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Gipuzkoa 1936

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UNA NOTICIA DEL DÍA


Páginas de la Historia

Jueves, 27 de agosto de 1936

Páginas:

Redacción, Oficinas y Talleres
GARIBAY, 34

FRENTE POPULAR
DIARIO DE LA REPUBLICA

Teléfonos: 14.621 y 14.643
San Sebastián, 27 de Agosto de 1936


La columna Uribarri prosigue sus avances en Extremadura

LA BARBARIE FASCISTA
Una bomba de avión causa en Lezo tres muertos y varios heridos

También fué bombardeado Irún, sin graves consecuencias

El desesperado ataque que los rebeldes hicieron ayer objeto al frente de Irún necesitó de la colaboración de aparatos aéreos, que, como es costumbre en sus desalmados conductores, dejaron caer su mortal carga en el pacífico vecindario de pueblos guipuzcoanos.

Serían las nueve y media de la mañana cuando los vecinos de Lezo vieron aparecer por el horizonte un avión, cosa a la que no dieron importancia alguna por no haber sufrido hasta ahora ningún ataque por parte de aeroplanos enemigos. Los lezotarras siguieron sus ocupaciones sin importancia la visita del aparato rebelde. El avión enemigo, al pasar por el pueblo, precisamente, dejó caer una bomba, que rebotó en una de las ventanas del primer piso de un edificio y destrozó varios departamentos de la planta baja.

Inmediato a esta finca estaba con su carro el barrendero del pueblo, Félix Arriaga, de cincuenta y tres años, que en aquellos momentos procedía a la recogida de basuras. De la casa había bajado, con un cajón de desperdicios, la joven Esperanza Sein, de veintiún años, sobrina de Félix Arriaga. La explosión de la bomba alcanzó de lleno a los dos infelices que sufrieron heridas mortales.

El caballo del barrendero quedó también muerto, y el carro destrozado.

La metralla alcanzó también a otras personas que se encontraban en las inmediaciones. Rápidamente se recogió a todos los heridos, que fueron atendidos de primera intención por el médico don Pedro Barrios y el practicane don Tomás Beguiristain. Como hemos dicho, al barrendero y su sobrina no se pudo hacer otra cosa que certificar su defunción. Los demás lesionados son los siguientes:

María del Carmen Ginto, de seis años de edad, que sufría tales heridas que su estado era deseperado. Trasladada rápidamente al Hospital civil de San Sebastián, falleció a la hora de ingresar.

Miguel Ondárroa, de veintiún años, fractura del hueso fronta, con incrustaciones de metralla en el cerebro. Pronóstico, gravísimo. Ingresó en el Hospital de Manteo donde hoy le será practicada una delicada operación.

Esteban Piñuel y Pascasio López, ambos, carabineros, heridas en distintas partes del cuerpo. Pronóstico, reservado. Ingresaron en el Hospital militar de San Sebastián.

Gonzalo Marín, de diecinueve años, barbero, heridas por metralla. Pronóstico, reservado.

Victoriano González, de cuarenta y seis años, churrero, heridas por metralla. Pronóstico, reservado.

El salvaje atentado causó en el vecindario de Lezo la terrible indignación que es de suponer, siendo unánimes las condenaciones para los autores e inductores de la fechoría.

También la población de Irún fué objeto de la preferencia de los aparatos facciosos. Tres o cuatro bombas cayeron en el casco de la ciudad. Una de ellas “aterrizó” en la plaza del Ayuntamiento, hiriendo al chófer Juan Ibarrondo. Sufre una herida de escasa importancia en la pantorrilla.

Este es el doloroso balance de las incursiones aéreas de ayer por los pueblos guipzucoanos.


LOS REBELDES EN GALICIA
Los milicianos hostilizan a los fascistas desde las montañas de La Coruña

Un viajero que, después de mil peripecias, logró salir de Galicia, ha hecho unas interesantes declaraciones sobre la situación de los rebeldes en aquella región.

Después de apoderarse por sorpresa de La Coruña, los facciosos realizaron una leva, reclutando las quintas desde el 26 hasta el año actual.

