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Gipuzkoa 1936

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EGUNAREN ALBISTEA


Páginas de la Historia

Osteguna, 1936ko abuztuaren 27a

Páginas:

FRENTE POPULAR
ANO I
DIARIO DE LA REPUBLICA
NUMERO 32

Redacción, Oficinas y Talleres: Garibay, 34.
Teléfonos: 14.621 y 14.634.
San Sebastián, jueves 27 Agosto 1936

EN LOS FRENTES DE COMBATE
El ataque faccioso sobre Irún se estrelló contra el heroísmo de los defensores de la ciudadanía.

Los rebeldes tuvieron una réplica formidable y dejaron sobre el terreno numerosos cadáveres.- Se cifra en más de doscientas las bajas que nuestras fuerzas a los rebeldes.- Zubelzu, cartel de la victoria.- Las enérgicas ofensivas rechazadas en Puntxa y Saroya.- Una página gloriosa en la gesta del pueblo español.- ¡Aurerá, iruneses!.- Balance halagüeño de una jornada que los traidores se prometían feliz


¡HONOR A LOS VALIENTES!

Irún, recinto de hombres dignos y libres que en el transcurso de la Historia supieron escribir con su sangre páginas de alto heroísmo, se ha cubierto ayer de gloria, una vez más. Al lado de cada irunés, joven o viejo, mujer u hombre, pues la bravura no admite en los bidasotarras distinciones de edad o sexo, lucharon representaciones nutridas de todo el pueblo guipuzcoano. Frente al fascismo traidor, estaban ayer, ergudios, firmes, serenos, Irún, Euzkadi, España. Los traidores no pasaron. No pasarán. Hay mucha hombría, amor a la libertad, conciencia de la propia estimación, en Irún y en Guipúzcoa para permitir que sobre su socio se aplaste la botaza pretoriana. La maravillosa gesta de ayer se repetirá cuantas veces sea necesario. Si el enemigo reaccionario no lo quiere saber, lo aprenderá a su propia costa. Empezó a comprenderlo ayer. Porque en el crisol hispano en que se esta´fundiendo una nación nueva, Irún ha sido y será ejemplo de cómo se forma el valladar infranqueable al fascismo, a la reacción,

¡Gloria a Irún!

Frente Norte

SE CUMPLEN LAS PREVISIONES
No era fácil que la acción rebelde hallase a nuestros mandos desprevenidos. Hemos dicho más de una vez que las previsiones se cumplen, y así ocurrió en la última jornada. Sabíamos bien que el enemigo había acumulado sobre el sector más avanzado del frente Norte, es decir, sobre la zona irunesa, unos refuerzos considerables, que algunas noticias de procedencia exterior los señalaban como regulares y legionarios.

Nosotros sabíamos bien que los insurrectos, en un ataque a la deseperada sobre el lugar de guerra que consieraban más endeble, pretendían traer algunas fuerzas marroquíes, para entremezclarlas entre los “requetés”, demasiado “maduros” por una campaña que les ha costado ya más de mil bajas. Era el recurso del pataleo, el “coco” que asusta a los niños, el “¡Ay, si voy!” con que se amedrenta a los pusilánimes.

Ya decíamos días atrás que el asunto que nos ocupa, la guerra civil en que nos han embarcado los traidores, no es cuestión de color, sino de hombría. Pelear por pelear, es de poca importancia que el enemigo que tengamos enfrente sea un marroquí o un burgalés. En no habiendo una abrumadora superioridad numérica, hombres son todos. Cuando el terror llega, porque la metralla hace víctimas, de la misma manera y con igual intensidad siente el miedo un moro, un legionario o un “requeté”.

Pero, en fin, lo cierto es que nuestros mandos conocían los propósitos enemigos. Ayer mañana estaba todo preparado para la réplica adecuada. Hubo ataque no faltó la réplica. El final de la jornada se liquidó con un triunfo rotundo para las fuerzas leales.


SE INICIA LA BATALLA
Apenas asomaban las primeras tintas del amanecer, cuando en el frente enemigo se inició la acción más violenta que se había registrado hasta el presente en las líneas de combate de Guipúzcoa.

En un frente de tres kilómetros de longitud, los facciosos atacban a fondo con fuego de ametralladora y de cañón.En la parte de la Descarga, los facciosos habían emplazado dos cañones, desde donde intentaron batir y batieron nuestras posiciones, de manera especial la de Zubelzu.

