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UNA NOTICIA DEL DÍA


COMISARIA DE FINANZAS

Miércoles, 26 de agosto de 1936

Páginas:

FRENTE POPULAR
ANO I
DIARIO DE LA REPUBLICA
NUMERO 31

Redacción, Oficinas y Talleres: Garibay, 34.
Teléfonos: 14.621 y 14.634
San Sebastián, miércoles, 26 de Agosto 1936


Los obreros de las fábricas de guerra francesas, reclaman el apoyo efectivo para los trabajadores españoles en lucha por la libertad y la paz del mundo

EN LOS FRENTES DE COMBATE
La aviación leal persiguió a los aviones facciosos y cumplió con eficacia los objetivos señalados

Los aviadores enemigos bombardearon la población civil de Irún. Cuatro heridos leves. Indignación y entusiasmo. Normalidad en los frentes. La acción en el frente oriental

FRENTE NORTE
La actividad bélica durante la jornada de ayer se redujo en el frente Norte a la acción de los aviones. De los facciosos y de los nuestros. En lo que afecta a las fuezas de tierra hubo relativa tranquilidad. Tiroteos aislados y “paqueos”. Ninguna acción de fondo. Por nuestra parte, ni una sola baja.

La fusilería descansó. No tenía objetivos inmediatos que cumplir, pues estaban reservados a otros elementos. Ya hemos dicho que las consignas y previsiones de los mandos se cumplen estrictamente y con absoluta disciplina.

En cuanto a la aviación, más adelante podrá informarse el lector de lo ocurrido en la jornada de ayer. Volaronprimero los aviones facciosos, que, consecuentes con su táctica inhumana, bombardearon la población civil. Ocasionaro cuatro heridos, de escasa importancia y produjeron pocos desperfectos.

Después volaron nuestros aviones. Sobre Irún se reunió una escuadrilla de cinco aviones, que después de ahuyentar a los rebeldes, cumplió con eficacia lo sobjetivos señalados.

En cuanto a Oyarzun, Rentería y Ventas de Astigarraga, la tranquilidad fué también casi completa, limitándose al “paqueo” ya habitual y a intervenciones aisladas de la fusilería.

En cambio, la artillería desarrolló, en intervalos, una acción más intensa que como siempre fué eficacísima contra las posiciones enemigas.

Nuestros artilleros afinan cada día mejor la puntería y barren los objetivos que se les señalan.

Desde Rentería se pudo apreciar admirablemente la persecución de un avión faccioso, y ésto, además de levantar el ánimo de la población civil produjo el entusiasmo de las fuerzas adictas y milicias combatientes de la ciudadanía.


FRENTE SUR
Tranquilidad en la zona de Hernani. Puede decirse que la fusilería estuvo inactiva durante todo el día, pues no tuvo ocasión de intervenir ni había de realizar ninguna misión concreta.

La moral de las gentes es cada vez más elevada y está ansiosa de entrar en pelea franca y cerrada. Solamente el espíritu de rígida disciplina que se está infiltrando hasta el tuétano en la conciencia de los combatientes permite contenerlos en su afán de luchar a fondo por la causa.

Las posiciones se mantienen íntegramente y se han consolidado de manera notable.

Desde aquí se presenció el paso de los aviones leales y la persecución de que fué objeto uno de los paratos facciosos, cosa que causó enorme entusiasmo.

Por lo que respecta al frente de Urnieta, la tranquilidad fué también casi absoluta entre el elemento de tierra. La fusilería no intervino, a pesar del ardor combativo que demuestra nuestra fuerza y de sus deseos de pelear.

Si intervino, en cambio, la aviación leal. Nuestros aparatos tenían señalados unos objetivos concretos, y uno por uno fueron cubiertos de manera admirable y con puntería matemática. Las bombas de los aviones leales surtieron su efecto en el enemigo y levantaron el ya grande entusiasmo de nuestras gentes.

En el frente de Andoain hubo también quietud de la fusilería. Toda la acción de las fuerzas de tierra se redujo a ligeros paqueos.

En cambio la aviación leal actuó eficacísimamente y sembró de bombas los objetivos señalados.

En este sector, como en todos, es formidable el espíritu de nuestra gente.


FRENTE OCCIDENTAL
Fué un día de relativa normalidad el de ayer en la zona de Azpeitia. En los sectores de Vidania y Manduvia, la acción de las fuerzas de Loyola sigue desarrollándose y tomando amplitud. Se han adquirido y establecido posiciones fortificadas en puntos estratégicos, desde los cuales se puede apoyar cualquier acción táctica de fondo.