Pero ellos no contaban con la reacción heroica y silenciosa de la masa trabajadora, que desde el primer momento declaró la huelga general. Los fascistas amenazaron con el fusilamiento de los dirigentes de las organizaciones si en determinado plazo los obreros no se reintegraban a sus labores. La consigna de los obreros era terminante y así pudo verse cómo caían asesinados por las balas mercenarias los jefes obreristas más destacados. El heroísmo de los caídos no descorazonó a los bravos gallegos. Hubo nuevos fusilamientos, pero la huelga general, siguió todavía, a despecho del terror que imperaba. Toda la industria pesquera de la región está paralizada y no sale a la mar ni una sola embarcación.

* * *

El gobernador de La Coruña fué asesinado después de haberse hecho fuerte Los guardias de Asalto, fieles hasta ese momento al representante del Gobierno de la República, se encargaron del fusilamiento, obligados por los fascistas, que así premiaban, cobardemente, la heroica actitud del malogrado republicano.

En las montañas de La Coruña hay miles de obreros que pudieron huir de las garras de los traidores. Todos están armados y hacen la vida imposible a los insurrectos. No cesan en su actitud combativa y están dispuestos a morir por la libertad antes de someterse a los bárbaros sublevados.

* * *

Los insurrectos transportan los muertos y heridos por la noche, como en otros puntos de España, a fin de que no puedan observarse los destrozos que les causan los leales.

Además, obligan a los ciudadanos a permanecer en sus casas, prohibiéndoles asomarse a los balcones o ventanas. Los de Falange patrullan por las carreteras y obligan al pueblo a tumbarse boca abajo, para que no presencie la macabra parada. Los que se han atrevido a desatender sus órdenes han pagado con la vida su curiosidad.

* * *

Los facciosos se encuentran con muchas dificultades para proveerse de material de guerra extranjero, debido a la falta absoluta de divisas.

Se han visto obligados a entregar el oro que tenían -¡triste parodia italiana!-, con objeto de poder pagar las armas a los países proveedores, que quieren cobrar por adelantado y en oro... De esta manera cumplen sus promesas de “neutralidad” y de “no ingerencia”.

No hay ya dinero. Nada más entregan doscientas pesetas para todo el mes a los que lo necesitan. Han aumentado las contribuciones y han implantado fuertes impuestos de guerra.

* * *

Las fuerzas de Asalto y Carabineros, que son las únicas que ofrecen resistencia a los fascistas, se mantienen, a pesar de estar controladas por los insurrectos, con un espíritu íntegramente republicano y esperan poder luchar con el pueblo y por la libertad cuando se ataque Galicia.


JUSTICIA REPUBLICANA
Un Consejo de guerra juzga al general Muslera y al teniente coronel Baselga

Los dos militares traidores son condenados a la última pena y la sentencia se cumplió por la tarde

En la Sala de Justicia de la cárcel de Ondarreta se constituyó en la madrugada de ayer el Consejo de guerra, encargado de juzgar al que fué miembro del Directorio militar, presidido por Primo de Rivera, y al teniene coronel Baselga, significado elemento derechista.

Comenzada la vista, se dió lectura al apuntamiento, del que se desprende que el general Muslera entró en San Sebastián, procedente de Francia, el día 17 de julio pasado, para encargarse de la jefatura de la sublevación militar en la provincia de Guipúzcoa.

En sus primeras declaraciones incurrió en manifiestas contradicciones, pues mientras declaraba en una ocasión que había venido de Dax, donde hizo una cura de aguas, posteriormente aseguraba haber llegado de Madrid.

El teniente coronel Baselga dijo haber llegado de Francia el día 17, y al pasar frente a un café encontró a Muslera, quien le preguntó si tenía alojamiento, y al decirle que no, le invitó a que fuera a su domicilio, como así lo hizo.

Al declarar ambos detenidos han incurrido en contradicciones respecto al paradero de una maleta, que fué, al fin, encontrada, pero sin la documentación que contenía y que, indudablemente, demostraba el delito de los procesados.

Terminada la lectura del apuntamiento, el fiscal pregunta a los procesados si sabían se había producido una sublevación militar, a lo que contestan que no.

Manifiestan también que no sabían cómo se desarrollaban los acontecimientos en San Sebastián, pues no salían de casa, porque conocido el proceso de la revolución rusa –decían- tenían miedo se les pegara un tiro en la calle.