Al mismo tiempo, por la carretera, hacia Puntxa, avanzó una columna motorizada con algunos camiones blindados que apoyaba el ataque de la infantería rebelde, espaciada a ambos lados del camino y distribuída por los maizales que existen en la margen izquierda del Bidasoa. Simultáneamente, otros destacamentos enemigos centraban su acción acaso la más intensa entre las fuerzas de a pie, sobre la zona central de nuestra línea, hacia la parte de Saroya.

Desde la línea misma de la frontera hasta el sector de Gainchurizqueta, la fusilería y las ametralaldoras tejían una verdadera cortina de balas y fuego. Se había generalizado la batalla.


LA AVIACION FACCIOSA
Poco después aparecía sobre la zona de combate tres aviones facciosos, que dejaron caer sobre nuestro frente abundantes bombas. No se limitaron a batir objetivos de lucha, sino que, como otras veces, pretendiendo acaso desmoralizar a la población civil, bombardearon también las zonas urbanas.

El bombardeo de la aviación sobre nuestras líneas de combate fué muy intenso durante un par de horas, o acaso más. Arrojaron algunas docenas de bombas, sin que hubiéramos tenido que lamentar una sola baja en el curso del bombardeo.

La mayoría de las bombas cayeron en los alrededores de nuestra posición de Zubelzu, que fué objeto de las “predilecciones” enemigas, no tan sólo de su aviación, sino de su artillería, aunque otras descargaron sobre las distintas posiciones de aquella zona.

Algunos de los proyectiles no llegaron a explotar. No eran bombas de bombardeo aéreo, sino balas de cañón.


LA AVIACION LEAL
También entraron en acción algunos de nuestros aviones, para apoyar la acción defensiva de nuestras fuerzas y batir objetivos enemgios. Uno de esos objetivos era batir la columna motorizada, que fué atacada simultáneamente con disparos de cañón y con bombardeo aéreo. La eficacia de este atque combinado fué tan ostensible que los camiones blindados se vieron obligados a retroceder, y uno de ellos quedó completamente destrozado.

Nuestros vigías pudieron comprobar también que algunas bombas cayeron con admirable precisión sobre núcleos enemigos, hiriendo a muchos de los combatientes facciosos y haciendo huir a los demás.

No faltó tampoco la emocionante lucha del aire. Nuestra aviación, que ayer tuvo magníficos y heroicos exponentes en Rivera y en el al´ferez Carpio, dió, una vez más, muestras de su arrojo y de su amor a la causa exponiendo sus vidas con verdadera gallardia, incluso cuando las circunstancias exigían pelear contra enemigo superior. Gracias a Rivera y al alférez Carpio, que ayer, durante algunas horas, se batieron en el azul como verdaderos héroes de leyenda, fué neutralizada la acción de los aviones enemigos y se infirió grave daño a los revoltosos.

Fué notable la ayuda de nuestros bravísimos aviadores, y su presencia sobre las alturas de Irún y de su frente de combate inyectó nuevos alientos y entusiasmo a los combatientes de la ciudadanía.

Sus vuelos de reconocimiento fueron, por otra parte, utilísimos a nuestros mandos, que así pudieorn concretar con máxima precisión los objetivos a cubrir.


LA ARTILLERIA REPUBLICANA
Pero si eficiente y moralizadora fué la acción de los aviones, no lo fué menos la intervención de la artillería. Santillán y González, por un lado, y los fuertes por otro, sembraron de fuego y metralla las líneas enemigas, destruyendo concentraciones, deshaciendo núcleos y poniendo sus impactos en aquellas zonas facciosas donde los obuses podían hacer mayor daño.

Una vez más nuestros artilleros –todos, en general- dieron pruebas de su pericia, de su entusiasmo y de su arrojo. Sus tiros certeros cortaron de raíz las operaciones de fondo que intentó el enemigo, y contribuyeron eficacísimamente a la defensa de nuestras posiciones.

Algún día daremos a la estampa una relación completa de este espléndido plantel de artilleros, que en un derroche de valor, de resistencia, de amor a la causa, vienen perstando a la República tan señalados servicios.

Los impactos de nuestros cañones llevaron la muerte a los núcleos enemigos, destruyendo algunos de sus cuarteles o explotando incluso en medio de algunas concentraciones.


