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Gipuzkoa 1936

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EGUNAREN ALBISTEA


¿”COLAS” EN LOS MERCADOS?

Asteartea, 1936ko abuztuaren 4a

Páginas:

En los frentes de combate

(Continuación de primera página.)

gunos prisioneros indican que las feurzas sublevadas, en su marcha hacia nuestros frentes, obligaban a los jóvenes de todas las localidades a sumarse a sus fraciones, y que a algunos que se negaban les pasaron por las armas.

Sí se da el caso de que en los primeros encuentros, muchos de estos soldados “requetés” a la fuerza, desertan de sus filas y vienen por los montes hasta nosotros.


DE LA FRONTERA FRANCESA
Otros informes recogidos en la frontera de Dantzariena, de boca de muchos evadidos del territorio navarro, coinciden en absoluto con lo que demamos dicho.

En el interior de Navarra, donde aún no han llegado ni siquera ecos de la lucha, el entusiasmo carlista es considerable. Con ese entusiasmo partieron las columnas operantes creyendo como dice el refrán que todo el monte es orégano.

Después, en contacto con la realidad de la contienda, se produce el desaliento y el deseo de retirarse.


EL GRAN PROBLEMA ENEMIGO
El gran problema de las fuerzas enemigas está, ya lo hemos dicho, en el aprovisionamiento. Faltan los alimentos y escasea la munición. Problema difícil de resolver, por las características obligadas de la lucha.

Hasta el presente los carlsitas facciosos han realizado algunos ataques a la desesperada, y aún es posible que en la de hoy intenten, sin conseguirlo, algún objetivo.

Pero la tibieza de su acción en los dos últimos días es un hecho más que significativo. Un par de días más en nuestras posiciones, y el panorama habrá cambiado en absoluto.


DETALLES DE UNA OPERACIÓN
Vamos a facilitar, resumidos, algunos detalles relacionados con la operación militar de las fuerzas leales que, al mando del teniente Ortega, terminó con la ocupación de la Peña de Aya, lugar estratégico insuperable.

Organizada en la capital una columna integrada por elementos de San Sebastián y de Trincherpe, marchó al frente de Irún, sumándose a las fuerzas que actuaban bajo el mando del teniente Ortega. Protegidos por cañones y ametralaldoras realizaron una descubierta hasta tomar la referida Peña, haciendo siete prisioneros, como ya dijimos en nuestro número de ayer.

Estos mismos valiosos elementos, plenso de ardor bélico y mostrando un fervor republicano sin límites, llegaron tambén a la ermita de San Antonio, desalojando a algunos facciosos que se habían recluído en sus inmediaciones.

La operación ha sido coronada por el mayor de los éxitos, y los esforzados de la causa de la Libertad y del Derecho que la han practicado están siendo muy felicitados por todas las autoridades militares y los dirigentes del Frente Popular.

Gustosos hacemos la aclaración, ya que es de Justicia reconocer la valiosa acción lelvada a cabo por los aludidos elementos, que no solamente supieron ganar la peña de Aya, sino que la consolidaron convenientemente, colocando esta posición estratégica en situación de ser inmejorable valor para acciones sucesivas.


EL ATAQUE AEREO
A disposición de las fuerzas leales de Guipúzcoa varias unidades de aviación con potentes elementos de combate, ha sido preciso aplazar el plan preconcebido de bombardeo sobre las posiciones enemigas, a causa de las desfavorables condiciones atmosféricas.

Durante el día de ayer el cielo estuvo totalmente cubierto, y una espesa bruma hacía imposible la visibilidad a escasos metros del suelo.

En cuanto las condiciones atmosféricas varíen, se iniciará una decisiva acción aérea contra los rebeldes, para desalojarlos de sus posiciones actuales y hacerlos retroceder. Esto cumplirá el primer objetivo del bloque de las operaciones proyectadas.

La reserva que hay que guardar en cuanto a los proyectos de guerra nos impide ser más explícitos hoy.


