Jueves, 6 de agosto de 1936
FRENTE POPULAR
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San Sebastián, jueves 6 de agosto de 1936
AÑO I
DIARIO DE LA REPUBLICA
NUMERO 11
EN LOS FRENTES DE COMBATE
LA ACCION ENERGICA DE NUESTRAS FUERZAS OBLIGA AL REPLLIEGUE DE LOS FACCIOSOS
Los rebeldes simularon un parlamento para cometer otro atentado criminal.-¿Cuándo olvidarán lo de Loyola?-Un estupendo destacamento de refresco,-Ni un contuso en el frente Norte.-Preparando una acción decisiva.-Lo que cuenta un soldado evadido de las filas facciosas
ACCION APLAZADA
En nuestro último número decíamos que muy probablemente en la jornada de ayer se iniciaría una acción militar de las fuerzas leales de indiscutible importancia. Una acción mancomunada y sistemática, de los diversos frentes, pero de manera especial del sector Norte, que sirviera, no tan solopara mejorar nuestros puestos de resistencia, sino para concretar una ofensiva que obligase a los rebeldes a un repliegue continuo.
La acción referida tuvo un aplazamiento, por razones que no son del caso apuntar aquí. Bastará decir que fué motivado por consideraciones tácticas que preveen una máxima eficacia en plazo brevísimo, tal vez de horas.
Sin embargo, en algunas zonas del frente Sur, nuestras fuerzas desarrollaron una actividad mayor que en días anteriores y lograron buenos objetivos, que han mermado considerablemente la solidez de algunas posiciones enmigas, y que obligaron a los carlistas a un repliegue en ciertos sectores.
NUEVOS MANDOS
Durante el día de ayer, las columnas les-les recibieron un considerable refuerzo: el de nuevos mandos, que han venido a incorporarse a la lucha, para dirigir las fracciones combatientes.
Varios oficiales, todos aguerridos, lealísimos y con insuperable espíritu y preparación, fueron distribuidos en las diversas columnas que operan sobre el enemigo. Esto cubre una ligera deficiencia que tenían nuestras fuerzas: la escasez de mandos. Pero ahora, ya dotados admirablemente, se funcionará con plenitud de coordinación y de eficacia y se cumplirán más rápidamente los objetivos propuestos.
En un magnífico sexquiplano de bombardeo llegó también procedente de Madrid el nuevo comandante militar de campaña, señor San Juan, hombre adicto al régimen code bien ganados prestigios, que inmediatamente se puso al habla con el comandante de Estado Mayor señor Montaud y con los elementos que se ocupan de las cuestiones bélicas. Se celebró también una conferencia de los mandos, para perfilar un plan de conjunto del que se esperan los mejores resultados.
El señor San Juan ha comenzado a actuar inmediatamente y en el día de hoy comenzará su misión sobre el terreno de los hechos.
LA ACCION AEREA
También por consideraciones tácticas que explicaremos oportunamente, nuestra aviación se mantuvo ayer en una posición expectativa. Una de las aeronaves leales que están en Lasarte realizó algunos vuelos sobre los focos enemigos del frente Sur, arrojando algunos millares de octavillas, en las cuales se invitaba a los soldados y paisanaje carlista a rendirse, pues de lo contrario serían váctimas de una acción más enérgica de nuestra artillería y de nuestra aviación.
Se les hacía conocer la verdadera situación de España, dándoles cuenta de las numerosas deserciones que se han producido entre sus filas.
Es casi seguro que a partir de hoy, nuestros aviones actuarán mancomunadamente con nuestras fuerzas de tierra, intensificándose además la acción de la artillería, con objeto de obligar a los carlistas a retirarse hacia su tierra.
EN EL FRENTE NORTE
Pocas o casi ninguna novedad en el frente Norte. En la zona de Rentería la tranquilidad fue absoluta. Disparos aislados, algún pildorazo que otro de artillería, pero en general quietud.
El teniente Margarida ha extendido más su radio de acción, reforzando sus contactos con las otras dos columnas o destacamentos. Ha mejorado todavía sus posiciones sin necesidad de consumir municiones. Ni un solo contratiempo que lamentar. El espíritu de nuestras fuerzas es admirable y su optimismo y firmeza mayor cada día.
