Domingo, 2 de agosto de 1936
HABLA MARTINEZ BARRIO
LA CAUSA REBELDE ESTA SENTENCIADA DE ANTEMANO POR EL ALMA POPULAR
Si continúan la lucha, será un sacrificio estéril y sangriento, que sin evitar su derrota, cerrará todos los caminos de convivencia. El remordimiento y un último resto de sensibilidad cortarán que se derrame más sangre. La República vencerá, porque lo exige España y lo espera, anhelante, la humanidad.
Desde la emisora de Radio Valencia, dirigió anoche la palabra al país, por medio de las emisoras de los territorios leales, el presidente de la Cámara española, don Diego Martínez Barrio, que se encuentra en Valencia presidiendo la Junta delegada del Gobierno en Levante.
El señor Martínez Barrio manifestó: "Españoles: La opinión universal y la de nuestro pais están perfectamente enteradas, por la veraz información del Gobierno legal, de la situación y desarrollo de la lamentable sublevación militar. En su hora, el jefe del Estado, con la altura que le concede su autoridad por razón de su cargo y por la condición de su investidura, dejó oir su voz serena a los españoles, dando cuenta de la realidad de lo que ocurre y de la firme voluntad del Poder para vencer a los facciosos.
No necesitaba el presidente de las Cortes dirigir la palabra al país, entregado como se halla con sus compañeros a la labor de organizar acopios de toda índole para defender al Gobierno legítimo; pero lo hace ante la propaganda que vienen realizando los generales para presentar ante el mundo la existencia de una pugna entre los obreros y otras clases sociales. Con la autoridad que me da mi cargo y con la posición política que ocupo, me atravieso en el camino de ese falso aserto de los generales rebeldes para manifestar que la rebelión no es contra un Gobierno marxista, ni contra un ejército marxista, ni contra unas autoridades marxistas, sino que la rebelión se registra contra un Estado legítimo, contra un presidente de la República elegido por los votos de la mayoría de unos diputados elegidos por la mayoría de los votos de un pueblo, en unas elecciones verificadas bajo la dirección de un Gobierno adversario. Se trata de una rebelión provocada por elementos que hasta la víspera del movimiento aclamaban a ese Poder legítimo.
Lo que sucede, ante la defección de los jefes y oficiales del Ejército, es que el Estado se encuentra asistido por el pueblo, que cuenta con el concurso de los hombres que militan en los sindicatos y en los partidos de carácter social, como la C.N.T. , la U.G.T., los grupos libertarios, los sindicalistas, y por su honor digo que todos ellos no han regateado esfuerzo alguno, y especialmente no han regateado su sangre en defensa de la República democrática. También se encuentran detrás del Estado los partidos republicanos que contribuyeron al advenimiento de la República del 14 de abril, salvo un grupo minúsculo que abandonó a la democracia, y se encuentran también detrás fuerzas de mar, tierra y aire, los industriales, comerciantes, los funcionarios que han sabido conservarse lealmente en sus puestos y, sobre todo, el pueblo en general, ese pueblo que es la auténtica España que cada día se encuentra más firme al lado de la Libertad y de la Justicia.
Toda la rebelión descansa en un supuesto de falsedad, y aparenta creer que lucha contra poderes ilegítimos y entregados al comunismo; pero esta conducta no tendrá justificación ninguna ante la historia ni ante la opinión internacional.
La única realidad es que la fuerza militar, faltando a sus compromisos de honor, haciendo uso indebido del depósito sagrado que se le encomendó, ha vuelto las armas, que no son suyas, armas que se le habían confiado, contra la legalidad y el pueblo. ¿Para qué? Estímulos notorios existen que no pueden negarse. Tratan de sustituir la voluntad del pueblo, por la de una clase privilegiada que quiere seguir disfrutando de sus privilegios.
Ni el pensamiento de los enormes daños que a España se causan, ni el temor de un cruel desmembramiento nacional causan zozobra alguna a los que quieren encubrir la realidad con falsedades. Tratan de volver a un régimen de violencia, al régimen caído, olvidando que lo que execra el pueblo no pueden tener fuerzas para volvef a levantar cabeza.
Cayó el régimen de Primo de Rivera, por incapacitado. Cayó la monarquía por sus vicios y por sus vilezas internas, y al caer ambos fue voluntad de España no permitir que pudieran retoñar sus cenizas. ¿Por qué ese dislate de querer resucitar cosas muertas? Esos jefes militares han sus espadas desatendiendo las lecciones de la historia, extendiendo sobre España una noche sangrienta. Pero recibirán la lección, ya que están fatalmente condenados a perder la causa que defienden, puesto que ésta se encuentra de antemano sentenciada por el alma popular, ya que los españoles son una democracia organizada.
Españoles, somos una democracia que debe ser respetada por todos los pueblos. Hemos conquistado el derecho a la neutralidad por lo menos, cuando elementos de una flota mercante desleal comenten la vesanía de traer moros a España provocando extrañas codicias de coloniaje.
