Jueves, 6 de agosto de 1936
EN LOS FRENTES DE COMBATE
a las posiciones leales. La inmensa mayoría de los obuses pasó silbando por encima de nuestros muchachos. Alguno explotó en las proximidades de nuestros destacamentos. El obús del doce replicó a esos disparos e hizo callar a la artillería adversaria.
Después de estos tiroteos la quietud renació, rota a veces por algún “paqueo” de nuestras fuerzas, que tenían por objeto hostilizar al enemigo y mantener su tensión.
En casi el resto de la tarde, no se produjo ninguna incidencia. Hay que anotar que en nuestras fuerzas no hubo ningún herido ni siquiera un contusionado.
Se reafirmó la impresión de que el enemigo se abastece con verdadera dificultades. Que escasea la munición lo prueba el hecho de que ahorran disparos y no tiran sino cuando se ven en la inexcusable necesidad de hacerlo. La cuestión de alimentos debe constituir también para ellos un verdadero problema.
Desde nuestras avanzadas se ha podido advertir que nuestros disparos les han ocasionado en los últimos días numerosas bajas, y por la vacilación de sus movimientos se tiene la evidencia de que se encuentran muy desmoralizados.
EN EL FRENTE SUR
En alguna zona del frente Sur se rompió ayer la inactividad de días anteriores sin que se realizase una acción de conjunto, propiamente dicho, se llevaron a cabo algunas pequeñas operaciones tácticas de tanteo, que dejarán un paso abierto a una intervención próxima más profunda y enérgica.
En las inmediaciones de Vallarrain, llegando junto a las posociones enemigas de Villafranca. Este avance, apoyado en la artillería, que disparó con notoria eficacia, desmoralizó a los facciosos.
Los rebeldes hicieron ondear la bandera blanca de parlamento. Un destacamento de nuestras fuerzas, nobles y confiadas como siempre, se aproximaron con el propósito de parlamentar, y cuando se hallaron a tiro fué recibido con una descarga cerrada.
Por fortuna la canallesca y traidora agresión de los rebeldes no causó el efecto por ellos deseado, y solamente tuvimos que lamentar algunos heridos de poca consideración.
Esta avanzadilla iba encuadrada por nueve carabineros y cuatro guardias civiles, que hubieron de replegarse hacia Alegría ante la cobarde agresión.
Como fuerza de refresco llegó al frente de Villafranca una columna de ciento cincuenta hombres integrada por milicianos de Azpeitia, Azcoitia, Zarauz, Zumaya y Aya, Están perfectamente pertrechados y animados de estupendo espíritu combativo.
El avance de ayer mañana fué iniciado por medio de dos tanques de perfecto blindaje, que produjeron gran impresión entre los rebeldes.
Estos tanques protegían admirablemente la columna de avance. Entre las posiciones leales fueron emplazados dos cañones del quince, que abrieron fuego sobre los destacamentos facciosos, con visible eficacia.
Los elementos facciosos, ante un ataque combinado de fusilería, de los tanques y de la artillería, hubieron de replegarse precipitadamente, hasta el punto de que la retirada se convirtió en huída. Los rebeldes abandonaron muchas armas largas, especialmente fusiles de excelente fabricación.
Pudo advertirse que las fuerzas facciosas llevaban la bandera monárquica, y el elemento civil que figuraba entre ellas daban vivas a España y el fascio.
ZONA DE TOLOSA
Tranquilidad en el frente. Un día perfectamente normal, sin un disparo. La ciudad ofreció durante toda la jornada su aspecto de ordinario.
Voló un avión. El mismo que se había visto en San Sebastián. Dejó caer algunos números de “El Castellano” de Burgos, en el que se sirven, como se verá, noticias que hienden a cosas putrefacta de puro viejo.
Se dice, nada menos, que los cuarteles de Loyola están ocupados por las fuerzas rebeldes. ¿Hasta cuándo va a durar esta monserga que ya no la creen ni en Tegucigalpa?