En la zona de Irún, las fuerzas al mando del teniente Ortega, en espléndidas posiciones estratégicas, están esperando con impaciencia el momento en que suene la señal del ataque.
El teniente Ortega tiene instalados solidos destacamentos en la peña de Aya, como punto máximo de avanzada de nuestras posiciones. En ambas estribaciones del macizo ha establecido también dos puestos. Uno de los cuales está servido por un mortero, cuya eficacia de tiro sobre las fuerzas rebeldes es considerable.
En la zona de retaguardia, dos posiciones del más alto valor estratégico garantizan la solidez de aquella avanzada, el alto de Eriaiz, dond efunciona con efectos formidables una pieza de doce, que ha producido en el enemigo verdaderos estragos, y la posición de Pagogaña, desde donde también se domina la situación.
Con estas avanzadas, las fuerzas del teniente Ortega tienen batido todo el frente enemigo de aquella zona, y hostilizan los convoyes de aprovisionamiento de los carlistas, en los que han ocasionado numerosas bajas.
La jornada de ayer se inició por la mañana con algunos disparos de la pieza que tienen emplazada nuestros enemgios frente
(Continúa en segunda página).
HACIA EL TRIUNFO DEFINITIVO
Nuestras posiciones en las sierras
El abastecimiento de Madrid, asegurado
Casi todas las fuerzas militares de Castilla y el norte y noroeste de España, salvo unas cuantas mantenidas en sus respectivas guarniciones, ante la posibilidad de un levantamiento del pueblo en armas, que hoy acorralado espera la ocasión, están en el frente del norte y noroeste de Madrid. Parece ser que en el primer empuje rebasaron el Alto de León en la carretera de La Coruña y llegaron al pueblo de Guadarrama, pero pasados los primeros momentos en que las fuerzas milicianas se organizaron, en un solo día les hicieron retroceder cuesta arriba y los forzaron a la otra vertiente, hacia San Rafael, donde se hacen firmes, aunque con el dominio de las alturas por parte de las milicias ciudadanas. Y así como la toma del cuartel de la Montaña, fué el primer jalón para la libertad de España, los atrincheramientos de las milicias en el Alto de León, han decidido la suerte de nuestros heróicos efectivos y la de la capital de España. Porque independientemente del valor estratégico de las posiciones y las reservas de otras tan importantes como las del Alto de León, la contención de los efectivos militares numerosos que venían sobre Madrid, ha permitido organizar nuevas milicias y otras fuerzas regulares que van a engrosar las fuerzas que luchan en las Sierras, enviadas de Madrid, Valencia y Ciudad Real, como así mismo el avituallamiento de Madrid ante la serenidad que representaba la contención de un enemigo en tales posiciones. Es decir la barrera puesta por las milicias ha dado lugar a una organización general, en Madrid y demás sitios de España y a que mejoren las posiciones en todos los frentes, estando a punto de tomar Córdoba y en camino de dominar Zaragoza, puntos neurálgicos que permitirán lanzar a los insurrectos de Andalucía, sin otras distracciones de fuerzas que las milicias y las adictas de Andalucía y tal vez de Badajoz, quedando entonces el empuje de Zaragoza y con su rendición todas esas fuerzas y milicias que desde Zaragoza unida a las de Barcelona, Valencia y Ciudad Real, marcharán a los frentes de las Sierras para lanzar hacia el norte a los insurrectos hoy a la defensiva sin contar nuestro frente con nuevos efectivos. Ahí, al otro lado del Alto de León, pues defienden sus posicioens los insurgentes pero no pasarán, porque a retaguardia además, en algunos pueblos de la provincia de Avila, fuerzas del Frente Popular avanzan.
Por el norte, las fuerzas rebeldes que venían por la carretera de Francia desde Burgos y otros puntos de Castilla, fueron batidas en Somosierra al mismo tiempo que en Guadarrama, y aunque hayan realizado después avances y retrocesos parciales, lo cierto es que se encuentran a 90 kilómetros de Madrid, en ese sector y a más de 60 en el otro frente Con los efectivos actuales nuestros están ahí contenidas y ello permitirá la concentración de otras fuerzas ya indicadas para el aplastamiento definitivo al cual coincidentemente o por adelantado, contribuirá el posible avance de las fuerzas de Guipuzcoa y Bilbao, tal vez después de la toma de Oviedo las de Asturias también hacia Navarra y Vitoria y parte de las de Asturias hacia Galicia a la vez.