Desconocían todo lo que se pudiera relacionar con la rebelión, por carecer de radio en el lugar en que vivían y no recibían los periódicos.

Les pregunta después el defensor si por su condición de general y teniente coronel tenían obligación de pasar la revista de Comisario, a lo que contestan que no, pues hallándose en situación de segunda reserva cumplían este trámite por oficio, por medio de un apoderado que tenían en Madrid.

Declaran también, a preguntas de la defensa, que el general tenía visado y fechado su pasaporte en Francia, y no así el teniente coronel, que dijo que había venido a España a recoger a un hijo suyo, que se hallaba estudiando y que, conociendo haberse iniciado la lucha, pasó la frontera como pudo.

Resume el fiscal todos los cargos hechos contra los procesados y solicita la pena de muerte, con arreglo al artículo 237, en su párrafo segundo del Código de Justicia Militar.

La defensa, fundándose en la insuficiencia de pruebas, aunque la sensación pudiera ser posible, solicita la absolución para sus dos defendidos.

Los procesados dicen que nada tienen que alegar, aunque el presidente del Tribunal les hace algunas preguntas, entre la que figuran las siguientes:

-¿No sabían los procesados que tenían la obligación ineludible de presentarse a las autoridades legalmente constituídas? ¿Y no sabían cuál era el Gobierno legalmente constituído?

Al contestar los procesados que lo ignoraban les indicó el presidente que un general debía conocer esta obligación.

También les indicó el presidente que en las declaraciones prestadas se hacía constar que no salían de casa y que, en cambio, habían acudido a misa durante tres días de fiesta religiosa, en pleno movimiento, y como consecuencia: ¿cómo se explicaba que no fueran a presentarse a las autoridades por temor a que se los matara y, en cambio, no tenían miedo para ir a misa?

Dudaron los procesados y seguidamente manifestó el presidente que no podía creer que un general del Ejército no se presentara a las autoridades por miedo.

Uno de los vocales formula otras preguntas y a continuación se levanta el Consejo para dictar sentencia.


SE CUMPLE LA SENTENCIA
La sentencia dictada por el Consejo se somete a la aprobación de las autoridades que la refrendan. Es de pena capital.

A última hora de la tarde la sentencia es ejecutda y el ex general Muslera y el teniente coronel Baselga mueren lanzando gritos que demostraban, en el último moento, su culpabilidad.


Páginas de la Historia
Los bravos mendigoizales, en el frente

Los mendigoizales están escribiendo una página brillantísima en la defensa de nuestro suelo y de nuestras libertades vascas. Con un arrojo y valentía extraordinarios están prestando su colaboración en todos los frentes de batalla, causando la admiración de todos los jefes que en cada mendigoizale contemplan una barrera infranqueable para los faccioso, que, día tras día, ven anulados sus esfuerzos de invadir nuestro suelo patrio y ahogar en sangre nuestos más caros sentimientos de libertad y amor a nuestra Patria Euzkadi.

No tiene duda, es indiscutible, que uno de los factores que ha motivado esta sangrienta revolución h asido el de exterminar el nacionalismo, liquidando de una vez para siempre el sentimiento vasco, que tan hondamente late en nuestro pueblo.

Nada importaba el sentimiento profundamente cristiano que impregnaba todos nuestros actos, nada importaba que en todas las capas sociales, absolutamente en todas, en el obrero, en el nekazari, en el industrial, en cuanto supusiera algo de vitalidad, latiera vivamente el patriotismo vasco. Nada importaba todo ello para las espuelas de los militares que habían de barrer, ahogando en sangre este espíritu de libertad tan arraigado en los pechos vascos.

Pues bien: la respuesta y la actitud de los patriotas vascos ha sido categórica: defender la República y el Gobierno legalmente constituído, que, respetando nuestors sentimientos religiosos, nos abre las vías de un Estatuto que ha de conducirnos al triunfo definitivo de nuestra causa.

Esa es la actitud del nacionalismo vasco; esa es la respuesta varonil que ha hecho ponerse en pie de guerra al patriotismo vasco, que hoy cubre las montañas de Euzkadi, dispuesto a renovar las gestas de nuestros antepasados que durante siglos supieron consevar la independencia de nuestro suelo patrio.

