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Gipuzkoa 1936

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UNA NOTICIA DEL DÍA


Disposición interesante

Miércoles, 12 de agosto de 1936

Páginas:

Redacción, Oficina y Talleres
GARIBAY, 34

FRENTE POPULAR
DIARIO DE LA REPUBLICA

Teléfonos: 14.621 y 14.634
San Sebastián, 12 de Agosto de 1936


REALIDAD CONSOLADORA
La lealtad del Cuerpo de Asalto, hijo de la República

Varias cosas nos ha demostrado esta revolución. Una de ellas –entre las que dan más ánimos a los leales al Gobierno- es, sin duda, el acierto que inspiró a la República la creación del Cuerpo de Asalto.

Constituído por jóvenes de reconocida formación izquierdista, el Cuerpo de Asalto ha respondido, en todo momento, a la finalidad que pretendieron atribuirle los cerebros que lo idearon.

En lo smomentos en que fueron necesarios los servicios del Cuerpo de Asalto éste respondió, sin titubeo, con firmeza y unanimidad, a la finalidad para la que fue creado: la defensa de la República.

La lealtad del Cuerpo de Asalto se ha vuelto a poner de manifiesto con motivo de la insurrección militar. Junto a la causa de la República se colocaron, desde el primer momento, todos los miembros del mismo, salvo escasas excepciones. La reacción, infiltrada traicioneramente en las venas todas del Cuerpo republicano, habíase, asímismo, metido en el Cuerpo que creó el nuevo régimen a poco de su advenimiento. Para estas horas, ese sector indeseable de facciosos encubiertos ha tenido ya el castigo que mereció su perfidia, o está para caer sobre él la justa sanción de la legalidad republicana, que pretendieron burlar.

* * *

El Cuerpo de Asalto, de servicio en nuestra provincia, integrado por 130 hombres, se ha mantenido leal a la historia relativamente breve del mismo.

Los hombres del teniente Conde, villanamente asesinado por los facciosos en Villafranca, y su compañero Margarida, que lucharon en uno de los frentes de Guipúzcoa, son la mejor garantía de esta afirmación.

Durante los tres primeros días de la subversión –18, 19 y 20 de julio- los guardias de Asalto confraternizaron con el pueblo de San Sebastián.

El día en que, como consecuencia de la traición del comandante Carrasco, la tropa ametralló al pueblo desde el Gobierno miltiar, los de Asalto cedieron 36 mosquetones a los milicianos del Frente Popular.

Surgió la traición, y fueron no pocos los guardias del Cuerpo republicano que cayeron en la tupida red tejida por los que buscaban una victoria bélica a costa de manejos inconfesables.

Sólo veintiuno –entre oficiales, chóferes y guardias del Cuerpo- fueron los que, barruntando la traición, lograron escapar, alejándose a prudente distancia del área de acción de los facciosos.

El desconcierto, que no la deslealtad, producido en aquellos confusos instantes llevó, horas después, a los leales del Cuerpo de Asalto a las negruras del encierro de la cárcel de Ondarreta.

El Pueblo les hizo justicia, sin embargo; el Pueblo con su sabia intuición de siempre, supo distinguirlos entre los leales y los traidores. Veinte de éstos son únicamente los que siguen presos, esperando la sanción justa de los Tribunales. Todos los demás, pasada la confusión primera, salieron a la calle, distribuyéndose entre los frentes de Oyarzun y Villafranca, en los cuales a diario se juegan la vida al lado de sus hermanos en la lealtad republicana.

Varios de ellos han dado ya su sangre generosa en los campos de batalla, haciendo honor a una promesa prestada con el corazón. Recordemos a Azqueta, Juanes, Aurelio Herrero...

Estos y otros revalidaron su promesa de fidelidad a la República ofreciéndola, en muestra de su identificación con ella y como desagravio a la traición de unos pocos, su existencia moza y fecunda. Sus nombres están escritos para esta hora en la lápida de una fosa humilde o en las hojas de ingreso de algún hospital o alguna clínica.

* * *

Incalificable la actitud de los traidores, que sembraron con ella la confusión entre los amigos del pueblo.

