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Gipuzkoa 1936

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Viernes, 28 de agosto de 1936

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PIO BAROJA RELATA LAS AMARGAS HORAS QUE PASO EN PODER DE LOS CARLISTAS
Le querían fusilar por enemigo de la Iglesia.

En “La Nación”, de Buenos Aires, publica Pío Baroja un artículo en el que narra el momento en que estuvo a punto de ser fusilado por los carlistas.

Se hablaba –escribe Baroja- en Vera del Bidasoa que venían tropas del requeté, que iban al límite de Navarra con Guipúzcoa al mando del coronel Beorlegui. Los médicos fueron a las proximidades de Endarlaza para establecer una ambulancia de la Cruz Roja. El miércoles, por la tarde, uno de los agentes de Policía de Vera me dijo:

-Hoy tiene usted un espectáculo interesantísimo. Va a llegar una columna de Pamplona, al mando del coronel Ortiz de Zárate, qu entrará por el vecino pueblo de Lesaca y marchará a forzar el camino de Oyarzun para acercarse a San Sebastián.

Esta es una de las marchas que hacía con frecuencia el cura Santa Cruz. Cuando me decían esto se encontraba conmigo un médico del pueblo, doctor José Ochoteco, y otro policía, Federico Vizcaíno. El doctor Ochoteco había venido en un automovil pequeño con una gran cruz roja en el parabrisas. Llevaba en la manga un brazal con la misma cruz. Vizcaíno dijo:

-Ochoteco podría llevarnos en su coche para ver el paso de la columna.

-Muy bien –dijo el médico-, vamos en seguida.

Subimos los tres al automóvil y nos encaminamos hasta Lesaca. A la entrada del puente sobre el Bidasoa vimos a dos oficiales, uno de los cuales conocía al médico.

-No ha llegado aún la columna –le dijeron-, pero debe estar cerca.

Yo le dije al médico que me parecía que lo mejor sería volver.

-¿A usted le importa –preguntóme el médico- que vayamos hasta Mando para ver a mi mujer, que está algo enferma?

-A mí, no.

Llegamos a Mando, fuimos a casa del suegro del doctor. Y desde el balcón comenzamos a ver el avance de la columna medio militar, medio carlista. Irían de 700 a 800 hombres en varios camiones, requetés de boina roja, soldados de Artillería con piezas ligeras y automóviles de oficiales y jefes. Los requetés gritaban y saludaban al estilo fascista; los soldados de Artillería, con casco de acero y trajes oscuros, se mostraban serios y no hacían manifestaciones de entusiasmo. Pasó toda la columna, y nosotros pensábamos abandonar Mando y salir para Vera. Nustro médico tenía prisa. Era seguramente una imprudencia. Bajamos la cuesta hasta Mugaire, siempre adelantando a los camiones, entre mujeres y sacerdotes que nos aplaudían como si fuésemos de la comitiva.

De pronto se comenzaron a oir grandes voces de ¡Alto! ¡Alto! Nosotros nos detuvismo y oímos la voz de uno que gritaba:

-A ver ese automóvil, donde va Pío Baroja.

Cuatro o cinco hombres altos de aspecto amenazador, nos hicieron bajar del coche, y uno de ellos gritó:
-Póngase en fila.

Entonces nos amenazaron con pistolas y nos registraron. Yo creí, a la verdad, que en aquel momento nos fusilaban. “—Nos van a matar aquí –pensé yo con cierta indiferencia-. Yo gritaré ¡Viva la República!”. Tras un momento nos registraron, y al policía Vizcaíno le arrancaron violentamente la placa, la pistola y todo lo que llevaba en el bolsillo. En aquel momento yo no tenía todo el miedo que lógicamente debía tener. Sentía un fondo de desprecio por esta escenografía repugnante .Setecientos hombres para asustar a tres personas inofensivas, era demasiado. No sé si esperaban de nosotros algún acto de desesperación. Después de tenernos algún tiempo rígidos en la carretera, amenazados con pistolas, subimos al automóvil con orden de seguir detrás de otro que nos señalaron. Este aparato de valor, esta pedantería nieschiana, se me antojaba ridícula.