DEFENSA HEROICA
Mientras que en el aire se ventilaba una lucha emocionante y los cañones, con el estampido bronco de sus bocas, sembraban de hierro y fuego el frente enemigo, las fuerzas de infantería de la ciudadanía republicana se batían en las posiciones con una entereza, con un tesón, con un denuedo y una altivez de espíritu que hizo brotar otra vez, sobre el campo de batalla, la flor roja del heroísmo.

Habían prometido los facciosos que ayer tomarían café en Irún. Ya antes habían prometido que el día 15 de agosto oirían misa de campaña sobre la campa del Gran Casino. Una y otra profecía se habían frustrado.

Cuando nos ha sido dado contemplar de cerca la arremetida violentísima de los facciosos y la firmeza con que nuestras gentes soportaron el ataque, se llega a la convicción de que con un pueblo como éste levantado en armas son posibles todas las proezas heroicas.

Los facciosos descargaron el grueso de su ataque aéreo y de artillería sobre la posición de Zubelzu. Acaso era una táctica, ya bastante en desuso, acumular sobre uno de los flancos todo el aparato ofensivo para que los otros se desguarnezcan y entonces lanzarse al ataque sobre los puntos que parezcan más débiles.


ZUBELZU, CARTEL DE VICTORIA
Si era una táctica, fracasó de ...... en todo. Sobre las posiciones leales de Zubelzu cayeron acaso más de cien bombas, entre aviación y artillería. Las milicias ciudadanas soportaron con inmarcesible entereza aquella granizada de plomo y fuego, y no retrocedieron ni un solo paso.

La previsión era lógica. Si Zubelzu se afligía ante tan tremendo ataque, flaqueaba la moral de los combatientes, retrocedían y pedían ayuda, la batalla estaba ganada, puesto que los demás sectores de la línea eran atacados simultáneamente con extraordinaria intensidad. En cuanto un frente se mostrase débil, la ofensiva facciosa descargaría sobre él, y rota la línea sería ya empresa fácil filtrarse por entre nuestra posiciones y romper, en definitiva, la formidable resistencia de nuestras fuerzas.


Pero el alto de Zubelzu es, desde ayer, un cartel de victoria. Nadie pensaba en retroceder, sino en atacar. Ni una sola palabra de desaliento. Todo era allí entreza, y optimismo, y entusiasmo. La fortísima ofensiva de la artillería rebelde y de la aviación facciosa no sirvió de nada. Nuestros hombres se mantuvieron bravamente en sus puestos, y la resistencia de Zubelzu fué acaso la “llave” del gran triunfo que obtuvimos ayer.


DESASTRE ENEMIGO EN PUNTZA
Acaso fué la posición avanzada de Puntza la que hubo de soportar el más recio ataque durante las primeras horas de la mañana. El grueso de la columna enemiga había tomado contacto con nuestras líneas por la carretera, y esparciéndose a ambos lados, mientras que un núcleo batía Saroya y la zona de San marcial, otro destacamento importante arreciaba en su acometividad sobre Puntza.

Allí, en sus trincheras y parapetos, o en sus posiciones estratégicas, las milicias ciudadanas y las fuerzas leales dieron al enemigo una terrible réplica. Bramaban las ametralladoras y crepitaban los fusiles. Retemblaba el valle con un tableteo incesante, que los ecos devolvían centuplicado. Bajo el sol bárbaro de la guerra los rostros se contraían con un rictus duro y agresivo que denotaba la voluntad de resistir y el propósito de matar. Las retinas, que a lo largo de tantos ratos tranquilos habían absorbido con fruición las líneas puras del paisaje, oteaban por entre los maizales o sobre las lomas de pinos buscando el impacto mortal que eliminase a un enemigo.

Era un cuadro magnífico de epopeya. Pocas veces será dado contemplarlo de nuevo. El terrible tiroteo iba adquiriendo máxima intensidad a medida que avanzaba la mañana. Nuestra gente no se ocupaba ya de los aviones ni de la artillería. No tenía más que una idea: dar al enemigo la réplica que merecía. Hacerlo morder el polvo de la derrota. Ni un solo paso atrás. Ni un rostro vuelto. Ni un solo corazón que no palpitase con impulso heroico. El pulso firme sobre las armas, el dedo presto junto al gatillo, y los ojos atentos sobre el punto de mira, los envíos de muerte caían sin cesar sobre la columna facciosa.

