de desertar o levantarse contra los rebeldes.
Esto –contestó Centeno- es más fácil decirlo que hacerlo. Hay que considerar que nos ponen en la lucha en vanguardia, y detrás de nosotros van los oficiales y elementos fascistas, pistola en mano. En esta situación, con la muerte segura en la retaguardia, va uno a correr el albur de escapar con vida en el ataque, esperando todos el momento de que la lucha se libre en zona fronteriza para aprovechar la ocasión primera, como hemos hecho muchos, y escaparnos.
-Pero –le preguntamos-, ¿no hay manera de que cuando avanzan los legionarios cien o doscientos metros, se vuelvan contra los facciosos y cierren a tiros con ellos?
-Para eso –nos dice Centeno- sería preciso que estuviéramos de acuerdo; y tenga presente que se nos vigila de forma constante; no podemos reunirnos, y aun cuando pudiéramos llegar a un acuerdo, en ese caso que usted dice quedaríamos en inferioridad numérica ante los rebeldes, sufriendo sus tiros de frente y los de los leales por detrás. Es decir, otro caso de muerte segura sin rendimiento alguno.
Por estas circunstancias, y a pesar de las terribles bajas sufridas por la Legión, los que la componen, puede asegurarse que en su casi totalidad, están avizorando siempre la ocasión de desertar o pasarse a las fuerzas leales.
Para que se hagan ustedes perfecto cargo de cómo se nos azuza y se nos vigila, en los ataques de Irún y los dos combates en que yo tomé parte, en tanto que avanzábamos las fuerzas del Tercio teníamos a retaguardia a fuerzas de Infantería, cuyo espíritu es también muy decaído, y, en cambio, los requetés estaban corridos en grupos hacia la parte de la frontera para evitar nuestra retirada y nuestro paso a Francia. Por eso los que hemos logrado conseguirlo ha sido a todo riesgo y atravesando el río en los momentos de mayor confusión en las lucha.
DOS BANDERAS ANIQUILADAS
Preguntamos a Centeno si sabe algo de lo que pueda ocurrir en las otras Banderas del Tercio, y dice que puede contestar concretamente en lo que se refiere a la priemra y a la cuarta, que actuaron en el frente de Badajoz, porque entonces la segunda Bandera estaba aún en Mérida y pudo hablar con algunos de los heridos que fueron traídos desde Badajoz a Mérida.
Según manifestaron esos heridos, que eran numerosísimos, de las dos Banderas que atacaron Badajoz fueron muertos la mitad de sus hombres; es decir, unos setecientos, aproximadamente. Esta espantosa carnicería fué hecha principalmente por los aviones leales. Las dos Banderas de la Legión avanzaron bajo el fuego de las milicias, ocultándose en unos trigales de gran extensión que hay por aquella zona. Muchos legionarios caían muertos o heridos por el fuego que tenían enfrente; pero al llegar la aviación leal y descubrir las concentraciones, las bombardeó tan terriblemente que los trigales, completamente secos, ardían como yesca, y gran número de legionarios, especialmente los que estaban heridos y no podían valerse, perecieron abrasados. Entre los evacuados a Mérida había algunos con quemaduras importantes, y todos hablaban con terror de aquel momento y de su decidido propósito de escapar a la menor ocasión posible a la terrible situación en que se les colocaba.
FALTOS DE COMIDA Y MUNICION
Preguntamos a Centeno qué tal alimentación les daban, y nos dice que lo corriente es una lata de sardinas, un pedazo de chorizo y un “chusco” (un panecillo) por día, sin una gota de vino. En cambio, cuando van a entrar en combate, les dan la misma alimentación y mucho vino, que, naturalmente, todos beben, pues solamente bajo los efectos del alcohol se puede actuar en tan terribles momentos.
Le preguntamos también si en el campo rebelde hay abundancia de municiones.
-No sobran –nos replica-. Tanto es así que en los combates en Irún nos escaseó en algunos momentos. No sé si por dificultades para el aprovisionamiento de la vanguardia o por carencia de ellas, aunque me inclino a creer que existen las dos causas.