Teléfonos del diario
FRENTE POPULAR
14.634 y 14.621


METODOS BRUTALES
LA LEVA EN LOS PUEBLOS DE NAVARRA

Según van llegando noticias de nuevos hechos vandálicos de las partidas carlistas que con su refinada crueldad están ensangrentando la tierra navarra, adquiere mayor intensidad y pujanza el movimiento de protesta del pueblo guipuzcoano, dispuesto en todo momento y cada día con mayor ardor a defender nuestro suelo y el régimen republicano, y a llevar el consuelo de nuestro decidido apoyo a los hermanos en ideal que sufren las graves consecuencias de la ferocidad de las hordas facciosas de la vecina provincia.

Esta indignación, que aumenta al conocerse hechos criminales de los requetés, cometidos en Oyarzun y sus inmediaciones, es mayor entre los navarros residentes en Guipúzcoa o que huyeron de la región hermana al iniciarse el movimiento para refugiarse entre nosotros.

Y son muchos los navarros que aguardan impacientes y poseídos de un admirable espíritu combativo, de justa indignación, el instante de sumarse a las columnas leales que han de emprender la conquista del territorio navarro para la causa de la democracia.

Nadie puede sustraerse a ese sentimiento vigoroso, cada vez más recio, de justa indignación que causa en los hombres demócratas y en quienes albergan en su pecho un sentimiento de humanidad, cualquiera que sea su ideología, la conducta llena de crueldad de los requetés navarros.

Porque son de tal magnitud los desmanes cometidos por los que quieren revivir episodios episodios sangrientos de triste recordación en la historia de nuestro país que ni una sola persona que participe de la nobleza de sentimientos de un auténtico ser racional ha de quedar al margen de la empresa humanitaria y justiciera de librar de fieras sedientas de sangre el noble solar navarro.

Una gran mayoría del pueblo navarro carece de sentido político. Allí parece muy arraigado el sentimiento religioso que muchos “santones” explotan para predicar la guerra la estilo de pueblos menos avanzados en el progreso, pero que a pesar de ello no han escrito páginas tan sangrientas en su historia.

Hay mucho cacique. Lo hemos observado siempre en época de elecciones. Las gentes viven bajo la influencia de aquél, al que obedecen ciegamente, sin acertar a sacudir el yugo de su odiosa tutela, hasta desemobcar en este desfiladero en que se despeña toda noble iniciativa y todo intento –nunca tardío- de franca rebelión contra la tiranía de los que a cambio de un pedazo de pan exigen el renunciamiento a todos los derechos ciudadanos.

Las guerras carlistas fueron una experiencia. Como lo fué la negativa de los alcaldes navarros a aceptar el Estatuto que les ofrecieron sus hermanos de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa. En aquella memorable asamblea de la vieja Iruña, se observó claramente el poderío del cacique sobre el labriego navarro y la tendencia de aquél a evitar toda unión con otros pueblos de la región vasca, que con su bienhechora influencia hubieran llegado en su día a despertar en el alma navarra el sentimiento de rebeldía que contribuyese a su absoluta liberaicón.

Ahora, como entonces, esos hombres que carecen de sentido político y de la responsabilidad que les cabe en los destinos de la República, porque nunca se les ha permitido pensar, obligados a empuñar las armas, arrastrados mcuhos de ellos como borregos y envueltos con sanguinarios requetés y fascistas, de cuya ferocidad ofrecen múltiples pruebas diversos episodios de las luchas políticas en Navarra, se soman al magnífico mirador de nuestras cumbres para desde ellas sembrar el terror y la destrucción en los pueblos fronterizos con Navarra.

Pero de todos los procedimientos, con ser muy indignantes, destaca el de la leva que vienen realizando en Navarra los facciosos. No hay hombre útil que se libre de las garras de los encargados de sacar de sus apacibles hogares a jóvenes y ancianos, sin respetar su ideología, ni obedecer a un fin de legítima reivindicación, de algo que justifique la recluta forzada y brutal.

Conocemos muchos casos que muestran la forma arbitraria e inhumana en que se lleva a cabo la recluta.

Algunos se libran de ella. Muy pcoos, por desgracia. Un joven lesacarra, empleado en San Sebastián, es uno de los que han escapado de las garras de los agentes de la leva, que pasan por las armas a quien se niega a secundar sus bastardos propósitos sembrando la desolación en muchos hogares de pacíficos ciudadanos, al margen de la encarnizada lucha política entablada por ese puñado de militares antipatriotas que se dicen defensores de las virtudes ciudadanas.