Por el sector de Beizama, a última hora de la tarde, los carlistas realizaron una incursión, utilizando otra vez el símbolo sagrado de la bandera blanca para sorprender a la muchachada mendigoitzale.

La estrategema, que ya había sorprendido otras veces a las fuezas del Frente Popular, no les valió esta vez. Nuestras gentes les dejaron aproximarse y cuando estuvieron a tiro y comenzaron a atacar, cayó sobre los requetés una lluvia de plomo que les hizo pensar con más detenimiento.

Los facciosos volvieron la espalda y perseguidos por nuestros muchachos emprendieron una precipitada huída, desalojando rápidamente aquel sector.

Como la acción se produjo entre dos luces, no se ha podido apreciar si el enemigo sufrió bajas a consecuencia de la réplica de los elementos leales.

Las fracciones mendigoitzales, cada vez mejor pertrechadas y con más entusiasmo y moral, cada vez más aguerridas, como es lógico, han establecido tres nuevos puestos fortificados en los sectores de Beizama y Manduvia.

En las zonas de Iturrioz y Belsoain hubo tranquilidad absoluta.

Por el sector de Asteasu hubo algún intenso tiroteo, obligándose a retroceder a los carlistas, sin que pudiéramos precisar los efectos de nuestra fusilería.

La jornada se liquidó sin que las fuerzas leales tuvieran que lamentar una sola baja.


LA AVIACION ENEMIGA
Una vez más el enemigo ha dado pruebas de su salvajismo y de su barbarie. Ayer tres aviones facciosos volaron sobre Irún y lejaron caer, según se calcula, hasta veinte bombas.

Los facciosos no se limitaron a arrojar metralla sobre las posiciones de combate, cosa que nadie puede censurar, puesto que estamos librando una guerra ,aunque ellos sean los rebeldes y traidores y nosotros quienes defendamos la legalidad; sino que una vez más lanzaron su insania sobre la población civil, a la que bombardearon sin detenerse en reparos de índole moral.

Irún, la población civil, fué bombardeada por los aviadores facciosos. Uno de sus objetivos eran los depósitos de la estación, sobre los cuales arrojaron bastantes bombas sin que ocasionaran desperfectos de consideración.

En otros puntos de la ciudad cayeron también algunas bombas. El público, ya familiarizado con los horrores y contrariedades de la guerra, lejos de amedrentarse con esta bárbara acción sobre la población civil, se indignó ante la agresión de los facciosos.

Los efectos del bombardeo fueron de pequeña consideración, pues ocasionaron escasos desperfectos. Hubo que lamentar cuatro víctimas, aunque todas ellas resultaron con heridas leves. Entre los heridos figura una mujer.


CAZA EN LOS AIRES
Cuando tres aparatos facciosos estaban sobre Irún, aparecieron sobre el horizonte en formación correcta los aparatos de una escuadrilla leal de bombardeo y caza. Quizá fueran los iruneses los únicos que no pudieron contemplar el espectáculo que sobrevino después.

Dos de los aviones rebeldes emprendieron la fuga inmediatamente, marchando a toda máquina con dirección a Navarra. El tercero, más rápido o más audaz, viró con rumbo a San Sebastián, según parece para descargar sobre nuestra ciudad el envió de bombas que llevaba para Irún.

Dos aviones leales acudieron a cortarle el paso. Uno de ellos, más lento, perdió terreno, pero el otro, pilotado por el alférez Carpio, que tan valerosamente se está comportando, enfiló la proa de su aparato en línea transversal a la trayectoria del enemigo.

Al ponérsele a tiro, el alférez Carpio hizo funcionar una de sus ametralladoras, con tan buen tino que debió dejar varios impactos sobre el fuselaje del avión rebelde. El piloto enemigo sintió los efectos del valiente ataque, y pisando a fondo el acelerador enfiló a todo gas hacia el sur, pues ya no tenía tiempo de internarse en la zona de Navarra.

Se pudo entonces presenciar un espectáculo emocionante. La caza del avión facciosos por el que pilotaba el alférez Carpio. Traspasado ya nuestro límite, el alférez Carpio prefirió volver, para cumplir los objetivos que se le habían señalado y descargar sus bombas sobre posiciones anteriormente determinadas.


LA AVIACION LEAL
Seis aviones leales volaron ayer sobre nuestro territorio, bombardeando con ostensible eficacia las posiciones enemigas. Entre ellos figuraban dos espléndidos trimotores, cuya presencia inquietó bastante, según parece, a los aviones facciosos.

Realizaron también un minucioso vuelo de reconocimiento sobre la zona navarra fronteriza.

Cayeron abundantes bombas sobre los frentes enemigos de Endarlaza, Pagogaña, Erlaitz, Pikoketa y Peñas de Aya, y según todos los informes, esos objetivos fueron cubiertos eficazmente.