También se publica una información en que los mandos facciosos se quejan y lamentan de que los aviones del Gobierno de la República hayan bombardeado ciudades abiertas, como Valladolid.
Se quejan de que nuestros aviones bombardean ciudades abiertas. ¡Ellos, que tirotean criminalmente hasta las mismas ambulancias y hospitales de sangre!... ¡Ellos, que hacen ondear bandera blanca para asesinar alevosamente a nuestros hombres cuando, confiados y nobles, acuden a parlamentar!...
BANDERAS MONARQUICAS
Después de la ofensiva de las fuerzas leales hemos entrado en Isasondo. Las calles están desiertas. Poco después, sin embargo, salen a nuestro paso algunos paisanos, a quienes parecemos inspirar confianza.
Estos paisanos nos han dicho que en el pueblo hay tranquilidad absoluta.
Era de advertir la presencia de algunas banderas monárquicas en ciertos balcones. Por lo visto, los facciosos, en su rápido paso por allí, habían obligado a ponerlas. Nuestras milicias las retiraron prontamente.
DICE UN EVADIDO
Hemos hablado breves instantes con un solddo erteneciente a la fracción del regimiento de artillería que opera en el campo enemigo. Un soldado que, en cuanto vió la ocasión propicia, se evadió del campo rebelde, en donde puede decirse que estaba realmente prisionero.
Según él, esa fracción de artillería se componía de unos ochenta hombres, entre los cuales el desánimo y la falta de moral y convicciones era grande. Se les trae, en realidad, con coacciones y amenazas. Los oficiales, pistola en mano, les obligaban a permanecer encuadrados en las filas faciosas, y pistola en mano también les obligaban a disparar.
Dice el evadido que hay gran desmoralización entre los rebeldes, especialmente entre la fuerza regular, hasta el punto de que tiene la seguridad de que si se les presenta coyuntura se escaparán, lo mismo que él.
SIGNO
LA INSURRECCION DE LAS BORRACHERAS
Los servicios oficiales han captado noticias de los sediciosos. Una de las noticias que por su interés ofrecemos a nuestros lectores es la que se refiere a la extrañeza del ex general Mola por el crecido número de combatientes que se han movilizado contra la intentona pretoriana. El tortuoso ex director general de Seguridad de la monarquía emite desde la estación que ha robado preguntas angustiosas. Le atormenta la idea de que haya fuerzas armadas y militares fieles a sus compromisos y leales a su honor que combaten al lado del poder legítimo.
Mola y sus compinches, los Franco, los Cabanellas, los Gil Robles pensaban que todo el monte era orégano. Que sacaban ellos el sable, carraspeaban, y todo quisque carraspeaba en señal de acatamiento y sumisión. Ellos creyeron que hacían una sublevación que contaba con el asentimiento de todas las fuerzas armadas y del pueblo, y ahora se van dando cuenta de que un movimiento insurreccional no pasa de ser la insurrección de las borracheras.
Han engañado, atropellado y vejado a sus soldados. Han hecho jirones el uniforme, y con los millones del pirata mallorquían, contrabandista sangriento, han compado vino peleón y coñac para embriagar a los hijos del pueblo que estaban en los cuarteles, arrastrándolos a una aventura que ha puesto en pie la conciencia civil, que ha despertado la indignación de todas las gentes honradas, que ha llenado de odio y de deseos de justicia el alma popular.
La insurrección que está a punto de sofocarse la dirigían pillos, locos y beodos. Por eso no pudo triunfar. Porque los locos, los pillos, los bandidos, los traidores, los cobardes y los borrachines no pueden alcanzar nunca la victoria. La victoria es de los fuertes, de los que van en pos de la justicia, del bienestar, de la libertad y del progreso social.
Los generalitos de colmado, de opereta, son los mensajeros de la catástrofe. Vale que otros militares pundonorosos, leales, al servicio del pueblo, han salvado el prestigio de una institución que en manos de esas gentes sería una cosa deleznable.