Como en San Sebastián, en otras muchas poblaciones; así, en Vitoria, en Burgos y Pamplona, en que las fuerzas de Asalto y Seguridad fueron, incluso, desarmadas. Los que diéronse cuenta a tiempo de la perfidia trataron de huir, exponiéndose a morir. Algunos perdieron en el cara o cruz, siendo campo de experiencia para la brual crueldad de los facciosos. Los más afortunados consiguieron, luego de atravesar valles y montañas, llegar a tierras de leales; el sanguinario lobo del fascismo había sido burlado.

Desdichada la actuación de otros jefes rebeldes, que reaccionarion ante la invitación sediciosa por miedo insuperable, anteponiendo el feo egoísmo de su propia vida o de su propio porvenir al cumplimiento de una palabra de hombre y de soldado, con absoluto desprecio para la vida y aun para la honra y el futuro de los demás. ¡Aquel Cazorla de desdichada memoria, que no quiso escuchar la voz de la lealtad de sus subordinados, ni la de su propia conciencia de militar! En el pecado tuvo la penitencia...

Días antes, cuando se venía incubando la traición, el capitán de Asalto habló telefónicamente con su compañera, que ya no estaba en San Sebastián:
-La situación es difícil –la dijo-; y en mi pistola queda siempre una bala disponible; ya sabes lo que quiero decirte...

¡Vana bravata! Cazorla no tuvo valor para hacerse justicia...

En ello, dígase en honor de la verdad, no hizo sino imitar a la inmensa parte de sus jefes e inspiradores de la horrenda traición. Inútil fué que a alguno de los más responsables se le colocase sobre la mesa de la celda, con muda elocuencia, una pistola perfectamente dispuesta para funcionar. El miedo insuperable sguía siendo el gestor de todas sus acciones.
-Ustedes, también, si triunfan me van a matar...

Esta frase no era nueva. Había tenido una edición anterior en los días angustiosos de octubre de 1934...

* * *

Traición, traición por todas partes.

Recordemos la muerte del teniente Rafael Conde.

Con él cayeron, asímismo, en una vil emboscada, el cabo del mismo Cuerpo, Lupiáñez, dos guardias y un paisano.

* * *

Los leales del Cuerpo, que, por certera inspiración, fundó la República a poco de su advenimiento, han decidido, por lo que se refiere a San Sebastián, dejar también un día de haber para los gastos del Frente inquebrantable y de su identificación con popular. Una muestra más de su lealtad con el pueblo y con el régimen por aquel sostenido.

Hijo de la República, su traición no hubiese tenido calificativo adecuado. Los hijos que traicionan a quienes les dieron el ser merecen la horca.

¿Qué en sus filas se infiltrasen, durante el segundo bienio, algunos indeseables?

¡Bah! Eran bien conocidos de todos los demás. También en el cuerpo humano suelen mezclarse, con la sangre y los tejidos vitales, microbios perjudiciales y toxinas. Una buena purga, y en paz. Cuando más, un depurativo y un breve tratamiento.

Para la buena salud de la República no han bastado purgas ni depurativos. Ha hecho falta el bisturí. Los hombres que la dirigen sabrán manejarlo como doctores expertísimos...


MAS EFICAZ QUE EL “STRAPERLO”

PARIS.- Ha sido detenido en Marsella un español que dice ser coronel con destino en Marruecos.

Se le ocupó, en una gran maleta de cuero, una serie de impresos en papel de barba, que dicen:,

“Gobierno unificador de Iberai.-Sección provisional de Hacienda.-Servicio de la Deuda.

El portador de este bono, cuyo valor eventual es de 400 pesetas, recibirá el valor efectivo de 500 pesetas cuando el Gobierno provisional de que soy delegado funcione en Madrid normalmente.

Ceuta, 29 de julio de 1936.

El delegado general de Hacienda y Pacificación, Francisco Franco Bahamonde, general de división.”

Esto, en lenguaje castellano, se llama falsificar moneda.

A lo de la amenaza de los judíos con la muerte si no daban dinero hay que añadir este rasgo.