Se hallaba pasando unos días entre sus familiares de Lesaca cuando estalló el movimiento subversivo. La Guardia civil buscó a nuestro amigo en su domicilio, pero tuvo la fortuna de ser advertido a tiempo mientras se hallaba en el monte, que le sirvió de vehículo liberador, atravesando por él la línea fronteriza. Se internó en Francia, dejando en tierra navarra a sus familiares sumidos en la mayor inquietud, presa de enorme angustia y pudo llegar a nuestra ciudad, donde halló seguro refugio.

Como este caso hay muchos, aunque no tantos como desearíamos, pues bastantes más hombres han tenido que seguir a los requetés en su ruta de muerte y destrucción, que en estos momentos históricos se disponen a cortar con energía las bravas milicias guipuzcoanas.

Hay que salvar a los republicanos navarros y nuestros milicianos lucharán sin descanso, defendiéndolos hasta lograr una rotunda y valiente victoria.

En Navarra sufren muchísimos elementos del Frente Popular y nacionalistas, y como hermanos de raz y de ideales estamos obligados a prestarles el auxilio que la juventud guipuzcoana les brindará con idéntica generosidad que viene haciéndolo en la defensa de nuestro suelo. Conocidos son sus esfuerzos conducentes a este fin que no dudamos han de lograr en muy breve plazo.

Navarra conocerá días venturosos. Estamos seguros.


PERISCOPIO
SIGNIFICADO DEL MOVMIENTO FACCIOSO

Resulta indiscutible que la derrota de los generales rebeldes, con todo lo que significan y representan –contención de la rueda de la Historia en su período burgués-feudal-, equivale a situar la revolución española, y como consecuencia la revolución en los pueblos opresos de Cataluña, Galicia y Euskadi, en el ángulo superior del estadio democrático.

Para nosotros, antifascistas militantes y convictos, el carácter del movimiento insurreccional de las pandillas militaristas estuvo claro desde el primer momento. Es más: nuestra previsión había señalado ya en la tribuna y en la Prensa el peligro de la criminal cuartelada. No nos cabe la menor duda de que ahora, consumado ya el golpe artero, nuestro criterio será compartido por grandes masas de opinión que en principio, por su renegamiento político, no acertaban a comprender nuestra posición previsora, diáfana y terminante.

Este conocimiento del carácter de los factores negativos y positivos de la revolución española nos colocó a los obreros, como clase directora de la futura sociedad, a la cabeza del movimiento revolucionario en España y de la lucha por las libertades nacionales de Euskadi, Catalunya y Galicia. Este mismo conocimiento nos ha colocado ahora a la cabeza del combate contra las bandas insurgentes de los generales pretorianos, de los curas trabucaires y montaraces –papel contrarrevolucionario de la Iglesia como potencia feudal al servicio del fascismo- y de señoritos lechuguinos de las clases parasitarias.

Se trata ahora, en este trance histórico, en esta batalla encarnizada contra las reminiscencias feudales, de dar un paso decisivo en la democratización de la sociedad española, de implantar un régimen de bienestar en el país, indómito a la bota de los militares belicosos y al ruido de las espuelas cesáreas. Parejo a la dominación del movimiento de bandidaje más ingnete de la Historia cotemporánea, dirigido por los peores enemigos de las masas menesterosas del pueblo, por la parte más reaccionaria de la unidad política que constituye la burguesa como clase; parejo a la derrota de las fracciones intransigentes al avance, al progreso y a la paz; parejo al aplastamiento de las castas que son el factor de intranquilidad y de perturbación, el movimiento de las masas populares significa, con su triunfo indubitable, el afianzamiento de un período de paz, de robustecimiento y de vigorización de la democracia que nos permita una existencia digna, y con ella, la preparación definitiva para el desarrollo, con nuestra intervención, del proceso revolucionario democrático, premisa nenesaria, condición “sine qua non” para el acceso de una nueva clase al poder político para instaurar bajo su dirección unas relaciones inhumanas basadas en el bien, en la felicidad y en la alegría de vivir.