Parecía cosa de provincianos petulantes, y recordaba aqeullas cosas tal falsas de don Ramón del Valle Inclán acerca de la guerra carlista, en las que daba como una gran cosa el que los soldados de la religión, pegaran a las mujeres en el pecho con las culatas de los fusiles.

Seguimos al automóvil que nos indicaron y llegamos a la entrada del pueblo de Santesteban. El pueblo tiene un camino que pasa por un puente para unirse a la carretera. En esa encrucijada se aglomeraban los requetés y el público. Entonces el hombre alto que me había amenazado con una pistola se acercó a nuestro coche, y dijo, señalándome y mostrándome a los requetés:

-Este es el viejo miserable que ha insultado en sus libros a la religión y al tradicionalismo.

Yo nada contesté. “-Hay que matarlo” –dijeron los requetés-. Me chocó la cobardía del público, pues nadie hizo la menor objeción. Un fotógrafo pretendió hacer una fotografía, pero alguien dió un manotazo a la máquina, que cayó al suelo. Algunos de los requetés y de los soldados venían a mirarme a la cara, como a una fiera. Después de media hora, un jefe dijo que teníamos que ir a Vera, y en ese momento un puñó entró violentamente y me rozó la cara. Aquí pensé que alguno iba a agarrarme del brazo, sacarme exhausto y dejarme aplastado en la carretera.

Salimos de Santisteban y llegamos a Vera. No sé qué conciliábulos hubo allí, pero al cabo de una hora nos mandaron ver a Santesteba. “Allí nos matan”, pensé yo. A la entrada del pueblo nos rodearon cuatro guardias civiles, y en medio de la gente, tocada con boinas rojas, fuimos a la cárcel, que se encuentra en el sótano del Ayuntamiento.

Al entrar en ella dije a mis compañeros:

-Aquí creo que ya estamos en seguridad.

Horas después se presentó el oficial del Estado Mayor de la columna, hombre amable. Me dijo que podía salir de la cárcel e irme a dormir al hotel. Le contesté:

-Me quedo aquí, no sólo por compañerismo, sino porque me encuentro más seguro; en un hotel podrían asesinarme con mucha más facilidad.

El oficial del Estado Mayor dijo que a los tres nos pusieran en libertad una hora después de salir la columna del pueblo; pero a poco se presentó un sargento de la Guardia civil y nos dijo que en la comida que habían tenido los oficiales se decidió que era impropio y de mal efecto encarcelar a gente inocente. Así que el médico y yo pudimos marcharnos a casa de un compañero del doctor Ochoteco, el médico Aguirre.

Al llegar a casa de éste comencé a tener un gran pánico y a perder la serenidad. El sargento de la Guardia civil que nos acompañaba nos dijo que le diéramos palabra de no salir de casa de Aguirre hasta las dos de la tarde del día siguiente. Nos tendimos el médico y yo en la cama y estuvimos sin poder dormir. Teníamos la esperanza de que la columna abandonara pronto el pueblo. Efectivamente, a eso de las cinco o seis de la mañana empezamos a oir ruidos de motores y gritos de ¡Viva España! ¡Viva la religión! Y ¡Viva el clero! Estaba yo relativamente tranquilo cuando a eso de las ochoo nueve de la mañana empezaron nuevamente a pasar camiones Uno de éstos había volcado, resultando un muerto y varios heridos, y además la expedición había encontrado uno de los puentes, en el camino de Leiza, roto. De nuevo se llenó el pueblo de boinas rojas. –Yo he tenido mucho miedo –decíame el médico-, pero ya se me va pasando. Dentro de unos días no me acuerdo de esto. Usted ha estado muy sereno.