Al fracasar a los facciosos su propósito de atacar a Madrid por todas partes, sufrieron su primera derrota. Y ahí están todas las fuerzas del Norte y Castilla a la defensiva, sin poder llegar como se proponían a los depósitos ni siquiera a las presas del agua que abastece a Madrid, del Lozoya, a más de 40 kilómetros de sus posiciones en ruta hacia Burgos. Del mismo modo ha sido esteril su proposito de sitiar por hambre a Madrid, ya que las frutas y verduras y arroz le llegan por Valencia y de su zona y éstas y las legumbres de Cuenca, Murcia y Alicante y el pescado de Mälaga y Alicante y los cereales de Badajoz, Albacete y Ciudad Real, así como el vino y alcoholes de la Mancha. El fracaso estratégico de los rebeldes ha permitido la normalidad de la vida ciudadana en Madrid, el funcionamiento de los transportes de toda la zona del Mediterráneo hacia el centro y en suma el triunfo del Frente Popular. Sólo las insensatez criminal de los facciosos o un temor a las consecuencias para ellos de su rendición, puede explicar el que se mantengan en esta lucha cruenta llenando de dolor y luto miles de hogares de españoles.
Porque ellos saben ya que a no juntarse el cielo con la tierra, jamás triunfarán.
¡A qué pues tanto dolor y tanta sangre!
T. ALVAREZ ANGULO
Diputado a Cortes por Jaén
CARTEL DE CONDUCTA
LOS QUE DESHONRAN EL IDEAL
En los períodos revolucionariso debemos ser más justos que nunca. Los desmanes no pueden ser cometidos por revolucionarios ni por personas que se precien de serlo.
“Nosotros siempre elevamos nuestra voz contra semejantes fechorías, las haga quien las haga y vengan de donde vengan. Nuestras organizaciones tomarán cartas en el asunto para averiguar a qué clase de partidos u organizaciones pertenece la comisión de esos delitos y los mismos autores que los perpetren. No nos dolerá prenda alguna para sancionar a quienes de nuestros medios sindicales se les coja deshonrando al ideal.”
De “C. N. T.” de Madrid.
ASI SON ELLOS
TRAICION Y ALEVOSIA
Otra vez la traición. Ocurrió en el Casino. Ocurrió en el Cristina. Ha ocurrido ayer en Villafranca. Suponemos que en ninguna otra ocasión volverá a ser sorprendida la nobleza y buena fe de nuestra gente. Los facciosos, que apelan a todos los procedimientos inciviles, que tirotean las ambulancias de la Cruz Roja, que bombardean los hospitales de sangre, que vuelven las espaldas a las más elementales normas de la civilización y del derecho, incólumes para todos los hombres de honor incluso en este trance bárbaro de la guerra, volvieron ayer a usar del sagrado símbolo del parlamento, la bandera blanca, para tender a las fuerzas leales una emboscada inicua, criminal y alevosa. Por fortuna, la menguada y brutal añagaza tuvo consecuencias harto halagüeñas para nosotros. Unos pocos heridos leves. Pudo ser más grave, pero no por ello hubiera sido más reprobable el hecho.
Pero lo de ayer pone una vez más de manifiesto la catadura moral de estas gentes, que dicen luchar por un ideal religioso de fraternidad humana, que pretenden salvar a España, y que comienzan por pisotear las normas de su propia religión y por asesinar sin miramientos a hermanos de raza.
Traición y alevosía. He aquí la consigna de los facciosos. Nada les importa para lograr un objetivo. Y cuando el triunfo se les escapa, como ahora; cuando lo que creyeron empresa de unas horas se trueca en problema insoluble de semans y en fantasma abrumador de derrota, dejan sueltos sus instintos de fiera y recurren al crimen alevoso, vulnerando y hollando los más elementales principios de la civilización.
Lo peor que nunca pudiera ocurrirle a España es que estos hombres hubieran tenido una oportunidad de sojuzgarle. Porque ya hemos visto que lo que norma su impulso es el residuo de todas las abyecciones morales.