Era cuestión de vida o muerte el dilema que se le ofrecía al nacionalismo vasco y ante el mismo no dudó, no podía dudar.

Hoy los “irrintzis” de nuestros bravísimos mendigoizales resuenan por todos los ámbitos de Euzkadi y son garantía segura del triunfo definitivo que espera a la causa de la Libertad patria.

* * *

Nos hemos propuesto visitar todos los frentes donde actúan nuestros muchachos. Queremos ofrecer a los lectores el detalle del espíritu y del heroísmo con que, palmo a palmo, van defendiendo los pedazos de su solar patrio, al mismo tiempo que también hacemos llegar hasta ellos el aliento, el estímulo de los que permanecen en retaguardia con la fe y la esperanza en tan valientes soldados.

Hoy hemos visitado el cuartel general de Irún. De pasada hemos sido testigos en Lezo de los horribles efectos causados por los aviones facciosos que revoloteaban sobre nuestras cabezas.

Cuando llegamos a Irún el estampido del cañón atruena el espacio, percibiéndose más lejos el tableteo de la ametralladora.

En el cuartel se recibe la noticia de que hay que reforzar “Puntha”.

Allá parten nuestros muchachos, alegres y confiados, con la confianza que inspira la defensa de una causa justa.

Hasta mañana.

ETARTE


REPORTAJES RAPIDOS
Un tren blindado de las fuerzas leales que se “pasea” por el campo enemigo

Día a día es más grande el entusiasmo que demuestran nuestras fuerzas en los frentes de combate. Su deseo de aplastar, de una vez para siempre, a quien pretenden aniquilarlas ha llegado a un punto que se hace difícil explicar. Los muchachos que se dirigen a las avanzadas lo hacen poseídos de una moral, tan elevada, que para ellos la palabra peligro es algo que qeuda eliminada.

Continuamente se suceden los actos de heroismos. Ayer a nuestro paso por Rentería, camino de Irún, nos dieron cuenta del arrojo de esos milicianos, que, ocupando los automóviles blindados se adentran en el terreno enemigo, sembrando el terror entre los facciosos. Expuestos a que una bala de los traidores llegue a detener los camiones y que su situación se agrave en tan crítico momento, no vacilan en realizar a diario provechosas incursiones a los sitios ocupados por los que, tozudos, no se dan cuenta que es inútil pelear contra un pueblo que no admite la tiranía.

Pero nuestros hombres no se limitan a pelear solamente con los automóviles blindados, sino que han decidido poner en condiciones guerreras un tren y con él se “pasean” ante los “requetés”, respondiendo a los disparos que éstos les hacen con tan fuertes descargas, que pronto el silencio se hace entre los enemigos.

En el preciso momento en que nosotros llegábamos a Rentería, el tren citado iba a realizar un viaje de exploración. Y el repórter, alternando la pluma con el fusil, decidió unirse a los milicianos, para de paso que resaltaba la acción de los que aman la libertad, ser uno más que disparara contra los sublevados.

Con dos máquinas de vapor –una en la parte delantera y otra detrás, y un vagón habilidosamente blindado entre ellas, nos dirigimos por la parte de Rentería que se enconden los “requetés”, y pasando frente a la estación del tranvía de la frontera en Oyarzun, llegarnos hasta Gainchurizqueta.

El viaje de ida no pudo ser más feliz. Ni un disparo del campo adversario, limitándonos a explorar las trincheras enemigas, que no daban señales de vida. No pudimos ver ni un solo enemigo. Por lo visto, comprendían que disparar contra el tren era inútil. Y, por el contrario, hacerlo, podía despertar las iras de quienes lo ocupaban, y entonces el “baile” no sería lo agradable que ellos desearan. Observamos las trincheras, de bastante extensión, construídas por los “requetés”. Pero, según nos contaron los milicianos, hace días que no han sido avanzadas.

Después de una espera corta en Gainchurizqueta, el jefe que manda este grupo decidió regresar a Rentería, haciéndolo a lenta velocidad y acosando con tiros de fusil a los “requetés”. Así se hizo, y, casi detenidos, comenzamos nuestros tiros, a los que respondieron los adversarios sin éxito, ya que las chapas protectoras son de una consistencia puesta a prueba en numerosas ocasiones.