Como tal democracia organizada en forma constitucional de Gobierno, piden hoy los españoles leales al régimen el respeto de los pueblos extranjeros y la no intervención de éstos en la resolución de los destinos patrios españoles por la fuerza propia interna.
Los rebeldes buscan hoy para triunfar en su criminal empresa auxilios extranjeros. España ha respetado y respeta la política de los demás pueblos y por ello tiene derecho a solicitarles que respeten éstos la verdadera voluntad nacional española.
El presidente de la Cámara española se dirige a la opinión internacional advirtiéndole del peligro de la situación. España respeta la voluntad de autodeterminación de todo pueblo y requiere el respeto a la auténtica voluntad.
La representación actual de España la ostentan el jefe del Estado, el Gobierno responsable y la Cámara legislativa. Cualquiera otra vez que se alce lo hará fuera de la legalidad.
Y no habrá de tenerse en cuenta ni habrá de ser oída en derecho la voz de los que, como jefes de tribus, se levantan para imponerse sobre los ciudadanos como si actuaran en el desierto.
La República es la legalidad y la continuidad de una labor patriótica. Ningún interés legítimo está amanazada, ningún derecho ha sido desconocido o intervenido. Donde ondea la bandera nacional todo se desenvuelve con respeto a la ley y se deja para los rebeldes el triste espectáculo de las tropelías, de la arbitrariedad, de la violación de las leyes internacionales de guerra, del lenguaje grosero, las amenazas, los juicios soeces de los políticos españoles, en contraste con nuestra serenidad.
Mi lenguaje se dirige a los jefes rebeldes para impedir que la persistencia en su actuación pueda seguir siendo dolorosa par el pueblo y para que el empleo de las armas siga agravando su conducta.
Que los rebeldes entiendan mis palabras. Ha llegado el momento del rendimiento o de la huida. Su derrota es ya incontenible. Quisieron abolir un régimen político y un Gobierno y se han encontrado con que no pueden acogotar la democracia de todo un pueblo.
Ríndanse, pues, y si el remordimiento los cerca, si un resto de sensibilidad les empuja a ello, evitarán nuevos y dolorosos derramamientos de sangre. Se lo pide todo el país. Se lo piden especialmente los millares de madres que angustiosamente piensan en sus hijos entregados a la matanza. Lo reclama el país entero y todas las ciudades que viven vigilantes y angustiadas por el dolor y la indignación.
Si la rendición se retrasa se irán aumentando, geométricamente, los daños y se irán cegando todos los caminos para una posible convivencia.
Rebeldes de Zaragoza, de Sevilla, de Burgos, de Marruecos, vuestra pertinacia aumentará vuestra responsabilidad en un sacrificio estéril que no hará más que aumentar el derramamiento de sangre, sin que por ello hayais de evitar vuestra derrota en la fase final del combate que ya se avecina.
Si cerráis los oídos a esta voz; si no queréis escucharla estremecidos de emoción, si no queréis someteros al imperio del derecho y de la ley, peor para todos.
Al fín, la voluntad de España permanecerá inconmovible, perenne y el ímpetu de sus hijos dictará sus resoluciones.
Hermanos, milicias abnegadas, trabajadores, soldados leales a la República, funcionarios, diputados de la Cámara legislativa, hagamos que se redoble el esfuerzo por el cual habremos de vencer en nombre de la República.
Lo exige España. Lo espera, anhelante, la humanidad.
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OPTIMISMO
Cada día que pasa es un nuevo elemento de combate en manos del Gobierno de la República. En una subversión militar como la que se está liquidando en España, lo peor que le puede ocurrir a los sediciosos es que el golpe de mano no se lleva a término en los primeros momentos. Lo mejor que le puede ocurrir al Poder constituido es, precisamente, que la crisis tenga un declive prolongado. Para el Poder constituido, ganar tiempo es ganar el combate. La lucha está ya tan francamente inclinada del lado de las fuerzas populares, que no se puede dudar de la victoria.
Por ello mismo, ahora más que nunca, es imprescindible hacer una llamada solemne al optimismo de las gentes. No al optimismo de las columnas de lucha y a las fuerzas de avanzada, porque a éstas les sobra la ilusión, y el entusiasmo y el coraje. No hay contratiempo ni adversidad que no sepan soportar con entereza. Hace falta el optimismo en las masas de retaguardia, en el elemento civil, en la población neutral, que tan fácilmente se deja ganar por las impresiones derrotistas o por los informes desconsoladores, pocas veces atenidos a la verdad.
Hay que declarar la guerra a muerte al rumor, ya lo hemos dicho muchas veces. Pero hay que declarar guerra a muerte al pesimismo. Sobre todo hay que poner especial cuidado en cerrar los oídos a los informes que no llegan por conducto oficial y contrastado. Muchas gentes, unas por mala fe y otras por debilidad de carácter, son propensas a poner en circulación noticias alarmistas. Contra eso hay que ir.
Tan faccioso es el que combate contra nosotros, como el que abate el ánimo colectivo con impresiones o comentarios terroríficos de lo que ocurre en los frentes. En los frentes de combate no ocurre ni puede ocurrir otra cosa que lo que previamente han dispuesto los mandos militares al servicio de la República. En esto no hay errores ni engaños.