SITUACION DE LAS TROPAS REGULARES
Preguntamos igualmente a Centeno qué opìnión tiene sobre el estado de espíritu de los Regulares, y rápidamente contesta que es de una gran depresión, no sólo entre soldados y clases, sino entre muchos oficiales. Lo que sucede, por lo menos en lo que yo he podido apreciar mientras he estado en ese infierno, es que como a nosotros nos llevan por delante, ellos no sufren tan duramente las consecuencias de la lucha. Pero se encuentran en el mismo estado que nosotros, y creo que aprovecharán todas las ocasiones que creen factibles para desertar o pasarse al campo leal. Les detiene, como a nosotros, el que también son estrechamente vigilados por los jefes y requetés y fascistas, y tienen miedo a ser asesinados.
Desde luego, creo que todos están enterados como nosotros lo estábamos, de la verdadera situación de España, porque nosotros, ya en territorio español, sabíamos que no habíamos venido a sofocar una revolución, sino a participar en una rebelión. Lo que ocurre es que hay que verse en la terrible situación en que todos nos vemos, y contra la que no es posible reaccionar tan fácilmente como algunos suponen.
Puede decirse que deseos no faltan a la mayoría; pero el vehemente y natural de salvar la vida, constantemente amenazada, hace que se mantenga esa situación.
LAS FUERZAS MORAS
Pero lo que se refiere a las fuerzas de Regulares indígenas, nos dice el legionario que podrán ser terriblemente peligrosas allí donde flaquee la resistencia que se les ofrece. Si encuentran debilidad, atacarán como fieras, y como tales como procederán. Pero si encuentran resistencia y se les castiga fuerte, serán fuerzas que no valdrán para nada, pues el moro, contra lo que generalmente se cree, es valiente y agresivo cuando no ve peligro en su actuación; pero muy cobarde cuando se le hace frente decididamente.
No creo que puedan ser peligro serio en esta guerra, porque si los legionarios, que llevábamos una porción de años sin combatir, hemos tenido la terrible lección de la bravura y tesón con que se baten los leales y los formidables elementos de que disponen, no quiero decirles a ustedes lo que les habrá ocurrido a los moros, que acostumbrados a tiros de fusil y sin lucha hace bastante tiempo, se encontrarán ahora atacados por la terrible aviación, fusilería intensa, cañón y ametralladora.
GRATITUD
Termina Centeno diciéndonos que nos ruega muy encarecidamente hagamos constar cómo de la noche a la mañana se ha visto trasladado del infierno al paraíso.
Tan pronto como me vi en Francia –dice- manifesté deseos de pasar a España para poder cobrarme, en cuanto mis fuerzas lo permitan, de la canallada que han cometido los rebeldes con nosotros. Los elementos españoles con quienes hablé en Hendaya tuvieron todos cariñosas pruebas de simpatía para mí y mis compañeros, haciéndose cargo de que si fuimos enemigos combatientes no mandó en ello nuestra voluntad, sino la barbarie de los que bajo pena de la vida nos lo imponían. Y no es solamente esta manifestación para la que guardaremos gratitud eterna, sino las atenciones de que hemos sido rodeados. No hemos escuchado un reproche ni una queja, y aquí me tiene usted a mí, que, desfallecido y deshecho por las penalidades sufridas, se me ha instalado en el hospital, donde soy tratado exactamente igual que los demás acogidos y como unod e tantos, y de ellos para mí y de mí para ellos, una corriente de afinidad y de fraternidad, porque, al fin y a la postre, nosotros, los legionarios, en su inmensa mayoría, hemos sido una víctima más, y de las más terriblemente castigadas, por la barbarie de los militares facciosos.
Por ello les agredeceré a ustedes hagan pública mi gratitud y mi deseo de verme prontamente restablecido para llenar un hueco, el que se me designe, en contra de los traidores a España.