¡Viva el pueblo laborioso! ¡Adelante por las libertades populares y contra los generales fascisas! ¡Vivan los militares al servicio del pueblo y de la República democrática! ¡Abajo los generales de la borrachera!
HACIA UN MUNDO NUEVO
La reconstrucción económica
Dice “Solidaridad Obrera”:
“Hay que pensar seriamente en la inmediata necesidad de encauzar la revolución. Pero antes que todo se impone la dejación de ciertos procedimientos que nos han atormentado profundamente.
No queremos culpar a ningún trabajador de ciertos desmanes. Estos sucesos son fruto de una sociedad decrépita. Pero no podemos escudarnos en las deficiencias del régimen capitalista.
La revolución es algo más que las requisas desordenadas y que los paseos por las vías urbanas con el fusil al hombro. Para subvertir el régimen que aun nos acogota, precisa más seriedad y algo más de ideología.
A medida que las fortalezas del fascio vayan cayendo, se podrá hablar con mayor soltura y se podrán señalar los jalones que indudablemente han de matizar dentro de poco la escena española.
En este instante hay que prepararse a vivir un mundo nuevo que todavía no hemos podido alcanzar, pero que ha de emerger bañado con la sangre generosa de los camaradas caídos en la lucha.
Preparémonos, camaradas, a vivir los instantes más difíciles. El fuego graneado es un momento de gran peligro, pero no es el más difícil. La tarea más empeñada es la que sigue a la victoria de los fusiles: La reconstrucción económica.
Debemos conquistar las simpatías del pueblo, mostrándonos a sus ojos como hombres sensatos y conscientes. Precisa un esfuerzo muy superior al que se realizó en las calles barcelonesas. Hay que regularizar, encauzándola, la ordenación de la producción.
Hemos de ser quienes demos una nueva pauta social. La sangre tiene un límite y si se abusa de ella puede ahogarnos a todos. Nuestra obligación es la de iniciar una era proletaria”.
SERENIDAD ANTE TODO
Que no hagan palidecer en esta hora luchas partidistas de ninguna clase los resplandores de la lucha gloriosa que sostienen los españoles honrados contra el enemigo común.
Que nadie pierda la cabeza.
EPISODIOS DE LA REVOLUCION
Cuatro artilleros huyen de loyola con un cadáver en una furgoneta
La peligrosa locura del capitán Ferrer y el fusilamiento de éste.-Si no capitulan los rebeldes, ¿qué hubiese ocurrido?-El carabinero muerto de un tiro en el corazón.
Vamos a referir lo que nos ha contado un simpático muchacho, artillero de la cuarta batería de guarnición en Loyola, que estuvo varios días en el cuartel, sometido a la disciplina rebelde.
En el momento de la rendición de dicho regimiento constaba éste de cinco baterías: Primera, Tercera, Cuarta, Quinta y Sexta. La Segunda fué disuelta hace algún tiempo.
Los componentes de la Cuarta estuvieron acuartelados desde el 18 de julio, sábado. Aquel día se concedió a los soldados sólo media hora para comer, sin salir de Loyola. Los muchachos estaban bien distantes de sospechar nada de lo que se estaba incubando.
Transcurrieron varios días, durante los cuales la angustia fué estrechando su cerco a los moradores de los cuarteles, comiéndose mal y escaseando el agua de modo alarmante. Muchos días, la comida consistía en un trozo de chorizo o en unas sardinas en conserva.
* * *
Nuestro hombre fué testigo de la locura súbita que acometió al capitán Ferrer.
El jueves 23 del pasado, a las once y media de la noche, regresaban del relevo de la guardia tres jóvenes artilleros, dentro del recinto cuartelario. Cruzáronse con el capitán Ferrer, quien les interpeló de este modo:
-¿Dónde vais?
Le contestaron:
-A dormir.
-Bueno. Pues apagad esa luz, que es muy peligrosa.
Se refería el desgraciado demente a una bombilla colocada a la entrada de la sexta batería.