El movimiento de los generales es, en suma, el esfuerzo desesperado de una clase social que quiere atornillar el ciclo histórico que se abrió en España con el derrumbamiento del gobierno miltar-fascista de Primo de Rivera, anquilosando el cuerpo social español. El aplastamiento de esta criminal intentona de los sables significa, por tanto, para las clases humildes y menesterosas, para las gentes de paz, para las masas laboriosas de la ciudad y del campo –obreros, campesinos, pequeños comerciantes- que han hecho frente al movimiento de los militares con hoces, garrotes, navajas, fusiles, cañones y dinamita- la perspectiva de una vida risueña y feliz. A este imperativo obedece al ímpetu, la bravura y principlamente el convencimiento y la voluntad con que las masas antifascistas luchan en la barricada, en la azotea, en la calle y en el campo, contra los agentes de la guerra civil, contra ese puñado de miserables, de borrachines, de cretinos y de idiotas que están ensangrentando el territorio del Estado español y odian de manera brutal y encarnizada, como corresponde a su significación opresora e imperialista, el anhelo de liberación de nuestro pueblo euskaldun.


EL SEÑOR
Rafael Conde-Salazar Manzano

Teniente del Cuerpo de Asalto en esta Ciudad

Muerto gloriosamente en defensa de la República

el 30 de Julio 1936

Su esposa doña María Luisa Arnáiz, su hija María Luisa Conde-Salazar; su madre, doña Angustias Manzano; sus hermanas, doña Gloria, doña Angustias, don José y don Luis (ausentes); sus padres políticos, don Celso Arnáiz y doña Peira Isasi, y demás parientes, ruegan un piadoso recuerdo para él.

San Sebastián, 4 agosto de 1936.


LOS FACCIOSOS
¿Qué quieren las derechas españolas?

Siempre que los obreros de nuestro país han pretendido realizar un movimiento huelguístico para obtener mejoras en sus condiciones económicas hemos escuchado de labios derechistas esta frase estereotipada: -Pero, ¿qué es lo que quieren los obreros?

Y las respuestas eran las siguientes:

“Los albañiles ganan tanto, trabajan tantas horas, pueden educar a sus hijos en condiciones similares a las de cualquier individuo de la clase media, no les falta casi nada. No comprendemos el por qué de esta huelga que durante más de cinco días.”

Esta respuesta adquiría caracteres de escándalo cuando se trataba de obreros que por sus trabajos especializados percibían jornales elevados. El que éstos cobraran cantidades de importancia era ya motivo suficiente para que nadie –de las derechas- comprendiera las causas que les impulsaban a una reclamación de aumento de sueldo.

En cambio, nosotros, que efectuamos la misma vida que los obreros, que en nosotros mismos comprendemos sus propias necesidades y que por consiguiente hacemos nuestras todas sus peticiones, sí comprendemos perfectamente todas las manifestaciones de protesta que lanzan los que con su esfuerzo personal y su propio trabajo tienen que conseguir lo más elemental para su manutención.

Es la explicación de quien nada tiene, nada posee y se ve en condiciones pésimas de vida, a consecuencia de la incesante carestía de las subsistencias.

En cambio, somos nosotros los que ahora nos hacemos la misma pregunta y estamos convencidos de que nos asiste la razón.

-¿Qué quieren las derechas?

Su posición económica es infinitamente superior a la que tiene la clase productora. Poseen relaciones en la vida, respeto, estimación y al mismo tiempo la admiración de numerosas personas que los envidian. No les falta nada, de nada carecen.

Sus ideas y sentimientos han sido respetados por la República de forma tan benévola que casi juzgamos excesiva.

La religión ha sido respetada, no se ha atentado apenas a su posición económica privilegiada, excepto en aquellos casos que los grandes latifundistas sepultaban en un hambre feroz a los campesinos. No se ha hecho ningún auto inquisitorial contra sus ideas políticas o sociales, ni se les ha sometido a ningun tortura de índole moral.

Las derechas españolas han podido realizar su campaña propagandista utilizando cuantos procedimientos han juzgado convenientes para sus fines. Los obstáculos que han encontrado en su actuación contra la República no llega ni a la décima parte de lo que la clase trabajadora ha tenido que eliminar para conseguir las mínimas reivindicaciones que disfruta en la actualidad.

Entonces, pues, ¿qué quieren las derechas españolas?

Si ellas no se explicaban el por qué de las huelgas obreras, nosotros tenemos que confesar también que no nos explicamos de ningún modo su acción insurreccional, salvo en un solo caso: en el de querer mantener el pueblo español en una situación de opresión y tiranía similar a la que sufrió España en los tiempos inquisitoriales.