EPISODIOS DE LA REVUELTA
La Marina de guerra fiel a la República

Se inició una sublevación que fué sofocada gracias al republicanismo de la gente de cubierta y al coraje del alférez Balboa

EL COMIENZO DE LA SUBLEVACION
El día 17 de julio, a las dos de la mañana, la estación radiotelegráfica de la base naval de Cartagena comunicó al Gabinete de radiotelegrafía de Madrid, situado en la Ciudad Lineal, una proclama circular de general Franco para ser retransmitida por vía oficial a la guarnición de Madrid y a las del territorio del Protectorado. En esta proclama circular el general Franco se identificaba con el movimiento insurreccional de Marruecos, encaminado a salvar el “honor de España” y a redimirla de la “política marxista” del Frente Popular.

Recibió el comunicado de Cartagena el oficial telegrafista Benjamín Balboa, el cual, en vista de la gravedad de la noticia, dió cuenta rápidametne al secretario del ministro de Marina.


EL EJEMPLAR ALFEREZ BALBOA
Hecho esto, el alférez Balboa comenzó a actuar por cuenta propia. Primero habló con su colega de Cartagena, al cual afeó enérgicamente lo que acababa de hacer, recibiendo la respuesta de que se obedecían órdenes imperiosas de los jefes y el mensaje no solamente se había transmitido a Madrid, sino también a Mahón... Entretanto, el secretario del ministro reclamaba con urgencia el texto íntegro de la proclama del general Franco, Balboa pidió un coche. Y poco después surgió, como era de esperar, el desleal, que no podía estar lejos.


UN CAPITAN DE CORBETA TRAIDOR
El desleal no estaba lejos de allí. Se hallaba a unos cien metros del Gabinete radiotelegráfico central, en el pabellón destinado a habitación del jefe de servicio. Se trataba del capitán de corbeta Castor Ibáñez y Aldecota.

Este miserable determinó que antes de informar al ministro había que poner en antecedentes al jefe de Estado Mayor, almirante Salas, ex ministro de Marina en un Gobierno que presidió Lerroux, cuando la Ceda era dueña de nuestros destinos... A tal misión, tal ejecutor. Ibáñez Aldecoa la cumplió personalmente, dejando abierta la puerta de la cabina por la que todos oyeron sus palabras, que acompañaba con gesto de gran alegría. Inmediatamtne dió orden rigurosa de que solamente se comunicara por uno de los tres teléfonos oficiales que tiene la estación central de la Ciudad Lineal. El único que, mediante un dispositivo especial, podía controlar desde sus habitaciones particulares.

Un momento después Ibáñez Aldecoa, ya tranquilo, cogió nuevamente el aparato, comunicando con el almirante Salas. Este le recomendó que hiciese llegar el mensaje de Franco a todas las guarniciones, pero Ibáñez Aldecoa le contestó que era vigilado. El que vigilaba, efectivamente, era el alférez Balboa, el cual, tranquilamente, sin consultar con nadie, cortó el hilo telefónico para que no pudiera llevar a cabo sus propósitos el traidor Ibáñez Aldecoa.

En este estado de cosas comenzó el día 18. De momento en momento se iban sublevando todas las guarniciones. El traidor Ibáñez Aldecoa, cansado de esperar lo que se le dijera por un hilo telefónico, se decidió a comunicar con los sublevados por telégrafo sin hilos.

Cerca del edificio esperaba Balboa, que se había convertido en su sombra. En vista de ello, Ibáñez le dijo:
-Usted está contraviniendo mis órdenes. Retírese como arrestado a su habitación. Y a partir de este instante le prohibo terminantemente que entre en la sala de aparatos.
-No le obedeceré –respondió Balboa-. He de cumplir una misión que se me ha impuesto y lo haré, cueste lo que cueste. He de defender la República contra usted y muchos otros desleales que la traicionan. Así es que no entro ahí.

Dicho esto, le amenazó con su pistola. El “valiente” Ibáñez comenzó a retroceder, a retroceder... hacia su habitación, donde el alférez le encerró. La Policía acudió y detuvo a Ibáñez. En su habitación había aparatos que registraban todas las comunicaciones y una emisora clandestina.