Uno de los soldados se quitó el casco y lo arrojó contra la bombilla, que cayó hecha trizas.
-¡Muy bien!-aprobó con infantil alegría, el loco.
Y efectuando una brusca transición, añadió, autoritario:
-Venid conmigo.
Los soldados le obedecieron. La soledad era completa en aquel lugar del patio del cuartel.
Ordenó seguidamente:
-Ponéos de espalda contra la pared.
Así se hizo. Entre el capitán y los soldados mediaría una distancia de diez metros.
El pobre perturbado hizo en la obscuridad, sobre los tres muchachos varios disparos de pistola ametralladora, que, afortunadamente, no hicieron blanco.
Aquel acto fué la confirmación oficial de la demencia del capitán Ferrer, que, desde entonces, estuvo incesantemente vigilado. Llevaba de continuo la pistola ametralladora con la que quiso eliminar a los tres soldados, y tres o cuatro bombas de mano. Su presencia constituía un serio peligro para la desavenida familia militar.
Una de las víctimas del perturbado fué el jefe De la Brena, a quien, como dijimos días pasados, hirió en una de las extremidades inferiores.
Hubo una breve deliberación; y en ella se tomó la determinación de acabar con el demente. Su paso por los diferentes lugares del recinto cuartelario agravaba la penosa situación de todos los moradores del mismo; sitiados, en trance de capitulación y... con un loco metido en casa. Ya no habrían de limitarse a esquivar su cuerpo a las acometidas del exterior; tenían, igualmente, que preocuparse del capitán Ferrer, cuyo desequilibrado cerebro podría, en cualquier momento, condenarles a muerte.
El acuerdo se cumplió con toda urgencia, porque los minutos eran críticos. Frente a la armería cayó, para no levantarse más, el capitán Ferrer. Varios de sus colegas, simultáneamente, dispararon sobre él sus armas. Fué un fusilamiento en toda la regla.
* * *
La situación en los cuarteles era desesperada. Cada día que pasaba se les estrechaba el cerco a los sitiados.
El artillero de la cuarta batería de nuestra verídica historia nos refiere que el mismo jueves se les dijo, asegurándoseles con insistencia que los militares eran dueños de todo San Sebastián.
Pero el soldado de hoy no es el soldado de antaño. En diversos grupos los muchachos comentaban los sucesos, haciendo mil suposicones, ninguna favorable a sus jefes sublevados.
Desde las ventanas del cuartel, algunos divisaron a los sitiadores. Y pensaron:
-Si la tropa es dueña de San Sebastián, ¿cómo se explica que quienes atacan los cuarteles resguraden sus testas con cascos militares?
La pregunta era lógica. Y aún hacíamos otra, hija del método deductivo más elemental:
-Si la fortuna favorece a las tropas, ¿por qué no hacen éstas una ofensiva, y por qué en cambio, se limitan a hacer ne los cuarteles una defensa desesperada?
Cundía la desesperación entre soldado y clases. Estos veían, con claridad meridiana, que sus jefes les engañaban.Si la situación se hubiese prolongado mcuho, ¡quién sabe lo que hubiera ocurrido en los cuarteles de Loyola!
* * *
El pasado lunes 27 se iniciaron las gestiones de parlamento. El emisario de los rebeldes depositó el pliego de éstos en manos de los diputados vascos.
La misma tarde se remitió a Loyola la contestación. Un plazo hasta las siete de la mañana del 28 para rendirse. A punto de expirar aquel término, solicitaron los sitiados una prórroga del mismo hasta las diez. Si para esta hora no daban una contestación satisfactoria, quedaban rotas las negociaciones.
Lo que vamos a referir ocurrió entre las siete y las diez de la mañana de aquel día.
El teniente coronel De la Brena, herido, como ya queda consignado repetidamente, en una pierna, por el capitán Ferrer, iba a ser evacuado.
También lo iba a ser el cuerpo de un carabinero muerto de un tiro en el corazón en batalla con los sitiadores.