-Sí; pero ahora me empieza el pánico a mí y es posible que ya no se me quite.

Hablamos con el doctor Aguirre de cómo se podría salir de Santesteban sin peligro, y pensamos que mejor sería hacerlo después de comer, porque en estos primeros días los requetés se dedicaban a comer y a beber alegremente y probablemente después de dormir.

El sargento de la Guardia civil nos dió un salvoconducto para llegar a Vera. Después de comer, yo con el alma en un hilo, fuimos a la cárcel con ánimo de saludar a Vizcaíno, pero no pudimos. Salimos a la carretera bajo un sol de fuego. En todos los pueblos del tránsito había jóvenes armados, gente petulante con fusiles y escopetas modernos. En Sumbilla nos pararon un momento; después seguimos adelante hasta Vera, donde mi hermano, cuando le conté lo que me había pasado, me dijo que iría al pueblo para preguntar a los carabineros si me podían dar un salvoconducto para llegar a Francia, pero le dijero que no. Yo me decidí a marchar a pie. A dos kilómetros ví que subía un automóvil y lo detuve. El dueño era un español de apellido francés. En la carretera no había obstáculos, pero antes de llegar a punto avanzado apareció un carabinero. “Este me fastidia”, me dije. El carabinero pidió los papeles al propietario del automóvil, y luego me dijo:

-Usted es Pío Baroja.

-Sí, señor.

-Usted ha sido preso. Así lo dcie el “Diaro de Navarra”.

-Es verdad, pero me soltaron.

-Y ahora, ¿a dónde va?

-voy a uno de estos caseríos de España.

Entonces el carabinero se echó a reír.

-Ya veo que va usted a Francia; yo no se lo impediré. Que cada cual se salve como pueda.

-Pues, muchas gracias.

En la frontera varias personas se interesaron por saber lo que me había pasado. Por la noche me llevaron hasta Hendaya, a casa de unos amigos. Estaba allí el doctor Bago, de San Sebastián, casado con una hija del escritor Grandmontagne. Le conté lo ocurrido y al día siguiente tuvo la malhadada idea de acercarse a la frontera de Navarra por Dancharinea, haciendo que le prendieran y lo llevaran a Pamplona.

He ido después a la frontera de Vera, en el collado de Ibardin, para ver si no hay ya vigilancia y comunicarme con mi familia; pero allí siguen las boinas rojas y los hombres con el arma al brazo montando vigilancia...

* * *

N. de la R.-No podemos resistir al deseo de expresar la impresión que nos causa Baroja con su artículo, propio de un ególatra profundo, condición puesta de manifiesto una vez más.

Ese grito a la República que lanza entre los facciosos y que nosotros sostenemos con puntos suspensivos, le creemos sicnero en el escritor-académico, pero en la ocasión que relata parece más bien expresado en condiciones de desprecio para el enemigo común, que no le guardó consideración alguna.

Encuentra en su camino de tortura a una columna fascista y toda la reflexión que se le ocurre hacer es la de suponer que los 700 u 800 hombres que la integraban, estaban lanzados contra él y sus tres acompañantes. Que es cobarde el enemigo no lo descubre ahora Baroja. Lo que sí descubre el combatido escritor es su enorme vanidad. Para aquella columna, Baroja, no era más que un insignificante tropiezo. La prueba es que no le dieron importancia y esto es lo que más molestó a Baroja. Si le hubiera considerado como hombre de temperamento, para tenerle en cuenta, no son las hordas fascistas las que reparan en medios, ni en categorías, para librarse de enemigos.

Hace notar también Baroja su falta de cortesía al aludir a Valle-Inclán, dirigiéndole una intemperancia a sabiendas de que no le puede contestar. Otra cosa fuera si el glorioso manco hubiera podido dirigirle sus dicterios desde la tribuan del Ateneo donostiarra.