GIL ROBLES Y MARCH
EL PROMOTOR Y EL FINANCIADOR
La situación espiritual de ambos “compadres” ante el triunfo del Frente Popular
Barcelona.-Hemos tenido la suerte de conversar con un español que se encontraba en Lisboa en momentos en que coincidieron allí el contrabandista March y el “jefazo” de la Ceda, Gil Robles, el cual nos ha referido la siguiente conversación por él sorprendida:
“Estaba yo con otro amigo tomando café en un establecimiento de Lisboa y desde luego hablando en portugués, cuando entró en dicho lugar Gil Robles, acompañado de March y tres sujetos más que quedaron a poca distancia de ellos como en vigilancia. Se sentaron en una mesa cercana a la nuestra y al observar que hablábamos en portugués iniciaron conversación en español con voz tan alta que llegaba a nuestros oídos, y decían lo siguiente:
March: -No sé lo que hacen del dinero. Todos los días recibo noticias interesándome con urgencia el envío de dinero. Las peticiones me asedian en una forma espantosa.
Gil Robles: -Es que los del Tercio quieren cobrar y los caídos gastan cantidades enormes para la recluta. También me dijo que tenía otros conflictos, porque los moros rechazan el papel y quiere plata. ¿Va usted a hacer nueva remesa?...
March: -De momento, no. Veremos si de Algeciras y de La Línea me dicen qué se debe hacer.
Gil Robles: -¿Y a Queipo?...
March: -Esta tarde le envié otras 100.000 pesetas más. Pero ese hombre es infatigable. Ya va resultado un abuso.
Gil Robles: -Tengo noticias de que la suerte no es adversa...
March: -Sí; todo lo ocurrido hasta ahora demuestra que son muy malos militares. Con esta gente, fracaso seguro. Ya lo dijo Lerroux en una ocasión. Por cierto que se le pidió explicaciones en casa de Calvo Sotelo. Claro que todo fué una comedia.
Gil Robles: -Debemos de tener algo más de confianza.
March: -Yo la he perdido en absoluto. Derroché mis millones sin resultado. Lo que sí le aseguro es que no me quedaré a pedir limosna. Lo que sí espero es que no me dejen vivir en paz los mil militares a los que no les quedará ni para comer. En fin, todo por la voluntad de Dios...
Este es el verídico relato que un español escuchó en un establecimiento de Lisboa entre las dos figuras más siniestras que anidaron en España y que demuestra la situación espiritual de ambos “compadres” ante el triunfo popular.
NO QUEREMOS HOMBRES NI BRAZOS; QUEREMOS ARMAS, HOMBRES LIBRES
BARCELONA. – El antiguo militante anarquista Federico Urales, desde Esplugas de Francolí, donde se encuentra, se dirigió ayer a todos los hombres libres de la tierra, solicitando su ayuda en favor de nuestras fuerzas. No queremos hombres –dice--, no queremos brazos, porque hombres y brazos nos sobran, pero falta armamento. Trabajad por nuestra ayuda, hombres libres. Es necesaria vuestra ayuda para salvarnos del vasallaje en que nos sumió la casta sacerdotal que vivía de nuestra ignorancia.
Este es el peligro que corren los españoles. Miles de españoles, de verdaderos españoles, no acuden al frente no por falta de corazón, no por falta de brazos, sino por falta de armas. Mandadnos las vuestras, hombres libres de Europa, porque con ello evitaréis que desaparezcan del mapa español las islas mediterráneas y trasatlánticas.
La diplomacia astuta y cautelosa ayuda al fascismo español. Nuestros hombres necesitan vuestra ayuda para no caer en manos de aquellos que fusilaron a Francisco Ferrer, ametrallaron en Montjuich, atormentaron en Alcalá del Valle y enterraron vivos a los hombres en Asturias.
Hombres de sentimientos humanitarios de no sé que país de la tierra. Los españoles quieren salir de la esclavitud para salir de la miseria en que nos quieren sumir. Queremos salir del vasallaje cierto. Dadnos medios de luchar porque corazón, voluntad no nos falta, hombres libres de todo el mundo.