Llegaron, para efectuar los indicados servicios, una ambulancia sanitaria y un furgoneta.
La primera salió con dirección al hospital militar conduciendo al teniente coronel De la Brenna, que había sido depositado en ella por varios oficiales.
Cuatro artilleros transportaron hasta la furgoneta el cadáver del carabinero, en una camilla.
Fué una operación rapidísima. Los cuatro muchachos, luego de depositar el cadáver en la furgoneta, dijeron al conductor de la misma, al tiempo que se acomdoban como mejor podían en el vehículo:
-Nosotros también nos vamos...
El chófer, hombre comprensivo y humanitario, cerró la puerta y salió a gran velocidad de los cuarteles, camino a San Sebastián.
Nadie había presenciado la maniobra. Allá iban los cuatro artilleros camino de su libertad...
* * *
Al llegar al puente de Loyola, fuerzas leales trataron de parar el vehículo.
-¿Quién va dentro?-preguntaron.
-Artilleros –contestaron los muchachos desde dentro.
-¿Artilleros o policías secretas?-insistieron.
-¡Artilleros!-insistieron.
-¡Pasad!...
La furgoneta llegó al puente de Santa Catalina. Allí rogaron al chófer qe parara, descendieron los cuatro animosos muchachos, que habían hecho el viaje en compañía de un cadáver. Dos de ellos vivían en Amara. Nuestro interlocutor, en la parte vieja. Todos salieron con la mayor rapidez en dirección a sus casas. Llevaban doce días sin ver a sus familias.
FRENTE POPULAR
Aviso a los obreros gráficos
Relación del equipo que debe presentarse esta noche, a las nueve, para trabajar en la edición del FRENTE POPULAR, en Garibay, 34:
CAJAS
Perfecto Barriuso.
Felipe Hernando.
Inocencio Iglesias.
Vicente Fernández.
Maximiliano Alvarez.
LINOTIPIAS
Antonio Rodríguez.
Ricardo Urondo.
Gregorio Cuesta.
Gregorio Alquézar.
Francisco Arroyo.
Lucio Tellería.
ESTEREOTIPIA
Tomás Arangren.
Manuel Torre.
Pedro Ribera.
MAQUINA
Carlos Horn.
Francisco Ruiz.
Jesús Cuello.
Victoriano Castaños.
POR LA REPUBLICA
LOS TRES GRADOS CIUDADANOS
No hay más que tres maneras de servir a la República:
Desde el frente de batalla.
Desde el lugar asignado por el Comité de Milicias responsable.
Desde la fábrica, el taller o la oficina, es decir, desde los lugares de trabajo.
Estos son hoy para la República los únicos tres grados posibles del combatiente y del ciudadano.
EL ESTRAPERLISTA MAXIMO
LERROUX SE HALLA EN PORTUGAL
¿Dónde está Lerroux?
Esta pregunta se la hacen multitud de ciudadanos que intuyen la participación del estraperlista máximo en la criminal subversión contra los poderes legítimos de la República.
De Lerroux no se sabía nada. Este eclipse, su desteñida personalidad era muy significativo. Equivalía a una confesión de complicidad. El hecho de no haberse puesto inmediatamente al lado del Gobierno legítimo, daba a entender que se situaba al de los facciosos.
Efectivamente. El misterio se ha aclarado. Don Ale ha tomado el camino de Portugal, alejándose de todo peligro. El cómplice de Gil Robles y otros elementos de la reacción inquisitorial se halla en Estoril.
Allí espera –que ya es esperar- que España siga encadenada por una opresión criminal peor que la de los días de Fernando VII:
Afortunadamente, el “ilustre” vividor de la política, saboteador de la República se equivoca de medio a medio. Que no es fácil realizar la ilusión de volver a España a cobrar los dineros de Judas.
El pueblo ha sabido hacer imposible la realización de este culpable anhelo.