También volaron nuestros aviones sobre el frente sur y lograron todos los objetivos que se les habían señalado. Nuestros vigías de los frentes de Andoain y de Urnieta pudieron comprobar con satisfacción que el bombardeo de nuestra aviación era eficacísimo y que las bombas caían precisamente sobre los objetivos marcados.

Uno de nuestros aviones dejó caer su metralla sobre un grupo de camiones facciosos que advirtió en la carretera de Tolosa, causando grandes efectos.

El vuelo de nuestros aviones fué acogido con enorme júbilo por todo el pueblo guipuzcoano y causó el entusiasmo de las fuerzas combatientes.


Una interviú con el señor Azaña
LA BANDERA COMUN DE TODOS LOS COMBATIENTES, DICE EL JEFE DEL ESTADO, ES LA BANDERA DE LA REPUBLICA

La rebelión militar ha sumido a España en los horrores de la guerra civil, no ha sido provocada ni por el Gobierno legítimo ni por su Parlamento

París. – “L’Intransigeant” publica una interviú que uno de sus redactores ha celebrado con el presidente de la República española, señor Azaña.

El jefe del Estado ha dicho al periodista francés:

“La rebelión militar que ha sumido a España en los horores de la guerra civil no ha sido provocada ni por el Gobierno legítimo de la República ni por su Parlamento. Ni es una réplica a una agresión anterior. Bien por el contrario, la República ha sido generosa con los militares y, en general, con los que han expresado su voluntad de servirla.

Los rebeldes pretenden arrancar por la fuerza al pueblo español la libertad de regir sus destinos sometiéndola a una oligarquía militar. Para conseguirlo, los directores y consejeros de la rebelión no han vacilado en traer a la península las hordas de rifeños que aterrorizan a las poblaciones pacíficas.

Este acto monstruoso ha exasperado al límite la cólera del pueblo, que multiplica su ardor combativo.

Un mes de guerra ha probado ya que el pueblo español, agrupado en torno a su Gobierno legítimo, está resuelto a vencer.

Es el pueblo entero el que ha tomado las armas para salvarse. En los batallones de milicianos se encuentran burgueses, propietarios, intelectuales, funcionarios, campesions, militares profesionales y capitanes improvisados que se encontraban ayer en las fábricas o en las oficinas.

El espectáculo es grandioso, conmovedor y responde bien a la comunión nacional actual más profunda y más extensa que la de la guerra de la Independencia.

¿Qué defiende todo este pueblo? Simplemente, su libertad. Es la bandera común de todos los combatientes, la bandera de la República. No pueden emplearse mejor tanta energía y tanto sacrificio. Y ahora que la tempestad de la guerra se ha desencadenado sobre nosotros, el pueblo español triunfando podrá servir de ejemplo por su sacrificio.


LA ORGANIZACIÓN DE LA GUERRA
El mando único es indispensable para conseguir la victoria, dice Indalecio Prieto

En el artículo que hoy publica en “El Liberal”, Indalecio Prieto hace las siguientes manifestaciones sobre la organización de la guerra:

“Dos o más años tardaron los ejércitos aliados que se batían en el Norte de Francia y en el territorio blega en establecer el mando único.

La heterogeneidad de aquellos ejércitos que pertenecían a distintas naciones hacía difícil llegar a un acuerdo, al que se oponían el puntillo y el amor propio de los caudillos, e incluso la honrilla de las naciones.

Resultaba duro que las tropas de unos países aparecieran bajo las órdenes de generales aliados, pero al fin extranjeros. Pero altísimas conveniencias de unificar la acción concluyeron por allanar todos los inconvenientes y bajo un mando único es como pudieron al fin ganar la guerra.

En nuestra guerra civil es también indispensble que las tropas leales y los milicianos tengan un mando único, correspondiente éste al Gobierno o a la persona en quien el Gobierno delegue. Y aunque ahora desde el misterio se lleve la dirección, pueden estorbarla iniciativas aisladas que surgen por exceso de entusiasmo. Y vale más un solo mando, por malo que sea éte, que veinte mandos buenos que lo ejerciesen de modo simultáneo y no trabado, ya que esta pluralización impone o acciones contradictorias o dispersiones de fuerzas que esterlizan energías.

Esto que acabo de decir constituye el A B C del arte de guerrear.

Todos tenemos ahora un objetivo común, que es el de derrotar al fascismo. Las gentes de ideas extremas verán aniquiladas todas sus esperanzas si no matamos al fascismo. Ese aniquilamiento podrá ser máximo o mínimo, pero es para todos una acción común o indeclinable.