A LOS CORRESPONSALES DE “FRENTE POPULAR”

Se avisa a los corresponsales administrativos de FRENTE POPULAR en toda la provincia la necesidad de que en el plazo más breve posible envíen a esta Administración, las liquidaciones de los periódicos vendidos en el mes de julio, y señalen el número de ejemplares que les son precisos para la venta


LECCION EJEMPLAR
LA SIEMBRA INSENSATA DE LOS TEORIZANTES DEL FASCISMO

Vayamos a cuentas...

Los facciosos son de dos clases: los teóricos y los activos. Los que, a diario, abominaban de la fórmula democrática por la que venían rigiéndose España. En el otro grupo se comprenden los militarotes y carlistoides que se han echado a la calle.

Los primeros, a la buena de Dios, como quien practica el más inofensivo de los deportes, hablaban y hablaban... llenando de veneno y de electricidad el ambiente.

Los segundos, con cautela jesuítica y haciendo protestas por una fidelidad y adhesión al régimen republicano que no sentían, callaban, callaban... esperando el momento.

Los teóricos de golpe de Estado pensaban sin duda en una “primorriverada”; querían un fascismo de suave transición acostarse con democracia y levantarse, según su expresión favorita, con dictadura; una revolución sin sangre... de la suya por lo menos: todo lo más, unos cuantos fusilamientos de jefes republicanos socialistas, etc... Y nada más.

El panorama que se prometían los que bajo capa de un falso sometimiento al régimen, conspiraban de contínuo contra él y acechaban el momento de darle el golpe de gracia, no podía ser más agradable ni más propicio a la aventura.

¿Qué podía ocurrir? Nada, hombre, nada. Todo estaba previsto. Los jefazos, unánimes, se alzarían contra la República. La tropa, amedretnada por la espada de Damocles de una ejecución fulminante y en masa, secundaría el movimiento. ¿Qué otro remedio le quedaba? Después... el pueblo. ¡Bah, el pueblo! ¡Manada de borregos! ¿Qué importa el pueblo? Eternamente ignorante... se le encauzaría debidamente, llevándosele de grado o por fuerza, por el camino adecuado.

Y efectivamente...

El Gobierno legítimo, prevenido, rechazó desde el primer momento, las pretensiones de los rebeldes, teniéndolos a raya. La tropa, sojuzgada pero jamás identificada con las pretensiones reaccionarias del movimiento desertaba de los cuarteles en cuanto tenía oportunidad. Y el pueblo... ¡Ah, el pueblo!... Percatado de la ignominia que se perseguía se lanzó a la calle, dispuesto a morir antes de perder las escasas libertades conquistadas con tanto esfuerzo y tanto sacrificio. Como en aquél otro histórico 2 de mayo, buscó armas donde las hubiera y persiguió al enemigo en su propia madriguera. Con fusiles, con piedras, con palos, con las manos y con los pies le combatió del modo más heróico. ¡Ah, el pueblo, desdichados aprendices de tiranos! Aquella manada que a vosotros se sino de titanes y leones...

Esta fué la realidad. Tal era el desper- os antojaba de borregos no era de tales tar de vuestros magníficos sueños de triunfo.

Ni “primorriverada” ni transición plácida. Sanjurjada violenta, y sangre, mucha sangre. Tanta sangre como despotismo, ambición y maldad. Los campos de España, silenciosos y desolados: los aperos de labranza, trocados en arma fratricida; las ciudades, transformadas en hospitales y cuarteles de milicianos; los caminos todos de la República, convertidos en cementerios... Tal ha sido la realidad de vuestro insensanto movimiento, generales al servicio de la antipatria y del capitalismo. Tal ha sido la auténtica verdad de vuestras incontenidas ansias antidemocráticas, señores teorizantes del fascismo. ¿Era esto lo que queríais? Vuestra actitud, descompuesta y horrorizada, nos dice, con sobrada elocuencia, que estáis espantados de vuestra propia obra, sembradores inconscientes de tanto dolor y tanta destrucción.

La lección ha sido ejemplar. El espectro de los miles de muertos caídos en esta guerra civil que vosotros engendrasteis alegremente será el inevitable compañero de vuestros sueños y soledades. El remordimiento será vuestro mejor castigo.