Y como final, vuelve a mostrar su incorrección al tratar de la aprehensión del doctor Bago, señalando imprudencias que de existir correrían parejas con su intrepidez al hablar de cosas sobre las que no está documentado.



En los frentes de combate

(Viene de la primera página)

cionalistas sirvieron para que se apoderasen del caserío Santuchu, situado en el cruce de Beizama, del cual se decía que servía de refugio a los facciosos.

En dicho caserío se encontraron cuatro cajas de munición de fusil, una bandera monárquica y otros objetos. Ha sid detenida una joven de Tolosa que parecía ser visitante habitual de dicho caserío, y a la cual se cogió en graves contradicciones.

Además de esas cajas de cartuchería de fusil se encontró bastante munición para pistola, y rifle.


AGUA PARA VITORIA
Una sección formada por guardias de Asalto del frente de Ochandiano y por milicias del sector de Mondragón, se desplazó de madrugada para realizar una incursión a la que se concedía importancia.

El objetivo consistía en volar los embalses de agua de Helguera, con lo cual Vitoria vería terriblemente amenazado el normal suministro del agua.

El objetivo se cumplió sin el más leve contratiempo y como consecuencia de esta acción Vitoria se ve privada de su más importante abastecimiento de agua.

Radio Vitoria confirmó la veracidad de esta afirmación ya que en sus emisiones decía había que racionar el agua, aunque aconsejaba al vecindario que no se alarmase porque se trataba de una pequeña avería de la conducción del agua.

Apostamos cualquier cosa a que la reparación de esta avería les va a costar un montón de días.


La barbarie del fascismo español. Se cree que han fusilado hasta la fecha a unas 40.000 personas

Moscú. – Del enviado especial del diario “Pravda”, en España:

“Los fascistas españoles están cometiendo verdaderas atrocidades, calculándose que hasta ahora han fusilado unas cuarenta mil personas.

Las fuerzas reaccionarias de todo el mundo ayuda a los fascistas españoles. Se ha podido comprobar la llegada a Burgos de dieciocho ex guardias blancos rusos, uno de los cuales ha sido nombrado inspector de la Caballería fascista. Estos individuos van provistos de pasaportes alemanes.

Por otra parte, en Zaragoza, se ha formado un batallón denominado “Sanjurjo” integrado por fascistas italianos y alemanes, así como guardias blancos rusos, que pelearon contra la revolución roja de su país.

También Portugal ayuda eficazmente a los facciosos españoles, los que utilizan la base aeronaval de Lisboa para proveerse de bombas y bencina para su Aviación”.



El miliciano
Félix Varas Icazeta

FALLECIO AL SERVICIO DE LA REPUBLICA EL DIA 26 EN IRUN

Su madre y hermanos y demás familia reuga asistan a la conducción del cadáver que se verificará hoy, día 28, a las seis de la tarde al cementerio de Polloe.

Domiciliio: Ramón y Cajal, 5, sexto centro.

San Sebastián, 28, 8, 1936.



El día en Vizcaya
Experiencias para evitar los ataques aéreos del enemigo

Bilbao, 27

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
La tranquilidad ha sido absoluta en Vizcaya, tanto en los frentes como en el desenvolvimiento ciudadano en las distintas villas.

Tampoco en los centros oficiales se facilitaron noticias que tuviera interés.

Continúan recibiéndose en los centros de asistencia social donativos y ofrecimientos.


CONTRA LOS ATAQUES AEREOS
Hoy se realizaron experiencias para defender a la población de los ataques aéreos que pudiera hacer el enemigo.

Al mediodía una potente sirena señaló el peligro por medio de un toque que duró medio minuto y luego otros toques largos para advertir la vuelta a la normalidad.

A las diez y cuarto de la noche volvió a funcionar la sirena y se apagaron todas las luces, tanto las del alumbrado de las calles como las de las casas particualres.

Todos los resortes funcionaron perfectamente y para el vecindario estas pruebas constituyeron un espectáculo.