Pues bien: a tal enemigo se le derrota con más facilidas cuanto mejor organizada esté la acción común.

No basta con que hayamos triunfado ya en Cataluña, en Levante, en Madrid y en sus cercanías; ni que hayamos contenido el movimiento en el Cantábrico. Ni bastará con que en un día próximo se conquisten Oviedo y Córdoba y se rinda Aragón. Hay que triunfar en España entera y para obtener esta victoria no hay que atalayar el problema guerrero desde el punto de vista regional o local, lo cual sería tan absurdo como entregarlo a las miras estrechas del partidismo.

Si nos llegara la hora de la derrota, que yo doy por totalmente descartada, no habría cuartel para las izquierdas. Ahí están para demostrarlo los ejemplos de las represalias realizadas por los facciosos, que no se han entretenido en hacer distinciones. Con ser de izquierda les basta para llevar al suplicio o a la muerte.

Hemos pasado un período inicial para entrar de lleno en una organización, sin la cual no habrá modo de proseguir la guerra. Y no lo habrá sin mando único que, a la vista de las disponibilidades, señale los objetivos sobre los cuales deba concentrarse la acción y distribuya las fuerzas obteniendo la máxima elasticidad y por lo tanto la mayor eficacia.

Los leales de cada zona tienden a los objetivos que se consideran de un interés más secundario y su esfuerzo sería centuplicado en resultados aprovechándolo para atenciones distintas. Pongamos como ejemplo uno de los casos de más bulto que se presenta, el de la acción de las Baleares.

La acción ha nimbado de gloria a todas las que han realizado los leales y milicianos de Cataluña, pero ahora se va a la ardua empresa de tomar Mallorca. En nuestro poder Mahón por la actitud heroica de la marinería leal, no creo que de aquel archipiélago nos interesa, de momento, otra cosa que recoger en dicha base naval e Ibiza los armamentos y útiles de guerra que hayan podido cogerse al enemigo y traerlo a la península, donde es infinitamente más útil que en Mallorca. Comprendería yo la acumulación de toda clase de elementos para someter a los reaccionarios mallorquineses si todos los territorios peninsulares estuvieran ya en nuestro poder. Pero cuando hay muchas zonas rebeldes en las provincias, resulta extemporánea la acción contra Mallorca.

Las armas, los elementos de aviación y los buques de guerra allí acumulados estarían dando a estas horas un rendimiento superior al que allí obtienen a los efectos del más pronto aplastamiento del fascismo en la conquista de cualquiera de los territorios dominados por los facciosos.

Pues como este ejemplo –dicho sea sin menoscabo alguno para el heroísmo de los que han realizado la reconquista, a los que brindo mi más entusiástica admración- digo que en muchos frentes abunda lo que en otros falta, y a unos milicianos les sobran elementos que a otros les faltan.

La guerra civil ha entrado en una fase que atribuye un papel preponderante a la organización. No la hay sin mando único y no la hay si cada cual se lanza a sus iniciativas bélicas.”


Franco y sus hordas ante la conciencia del mundo

Ha sido menester que transcurra un mes desde el comienzo de la infamia militar, clerical y fascista, que tiene sumida a España en sangre y luto para que la ignonimia alcance su punto máximo. Las infamias se suceían cotidianamente, acumulando maldición y ludibrio sobre los criminales que han encendido la guerra civil; pero ninguna de ellas, a pesar de su barbarie neroniana, había alcanzado el punto incalificable con que los dirigentes de la rebeldía han mostrado su vileza.

Extremadura, que dió a España héroes que conquistaron para ella tierras y mares incógnitos, ha sido la primera víctima de las hordas africanas enviadas a la patria por el más vil de sus hijos: por el ex general Franco. El auténtico renegado, cuya perversidad hasta ahora inédita en la historia del mundo, ofrece el cuerpo santo de la madre patria a las ansias bestiales de sus mercenarios.

Franco incita a los cabileños al botín. Botín de carne. Son las mujeres españolas lo que les ofrece como supremo regalo. La madre, la esposa, la hermana de Franco han de sentir en sus entrañas la ofensa del hijo maldito, del esposo infame, del hermano asesino.

Este es el hombre. El y sus cómplices iban a redimir a España. Se ve claro el género de país que querían haber convertido a España. Esos generales de bodegón y prostíbulo tenían de su patria, de sus madres, de sus esposas y de sus hijas, ese concepto: carne para la morería.

El mundo entero se ha estremecido de espanto. De horror y de asco. Los traidores se han cubierto de la más negra de las infamias y no es ya sólo el limipio, modesto, heroico pueblo español quien los acusa. Es el dedo inexorable de la justicia del mundo quien los señala.


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