Aquello fué terrible. El enemigo creyó fácil desbordar nuestras líneas, y se lanzó imprudentemente contra las posiciones leales. ¿Moros? ¿Legionarios? ¿Requetés? ¡Bah!... No había tiempo de medir la jerarquía, ni el color de la raza de los que había enfrente. Eran enemigos, y bastaba. taba.

Una lluvia de plomo descargó certera sobre ellos. Los hombres caían como peleles. Sobre la carretera, entre maizales de la margen izquierda del Bidasoa, en la vegetación herbosa de las primeras lomas, las víctimas de los facciosos iban sembrando un reguero de muerte. Desde nuestras posiciones, en los cortos intervalos del tiroteo, podían oírse los gritos de auxilio de los heridos y las voces de agonía de los que caían para no levantarse más.

Era espantoso el descalabro que sufrían los rebeldes. Nuestro fuego abatía hombres y más hombres. Hasta que se inició una retirada en franca fuga. Ya los carros blindados y los camiones habían retrocedido bajo la acción de nuestra artillería, y los hombres, presa del terror, abandonaban sus propósitos ofensivos y se replegaban también precipitadamente, abandonando en el terreno multitud de víctimas. Desde la posición avanzada de Puntza podían verse, en uno de los recodos del camino, seis u ocho cadáveres que los insurrectos no habían podido recoger. Entre los maizales, algunos movimiento que iban parcialmente decreciendo indicaban que numerosos heridos exhalaban el último aliento de su agonía.

Hacia el mediodía el ataque faccioso fué decreciendo en intensidad, y con la retirada definitiva de sus fuerzas quedaba liquidada, también definitivamente, una jornada guerrera que tan feliz se habían prometido.

¿Cuántas víctimas sufrieron los rebeldes en el ataque a Puntza? No será fácil precisarlo. Consecuentes con nuestro propósito de informar verazmente, no querríamos pecar de exagerados refiriéndonos a cifras un poco fabulosas que han circulado por ahí.

Pero sin temor a incurrir en errores de bulto puede afirmarse que solamente en el ataque sobre Puntza los facciosos sufrieron más de cincuenta bajas.


LA DEFENSA DE SAROYA
Habíamos dicho que el ataque sobre Puntza fué acaso el más fuerte de la ofensiva facciosa de ayer. Pero no hay que olvidar la terrible acometida que el enemigo realizó sobre las posiciones centrales, entre las cuales destaca, por su importancia, la de Saroya.

Los facciosos llegaron hasta situación muy próxima a nuestra línea, apoyados con un intensísimo fuego de fusilería. Nuestras fuerzas resistieron el ataque con formidable entereza, y cuando el enemigo ofreció buen blanco descargó sobre él toda la furia de una réplica tremenda.

Después de simular un repliegue, nuestros hombres volvieron a la carga con tal fiereza y combatividad, con tal precisión de tiro, que el descalabro que los rebeldes habían tenido en Puntza acaso se duplicó en las posiciones contiguas a Saroya.

Algunos facciosos llegaron hasta la primera línea de nuestras alambradas, y sufrieron allí los efectos del fuego espantoso de nuestra fusilería. Muchos cuerpos quedaron colgados, agónicos o sin vida, sobre las empalizadas, y ante una réplica de tal magnitud los rebeldes tuvieron que replegarse después de haber sufrido un correctivo espantoso.

Algo análogo ocurría simultáneamente en todas las líneas del frente irunés. Desarticulados sus núcleos centrales por la acción de nuestros artilleros, llegaron, sin embargo, a un ataque casi cuerpo a cuerpo, tal vez engañados respecto de la verdadera capacidad defensiva y ofensiva de nuestras gentes.

La bravura de las fuerzas leales no sólo mantuvo íntegramente todas las posiciones, sino que infligió a los facciosos una corrección tan severa que habrá influído, necesariamente, en su moral.


FUNCIONAN LOS RESORTES
Mientras se libraba la batalla se pudo comprobar que funcionaron con precisión matemática todos los resortes. El mecanismo guerrero de nuestro frente irunés ha sido, desde el principio de la campaña de una regularidad, de una eficacia y de un rendimiento insuperables.

Todas las previsiones, consignas y órdenes de los mandos se desarrolalban como sobre un tablero de ajedrez. Allí se veía la influencia de una dirección inteligente, experta y serena. El comandante Margarida, secundado de manera espléndida por ese magnífico combatiente que se llama Cristóbla, que es también comandante de las milicias, puso una vez más de manifiesto la eficacia de su mando y lo certero, rápido y flexible de sus resoluciones.