Los balazos rivales los sentíamos llamar en nuestro vagón con repiqueteo siniestor, pero, lejos de amilanarse, nuestros hombres respondían a las llamadas con otros disparos y fuertes risotadas pureba demostrativa de que para los leales despertar de su sueño de quimera a los invasores es un placer ingenuo. Fué el muñeco de trapo que, propio de travesura infantil, han colocado los muchachos sobre el techo del vagón quien pagó las consecuencias de la lucha. Y regresamos a Rentería sin haber tenido una sola baja y con la alegría infinita de comprobar que cada día es más grande el desconcierto de los rebeldes.

Es admirable cómo se comportan en los momentos de pelea los nueve muchachos de la C. N. T. y los otros nueve de las milicias “M. A. O. C.”. Disparan afinando la puntería, procurando no desperdiciar munición y se animan con un entusiasmo y dulzura tales, que es lo más admirable, lo más atrayente, de esta bella gesta que estamos llevando a cabo.

El día de ayer en este sector fué de tranquilidad completa. No así en el lado de la frontera, donde los “requetés” se propusieron llevar a cabo un ataque a fondo, que fué para ellos una de las mayores derrotas sufridas hasta el momento. Y es que está comprobado que todo intento de llegar hasta los focos de positiva importancia ha de ser para los facciosos materialmente imposible. Ayer cubrieron los campos de cadáveres, se les ametralló poco menso que a “placer” y tuvieron que retroceder completamente desmoralizados, y con pocas ganas de reindir en sus intentos.

Tranquilícense quienes comenzaron a dudar de nuestros esfuerzos. Los heroicos hombres que defienden las posiciones leales están demostrando que su arrojo y bravura se bastan para derrotar contundentemente al enemigo. Ayer se han limitado a contener a los rebeldes, pero dentro de muy poco tiempo se lanzarán al asalto y no pararán hasta echar de nuestras provincias a los enemigos del trabajo y la libertad. Confiemos en ellos, que falta poco para el logro de nuestras sanas aspiraciones.


Episodios del 19 de julio
Los frailes que mataron a una enfermera

BARCELONA. – Entre los episodios de los primeros días del movimiento insurgente se ha hecho público ahora uno registrado el día 19 de julio pasado.

Los frailes del convento del Sagrado Corazón, de la Avenida del Padre Claret, hicieron fuego contra los milicianos. A consecuencia de este ataque murieron algunos ciudadanos, entre ellos una muchacha.

El Comité de aquella barriada, suficientemente probado el hecho, dió la voz de alarma. Al cabo de unos instantes cien fusiles de pueblo se dirigieron contra el monumental convento. Se hacía difícil avanzar. Desde la fortaleza se les hacía fuego. Pero, así y todo, los bravos milicianos atacaron.

A media tarde, cuando la Radio pidió enfermeras para los hospitales, una joven de aquel barrio se dispuso a acudir al lugar del suceso. Cuatro milicianos se disponían a acompañarla. No se podía perder tiempo. Si el coche no pasaba por la avenida del Padre Claret, habría que dar un gran rodeo. Siguió la línea recta. La muchacha iba vestida de enfermera. Esto podía ser una garantía. Pero no le respetaro los frailes. El coche se estrelló contra la pared.

Desde el convento continuaron haciendo fuego. Por la noche los milicianos observaron un movimiento sospechoso delante del citado edificio. Unos camaradas avanzaron, y a los pocos pasos un grito horrible surgió de sus gargantas. Siete de ellos caían carbonizadosal tocar un cable de alta tensión. Sonaron las ametralladoras y sucumbía otro valiente miliciano.

Horas más tarde –horas de inquietud y de emoción- los milicianos colocaron un cañón y apuntaron al convento. A la mañana iba a hacerse los primeros disparos. Las ametralladoras de los que estaban refugiados en el convento no cesaban. Entonces se decidió colocar unos grandes bidones de gasolina al lado del edificio. Este iba a incendiarse, y las ametralladoras callaron. Pero los criminales ya habían huído, probablemente por algún subterráneo.






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