LA MARINA DE GUERRA ES LEAL
Balboa no quedó satisfecho. Seguidamente se trasladó al gabinete radiotelegráfico de la Ciudad Lineal, incautándose de él.

El primer buque que dió señales de vida fué el “Ferrándiz”, que había atracado al puerto de Ceuta con pretexto de hospitalizar un fogonero que sufría quemaduras graves. En la mañana del día 18 hizo rumbo a Algeciras transportando alguna tropa de Regulares. El alférez Balboa no descansó a fin de conseguir comunicación en plena travesía, con el operador del “Ferrándiz”:
-Estáis engañados. Se trata de un movimiento militar-fascista contra la República. Rebelaros contra los comandantes.

Del “Ferrándiz” contestaron:
-Imposible hacerlo ahora, con el buque lleno de torpas. Encuanto volvamos para un nuevo traslado, lo intentaremos.

Lo intentaron, en efecto, apenas salió el barco de Algeciras. Un día más tarde el Gobierno recibía un radiograma de la tripulación, en el cual se ponía a sus órdenes en nombre de la República.

Lo mismo pasó con un destructor que se hallaba en Ceuta. Del Gabinete radiotelegráfico, a las órdenes de Balboa, se comunicó con todos los buques de la escuadra.

En todos ellos aparecía dominando la cubierta la marinería, que lanzaba las gorras al aire vitoreando a la República, para dar un testimonio de que ya no había traidores en los buques.

He aquí, demostrado, cómo el coraje de un alférez y el republicanismo de la gente de cubierta –hijos del pueblo- ha escrito una página de lealtad a la historia gloriosa de la Marina española.

Qeuda el “Almirante Cervera”. ¿Qué le haremos? Una excepción confirma la regla... Ya está inutilizado.


Disposición interesante
LA ORGANIZACIÓN DE LOS ABASTECIMIENTOS

El ministro de la Gobernación ha enviado el siguiente telegrama al gobernador civil de Guipúzcoa:

“El ministro de Industria y Comercio, con esta fecha, ha dictado una orden organizando con carácter urgente en dicho departamento un servicio de información y organización de abastecimiento que deberá actuar con arreglo a las siguientes bases:

Primera. Los productos (¿será productores?) y almacenistas al por mayor de artículos alimenticios de todas clases y productos de primera necesidad establecidos en los pueblos de cada provincia remitirán al respectivo Gobierno civil inmediatamente de publicada la oportuna orden y en un plazo no superior a veinticuatro horas:

Relación jurada, por triplicado, de todas sus existencias.
Relación jurada, por triplicado, de todos los comerciantes, detallistas, entidades o particulares de la provincia o de fuera de ella a los que como clientes suyos vengan suministrando habitualmenteen los referidos artículos y cuantía de los pedidos.

Segunda. Los comerciantes o detallistas de cada provincia presentarán a los respectivos alcaldes, en igual forma y plazo que los almacenistas, relación jurada por triplicado, de sus existencias en artículos alimenticios y de primera necesidad con indicación de los pedidos pendientes y del volumen normal de su venta en esta época del año para el abastecimiento del mercado local.

Los gobernadores civiles, en el desarrollo de esta disposición, adoptarán las medidas de comprobación que estimen oportunas y aplicación de sanciones a los contraventores.

Tercera. Los alcaldes recogerán y clasificarán las declaraciones juradas recibidas, remitiendo dos ejemplares de las mismas a los respectivos Gobiernos civiles acompañadas de una nota estimativa de la producción agrícola de su respectivo término municipal, existencias y consumo normal, así como indicación de aquellas localidades o zonas geográficas a las cuales provea dicho término municipal en los productos de su suelo, o bien por el contrario lugares de donde se importan los artículos alimenticios que no se producen en el mismo término municipal.

Cuarta. Los gobernadores civiles remitirán semanalmente, o antes si las circunstancias lo aconsejan, al ministerio de Industria y Comercio (Dirección de Comercio y política arancelaria) un ejemplar de la relación jurada de los almacenistas y comerciantes de cada Municipio, o bien un resumen de las mismas así como de las notas suministradas por los alcaldes junto con las observaciones aclaratorias o rectificativas que estime oportunas.