¿”COLAS” EN LOS MERCADOS?

Hasta la fecha, fin de julio de 1936, sólo hay “colas” para la leche, y ya no se espera más que unos minutos en los sitiso en que, fuera de los mercados, han señalado las autoridades para el reparto del lácteo alimento. Las “colas” del pan ya no existen y sólo las hubo dos o tres días, al principio de esta guerra civil, fratricida y condenada a un próximo y rotundo fracaso. ¡La leche a 40 céntimos litro! Pura y sin agua además. ¡Increíble! En los mercados no hay “colas”, ni para la carne, ni para los demás alimentos. Dentro de la difícil situación actual, San Sebastián, comparado con las poblaciones en poder de los rebeldes, es una pequeña jauja. Se regala anchoa por toneladas, les dan arroz y huevos a los necesitados... ¿Por qué nos extraña que el pueblo grite?: “¡Viva el Frente Popular!”

Si con un talento enorme la Comisaría de Abastos encauza la vida, que es lo más difícil en una guerra imprevista entre civiles y militares, mezclados ambos en los dos bandos; guerra en que las intransigencias rebeldes doblegan la razón y hasta la misma conveniencia nacional la supeditan a sus crueles venganzas a satisfacer su odio –en el campo sublevado-, aquí se vive. Pese a la conmosción creada, San Sebastián está bien abastecida. Escasea algo la leche condensada, y no tardará en conseguirse venga la precisa. Lo demás todo está bien. Pero ha sido esto días nota curiosa el ver a los “millonariso”, a los “aristócratas” a los grandes burgueses formando con su botella de leche en la mano en las “colas”. Porque acertadamente se impidió subiesen a Aldapeta –a los caseríos- para recoger el impresicndible líquido.

El sábado por la tarde y el domingo, acudían a San Sebatián, por docenas, los carritos, los peatones, con cántaros de purísima leche, y sólo se repartía en litro por ciudadano, y nadie se quedaba sin servir.

Otro aspecto de la ciudadanía es su normalidad. Como no hay teatros –en estos primeros días- la gente madruga para surtirse de leche y de pan; es tempranito, el airecillo de la mañana se filtra, higiénico, por los pulmones. Con el ir y venir a la compra, se despierta más el apetito. El ruido de los lejanos “chupinazos” llega a oirse “como el que oye llover”.

Después, la vida normal y corriente. Los que tienen actividades en los organismos oficiales, a la lucha en los trabajos de retaguardia y otros a luchar en el frente.

Los demás a recorrer la ciudad, deteniéndose especialmente en aquellos lugares en que la lucha fué más encarnizada.

Y todos optimistas y satisfechos, luchando cada cual según sus condiciones y en la medida de sus fuerzas, por la causa de la Libertad y de la Justicia.


Combatid el rumor

Cerrad los oídos a toda información que no haya sido contrastada por el Frente Popular o por sus órganos autorizados. El enemigo tiene una táctica: difundir noticias falsas para rebajar la moral de los elementos adictos a la República. Prestar crédito y difundir esas informaciones, es hacer el juego al adversario y favorecer su táctica.

Una información falaz y alarmista hace más daño que cien cañonazos. Toda noticia que no provenga del Frente Popular es falsa, y hay que rechazarla, porque es contraria a la salud de la República y a la tranquilidad ciudadana.

El que difunde un rumor es más enemigo del Frente Popular que un auténtico faccioso. Combatid el rumor. No hagáis caso de ninguna noticia que no haya sido contrastada por el Frente Popular o por sus órganos autorizados.


González Peña, a San Sebastián

Santander.-Se encuentra en esta población, procedente de Oviedo, el presidente del Partido Socialista, Ramón González Peña, quien parece ha de continuar viaje a Bilbao y San Sebastián.


FRENTE POPULAR ha salido a la calle para oponerse a toda falsedad y a todo rumor mal intencionado. Sus informaciones son absolutamente veraces.

Nada aparece en estas columnas que no hay sido concienzudamente comprobado.

El ciudadano tiene en FRENTE POPULAR el perfil más exacto de la situación de cada día; el trabajador, el ógano que ha de defenderle en sus libertades y en sus derechos; el combatiente, su aliento y su brújula, la vibración del espíritu de ciudadanía, que le acompaña siempre.


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