“O PLATA O PLOMO”
LOS FAGCIOSOS DE ARAGON PROMETEN
Cuatro duros a los que luchen por ellos
Barcelona.- En el primer ataque a Lanaja los milicianos de Sariñena consiguieron hacer dos prisioneros, uno de los cuales confesó que les daban cuatro duros diarios por luchar en la facción.
Aseguró que la propuesta se hizo a muchos, quienes como él, no quisieron, en principio aceptar; pero más tarde no tuvieron más remedio que hacerlo, pues los sediciosos les conminaron a escoger entre “plata o plomo”.
Huelga decir que los dineros prometidos no han sido aún vistos por los facciosos a la fuerza.
Cruz Ciganda Beraza
Falleció en el día de ayer, a consecuencia de las heridas sufridas en defensa de la República.
Se ruega a todos los miembros del Sindicato de Carga y Descarga del Puerto de San Sebastián y a los antifascistas libres del servicio, acudan a la conducción del cadáver de nuestro compañero, que se efectuará hoy, JUEVES, a las NUEVE Y MEDIA de la mañana.
San Sebastián, 6 de agosto de 1936.-
Por el Sindicato, el presidente
HEROES ANONIMOS
EL BILBAINO ESTEBAN PINILLOS
Escribimos el presnte trabajo bajo la influencia dolorosa que la noticia de la trágica muerte del compañero Esteban Pinillos ha ejercido en nuestro ánimo.
Nuestras mentes, todo nuestro ser se niega a aceptar como verídica la noticia de su muerte; todas nuestras fibras se rebelan ante la idea de que el compañero bueno, trabajador y volukntarioso, haya dejado de existir; de que lo hayamos perdido para siempre. Pero la realidad, la fría realidad, nos hace entrar en razón y recordamos que estamos en guerra, una guerra civil, provocada por los que llamándose enemigos de la violencia y de la ilegalidad, no han reparado en desencadenar esta masacre entre el pueblo español, para saciar su espíritu de venganza, al verse relegados de los puestos de mando.
El compañero Esteban, que contaba en la actualidad con 20 años de edad, militaba en las Juventudes Libertarias y en la Confederación Nacional del Trabajo desde los 17 años, créandose en ambas organizaciones el afecto y la estimación de todos los compañeros por su simpatía, nobleza, desinterés y entusiasmo.
Era uno de esos luchadores anónimos que con su conducta acrisolada doquiera se presentara, dejaba en buel lugar la moral y las ideas de las organizaciones a que pertenecía.
Viene a nuestra mente un sin fin de recuerdos de nuestra constante militancia en sus compañías; las conversaciones mantenidas, en las que con su optimismo trasladaba a la Sociedad que anhelamos; su constante deseo de ocupar siempre las primeras filas en la lucha contra la reacción, y sus exaltaciones a los caídos bajo el plomo de los enemigos de la clase trabajadora.
En el Octubre revolucionario cumplió como los buenos con su deber de militante anarquista, ocupando en la clandestinidad cargos de responsabilidad en la organización confederal.
Al desencadenarse los acontecimientos porque atravesamos, su predispuso, como siempre, a la lucha trasladándose a San Sebastián, donde tomó parte en los asaltos del Casino y del Hotel María Cristina, regresando después a Bilbao. Pero su espíritu inquieto y combativo no le permitía permanecer ocioso, y al día siguiente regresó de nuevo a San Sebastián donde, al tomar parte en el asalto a los cuarteles de Loyola, una bala “dum-dum” le dejó malherido, falleciendo eld ía 1 de agosto en la clínica de San Ignacio de San Sebastián.
¡Pobre Esteban! ¡Tu amor al Pueblo y a la Libertad, lo has pagado con lo más preciado que tiene el género humano: con la vida! ¡Has caído como tú anhelabas, luchando contra la reacción y el fascismo!
¡Compañero Pinillos: los jóvenes libertarios de Bilbao honraremos tu memoria, recordando siempre tu conducta y procurando llevar a feliz término los ideales que te han llevado al Sepulcro!