Tanto los servicios de guerra propiamente dichos, como aquellos otros de carácter complementario que hacen eficaz y brillante una acción guerrera, bien sea ofensiva o defensiva, funcionaron con perfecta regularidad. Ni uno solo quedó desatendido. Así pudo verse que cada cual cumplía su función estrictamente, sin desviarse un ápice de las consignas concretas que recibía. Articulación tan perfecta tenía que dar, necesariamente, espléndidos resultados. Una acción guerrera que se liquidó con un gran triunfo de nuestras fuerzas.


EL ENEMIGO SE REPLIEGA
Hacia el mediodía después de haberle infligido nuestras fuerzas un durísimo castigo, el enemigo se entregó a un franco repliegue, y simultáneamente, como es lógico, fué debilitándose la acción de la fusilería, que se convirtió en “paqueo”, bastante continuado y mantenido, pero sin que fuese ya, en ningún momento, un tiroteo propiamente dicho.

Los facciosos huyeron por entre los maizales, en donde había quedado buen número de víctimas; y desde allí, arrastrándose, procuraban ganar las posiciones de la retaguardia, aunque nuestros fusileros por una parte y nuestros artilleros por otra, cortaban muchas veces ese intento y añadían nuevas víctimas al balance desfavorable de los rebeldes en la jornada.

En el primer recodo de la carretera, más allá de Puntza, el enemigo habia abandonado dos camiones ligeros y un camión blindado, y los núcleos facciosos se esparcían por las inmediaciones, hacia la retaguardia, para ofrecer menos blanco a los impactos de nuestras armas.

Rechazado el ataque con tal energía, era lógico que el adversario sintiese amenguado su ímpetu y decrecida su moral, y durante algunas horas el fuego de la fusilería fué ya poco intenso, mientras que los cañones leales seguían vomitando sus mensajes de destrucción y de muerte.

Las baterías de Guadalupe lanzaron sus obuses sobre los cañones que el enemigo había emplazado en la zona de Erlaiz, y lo hicieron con tan buen tino que antes del mediodía la posición de Zubelzu quedó libre del fuego de artillería del adversario.

Las primeras horas de la tarde fueron de bastante quietud, y nos parecieron de absoluta tranquilidad al compararlas con las horas intensas que habíamos vivido durante la mañana.


NUEVO TIROTEO Y DESCANSO
A última hora de la tarde parece que el enemigo pretendía tomar posiciones en ciertas zonas de su frente, y con tal motivo nuestros fusileros y nuestros cañones reanudaron su actividad.

Hubo entonces, durante poco más de media hora, fuego intenso de fusilería, entreverado por el tableteo de las ametralladoras y los estampidos de nuestros cañones. También en esta breve pero intensa acción se causaron algunas bajas al enemigo, que debió de desistir de sus propósitos.

Hacia las siete y media de la tarde cesó el fuego, y desde entonces hubo tranquilidad absoluta en el frente de batalla.


BALANCE DE LA JORNADA
A las muchas glorias que tiene Irún en su historial ha de añadir la magnífica gesta que ayer se realizó en su frente de combate. Defensa tan heroica como la que hicieron los milicianos de nuestras posiciones merece figurar con letras de oro en los anales de esta guerra civil. Temple de ánimo, serenidad ante el peligro, decisión en la réplica, disciplina absoluta ante las órdenes.

Una jornada gloriosa, cuyo balance ofrece un triunfo espléndido para las milicias del pueblo. Cuando el enemigo había dispuesto un ataque de tal magnitud, y no solamente se le contuvo, sino que se le infligió un duro correctivo, la acción guerrera de las fuerzas leales se tiene que computar, necesariamente, por un triunfo definitivo. Un triunfo glorioso, porque fué la de ayer la ofensiva más amplia, más enérgica y profunda de cuantas hasta el presente han realizado los facciosos en nuestra provincia.

La fecha del 27 de agosto habrá de ser estampada como airón de victoria y de heroísmo en la gesta que está escribiendo la ciudadanía española.


CALCULO DE VICTIMAS
No es cosa fácil precisar, cuando se opera sobre un frente de tal extensión, y en terreno accidentado, el número de víctimas que ha sufrido el adversario. Las

(Continúa en la pág. 4.)


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