La situación está en nuestras manos. NI uno sólo de los objetivos se dejará de lograr. NI una sola de las consignas quedará incumplida. La suerte está echada. El triunfo está, íntegro, al lado del Frente Popular de combatientes ciudadanos y de fuerzas adictas.
Animo, y adelante. Puerta abierta al optimismo. Nuestras fuerzas de combate están animadas del máximo entusiasmo. Tenemos derecho a exigir que las masas de la población civil se sientan asistidas de la misma confianza. Ni un resquicio les queda a los facciosos por donde puedan atisbar la coyuntura de una situación favorable.
La contienda es dura, bien lo sabemos. En su curso habrá circunstancias que parezcan adversas, pero que en realidad no son otra cosa que posiciones tácticas delante de las cuales queda un camino franco y abierto: la victoria de las masas populares frente a la subversión criminal que ha desatado la guerra civil.
Habremos de combatir el abatimiento y el pesimismo con la misma energía que los ataques o las escaramuzas enemigas. Quien no esté con nosotros, está frente a nosotros. Ténganse esto bien en cuenta. No admitimos el desaliento ni el desánimo, ni el pesimismo. Las circunstancias presentes no dejan paso más que al optimismo.
Frente a todos los rumores falsos, frente a todas las noticias adversas, frente a todas las contrariedades que muchos se encargan de propalar, nosotros tenemos una actitud clara y meridiana: ser optimistas, porque no hay otra verdad que aquellas verdades que facilita el Frente Popular. Todo lo demás son infundios, y bulos, y rumores sin razón ni fundamento.
Somos y hemos de ser optimistas, porque no hay razón para dejar de serlo. La victoria, repetimos, está en nuestras manos. Animo, y adelante. A seguir luchando con la misma fe y con el mismo entusiasmo por el logro de nuestro gran ideal.
No pasarán, no pasarán. Miles de pechos ciudadanos forman una barrera infranqueable, cuyas reservas no se agotan nunca. Extraigamos a la hora actual, de las estrofas inmortales del himno de la Revolución francesa, la afirmación más sustancial y optimista:
Le jour de gloire est arrivé...
El día de gloria ha llegado. No puede tardar el instante en que hayamos de decir: todo está terminado. El triunfo es nuestro. Y con él, España ha recobrado, de una vez para siempre, la rienda de sus propios destinos.
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SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
Mantenimiento de posiciones, preparativos militares y bombardeos contra los rebeldes
La nota característica del día de ayer es el mantenimiento tanto de las fuerzas rebeldes como de las leales a la República de las posiciones conquistadas en los días anteriores. No se nota ningún avance serio. Las avanzadillas han realizado algunas expediciones por el territorio que ocupan los facciosos, con los cuales ha habido pequeñas escaramuzas, de las cuales afortunadamente, no contamos ninguna víctima.
En el frente de Villafranca nuestras fuerzas, abandonando la táctica seguida hasta ahora, de concentración en las ciudades abandonando las posiciones elevadas de las montañas, ha sido sustituida por unas operaciones similares a las que utilizan los rebeldes.
Todas las cercanías de esta población han sido perfectamente guarnecidas por grupos de milicianos antifascistas y fuerzas leales del Ejército, emplazando las baterías de artillería de modo conveniente a un ataque decisivo.
Estas fuerzas populares han establecido su cuartel general, en el cual se centralizan todos los servicios pertinentes a la movilización ciudadana, al mismo tiempo se han nombrado las comisiones necesarias para la mejor administración de estas fuerzas, formándose un mando militar que actúa de acuerdo con las milicias.
Estos combatientes populares, que por primera vez van a iniciarse en la lucha militar, y a quienes anima el firme propósito de liberar a nuestra provincia del enemigo faccioso, están poseídos de una gran entusiasmo, que permite asegurar la realización de un magnífico plan de ataque sobre las posiciones enemigas en las proximidades de Beasain.
Durante todo el día las baterías emplazadas en el fuerte de San Marcos, así como también las que se encuentran en Guadalupe, efectuaron un intenso bombardeo sobre las posiciones enemigas, que desde anteayer se refugian en las inmediaciones de Oyarzun.
En este último frente se han reconcentrado numerosas fuerzas cívicas y militares, que indiscutiblemente obligarán al enemigo al abandono de las posiciones y a buscar su refugio en la provincia de Navarra.
Nota de la Comisaría de Guerra
La situación en Guipúzcoa continúa estacionaria.
Por el frente de Oyarzun durante el día de hoy la normalidad fue completa, observándose en las filas de los facciosos indecisión en los movimientos y titubeos que se tradujeron en una retirada internándose en los montes.
Por el frente de Beasain han pretendido atacar hoy con empuje los requetés de Navarra, pero el mando de las milicias y fuerzas leales de la República han establecido unos atrincheramientos en posiciones estratégicas y reforzadas las líneas atacar a fondo.
Se espera de un momento a otro la llegada de la aviación.
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