Bilbao.
INCURSIONES DE FRACASO
El avión faccioso que voló sobre nuestra provincia sin lograr un solo objetivo
Arrojó pequeñas bomas sobre Igueldo, San Marcos y San Marcial, sin causar el menor daño.-Alguna alarma entre bañistas y transeuntes
Uno de los escasos aviones con que cuentan los adversarios del pueblo y de la República, realizó ayer una breve e ineficaz incursión por nuestro territorio. Al filo de la una de la tarde, apareció el aparato –tipo sexquiplano, de los antiguos artefactos de la aviación militar- y después de describir un círculo sobre Igueldo, dejó caer tres pildorazos, cuya finalidad consistía, según parece, en estropear las torretas que sustentan la antena emisora de Unión Radio San Sebastián, “Al servicio de la República”.
La intención es comprensible. Ellos, los facciosos( a fin de cuentas, se están cansando de repetir por ahí esa estúpida especie según la cual nuestra ciudad está en poder de los rebeldes. Es claro; como resulta que en realidad sigue funcionando nomralmente Unión Radio San Sebastián, “al servicio de la República”, hay que hacer algo para que calle, y los ingénuos radioyentes que aún no han terminado de cerrar sus oídos a las mendaces estupideces de Queipo “and company”, se crean que es cierto eso de la toma de San Sebastián.
En resumen, que el sexquiplano de Mola dejó sobre Igueldo tres chupinacitos. El avión iba a considerable altura-acaso a más de mil quinientos metros-y el bombardero tuvo mala puntería. Acaso exceso de nervios. El resultado fué de absoluta ineficacia. No se abatió el objetivo. La más próxima de las bombas cayó a distancia suficiente para que no existiera el menor peligro. Y Unión Radio San Sebastián, “al servicio de la República”, siguió funcionando. Con que... Queipo de Llano tendrá que desistir de su desesperado propósito de que la gente ingénua siga creyendo que en Donostia se lucha a brazo partido.
Ya que estaba por estos “pagos”, el sexquiplano del exgeneral Mola quiso aprovechar el viaje, y para volver a Navarra empleó la ruta del Norte. Voló sobre el fuerte de San Marcos, y aquí sí hay qe reconocer que tuvo mejor puntería. Uno de los confites cayó en una de las plazas del fuerte. No causó daño alguno. Las bombas eran de escas potencia. El enemigo debe andar tan mal de municiones eficaces como de gasolina.
Por último, para rematar su alegre viajecito, dejó caer otros dos píldoras sobre San Marcial, en Irún. Aquí tuvo tan mala fortuna como en San Sebastián. Una de las bombas no hizo explosión y la otra cayó a buena distancia de la construcción fortificada, sin que causara el menor daño.
El buen piloto, decepcionado por la mala puntería de su compañero, o atemorizado por la presencia de algunos cañones antiaéreos, tomó la mejor decisión que podía tomar: marcharse. Volverá pocas veces o no volverá. En primer lugar, porque la gasolina es cara en estos tiempos, sobre todo para los rebeldes. En segundo, porque pudiera ser que los aires de estos montes le sentasen mal.
Habrá que decir que, como es natural, el pacífico elemento civil que se bañaba en ambas playas y los que no menos pacíficamente paseaban por la Concha, Alderdi-Eder, etc., al ver el sexquiplano y sentir la explosión de Igueldo, fueron sobrecogidos de cierta alarma. Acaso este efecto moral es el que buscan los faccioso, sin darse cuenta que las mujeres, los niños y los ancianos, como es natural, pueden sentir miedo de estos pájaros bélicos, pero el otro elemento civil, el pueblo en pie de guerra, está ya acostumbrado a estas peripecias de la lucha y las concede escasa importancia. Sobre todo, cuando sabe que de hoy en adelante les va a resultar un poco peligroso, a los escasísimos pilotos de Mola, hacer incursiones por territorio guipuzcoano.