OPINIONES
Todos los que aman la libertad se han unido al grito de “¡Esclavos, no!”
Para combatir a los rebeldes hay una cosigna común: libertad. Libertad política y libertad económica. Negársela a los trabajadores sería, a más de una infamia, una estupidez. La obra del futuro.
POR ANGEL OSSORIO Y GALARDO.
El señor Ossorio y Galalrdo ha publicado en el diario “Ahora” , de Madrid, un artículo acerca de la lucha provocada en España por los militares rebeldes. Entre la desolación provocada por la intransigencia bárbara del reaccionarismo español, merece ser divulgada la opinión de este hombre que a sí mismo se califica derecha, y que lo es. Pero derecha humana, consciente y renovadora, condiciones que, precisamente, le han valido entre aquellos a quienes inútilmente se dirigía, calificativos poca amables, injurias y denuestos.
El artículo es el siguiente:
“En esta brava lucha que sostienen los defensores de la República animados de un sentido de emocionante civismo, porque los ciudadanos no actúan como militares y los militares proceden como ciudadanos, hay un fenómeno moral mil veces más interesante que todas las acciones bélicas. Es este: luchan unidos, rivalizando en entusiasmo y en heroísmo, núcleos no solo heterogéneos, sino antagónicos. Los viejo y ordenancistas custodios de un orden social añejo (Guardia civil, Carabineros, oficiales del Ejército y de la Marina), las tropas novísimas de Seguridad forjadas por la República, la burguesía representada por los partidos republicanos, el socialismo clásico y evolutivo, el impaciente y revolucionario, el comunismo, el sindicalismo, negador del Estado, al que pretende sustituir por la acción directa de los grupos sociales, y, en fin, el anarquismo tradicional, debelador de todos los Poderes políticos.
¿Qué ha podido juntar a estos hombres para empresa tan grave como la de jugarse cada cual su propia vida? ¿Un sistema político? ¿Un programa social? No. Sus móviles son desinteresados y puros. Los sistemas, los programas, las aspiraciones, son divergentes. Fetiches, no hay ninguno. Devociones, cada cual tiene las suyas. Hasta el día antes de la subversión militar, esos grupos disputaban entre sí. En el momento que la insurrección termine, volverán a disputar.
Entonces, ¿cuál es el fundente? ¿Dónde se da la coincidencia? ¿Cuál es la consigna común? El fundente, la coincidencia, la consigna están en una sola palabra, una palabra mágica e imperecedera que siempre hizo vibrar a los pueblos: ¡libertad!
Es ella la que resuena en las arengas bélicas en las soflamas de los oradores políticos, en los artículos periodísticos, en las informaciones. ¡Por las libertades ciudadanas! ¡Por la libertad de la República! ¡Por la libertad de los trabajadores! ¡Por nuestra libertad y la de nuestros hijos! ¡Por la libertad que conquistamos con los votos y defendemos con las armas. He ahí la orden de combate, la razón del sacrifico y la luz de la victoria. El presidente de la República, en su magnífica alocución de la otra noche, lo condenaba con acierto. El pueblo pelea hoy, como en 1808. Entonces, por su independencia; hoy, por su libertad.
¡Y había quien pensaba que la libertad es en estos tiempos armatoste histórico, manía de viejos, concepto huero! La trágica realidad ha venido a poner al desnudo que lejos de ser así, la libertad es imán supremo para los pueblos. Esos combatientes que son ya figuras de trazo histórico, desde el guardia civil que se bate -¡todavía!- con tricornio y correaje incomodísimo, hasta el oficial que ha adoptado el “mono” sin insignias, y el miliciano que con idéntico “mono”, o en mangas de camisa, contempla la inmortalidad, serán mañana cosas diversas; pero hoy no son más que una: liberales. Porque España siga siendo libre, porque sus hijos no caigan en esclavitud, dan estoicament sus vidas.
Y es que la bárbara sacudida les ha hecho comprender que la libertad es premisa para todos los idearios. “Primero, vivir, y después, filosofar”, dice un cuerdo aforismo. Con idéntico fundamento, puede afirmarse: primero es tener libertad, y después hacer uso de ella para lo que se quiera. En eso radica la magna razón de combatir a los rebeldes. Los rebeldes, al salirse de la ley, niegan la libertad. Los leales pueden vitorear la libertad, porque se apoyan en la ley. Tal es la explicación de que se unan fraternalmente militares, republicanos, socialistas, comunistas, sindicalistas y anarquistas. En esencia, su grito es éste: ¡Esclavos, no!