Quinta. Igualmente, los gobernadores civiles señalarán al ministerio de Industria y Comercio (Dirección general de Comercio y política arancelaria) los defectos de abastecimientos o necesidades de sus respectivas provincias en los indicados artículos e indicaciones que estimen oportunas para la mayor rapidez en el suministro, así como los excesos de existencias almacenadas de que pueda disponerse paa su envío a los mercados deficitarios.

Lo participo a V. E. encarciéndole su atención para el conocimiento del servicio de que se trata. Le saludo.”


LA VIDA EN ZARAGOZA
Lo que cuenta uno que ha huído del imperio de Cabanellas

EL IDEARIO DE LOS REBELDES
El militante de la C. N. T. Francisco Crespo, que ha pasado cinco días en Zaragoza, bajo el imperio de Cabanellas, comunica en el órgano de su partido el siguiente interesante relato:

“Salí con una misión del Comité Nacional para la capital aragonesa el mismo día que el médico general Cabanellas declaraba el estado de guerra faccioso. En Casetas quedó el tren parado y sin comunicación con la estación. Eran los ferroviarios que respondían con la huelga general antifascista declarada en Zaragoza y en todas sus comarcales. Cuando un compañero de Barcelona y yo nos disponíamos a salir andando, interesados en saber lo que pasaba en Zaragoza, llegaron diez guardias civiles y tres policías, los que conminaron al maquinista a que arrancara el tren o de lo contrario le volarían la cabeza. Llegamos a Zaragoza a las cuatro de la tarde. Todas las esquinas de las calles céntricas y en las de alguna longitud de las barriadas obreras estaban ocupadas por las ametralladoras facciosas sobre las cuales pendían letreros que decían: “¡Viva España”, “¡Viva el ejército al servico de España católica y arriba el fascio salvador de España!”.

A las pocas horas de declararse el estado faccioso la represión se ejercía con ensañamiento criminal. De las barriadas populares todas las calles se cuajaban de gente que comentaban indignados la posibilidad de defenderse. Nadie poseía armas para responder a la ocupación militar que se imponía por la razón del fusil y estas máquinas de muerte que llaman ametralladoras. Nuestros compañeros de la Regional se hallaban en reunión permanente para ver cómo se podía sin armas quebrantar la moral bélica de los militares facciosos. Se mandaron furtivos delegados a las comarcales para que declarasen la huelga general revolucionaria, a lo que sabemos, respondieron valerosamente.

Al tercer día de imperio militar ya se hacían imposibles las reuniones. Tanto el campo como la ciudad todo estaba invadido por fuerzas al servicio del decrépito Cabanellas. Por las calles transcurrían confidentes que denunciaban a todo elemento antifascista, y que se confundían con los trabajadores que disimulaban por los barrios obreros. Además se provocaban a matanzas colectivas. Mandaban un solo guardia o soldado para, al ser éste desarmado o víctima de la decisión del pueblo, justificar de este modo el asalto a los domicilios, cuya lista, según nos informaban, era de doscientos treinta y siete. Desde el primer día de huelga general antifascista, el sádico general se esforzaba por sorprender la buena fe de los trabajadores. Radio Aragón repetía hora tras hora que los obreros volvieran al trabajo bajo palabra de honor del fascista de que serían atendidas todas las peticiones que tuviesen presentadas a las patronales, y además, otras mejoras que el nuevo Gobierno concedería. Como el cocodrilismo exacerbado de Cabanellas era rechzado por los trabajadores y nadie acudía a los lugares de trabajo, los ruegos y la generalidad se trocaban en amenazas de muerte, como podrá verse por un bando que decía: “Los obreros de servicios públicos y de ciertas industrias –que ahora no recuerdo- que no se reintegren al trabajo serán detenidos y fusilados sin formación de causa.” Sabemos de un jefe de obreros municipales y de dos tranviarios que se suicidaron al ser detenidos en su domicilio por no trabajar en sus respectivos puestos.