ACCIDENTES DIVERSOS
En el barrio de Aceta (Baracaldo), un ciclista atropelló a Armando Robledo, de Sestao, ocasionándole lesiones de pronóstico reservado.

-En el alto de Santo Domingo fué encontrado un cadáver que no pudo ser identificado. Presentaba un tiro en la cabeza.

En el alto de la carretera de Castresana se halló otro cadáver que presentaba también varios balazos. En sus bolsillos fué encontrado un carnet de Acción Popular y por él se pudo saber que la víctima era Juan Bautista Pozo, de 23 años.

-En la Gran Vía, un automóvil atropelló a José Garcés, de 26 años, que resultó con lesiones de pronóstico reservado.

-En el Campo de Volantín otro coche atropelló a Herminio Sáez, de nueve años, que sufrió heridas graves.


Agradecimiento

Los familiares de los desgarciados vecinos de Lezo, Esperanza Sein y Félix Arriaga, víctimas de la cobarde agresión de los aviones fascistas, nos ruegan hagamos público su testimonio de gratitud a cuantas personas se han adherido a su pesar en tan triste ocasión.


FRENTE POPULAR
Aviso a los obreros gráficos

Obreros gráficos a quienes corresponde trabajar la noche de hoy, viernes:

CAJAS
Luis Ganuzas.
Faustino Trocóniz.
Esteban Arroyo.
Ricardo Marín.
Luis Lancis.

LINOTIPIAS:
Lucio Neira.
David Ibisate.
Julio Zabala.
A. Palomares
Luis Arcelus.
Fermín Iraregui.

ESTEREOTIPIA:
José Nicolás.
José Castresana.
Severiano Ceballos.

MAQUINA:
Carlos Horn.
Nicolás Urcelay.
Cecilio García.
Clemente Alvarez.


CASTIGO EJEMPLAR A LOS QUE REALIZAN VENGANZAS PERSONALES

Barcelona. – A primera hora de la tarde de ayer el señor Gómez García recibió a los peridoistas, a quienes manifestó que había cumplimentado al consejero de Justicia, y a continuación facilitó a los informadores la siguiente nota:

“Un individuo llamado Fernando Restol Martínez se llevó engañado a la carretera de Martorell a Manuel Ibars, de cuarenta y tres años, con objeto de hacerle víctima de una venganza personal. En aquel lugar sacó un arma de fuego, con la que le hizo varios disparos, huyendo seguidamente. Ibars sólo resultó herido, por lo que pudo levantarse y trasladarse a un lugar, donde fué auxiliado, denunciando la agresión.

En vista de lo cual fué detenido el Restol, a quien le fué aplicado el fallo inexorable de la justicia del pueblo”.

-También en la Comisaría general de Orden público se tuvieron noticias ayer de que dos individuos habían intentado cometer un atraco a un empleado colonial y que gracias a la intervención de las milicias había sido evitado. Las milicias, al evitar la consumación del hecho delictivo, practicaron la detención de los autores, a los que se les aplicó inexorable castigo”.


Ecos mendigoitzales
DEL CUARTEL GENERAL DE IRUN AL BLOCAO DE “ZUMELZU”

Decíamos ayer que nos hemos propuesto visitar los frentes donde actúan los bravos defensores de la causa patriota.

Hemos convivido dos días con las milicias vascas irundarras y con las que se hallan destinadas en el blocao de “Zumelzu”. Es para nosotros un honor ciertamente empezar los reportajes ocupándonos de estos valientes muchachos que tan alto han sabido poner estos días el ardor combativo de las milicias vascasa.


ENTUSIASMO, ACTIVIDAD, VALOR COMBATIVO
Llegamos al cuartel general de Irún el día 26 al filo de las diez de la mañana.

El cuartel general ocupa el palacio de don Juan Olazabal a la entrada de Irún. Nos damos a conocer y preguntamos por los jefes de grupo.