Claro que la palabra “libertad” tiene ahora un volumen mucho más grande que en el siglo XIX. No se trata ya de un concepto filosófico, ni aún meramente político. Se lucha por la libertad económica. Nadie se engañe sobre eso ni abrigue egoísmos. Los fusileros están defendiendo la libertad de todos, incluso la de los burgueses que estamos en nuestras casas. El precio del triunfo será su liberación económica. Ellos la exigirán con apremio, y nosotros no tendremos derecho a negársela. Sería una infamia. Y, además, una estupidez, porque ellos tienen la fuerza para tomar lo que quieran sin aguardar nuestros gestos magnánimos.
La gran obra de los políticos será discurrir leyes, fórmulas e instituciones que permitan el máximo avance social con el mínimo estrago económico. Es decir, preparar las cosas de tal suerte que no sea necesario hacer sufrir a España las convulsiones que otros pueblos han padecido. ¿Para qué pensar en Rusia 1917 cuando existe ya Rusia 1936? Advierto a mis habituales impugnadores que sigo sin ser comunista. Lo que me ocurre es que no estoy ciego.
Tras estos días tormentosos, llegarán otros más claros, pero más difíciles. Los que hoy están unidos se dispersarán. Cuando calle el cañón explotarán las antítesis. Es humano, inevitablemente humano, que cada cual quiera llevar las aguas a su molino. Pero los que hayan conseguido no sucumbir al fascismo, pueden sucumbir a sus propias intransigencias. Bueno será que entonces recuerden la mágica palabra que ahora les une, y se den por enterados de que si pierden la libertad lo habrán perdido todo y habrán hecho estéril la pasmosa abnegación con que han empuñado los fusiles y han vertido su sangre.
Milicianos populares, soldados leales, guardias curtidos por el deber, aviadores intrépidos, fruto eminente de la civilidad que venís del pueblo y lucháis para el pueblo: Permitid a este veternao, que también en su esfera, ha luchado mucho y ha sufrido algo, rendiros como homenaje de admiración el grito que alumbro su vida e inflamó su alma: ¡Viva la libertad!”.
LA ACCION CIVIL
GUERRA DE ABASTOS
El Poder constituído sobre todo cuando le asiste la adhesión popular, tiene bajo su mando una serie infinita de resortes de que no puede disponer el faccioso. La intentona criminal está dominado. Pero habrá que cumplir plazos inexcusables para llegar a su total derrota y vencimiento.
Las gentes tienen que irse acostumbrando a la idea de que una guerra civil de esta envergadura es problema de tan rápida solución como muchos creen. Si algunos objetivos fundamentales se logran, la rebelión puede sufrir losmismos efectos que el punto en la media de seda. Que se corre inesperadamente y forma una “carrera” de difícil arreglo.
Pero un sentido elemental de prudencia aconseja estar prevenidos para una contigencia de largo plazo. Lógicamente, la rebelión, aunque dominada, no estará aplastada en un día, ni en una semana. Los facciosos saben ya lo que les espera: la justicia republicana.
Puede ser y será de tal modo nuestra guerra civil una guerra de abastos, para decirlo técnicamente. Una guerra de hambre, para expresarlo en lenguaje familiar. El que mejor organice su vida civil es el que tendrá en sus manos la victoria. Por eso es por lo que la victoria no puede escapar al Gobierno de la República.
Por eso es, en suma, por lo que la población civil, a retaguardia de los frentes de combate, debe realizar una función tan importante como la de las armas. Organizar el régimen de producción, administrar su vida para que quede garantizado el aprovisionamiento de los combatientes. Disciplinarse, trabajar en sus actividades de produccinó y de colaboración con el mismo entusiasmo con que los soldados del pueblo exponen sus vidas en holocausto del ideal.
Asistencia civil, se llama a esto. Y en una guerra de abasto como la que aflige a España, la asistencia civil disciplinada organizada, entusiasta, tiene mucha mayor eficacia que la explosión de las granadas y el largo tiro de los cañones.