El cuarto quinto día de dominio fascista en Zaragoza la vida tomaba aspectos horripilantes. Todas las fuerzas públicas eran facciosas. No se podía ir por las calles sin el riesgo de ser empujado a un camión para trabajar en algo que a los insurrectos convenía, o bien para ser detenido y mandado a lcastillo, donde se es uniformaba de militares o de fascistas. A dos compañeros de las Juventudes Libertarias les vimos de soldados en la capota de un camión diciendo en alto: “¡Viva España militar y católica!” Nuestros jóvenes camaradas tuvieron ocasión de escribir y dar a una compañera un papelito que decía: “Noshemos negado a emborracharnos y a decir el domicilio de sesenta y cuatro compañeros, bajo cuyo nombres se leía “fusilados”. Si esto dura dos días más nos mataremos; haced lo que podáis por la revolución social.”

Aquellos mismos días supimos que dos compañeras habían sido fusiadas en la calle, por negarse a decir dónde iban, porque se les encontró un poco de comida y unas alpargatas. Escasean los víveres y los que se venden son a doble precio. El restaurador militar, el insigne caudillo no se enteraba del “chantage” criminal de los comerciantes y tenderos. La existencia en Zaragoza transcurre en un ambiente de deseo de la muerte. Los compañeros cuando salían de sus hogares a la calle dejaban a sus hijos en la convicción inexpresada de que sería la última vez que los veían.

Comentando la Zaragoza confederal, dice que quiere contribuir a deshacer la opinión de quienes creen que los compañeros de Zaragoza se mantuvieron pasivos ante la situación creada por Cabanellas. No pudieron hacer nada por el movimiento. Yo he vivido los primeros días entre ellos y reivindico aquella hombradía. Primero fué la lenidad y la actitud lesiva del gobernador civil de Zaragoa, que hasta horas antes de declararse el bando faccioso estuvo prometiendo armas a los trabajadores y los agentes a sus órdenes, coincidiendo con la salida del ejército, detenían y desarmaban a los militantes de la C. N. T. y de la F. A. I. ¿Quién me explica aquella paradoja entre las palabras y los hechos del citado gobernador?


EL NUEVO MINISTRO DE LA GUERRA, TENIENTE CORONEL HERNANDEZ SARABIA

El nuevo ministro de la Guerra, teniente coronel Hernández Sarabia, es persona de una gran capacidad de trabajo organizador. Militar enterado de los problemas militares en toda su complejidad, y de una fervorosa adhesión al régimen. En estas horas de gran preocupación en el departamento de Guerra, ocupa el puesto más elevado allí un hombre que vivió entre aquellas paredes durante los tiempos primeros de la República, junto al señor Azaña, secundándole en el desarrollo de sus iniciativas. Fué jefe del Gabinete militar de entonces. Cuando la sublevación del 10 de agosto de 1932 atendió a la defensa del ministerio. En pocas horas puso a salvo de un enjambre de jefes y oficiales, desde general a alférez, al edificio. Evitó de esta manera el asesinato que se tenía preparado contra el señor Azaña.

En esta sangrienta sublevación militar de julio también Hernández Sarabia ha estado en un puesto difícil y de gran responsabilidad.

Ha sido un eficaz colaborador de los ministros de la Guerra señores Miaja y Castelló.

El primero de estos dos, como se recuerda, tuvo que ir personalmente a Andalucía a reducir a los sublevados, y el segundo, Castelló, ha tenido que acudir a Valencia.

Hernández Sarabia conoce, repetimos, bien el ministerio. Es, además, y esto es fundamental, una persona afecta al régimen republicano.


FRENTE POPULAR ha salido a la calle para oponerse a toda falsedad y a todo rumor mal intencioado. Sus informaciones son absolutamente veraces.

Nada aparece en estas columnas que no haya sido concienzudamente comprobado.

El ciudadano tiene en FRENTE POPULAR el perfil más exacto de la situación de cada día; el trabajador, el órgano que ha de defenderle en sus libertades y en sus derechos; el combatiente, su aliento y su brújula, la vibración del espíritu de ciudadanía, que le acompaña siempre.

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