Mientras esperamos, podemos observar que nuestros muchachos ocupan amplios salones del palacio y están terminando de aserse después de haber descansado apenas una horas. Nadie podría sospechar al ver aquellas caras risueñas, aquella alegría sincera de aquella muchachada que nos encontramos en plena batalla, en pleno período combativo.

Y sin embargo así era. Junto al palacio se halla enclavado un cañón que no deja de disparar. No lejos se oye el terrible tableteo de las ametralladoras y de fusilería...

Ello no es obstáculo para que dentro del recinto de aquel palacio se observe una tranquilidad pasmosa, que contrasta con el estruendo, con el ruido infernal, con aquel eco de muerte que en aquellos momentos hiere nuestros oídos.

Nuestros mendigoitzales ríen y alguien incluso canturrea una dulce canción que, si muchas veces nos ha emocionado, en aquellos instantes, puede en nosotros más que el mortífero ruido del cañón... Era la canción que hemos oído cantar quienes hemos asistido a las representaciones de “Pedro Mari” del insigne Campión y que tan bien lo sabe representar nuestro querido amigo Estanis Aranzadi, figura destacada del cuadro de Eusko Etxea de Iruña... Era muy fuerte su evocación en aquellos instantes.

La presencia de los jefes de grupo nos sacude la emoción.


CARLOS MICHELENA, NICOLAS LARREINA, RUFINO GARAY
He aquí los valientes jefes de grupo de las milicias vascas de Irún. Con una afabilidad extrema nos atienden en cuanto se enteran de nuestra presencia en aquel lugar.

Desde el primer día estamos al pie del cañón, nos dicen.

En cuanto los dirigentes del Partido se decidieron a defender la causa de la Libertad, que en estos instantes era el Gobierno legalmente constituído, nos alistamso en las milicias vascas y aquí seguimos defendiendo nuestro pabellón con un entusiasmo que aumenta de día en día.

Hemos estado en todos los frentes de combate y en estos momentos descansaban los muchachos de la dura brega a que les estamos sometiendo estos días.

Respondiendo a sucesivas pregutnas nos hablan de la disciplina férrea que observan y del ardor combativo que han observado en cuantas ocasiones ha sido menester.

Como habíamos oído elogiar a los mendigoitzales iruneses por determinada acción llevada a cabo hace unos días en “Zumelzu” los jefes, cuya heroicidad corre parejas con su modestia, se excusan diciendo que sus muchachos cumplen fielmente y con gran entusiasmo cuantas consignas reciben, por mu dura sque sean...

No queremos, sin embargo, dejar de decir que fué tal el arrojo y ardor combativo que demostraron uno de los días de la pasada semana, en que tuvieron el honor de ser feciltiados por el alférez señor Vicente.

Este elogio, que desde luego no desmerece el valor de todos los demás compañeros que luchan junto a ellos, es el mejor que podemos tributar a los valientes muchachos que constituyen las milicias vascas de Irún.


A REFORZAR “PUNTHA”
Cuando más animada era la conversación que manteníamos con aquellos pundonorosos jóvenes se recibe en el cuartel la noticia de partir inmediatamente a reforzar “Puntha”, donde el enemigo ataca sin cuartel.

Carlos Michelena es el encargado de hacer llegar la orden a todos y al instante están listos para partir.

Sus rostros juveniles no se han inmutado. La sonrisa permanece a flor de labios e incluso volvemos a escuchar la canción de “Pedro Mari”.

No hay tiempo que perder ni nosotros podemos molestarles más.

Un agur cariñoso a aquellos valientes defensores de las libertades patrias y nos trasladamos al Ayuntamiento de Irún donde nos entrevistamos con el señor Etxaniz.


AL HABLA CON EL PRESIDENTE DE LA JUNTA MUNICIPAL
Mientras los jóvenes luchan en el frente, hay otros hombres que silenciosamente trabajan, y trabajan sin descanso a retaguardia.

De ellos es el presidnete de la Junta municipal irundarra. Su labor no por ser menos peligros es menos penosa.

Un trabajo continuo, agotador, pesa sobre los mismos, pero todo lo sobrellevas con un espíritu fuerte y lleno de optimismo.

Dura es la brega, nos dice, pero tenemos la suficiente entreza de ánimo y la suficiente confianza en nuestras fuerzas para sobrellevar y vencer todos los obstáculos que se nos opongan para conseguir nuestro triunfo.


CAMINO DE “PUNTHA”
Breves fueron los momentos que pudimos departir con Etxaniz. Múltiples llamadas le requerían en distintos lugares y hubios de despedirnos del mismo.

En la plaza del Ayuntamiento todo era actividad febril. A lo lejos retumba el cañón.

No podemos resistirnos a la tentación de adelantarnso a ver de cerca el ardor combativo de nuestros muchachos. Caminamos hacia Behobia y a medida que nos acercamos es más intenso el ruido de ametralladoras y fusilería.

Al partir de Behobia entramos en la zona peligrosa. Claramente empezamos a notar el silbido de las balas que cruzan el espacio. Nos parapeamos contra una casa y observamos todos los movimientos. Desde allí vemos que cruza un camión carretera adelante y en el camino podemos distinguir a los bravos milicianos vascos de Irún que una vez más habían de dar muestras de coraje y de valor sin límites ante el enemigo que había de ver truncados también una vez más sus deseos de avance hacia Irún, contenido por el arrojo sin límites de aquellos muchachos que momentos antes recibieron la noticia de su partida para “Puntha” con la sonrisa en sus juveniles labios...

¡Agur, agur, agur!

Michelena, Garay Larreina, ciertamente que podeis estar satisfechos del heroísmo de vuestros bravos milicianos vascos.


A ZUMELZU
Ayer volvimos a visitar Irún. Subimos a Zumelzu donde departimos unos momentos con milicianos tolosarras y donostiarras que durante cuatro días han defendido aquella posesión.

Pero esto va para largo y lo dejaremos para mañana.

ETARTE


PEDRO UBIDE RIBERA

Otro miliciano más que pasa a engrosar la gloriosa lista de los hombres del pueblo que han dado su vida por la causa de la Justicia y la Libertad, atropellada por los traidores de la Patria.

Con Pedro Ubide desaparece para siempre un muchacho bueno, querido de todos y especialmente de la Juventud Socialista a la que pertenecía.

Pasa la familia Ubide por unos trances dolorosos insistentemente renovados. Hace varios días, con ocasión del bombardeo de los barcos piratas, en una casa del barrio de Eguía, perdió la vida una señora de esta familia. Otro hermano ha desaparecido sin que se sepa su paradero. Y, por último, hoy se llevará a la última morada el cadáver de Perico Ubide. Como se ve, la Fatalidad se ha ensañado con esta familica, a la que sinceramente acompañamos en el dolor que atraviesan en estos momentos.


EL CAMARADA
Pedro Ubide Ribera

Miliciano de la compañía “Tomás Meabe”

MURIO GLORIOSAMENTE EN DEFENSA DE LA REPUBLICA, EN EL FRENTE DE IRUN, A LOS VEINTICINCO AÑOS DE EDAD.

Sus hermanos: José, Vicente, Oleta, Cornelia, Ramón, Luis, Angelita y Camren; la Juventud Socialista de San Sebastián, el Sindicato de Banca y Bolsa, al participar a sus amigos y compañeros tan dolorosa pérdida, les ruegan se sirvan asistir a la conducción del cadáver que tendrá lugar hoy, viernes, a las DOCE DEL MEDIODIA, desde el Círculo Socialista (Aero Club), al cementerio, por lo que les quedarán muy agradecidos.

San Sebastián, 28 de agosto de 1936

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